Quantcast
Channel: Palabraria
Viewing all 320 articles
Browse latest View live

SARDINEL

$
0
0

Sardinel es voz que no recogen ni Covarrubias ni Autoridades. En Academia aparece, por primera vez, en la edición de 1803. La define así:

"SARDINEL.- s. m. Arq. Obra hecha de ladrillos puestos de canto. Opus laateribus oblique positis coagmentatum".

En la edición de 1884 dicen que esta voz deriva "de sardina, por semejanza con las sardinas aprensadas". En la de 1899 amplían un poco la definición:

"SARDINEL. (...) m. Arq. Obra hecha de ladrillos puestos de canto y de modo que se toquen por sus caras".

En la de 1914 añaden dos acepciones más:

"SARDINEL.- (...) m. Arq. Obra hecha de ladrillos puestos de canto y de modo que se toquen por sus caras.// Arq. V. Citarilla sardinel.// And. Escalón de entrada en una casa o habitación".

Nos vamos a ver la citarilla sardinel, que Academia incluye en su Diccionario a partir de la edición de 1884:

"CITARILLA SARDINEL.- Arq. Paredilla divisoria hecha de ladrillos puestos alternativamente de plano y de canto ú oblicuamente, dejando espacios que quedan vacíos ó se rellenan algunas veces con mezcla".

En la edición de 1925 dicen:

"SARDINEL.- (Del cat. sardinell, sardina, por semejanza con las sardinas aprensadas.) m. Arq. Obra hecha de ladrillos sentados de canto y de modo que coincida en toda su extensión la cara de uno con la del otro. Cornisa, escalón, hecho a SARDINEL. // 2. Arq. Citarilla sardinel. // 3. And. Escalón de entrada de una casa o habitación".

En la edición de 1970 incluyen una nueva acepción:

"4. Col. Escalón que forma el borde exterior de la acera".

En la 23ª edición, última consultada, la voz que estamos estudiando queda definida de este modo:

"SARDINEL.

Del cat. sardinell´sardina´, por semejanza con las sardinas prensadas.

1. m. Constr. Obra de albañilería hecha con los ladrillos colocados de canto, en posición vertical, adosados por sus caras. Cornisa, escalón, hechos a sardinel.
2. m. And. Escalón de entrada de una casa o habitación.
3. m. Col. y Perú. Escalón que forma el borde exterior de la acera.

Citarilla sardinel".

Los diccionarios consultados habitualmente se atienen a lo dicho por Academia.

El Diccionario de Americanismos dice.

"sardinel.
I. 1. m. Co, Ve, Pe. Escalón que forma el borde exterior de la acera.
2. Co. p. u. Banqueta".

El Manuel Seco recoge la primera acepción de esta voz y la ilustra con dos ejemplos de dos obras de Juan Benet, el libro de relatos "Nunca llegarás a nada" y la novela "Volverás a Región":

"SARDINEL. m. (Arquit.) Obra de ladrillos puestos de canto o tocándose por las caras mayores. Frec. en la constr. en , o a- .// Benet, Nunca, 112: La tumba estaba muy sucia, pero intacta; el dibujo surgió de nuevo en la memoria: era una gran losa de mármol sobre un sardinel al nivel del suelo. Benet, Volverás, 44: De pronto una barranca, en la que se pone de manifiesto la naturaleza hermética e impenetrable de la terraza, formada de esquistos, pizarras y cuarcitas, gredas feldespáticas de color de ladrillo recocido y colocadas en sardinel".

En Hablas Andaluzas leemos estas tres:

"SARDINEL.- escalón de entrada de una casa o habitación. (...) 2. Escalón, que está debajo del umbral. (...) 3. especie de tablero situado encima de la caldera del horno del alfarero. (...)".



El "Diccionario de las Nobles Artes para Instruccion de los Aficionados, y uso de los Profesores" (Imprenta de D. Antonio Espinosa. Segovia, 1788), obra de don Antonio Rejón de Silva, define de esta manera la voz sardinel:

"SARDINEL. s. m. A. Los ladrillos sentados de canto, y cortados en debida forma para figurar las molduras de una cornisa, imposta, etc. y así se dice jamba ó cornisa hecha a sardinel".

Cita un párrafo de la obra del padre agustino descalzo  fray Lorenzo de Nicolás, titulada "Arte y Uso de Arquitectura...." (4ª impresión. Por Placido Barco Lopez. Madrid, 1796). Se encuentra en el capítulo LXVII del tomo primero que "Trata de la suerte que se han de labrar los estanques, cisternas, y aljibes, y del conservar las aguas en ellas". Comienza así:

"Aumentan grandeza los estanques; y asi dice Xenophonté, que á los Reyes de Lacedemonia, para mayor grandeza les hacían un estanque, de que también han adornado nuestros Católicos Reyes todas sus casas, pues en ninguna de ellas vemos les faltan estanques con mucha abundancia de agua, y grandes sobre manera; y asi los vemos en la Casa del Campo, y Buen Retiro en Madrid, y en las demás Casas Reales los hay semejantes; y á su imitación, los mas de los Príncipes de España los tienen, donde se coge abundancia de pescado, divirtiéndose en ellos con el exercicio de la pesca. En el labrar los estanques y cisternas son muy semejantes, pues su fin es uno, que es detener el agua, y asi lo que se requiere para labrar el uno, se requiere para labrar el otro. De uno de tres materiales se acostumbra á labrar, que es, ó de piedra menuda, que llamamos ormigon, ó argamasa. Otro es de ladrillo Otro es dé piedra crecida, con abundancia de cal en uno y en otro: mas este último no es tan seguro para detener el agua como los dos: y aun de estos hay ventaja entre el ormigon, y el ladrillo; y asi, según me enseña la experiencia, tengo por mejor el que es hecho de ormigon, ó argamasa, que el que es hecho de ladrillo. Para labrar el estanque de argamasa, tendrás prevenida gran cantidad de piedra menuda, que no sean mayores que huevos; y dispuesto el lugar donde ha de ser el estanque, le echarás de suelo, por lo menos un pie, según $u grandeza fuere: y lo harás echando un lecho de cal, y otro de pedrezuelas, pisándolos muy bien á pisón, y con abundancia de agua. Si el sitio donde se planta el estanque fuere de tierra movediza, hincarás muchas estacas con muchos sarmientos, de la suerte que diximos en el capítulo veinte y quatro, para que hagan una igualdad con firmeza en el sitio. Enrasado el suelo, harás unas tapias de tierra por la parte de afuera de la pared, que ha de quedar en el estanque, y otra por la parte de adentro; de suerte, que entre una y otra pared quede el grueso que ha de tener la pared del estanque, que será de grueso por la séptima parte de su ancho, como no exceda de cinquenta pies, que excediendo, te aconsejarás de prudentes Maestros. Y lo dicho se entiende no teniendo terraplenos que le acompañen por de fuera, que teniéndolos, menos grueso requiere. Después irás macizando á pisón, con sus lechos de cal, y piedra, el hueco de entre una y otra pared, hasta que llegue á lo alto que requiere que tenga el estanque. El remate de encima será, ó de piedra, ó de ladrillo de canto, que comunmente llamamos sardinel; y si fuere de piedra, será de lo mas largo que ser pudiere, fortaleciéndolas con sus drapas de hierro emplomadas".
(Págs. 181-182)

El matemático don Benito Bails recogió está voz en su "Diccionario de Arquitectura Civil", obra póstuma publicada en Madrid el año 1802. La define de este modo:

"SARDINEL. s. m. Los ladrillos asentados de canto y cortados en debida forma para figurar las molduras de una cornisa, imposta, etc.; y así se dice: jamba ó cornisa hecha á Sardinel".

Martín Fernández de Navarrete identifica esta voz con la sardineta en su "Diccionario marítimo Español":

"SARDINETA.- s. f. Man. Segun unos, es un cabo delgado, formado de tres filásticas, y destinado para cosiduras, garganteaduras y otras cosas semejantes. Según otros, consta de tres cordones de á dos hilos que se colchan y se les da sobrevueltas; y sirve para los mismos usos en punto mayor. Aun otros dicen que es una piola compuesta de dos hilos de segunda suerte. Los primeros añaden que se llama tambien saula y meollar; más véase lo dicho ú observado en estas dos voces. En el arsenal de Cádiz no le llaman sino sardinel, no obstante de que Zul. en su Cartilla Marítima le dice sardineta. (...)"

Esteban Pichardo, en cambio, identifica la voz sardinel o sardinet con pretorio, cuyo significado es este:

"PRETORIO. N. s. m.- En Cuba se da este nombre a la obra de mampostería más o menos levantada hasta la altura de la puerta, con escaleras para subir y bajar al piso de la calle, a causa de la desnivelación del terreno, que se va peinando, o bien por la costumbre que hay en la poblaciones de la Vueltarriba de sentarse allí por las tardes. En Puerto-Príncipe, donde tambien los hay, aunque el piso es llano, se llaman Quicios. En la parte occidental los rarísimos que se encuentran son conocidos por Pretiles; pero en las ciudades más arregladas como la habana y Matanzas, donde son prohibidos, las aceras están niveladas y embaldosadas por el tránsito de a pié, y se dice Sardinel o Sardinet. En Villaclara Calzada. Sin embargo, ninguna de estas vozes es propia o de exacta significacion".
("Diccionario Provincial, casi razonado, de vozes cubanas")

Don Julio Cejador y Frauca incluyó esta voz en el tomo sexto de  su obra "Origen y vida del lenguaje":

"Sardin-el, cuerpo de albañilería con ladrillos perpendiculares sentados por su canto en vez de por su tabla, con tendel entre ellos el menor posible. A sardinel, poner los ladrillos tiesos ofreciendo su llano de arriba abajo, cual sardinas en banasta. F. LOR. I, 67: El remate de encima será ó de piedra ó de ladrillo de canto, que comúnmente llamamos sardinel. 
Canalita en lo bajo de una compuerta (Cádiz); de sardin-o".

Fotografía: Ángel Arteaga (c)

Una detallada descripción de esta técnica constructora nos la brinda el gran Juan de Villanueva en su obra "Arte de Albañilería, ó Instrucciones para los jóvenes que se dediquen á Él..." (Francisco Martínez Dávila. Madrid, 1827) Se da la curiosa circunstancia de que se publicó póstumamente bajo el nombre de Don Pedro Zengotita Vengoa, alumno suyo y, más tarde, arquitecto, y académico de la Real de San Fernando, pero luego se imprimió  una nueva edición con la autoría del célebre arquitecto del Museo del Prado.
El capítulo que nos interesa de esta útil obra es el XII. Lo titula "De la construccion de fajas, resaltos, impostas, cornisas, etc. de Albañilería de ladrillo". El texto es un poco largo, para lo que suele ser habitual en este blog, pero interesante:

"Cuando en la construcción de Albañilería acontece el tener que forjar con el ladrillo los ornatos que componen los órdenes, ú otros de idea particular, ya sea que se coloquen al interior, ó al exterior para la hermosura de los edificios, criados unidamente con las paredes, son de mas duración, y muchas veces al exterior se dejan sin guarnición alguna, y no por esto pierden su gracia, antes bien se manifiesta en ellos la habilidad, limpieza y conocimiento del albañil que los trabaja, pues la trabazón y formación de las molduras y planos, retundidos, resaltados y demás adornos caprichosos de que se componen, tanto si se hacen con los ladrillos simples como con otros fabricados á propósito, que formen por su canto ó tabla los perfiles y cortes necesarios para componer el cuerpo, moldura d plano que se desea fabricar, piden todo el conocimiento y reflexión de un albañil práctico y ejercitado, y aunque el prevenir todos los casos que pueden ocurrirle en estas construcciones es difícil, no obstante, diré lo que baste para que en lo que pueda ofrecérsele obre con alguna mas razón y conocimiento. 
 Todo lo mas difícil en estos trabajos consiste en que la parte que se debe formar salga inmediatamente perceptible en su determinada forma, sin la ayuda de guarnición de cal, yeso ú otro material, y que esta parte sea tan unida y asegurada con el cuerpo total de la pared, que  no pueda en ningún tiempo separarse ó desprenderse; todos los resaltos y molduras que vuelan poco, y que su vuelo no exceda de la mitad del largo del ladrillo común que se usa en las obras, no tiene reparo alguno, y es fácil su trabazón; pero todos aquellos cuerpos muy volados, son difíciles y casi imposibles de construirse con el ladrillo común, por lo que se hace preciso fabricar ladrillo á propósito, de la forma y largos y anchos necesarios para que se trabe y atizone con la demás fábrica.
Si los ladrillos que se fabrican de nuevo están arreglados por su canto ó tabla á los perfiles de los cuerpos que se deben formar con ellos, el albañil menos tendrá que hacer en el asiento, pues con sola la atención de colocarlo á nivel y alineación perfecta con la pared, sin perder de vista la trabazón, habrá cumplido; pero si los cuerpos se fabrican con el ladrillo común, tendrá la pena de irlos cortando y reduciendo á la forma y figura necesaria, á no ser que esta operación se prevenga y ejecute por distinta mano, como se hace con el agranillado. 
La ejecución de todos estos cuerpos hácense con hiladas horizontales mezclada a las veces, y según sea necesario, ó con otros perpendiculares que llamamos á sardinel, esto es, que los ladrillos como se habían de colocar sentados por su tabla, se colocan por su canto, y ajustan unos con otros, dejando entre ellos un tendel perpendicular lo mas delgado que se pueda. Esta cinta ó cuerpo así formado es de más resistencia que una hilada horizontal, y por esto se acostumbra echar en peldaños, para guarnecer  y rematar una pared descubierta, para una faja ó imposta volada, y para un gociolator 6 alero. 
El empotre de unos ladrillos con otros por la mezcla que se introduce en sus poros y desigualdades, forman un cuerpo firme, que no se podría hacer con las hiladas horizontales; con estos dos modos de sentar ladrillo se componen todas las molduras que se desean, sean cornisas, impostas etc. 
Como por ejemplo, para una simple faja ó imposta se hace un sardinel volado sobre la hilada horizontal bien enrasada y anivelada. Si la marca del ladrillo es mayor que la imposta, se corta lo necesario por alto y largo, y la caja ó corte hecho se coloca hacia abajo; si la imposta es mayor, ó se suple la altura cuando es poca con una hilada, aunque en ella haya que rozar algo, ó cuando es demasiado, con dos ó mas hiladas; y si cabe se hace el sardinel de dos altos ó alto y medio de ladrillo. La hilada horizontal á la parle de arriba es muy úttil, pues cubre los tendeles del sardinel, y resguarda de poderse descarnar; no es tan útil a la parte de abajo, pues el canto del ladrillo está mas expuesto á perecer.
Si las impostas ó fajas llevan molduras, éstas se cortan y forman por la tabla del ladrillo, y se sientan á sardinel como se ha dicho; cuando estas impostas son grandes, se componen por lo regular de hiladas horizontales y sardineles, y con aquellos se pueden formar las partes menores de la moldura.
 Las cornisas  se forman del mismo modo, bien que por su demasiado vuelo piden mas atención. En la trabazón la primera parte de éstas sobre el enras de la pared, que por lo regular suele ser un cuarto bocel ó gola y dos listelos, hecho el primero de estos con hilada horizontal. La gola ó cuarto bocel se hace con dos ó tres hiladas horizontales, cortando el ladrillo por el canto lo necesario, ó bien con un sardinel que tenga el perfil de la gola ó cuarto bocel; para el segundo listelo se hace otra hilada á nivel, volada lo necesario, y que en ésta es preciso tener la prevención de sentad el ladrillo de tal modo que en el interior de la pared quede el tizón del sardinel trabado y cubierto de la hilada, todo lo que permite la marca del ladrillo. Sobre este enras se sienta Ja segunda parte, que es el gociolator ó alero, y como éste debe volar lo proporcionado á lo que tal vez no alcanza el ladrillo común; para forjar éste es preciso fabricar el ladrillo de distinta marca y de mayor largo, á fin de que atizone lo necesario que debe considerarse entre mitad y tercio: esto es, que si el gociolator vuela del listelo ó última hilada de la primera parte de cornisa forjada hasta el plano de afuera ó goterón un pie, el ladrillo debe tener de dos pies á tres, para que sentado á sardinel, y trabado por su tizón con la hilada superior, quede firme; y para esto será muy del caso entrelazar este sardinel por su tizón con otros ladrillos que continúen todo el enras hasta lo mas interior de la pared, para que con la hilada horizontal que le sucede quede todo trabado. Sobre el gociolator se echa por lo regular un listelo etc.: cuando éste no sale en el sardinel, se forma en la hilada horizontal que trabe éste, y sobre él se coloca la gola etc.  úlltima parte de la cornisa, con la prevención de rematar y enrasar con hilada horizontal para sobrecargar la teja , pizarra , plomo etc".
(Págs. 50-54)

Este capítulo lo cita entero el abogado del Colegio de Madrid, Don Pascual Perier y Gallego en su obra "Tesoro de Albañiles ó Guía Teorico-Practico-Legislativa de Albañilería" Imprenta de Antonio Martinez. Madrid, 1853)
Ricardo Marcos y Bausá, un arquitecto implicado en la construcción de la Ciudad Lineal de Madrid, el gran proyecto inconcluso de Arturo Soria, es tambien el autor de un "Manual del Albañil", del que hemos extraído los siguientes párrafos:

"Los muros en rampa se construyen de la misma manera que queda dicha, sin más diferencia que hay que formar la coronacion ó rampa con un sardinel de ladrillos, sentado perpendicularmente á la línea de terminacion; si el grueso del muro es de un pié, el sardinel se hace con un sólo ladrillo, (...); pero si es mayor, el largo de éste no cuaja ó alcanza, y para conseguirlo se aumenta el sardinel, trabando entre sí los ladrillos; con el objeto de que la obra sea más duradera, en el punto más bajo del muro, se pone un sillar de piedra con un corte plano para que en él apoye el sardinel".
(Cap. XII: "Fábricas de ladrillo" Art. º: "Muros y paredes"; pág. 147)

"Las escaleras de fábrica de albañilería, se hacen con ladrillos puestos á sardinel, recibidos con mortero, sobre una ó dos hiladas de plano, segun la altura que hayan de tener los peldaños. Tambien se hacen sentando lós ladrillos en hiladas. horizontales de plano, hasta poco ménos de dicha altura, formando la huella con baldosas, y la arista viva saliente de cada peldaño con un liston grueso de madera recibido en la fábrica, para evitar el desmoronamiento de aquellos materiales con el continuado roce. 
Es preciso tener la precaucion, al construir las escaleras, de que la altura y huella de los peldaños sea la misma en cada tramo, porque si no, se producen al subirlas ó bajarlas ciertas conmociones ó choques muy desagradables".
(Cap. XVIII: "Obras lijeras y accesorias" - "Escaleras"; pág. 215)

Fotografía: Ángel Arteaga (c)

Sardinel no es una voz muy frecuentada por los escritores españoles. Es más usual verla en textos de autores sudamericanos. Gabriel García Márquez la puso en algunas de sus novelas y cuentos.
En "Crónica de una muerte anunciada" escribe:

" Próspera Arango, la cachaca, le suplicó que hiciera algo por su padre que estaba agonizando en el sardinel de su casa, inmune a la bendición fugaz del obispo. «Yo lo había visto al pasar -me dijo mi hermana Margot-, y ya tenía cara de muerto.» Cristo Bedoya demoró cuatro minutos en establecer el estado del enfermo, y prometió volver más tarde para un recurso de urgencia, pero perdió tres minutos más ayudando a Próspera Arango a llevarlo hasta el dormitorio. Cuando volvió a salir sintió gritos remotos y le pareció que estaban reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trató de correr, pero se lo impidió el revólver mal ajustado en la cintura. Al doblar la última esquina reconoció de espaldas a mi madre que llevaba casi a rastras al hijo menor".
(Págs. 174-175)

En "El general en su laberinto" leemos:

"Ante ese estado del mundo, el general pastoreaba el insomnio caminando desnudo por los cuartos desiertos del viejo caserón de hacienda transfigurado por el esplendor lunar. La mayoría de los caballos muertos el día anterior habían sido incinerados lejos de la casa, pero el olor de la podredumbre seguía siendo insoportable. Las tropas no habían vuelto a cantar después de las jornadas mortales de la última semana y él mismo no se sentía capaz de impedir que los centinelas se  durmieran de hambre. De pronto, al final de una galería abierta a los vastos llanos azules, vio a Reina María Luisa sentada en el sardinel. Una bella mulata en la flor de la edad, con un perfil de ídolo, envuelta hasta los pies en un pañolón de flores bordadas, y fumando un cigarro de una cuarta".
(Pág. 30)

En "El otoño del patriarca" dice:

"...cuál eres tú de estas mujeres que cabecean en las salas vacías ventilándose con la falda despatarradas en los mecedores respirando de calor por entre las piernas mientras él preguntaba a través de los huecos de la ventana dónde vive Manuela Sánchez de mi rabia, la del traje de espuma con luces de diamantes y la diadema de oro macizo que él le había regalado en el primer aniversario de la coronación, ya sé quién es, señor, dijo alguien en el tumulto, una tetona nalgoncita que se cree la mamá de la gorila, vive ahí, señor, ahí, en una casa como todas, pintada a gritos, con la huella fresca de alguien que había resbalado en una plasta de porquería de perro en el sardinel de mosaicos, una casa de pobre tan diferente de Manuela Sánchez en la poltrona de los virreyes que costaba trabajo creer que fuera ésa, pero era ésa, madre mía Bendición Alvarado de mis entrañas, dame tu fuerza para entrar, madre, porque era ésa, había dado diez vueltas a la manzana mientras recobraba el aliento, había llamado a la puerta con tres golpes de los nudillos que parecieron tres súplicas, había esperado en la sombra ardiente del saledizo sin saber si el mal aire que respiraba estaba pervertido por la resolana o la ansiedad..."
(Pág. 76)

 "Un señor muy viejo con unas alas enormes" lo subtituló el gran García Márquez como un "cuento para niños". Lo que relata se mueve entre la sátira y la parodia. Escribe en él:

"Los dueños de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero recaudado construyeron una mansión de dos plantas, con balcones y jardines, y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno, y con barras de hierro en las ventanas para que no  se metieran los ángeles".
(Pág. 264)

"Memoria de mis putas tristes"es un libro que no le gusta a Lucía Etxebarría. Piensa que idealiza y glorifica la práctica de lo pedofilia y que, a su modo, lo que escribió el Premio Nobel de Literatura es una apología de la explotación infantil y de la violación. Los párrafos que nos interesan de esta novela se encuentran en el capítulo primero:

"Me adentré en un barrio de pobres que no tenía nada que ver con el que conocí en mis tiempos. Eran las mismas calles amplias de arenas calientes, con casas de puertas abiertas, paredes de tablas sin cepillar, techos de palma amarga y patios de cascajo. Pero su gente había perdido el sosiego. En la mayoría de las casas había parrandas de viernes cuyos bombos y platillos repercutían en las entrañas. Cualquiera podía entrar por cincuenta centavos en la fiesta que le gustara más, pero también podía quedarse bailando de gorra en los sardineles. Yo caminaba ansioso de que me tragara la tierra dentro de mi atuendo de filipichín, pero nadie se fijó en mí, salvo un mulato escuálido que dormitaba sentado en el portón de una casa de vecindad".
(Pág. 11)

Marío Vargas Llosa escribió esta voz en varias de sus obras; por ejemplo,   en "Los jefes" :

"El grupo que nos rodeaba iba creciendo. Sentados en los sardineles y en los bancos rotos, y los demás transitando aburridamente por los pequeños senderos asfaltados del parque, nadie, felizmente, intentaba ingresar al colegio. Repartidos en parejas, los diez encargados de custodiar la puerta principal, tratábamos de entusiasmarlos: "tienen que poner los horarios, porque si no, nos fríegan. Y a ustedes también, cuando les toque".
(Cap. 5; págs. 24-25)

En su primera novela titulada "La ciudad y los perros" aparece  en tres ocasiones. A saber:

"El Parque Salazar está lleno de gente. Apenas franquean el sardinel que contornea los pulidos cuadriláteros de hierba, que a su vez circundan una fuente con peces rojos y amarillos y un monumento ocre, Alberto y Emilio cambian de expresión: sus bocas se despliegan ligeramente, los pómulos se recogen, las pupilas chispean, se inquietan, en una media sonrisa idéntica a la que aparece en los rostros que cruzan. Grupos de muchachos se mantienen inmóviles, apoyados en el muro del Malecón y contemplan la rueda humana que gira al borde de los cuadriláteros, dividida en hileras que circulan en direcciones opuestas".
(Pág. 86)

"Alberto se aleja por la avenida, entre el dédalo de coches estacionados con el parachoque tocando el sardinel del Parque. Va hasta Diego Ferré y tuerce. La calle está vacía. Camina por el centro de la pista, a trancos largos. Antes de llegar a Colón escucha pasos precipitados y una voz que lo llama por su nombre. Se vuelve. Es el Bebe".
(Pág. 88)

"Alberto se aparta de la rejilla y se aproxima a la puerta del calabozo, que comunica con la sala de guardia: el teniente Gamboa está inclinado sobre el teniente Ferrero y le habla en voz baja. Los soldados se restregan los ojos, se desperezan, toman sus fusiles, se aprestan a abandonar la Prevención. Por la puerta, se ve el comienzo del patio exterior y el sardinel de piedras blancas que circunda el monumento al héroe. Por allí deben estar los soldados que van a entrar de servicio junto con el teniente Ferrero. Gamboa sale de la Prevención sin mirar el calabozo. Alberto escucha silbatos sucesivos y comprende que, en los patios de cada año, se organizan las formaciones. El cabo continúa en la cama y ha vuelto a cerrar los ojos, pero ya no ronca".
(Pág. 114)

Ramón Guarda Parera nos enseña en este vídeo, que colgó en Youtube, el modo de hacer un arco a sardinel:


SARDANAPALESCO

$
0
0
Eugéne Delacroix: "La muerte de Sardanápalo" (1827)

Iniciamos el año 2017 con una voz rara, que Pío Baroja escribió en su novela "La busca". No la recoge ni Covarrubias, ni Autoridades ni Academia. La primera mención que encuentro está en el Suplemento del "Diccionario de la Lengua Española", del eminente lexicógrafo Don José Alemany y Bolufer. La vida de este sabio merece una película y un gran homenaje público, que no llegó a tener en vida, ni en Madrid ni en Valencia. La misma RAE le dedica dos escasas líneas en su web. Este país, llamado España, es así, cría y devora a sus hijos, como el cruel dios Saturno. En los Estados Unidos seguramente daría nombre a una Universidad, tendría una estatua y, a lo mejor, sería un referente imprescindible para los estudiantes de Letras. Aquí no le hemos dado ni el nombre de una calle, ni el de un mísero callejón, ni el de una plaza. 
Decía Baroja que lo que salva a un país de su ruina  es discutir y sentir curiosidad. Aquí discutir se discute mucho y, a veces, se entablan discusiones bizantinas, pero la curiosidad es un bien común que conviene fomentar; en ello estamos. Don Pío era un tipo curioso y su biblioteca de Itzea es un claro ejemplo, entre muchos otros. Su cita de "La busca", una novela que sigue siendo actual, se encuentra en el capítulo IV de la Tercera Parte:

"El Tío Pérquique conocía la Sociedad de los Tres, y daba al Bizco y a Vidal algunos consejos. 
Más seguro y mucho más productivo que el trato con los peristas de la ropavejería era el procedimiento de Dolores la Escandalosa, la cual vendía las cintas y encajes robados por ella a buhoneros que pagaban bien; pero los socios de la Sociedad de los Tres querían cobrar sus dividendos pronto. 
Hecha la venta se iban los tres a una taberna del final del paseo de Embajadores, esquina al de las Delicias, que llamaban del Pico del Pañuelo. 
Tenían los socios especial cuidado de no robar en el mismo sitio y de no presentarse juntos por aquellos parajes de donde había temor de una vigilancia molesta. 
Algunos días, muy pocos, que la rapiña no dio resultado, se vieron los tres socios obligados a trabajar en el Campillo del Mundo Nuevo, esparciendo montones de lana y recogiéndola, después de aireada y seca, con unos rastrillos. 
Otro de los medios de subsistencia de la Sociedad era la caza del gato. El Bizco, que no atesoraba ningún talento, su cabeza, según frase de Vidal, era un melón calado, poseía, en cambio, uno grandísimo para coger gatos. Con un saco y una vara se las arreglaba admirablemente. Bicho que veía, a los pocos instantes había caído. 
Los socios no distinguían de gato flaco o tísico, ni de gata embarazada; todos los que caían se devoraban con idéntico apetito. Se vendían las pieles en el Rastro; el tabernero del Pico del Pañuelo fiaba el vino y el pan, cuando no había fondos con qué pagarlos, y la Sociedad se entregaba al sardanapalesco festín..."
(Págs. 142-143)

Don José Alemany define así esta voz:

"SARDANAPALESCO, CA. (Por alusión a la vida de orgías y placeres atriubuída a Sardanápalo, ,rey de Asiria). adj. Muy disoluto, sumamente libre. Costumbres SARDANAPALESCAS".

Consuelo García Gallarín va un paso más allá y nos dice en su obra "Léxico del 98" lo siguiente:

"SARDANAPALESCO. adj. Afeminado, voluptuoso (der. de Sardanápalo). "La sociedad se entregaba al sardanapalesco festín". (La busca, 355)".

Sacar una frase de contexto puede llevarnos a este resultado. Leída como la leemos aquí se puede entender que Baroja se refiere a la sociedad, en general, o a gran parte de ella, y que el "sardanapalesco festín" es una orgía de bastante calibre y promiscuidad como las que se celebraban en aquellos suntuosos palacios orientales. Ya vemos que no, que lo que cuenta Baroja es mucho más mundano y que en esa "sociedad" que nos presenta el "sardanapalesco festín" parece más una ironía barojiana, un guiño a un pequeño momento de felicidad entre tantos otros de tristeza y miseria.
Yo creo que Baroja utiliza este neologismo ciñéndose al sentido que recoge el "Dizionario della Lingua Italiana"(Nella Tipografia della Minerva. Padova, 1829), de autor anónimo,  o el "Vocabolario della Lingua Italiana" (2 tomos. Apresso Davis Passigli E Soca. Firenze, 1840), del abate Giuseppe Manuzzi:

"SARDANAPALESCO. Add. Parassitico, Epulonesco. (...)".

En el "Diccionario de faltriquera Italiano-Español y Español-Italiano"(En la Librería de B. Cormon y Blanc. Leon, 1805), obra de Don J. L. B. Cormon y Don Vincente Manni, estas voces están definidas así:

"PARASSITICO, CA. a. de gorrero.

EPULONESCO. CA. adj. Goloso.

EPULONE. s. m. tragón".

Gorrero lo define el DRAE como "persona que vive o come a costa ajena". Vamos, lo que conocemos más comúnmente como "gorrón". Por lo tanto, lo que Pío Baroja quiso decir al utilizar este adjetivo es que los miembros de esa singular "sociedad" eran gorrones y tragones.

La Enciclopedia Espasa-Calpe dedica a la figura del rey Sardanápalo un artículo de casi una página. Entre otras cosas dice:

"SARDANÁPALO  (ASURBANIPAL) Biog. Rey de Asiria, llamado con la primera denominación por los historiadores helenos. (...) La vida de SARDANÁPALO tiene el doble aspecto de un gran militar, conquistador implacable como todos los reyes sirios, y un protector de las artes y de las letras. (...) Asurbanipal, el Sardanápalo de los griegos, no es el último rey de Asiria, a cuyo gobierno pusieron fin los medos, como erróneamente se ha creído; tampoco es cierto que terminase sus días en una hoguera, puesto que en esto se le confunde con su hermano, como tampoco debe considerársele como un rey mejor o peor, referente a humanidad y costumbres, que todos sus antepasados y sucesores. Fue un déspota asirio, y esto lo resume todo. En cambio, fue el primer soberano de su país que recibió en su juventud esmerada educación reservada hasta entonces a la casta sacerdotal exclusivamente. (...) Esta educación dio sus frutos, y a SARDANÁPALO se debe la formidable biblioteca de láminas cuneiformes encontrada en los desenterramientos de las ruinas del palacio de Bit-Riduti; levantó hermosos monumentos, templos y alcázares; fue un cazador incansable, protegió las artes y las ciencias, y su reinado aparece como uno de los más poderosos y brillantes entre todos los de los tremendos soberanos de Asiria".

Un retrato bastante diferente del que nos da la Enciclopedia Espasa-Calpe lo encontramos en el tomo primero de la obra de don Pelegrín Casabo y Pagés titulada "La Civilización" (Mir, Tarradas, Comas y Cª. Barcelona, 1881) A lo mejor se trata de otro rey. Allí leemos:

"Assurlikhus, conocido más comunmente por Sardanápalo, último rey de Nínive, ha dejado en la historia una mancha negra que no borraron aún los siglos trascurridos desde su prosáica muerte, parodia del heroísmo. Sardanápalo no vivía sino para su harem, cuyas orgías se sucedían con los días y las horas. Débil como todos los hombres afeminados, llegó al extremo de vestir el traje de sus mujeres, en medio de las cuales vivía como una de ellas, con la rueca y el huso, deslizando su vida entre las voluptuosidades más repugnantes de la molicie y libertinaje. Cuando Belesio, gobernador de Babilonia, y Arbasés, sátrapa de los medos, conspiraron contra él, quiso despertar de su letargo, y probó de defender su corona. Arrancado á sus liviandades por el rumor de las armas, de nada le sirvieron algunas ventajas obtenidas primeramente contra sus enemigos. Derrotado completamente en una cuarta batalla que le presentaron los enemigos, refugióse á Nínive, en donde se defendió valerosamente por espacio de dos años, al cabo de los cuales los sitiadores lograron abrir brecha. Cobarde para morir matando, prefirió acabar sus días, sino en los brazos, en la compañía de sus concubinas, y amontonando en una inmensa hoguera todas sus riquezas, dinero, joyas y adornos, eunucos y mujeres, arrojóse él mismo á ella, quedando al poco tiempo reducido á un montón de cenizas su palacio y todo aquel mundo de vanidad y placeres, corriendo igual suerte toda la monumental ciudad, sin caberle la gloria que cupo á Numancia envuelta gloriosamente entre llamas que la hicieron inmortal. La historia no registra un desastre más terrible, pero más humillante, que el de Nínive: lo que respetó el pillaje consumiólo el fuego. Casas, templos, palacios, fortificaciones, monumentos, todo quedó destruido, arrasado".
(Págs. 340-341)

Algunos historiadores siguen  identificando a Sardanápalo con su hermano Saosdujín, rey de Babilonia. Puede, incluso, que el famoso cuadro de Delacroix, que ilustra esta entrada, se refiera a él.


Jacob Jordaens: "El rey bebe" (1640)

A Don Juan Valera no le gustaba la poesía de Baudelaire, y lo expresó públicamente en una misiva que envió a Salvador Rueda,  titulada "Disonancias y armonías de la moral y de la estética", y que que terminó publicando en la revista "La España Moderna" correspondiente al mes de abril de 1891. En ella, entre otras cosas, dice:

"Las visiones de Baudelaire y de Rollinat espeluznan y descomponen el estómago; dan horror y asco; es menester ser valientes y robustos para resistirlas sin vomitar ó sin caer desmayado. Los suplicios más feroces que ve Dante en su Infierno, las abominaciones y espantos de los más ascéticos libros cristianos, como Gritos del infierno, Estragos de la lujuria, y otros así, son niñerías y amenidades, si se comparan con lo que Baudelaire refiere cuando él mismo se ve ahorcado, podrido y hediondo, entre una nube de murciélagos y de grajos que le sacan los ojos á mordiscos y picotazos y se le comen por domas pecado había, y con lo que cuenta Rollinat de aquel gato celoso, que yo sospecho que era un demonio familiar, el cual araña y destroza á su amiga en sitios tan sensibles y ocultos.
Si tamañas desventuras se tomasen por lo serio, sería cosa de deshacerse en un mar de lágrimas, de morirse de pena y de terror entre convulsiones horribles, y de aborrecer toda vida, y más que ninguna la sardanapalesca, á que se entregaron estos vates ilustres, y cuyos funestos resultados estamos tocando. 
Por dicha, yo me consuelo y tranquilizo con sospechar que, tanto en el sardanapaleo como en el lloriqueo, tanto en las culpas como en los castigos, hay abundancia de filfa y camelo. Ni se divierte uno tanto como dice, ni suele exclamar de corazón ¡qué tétrica es la vida! después de haberse divertido. En ambos extremos hay ponderación jactanciosa: pose y blague. Lo peor es el pesimismo. Si se adopta para hacer efecto y darse charol, no tiene perdón de Dios. ¿Por qué en odas, en elegías, en coplas, en dramas, en novelas y aun en gruesos librotes de filosofía, hemos de angustiar á los mortales y quedarnos tan frescos?".
(Págs. 132-133)

Esta carta terminó formando parte de su libro "A vuela pluma".

Don Emilio Castelar incluyó esta voz en el discurso que pronunció en Las Cortes el 20 de mayo de 1869 en favor de la forma de gobierno republicana:

"Y ¡qué diferencia, Sres. Diputados, qué diferencia de las monarquías á las repúblicas! El Sr. Lasala, en un estudio admirable que hizo de todas las monarquías europeas, estudio que estaba basado en la historia, nos decía: "¿No admiráis la flexibilidad de las monarquías?" Yo la admiro; pero lo que admiro tambien es la inflexibilidad de sus resultados. Todas las monarquías concluyen lo mismo, absolutamente lo mismo, todas en la corrupción. El imperio cesáreo romano en el corral de Augústulo. La monarquía gótica, la monarquía electiva, en el carro sardanapalesco de Don Rodrigo; la monarquía fundada por Pelayo, semi-electiva, semi-hereditaria, en el lodazal donde se arrastró Doña Urraca..."
("Discursos Parlamentarios"; tomo II; págs. 32-33)

Don Benito Pérez Galdós escribió este vocablo en la segunda parte de su novela "El doctor Centeno":

"Fuera de Cienfuegos, ninguno de los compañeros de Miquis, sabía el origen del repentino engrandecimiento de este. Quién lo atribuía a inesperada herencia, quién a lotería o hallazgo. Y que la cosa era gorda no podía ponerse en duda, porque las liberadidades del manchego casi rayaban en sardanapalescas. Por mañana y tarde no cesaba de convidar a los amigos en el café; había saldado las cuentas con el mozo, con cierto usurero a quien Aras llamaba Gobseck, y se puso en paz con otros británicos de menor cuantía. Entre los del cotarro que se formaba en un rincón del café, se hizo corriente y como proverbial, siempre que se proyectaba teatro, diversión o merienda, la frase: "Miquis paga".
(Cap. IV; págs. 26-27)

Jacinto Benavente incluyó en el tomo primero de su obra titulada "De sobremesa" (Imprenta de Fernando Fe. Madrid, 1910) una  crónica, cargada de ironía, sobre un "baile teatral":

"Nuestro querido amigo y compañero—como escriben en las dedicatorias de sus obras, los autores eminentes que quieren halagar á un autor novel, — Guillermo II, ha tenido un brillante éxito, en el baile de gran espectáculo «Sardanápalo», estrenado en Berlín.
Ningún género teatral, tan propio para ser cultivado por un emperador, como este de los grandes bailables pantomímicos, tan parecidos por la precisión de evoluciones á las maniobras militares. Género, además, en que huelga toda literatura, género sin palabras inútiles, en que todo ha de explicarse por la acción misma; género de todo punto imperialista, en una palabra.
Ahora, si reparamos en que la elección de personaje tan decadente y desfalleciente, como el sibarita Sardanápalo, más parece en los gustos de un Luis de Baviera que en los de un Guillermo de toda Alemania...
Claro es que un Alejandro Magno, un Aníbal, un Julio César, no se prestan á pasos de bailes. Y |quién sabe si Guillermo II no ha puesto en su obra una delicada ironía y una saludable advertencia! ¿No hay en los desfallecimientos del mundo moderno, mucho de sardanapalesco? ¿No es el Imperio Germánico, el gran mantenedor de energías, el gran director de baile, cuya imperiosa voz de mando hace danzar á todos? Pero, ¿quién tendrá razón al final de las humanas danzas que han de terminar todas en una general danza macabra? Solo el hecho de haberse acordado un Guillermo II de un Sardanápalo, para héroe de su obra, nos dice la obsesión interior de muchas cosas que aparentamos aborrecer exteriormente, pero que en el fondo admiramos... Moralizar, es querer convencernos de que no debemos admirarlas; pero si no las admirásemos no tendríamos por qué moralizar. ¡Arde Sardanápalo en su piral Moralicemos... Todos, chicos ó grandes, hemos quemado á fuego lento nuestro Sardanápalo; unos por falta de medios para sostener sus vi- cios, otros por falta de valor; pero de cuando en cuando Sardanápalo surge; unas veces en una obra de arte, como el poema de Byron; otras, en un baile de gran espectáculo, como el del emperador Guillermo II".
( Págs. 292-294)

Ramón Gómez de la Serna puso esta voz en su novela "La viuda blanca y negra" (Biblioteca Nueva. Madrid, 1920)

"Rodrigo miraba por los escaparates de los grandes restaurants, servidos muchas veces por criadas de gorrito blanco y puños de encaje, y seguía adelante porque le parecían demasiado espesos de gente, todos dedicados a un eterno réveillon, a una sardanapalesca cena, pero siempre con ademanes de miserables, sobre el plato sopero del restaurant pobre. Nunca debería inclinarse tanto el hombre sobre el plato".
(Cap. XXV: "El goce de la libertad"; pág. 202)


SANTISCARIO

$
0
0

Santiscario suena a relicario de santos; si movemos esta voz, como si fuera un sonajero, oiremos el tintineo de sus huesos, la música tenue de sus oraciones guardadas en el tuétano, el gori-gori de su último suspiro mientras encomienda el alma a Dios, que lo espera en su solio celestial.
Santiscario contiene en sus cuatro sílabas eso y mucho más; para un catador de voces es como si probara el vino de una añada prodigiosa; allí encontramos olores de santidad, pero también finos aromas de rústica botica, veleidosos perfumes de vírgenes sagradas, brisas marinas de épocas remotas y el cálido siseo de una desnuda doncella. Paladearla en la boca, en la que dientes, labios y lengua la llevan y la traen como a una bailarina, es de esos privilegios que sólo se perciben y se terminan teniendo con los primeros rayos de amanecer; si cerramos los ojos al pronunciarla podemos ver toda su gama de colores, sentir el frío que nos quiebra los resortes del cuerpo cuando despunta el sol en el horizonte, y en ese estado de recogimiento y turbación, que apenas dura unos segundos, percibiremos en todo su vigor su presencia de siglos, la fuerza de su estructura semántica, el despertar de un vocablo que Cervantes, como si fuera una tibia, puso en boca de unos  perros.
Santiscario es voz que no recoge Covarrubias, pero que sí aparece en Autoridades con esta definición:

"SANTISCARIO. s. m. Lo mismo que capricho, é intención, ó idea. Es del estilo baxo. Lat. Proprium judicium, arbitrium, vel libitum".

Cita un párrafo de "El coloquio de los perros", la conocida novela ejemplar de Miguel de Cervantes. Hay quien piensa que Berganza es un trasunto del escritor y que sus desgracias y su modo de ver la vida son sus desgracias y su  modo de sentir los reveses de sus existencia. Leamos parte de ese coloquio:

"BERGANZA.-«Es, pues, el caso que el atambor, por tener con qué mostrar más sus chacorrerías, comenzó a enseñarme a bailar al son del atambor y a hacer otras monerías, tan ajenas de poder aprenderlas otro perro que no fuera yo como las oirás cuando te las diga.
»Por acabarse el distrito de la comisión, se marchaba poco a poco; no había comisario que nos limitase; el capitán era mozo, pero muy buen caballero y gran cristiano; el alférez no hacía muchos meses que había dejado la Corte y el tinelo; el sargento era matrero y sagaz y grande arriero de compañías, desde donde se levantan hasta el embarcadero. Iba la compañía llena de rufianes churrulleros, los cuales hacían algunas insolencias por los lugares do pasábamos, que redundaban en maldecir a quien no lo merecía. Infelicidad es del buen príncipe ser culpado de sus súbditos por la culpa de sus súbditos, a causa que los unos son verdugos de los otros, sin culpa del señor; pues, aunque quiera y lo procure no puede remediar estos daños, porque todas o las más cosas de la guerra traen consigo aspereza, riguridad y desconveniencia.
»En fin, en menos de quince días, con mi buen ingenio y con la diligencia que puso el que había escogido por patrón, supe saltar por el Rey de Francia y a no saltar por la mala tabernera. Enseñóme a hacer corvetas como caballo napolitano y a andar a la redonda como mula de atahona, con otras cosas que, si yo no tuviera cuenta en no adelantarme a mostrarlas, pusiera en duda si era algún demonio en figura de perro el que las hacía. Púsome nombre del "perro sabio", y no habíamos llegado al alojamiento cuando, tocando su atambor, andaba por todo el lugar pregonando que todas las personas que quisiesen venir a ver las maravillosas gracias y habilidades del perro sabio en tal casa o en tal hospital las mostraban, a ocho o a cuatro maravedís, según era el pueblo grande o chico. Con estos encarecimientos no quedaba persona en todo el lugar que no me fuese a ver, y ninguno había que no saliese admirado y contento de haberme visto. Triunfaba mi amo con la mucha ganancia, y sustentaba seis camaradas como unos reyes. La codicia y la envidia despertó en los rufianes voluntad de hurtarme, y andaban buscando ocasión para ello: que esto del ganar de comer holgando tiene muchos aficionados y golosos; por esto hay tantos titereros en España, tantos que muestran retablos, tantos que venden alfileres y coplas, que todo su caudal, aunque le vendiesen todo, no llega a poderse sustentar un día; y, con esto, los unos y los otros no salen de los bodegones y tabernas en todo el año; por do me doy a entender que de otra parte que de la de sus oficios sale la corriente de sus borracheras. Toda esta gente es vagamunda, inúti[l] y sin provecho; esponjas del vino y gorgojos del pan".
CIPIÓN.-No más, Berganza; no volvamos a lo pasado: sigue, que se va la noche, y no querría que al salir del sol quedásemos a la sombra del silencio.
BERGANZA.-Tenle y escucha. 
»Como sea cosa fácil añadir a lo ya inventado, viendo mi amo cuán bien sabía imitar el corcel napolitano, hízome unas cubiertas de guadamací y una silla pequeña, que me acomodó en las espaldas, y sobre ella puso una figura liviana de un hombre con una lancilla de correr sortija, y enseñóme a correr derechamente a una sortija que entre dos palos ponía; y el día que había de correrla pregonaba que aquel día corría sortija el perro sabio y hacía otras nuevas y nunca vistas galanterías, las cuales de mi santiscario, como dicen, las hacía por no sacar mentiroso a mi amo".
(Pág. 64)

Academia, en sus primeras ediciones, se atiene a lo dicho por Autoridades. En la edición de 1822 cambian un poco la redacción de su significado:

"SANTISCARIO. s. m. ant. Capricho, ó movimiento espontáneo de la voluntad".

En la de 1832 definen así esta voz:

"SANTISCARIO. m. Invención. Se usa solo en la expresion de mi santiscario. Proprio marte".

En la edición de 1970 son un poco más precisos:

"SANTISCARIO. m. Invención. Ú. sólo en la expresión familiar de mi santiscario, significando sacado de mi cabeza".

En la 23 ed., última consultada, dicen que esta voz es de origen incierto. La definen de este modo:

"SANTISCARIO.

De mi santiscario.

1. loc. adj. coloq. De mi invención".

El Esteban Terreros dice:

"SANTISCARIO, lo mismo que capricho, idea aerea. V. Fr. Libitum, judicium leve".

La mayoría de diccionarios consultados habitualmente se atienen a lo dicho por Academia. 
Don Joan Corominas añade información valiosa sobre esta voz en su "Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico":

"SANTISCARIO, ´caletre´, voz familiar y local, quizá debida a una alteración de santiguada en el sentido de ´cabeza´. 1ª doc.: 1596, Juan de Torres".

La obra del jesuita fray Juan de Torres se titula "Philosophia moral de príncipes, para sv bvena criança y gouierno y para personas de todos estados" (Por Philippe de Iunta y Iuan Baptista Varesio. Burgos, 1596). La cita se encuentra en el capítulo V del Libro vigesimoquinto, titulado "De algunas aduertencias fuera de las dichas, que se deuen guardar en la leccion de los libros". Allí leemos:

"Si el libro no fuere de deuocion, sea de historia, o de alguna delas artes liberales, y alguna vez podra ser de poesia, como se guarden las deuidas circunstancias que arriba quedan apuntadas. Dela manera que el fuego, el hierro, el manjar, y otras cosas semejantes, dize el gran Nazianzeno, ni son malas, ni son buenas, sino como el hombre vsa dellas; de la mesma suerte, la leccion de algunos libros tiene aquesta propiedad, que ni tira a daño ni a prouecho del alma; pero si el hombre quiere sacar de alli qualquiera destas cosas, halla aparejo y disposicion para ello. Esto se confirma con lo que dize san Hieronymo, y lo noto Plinio el menor: No ay libro tan malo, del qual no saque fructo quien se quiere aprouechar, como tambien no lo aura tan bueno, en el qual no estropiece el que por su antojo quiere salir de seso. Que leccion mejor que la diuina Escriptura, pero con todo esso las lechuzas de los hereges (que assi llama san basilio a los Philosophos soberuios quales estos son) deslumbrados con tanta claridad dan por las paredes, haziendo de la medicina tossigo, torciendo el sentido, interpretando por su santiscario lo que se les viene".
(Págs. 945-946)

Corominas cita "El coloquio de los perros", y añade:

"Rodríguez Marín en su ed. dice que vale ´caletre´y "es voz que aún usa el vulgo, a lo menos en la serranía de Ronda (Málaga y Cádiz)" (...) Amezúa en su ed. del Coloquio (p. 579) observa que el inciso "como dicen" revela una expresión poco usada, que Aut. dice ser "del estilo baxo", y reconoce que sólo ha encontrado otro ej. en un ms. de P. Sepúlveda".

La cita de Agustín G. de Amezúa y Mayo es un poco más larga. Dice, después de lo apuntado por Don Joan:

"Muy probable es que naciera, aludiendo tropológicamente, por la acción de la señal de la cruz (santiguarse) que se hace sobre la frente, á la frente misma, lugar donde el vulgo pone la invención, el cacumen, el caletre. Justamente santiguar origina otros sentidos traslaticios: como dar á uno con un palo en la cabeza; á la acción de santiguarse, el persignum crucis, toamse por la herida dada ó señal hecha en el rostro. En un santiamén es locución familiar conocidísima para expresar rapidez y viveza. Y al mal limpiar de los muebles con unos vendos llámase santiguaró santiguañar; y así dícese en Andalucía "lo arreglé con dos santiguañadas".
La verdad de todo está en la inmensa fecundidad popular para crear ó transformar palabras, cualidad tan poderosa, que no conoce límites. El vulgo andaluz, más que otro ninguno, fué en esto felicísimamente opulento, y de él, á no dudarlo, lo bebió Cervantes, que tan bien le conocía".
(Págs. 579-580)

Corominas no no esta muy de acuerdo con este origen. 
El ejemplo que Don Agustín cita de la obra del monje escurialense  fray  Jerónimo de Sepúlveda titulada "Historia de varios sucesos y delas cosas notables que han sucedido de veinte años a esta parte en toda España y en toda la Iglesia Cathólica" (2 tomos. 1583) es este:

".... pero no quieren los Consejeros de los Reyes que otros les den consejos, ni oyen de buena gana cosa que no les sale á ellos de su santiscario y caletre.." (vol. II. fol. 87)

Un manuscrito de esta obra se puede leer en la web de la Biblioteca Digital Hispánica. La parte que nos interesa del folio aludido es esta:


Curiosa, cuanto menos, es la definición que don Julio Cejador da de esta voz  en su "Tesoro de la Lengua":

"SANTISCARIO, talento natural (Cuba, Palenc.), cholla ó caletre. Dícese comúnmente del tozudo que no admite consejo sino el de su cabeza, como si fuese un santuario ó relicario su sesera, así que vale capricho de tozudo, del que se tiene por santo y no ha menester de nadie. Col. perr:. Y hacía otras nuevas y nunca vistas galanterías, las cuales de mi santiscario, como dicen, las hacía, por no sacar mentiroso á mi amo. TORR. Fil. mor:. 25,5 : Interpretando su santiscario lo que se les viene".

El padre dominico fray Francisco Alvarado (1756-1814), más conocido como el "Filósofo rancio", quiso meter baza en las discusiones parlamentarias de Las Cortes de Cadíz y, para ello, escribió una serie de misivas en las que exponía sus argumentos reaccionarios. Cito de la edición corregida y reimpresa en Mallorca en la Oficina de Felipe Guasp el año 1813.
En la carta sexta, escrita el 27 de agosto de 1811, dice, entre otras cosas:

"Supuestas estas nociones ya está clara la solucion. El derecho de gentes no contiene otras leyes que las que estan cayendo por su peso, de los principios de la natural. Pues bien: para las cosas que se caen de su peso no es menester consulta, ni pacto, ni cosa que lo valga; así como para decir lo que yo me sé, no necesito de andar buscando quien lo diga, como con su admirable agudeza dixo Cervantes en su primer prólogo al Quixote. Conque para que las gentes todas hayan convenido en el que se llama su derecho, no ha sido necesario ni citarlas anté diem, ni convocarlas á toque de campana, ni proporcionarles la dificultad, ni entrar en una larga discusion, ni numerar ni combinar los votos. cada uno desde su casa se ha establecido a sí mismo este derecho, como si en el mundo no hubiera mas legislador que él, y todos han convenido en lo mismo que cada uno determinó para su santiscario, sin necesidad de aconsejarse con otro".
(Pág. 17)

En la carta "décima quarta", dirigida al señor Ireneo Nistactes, la comienza de este modo:

"Mui Sr. mío: mucho siento irme alargando en la correspondencia á que el favor de V. me da lugar; pero pues continúa V. por una parte en favorecerme, y por otra tuvo paciencia (como dice) para leerse de una sentada mis dos primeras cartas; no dudo que tambien la prestará, para ir leyendo una por una, las que las materias vayan dando de sí. En esta suposicion, y en la de que mi anterior le mostró, si mal no me engaño, lo mucho que V. se había equivocado en asegurar que á la sombra del jansenismo aplicaba yo nombres odiosos á doctrinas católicas; pasemos á deshacer la segunda parte de esta equivocacion, por donde V. me dice, me repite, y me vuelve a decir y a repetir, que hago igual habilidad con las personas.
Y ciertamente que esta es una de las muchas cosas en que ni su escrito de V. ni su persona me hacen chispa de gracia; porque puntualmente sobre el asunto siempre me he ido, y pienso irme, con el debido tiento. Para aplicar á otro un nombre que nada tenga de odio, no es menester ser cura ni padrino; pero para un hombre odioso, y tal como el de jansenista, ó de liberal, no está instituido sacramento, ni alcanzan las facultades de los curas. Es menester pues aguardar, ó á que el mismo interesado se lo aplique, como sucede con nuestros pomposos filósofos, ó á que se lo declare quien tenga sobre su persona la autoridad, que ni tengo, ni quiero, ni me hace falta para cosa de este mundo. Esto se entiende en público; porque acá para mi santiscario voi yo formando ciertos dípticos, en que á cada uno le doi lo que juzgo merece".
(Pág. 3)

Otro que tal baila es Felipe Lesmes Zafrilla, autor de una considerable obra titulada "Centinela contra los errores del siglo, o sean Cartas filosófico-teológico-dogmáticas" (Imprenta de D. E. Aguado. Madrid, 1829) La voz que estamos estudiando la encontramos en el tomo XXI. Escribe en la Carta II:

"Preocupado es, quien abandonado á sí mismo en sus primeros años, tuvo la desgracia de que las espinas del error sofocaran la verdad en su corazón, y ocuparan su lugar; preocupado, quien habiendo caido en manos de directores corrompidos, tuvo siempre lejos de sus labios el agua, y se connaturalizó con el cieno, y miró como enemiga suya la pureza de doctrina; preocupado, quien arrastrado de sus pasiones ó caprichos, arrojó de su seno la esposa legítima, y amancebado con las sectas, aprendió á dorar el adulterio, añadiendo á él los insultos y calumnias; preocupado finalmente quien pagado de sus inventos, sacrifica á ellos cuanto lee, sacando de quicio cuanto cae en sus manos apasionadas; quien adherido fuertemente á una sentencia, la erige en causa universal de todo, haciendo provenir de ella fenómenos que solo su exaltacion pudo soñar. Esto es lo que llamamos en castellano puro, meter la cabeza en un botijo. Y así botijo eran para la cabeza de Descartes aquellos vórtices que, ó subiera al cielo, ó bajara á la tierra, ó entrata en el mar, hallaba en todas partes; y sine ipsis factum est nihil; botijo la causa suficiente de Leibnitz; botijo los inventos favoritos de tantos otros filósofos, para quienes, ó todo era animales ó todo electricidad, magnetismo, vapor, etc., segun lo que había hallado cada uno; botijo los sistemas de tantos médicos que ó todo se cura con sanguijuelas y sangría, ó todo con agua, ó todo con quina, ó todo con lo primero que se les emparejaba; botijo el pacto social; botijo la reforma, etc. ¿Pero á dónde vamos á parar con tanto cacharro? Dejémoslo pues; mas  conviniendo antes en que el preocupado es quien en vez de oir, dicta; en vez de ver, sueña; en vez de consultar, decide; en vez de observar, tuerce hacia su capricho las observaciones; en una palabra, el que no tiene mas Dios, ni mas verdad, ni mas regla, ni mas lugar teológico que su santiscario; ¿dices lo que digo? ¡qué hombre tan grande! ¡qué sabio! ¡qué ilustrado! ¿No lo dices? Anda, bárbaro, ignorantón, fanático, sin gusto, preocupado, metido en tu círculo angosto, enemigo de la luz..."
(Págs. 108-110)

Nuestro apreciado poeta Federico Balart escribió esta voz en una de las "Impresiones" que publicaba habitualmente en el diario "El Imparcial". Corresponde a la edición del 8 de enero de 1894. En ella dice:

"Yo tengo para mí que los grandes maestros naturalistas han procurado siempre pintar todo lo que veían; sin eso babrían faltado á lo que en ellos más se alaba: la sinceridad. Contra la verdad se puede pecar de dos maneras en arte como en todo: por adición por sustracción; subrepticia ú obrepticiamente; y tan mal testigo es el impresionista que por pereza ó por insuficiencia omite alguna circunstancia esencial, como el rutinario que desechando sistemáticamente los resultados de la observación los sustituye con cualquiera da las pobres muletillas que por fruto de malos estudios académicos guarda depositados en su santiscario".

Juan José Domenchina publicó un "Cuento de otoño" en el diario "La Voz", correspondiente al lunes, 28 de octubre de 1935, dedicado a una enigmática "Margarita". Comienza así:

"Perdonadme, señora, que os haga víctima de mis afanes narrativos. Al socaire de vuestro nombre, y sin propósito de bordar abusivamente una anécdota sobre el cañamazo de Rubén, voy a contar un cuento. Este cuento—de mi inventiva o santiscario—pretende eludir lo retórico. No "está linda la mar", señora, ni el viento preside nupcias con su "esencia sutil de azahar". El huracán que sopla es insalubre y su redolencía repele, como el que fué un día aliento de Dinamarca. Octubre es además un mes melancólico y austero. Prescinde ascéticamente de las estivales pompas. Se desnuda, y tirita en su desnudez, transido por la verdad de la intemperie".

Pocos años más tarde, inmersa España en una guerra cruenta e incivil, publicó varios artículos en "La Vanguardia" bajo el título de "Un entendimiento ejemplar: Don Manuel Azaña. Escritor y político". En el correspondiente al jueves, 29 de diciembre de 1938, dice:

"La lucidez mental de este  impertérrito, más no impasible, dilucidador o esclarecedor de realidades, diriase que ofusca y ofende. En puridad —y es menester que este secreto sea ya un secreto a voces—, lo que no se le perdona a Azaña es su cargante don de prioridad y superioridad de raciocinio, la virtud instantánea de su clarividencia. Lo que no so le perdona a Azaña —lo que no le perdonan sus enemigos ni sus amigos- es que se anticipe a todo, incluso a los intelectos más previsores y progenerados, y que emita o priori, mientras los demás se pierden o se rezagan en perplejidades y conjeturas, un veredicto caba1 que el porvenir convierte, por lo común, y sin apelación, en asombroso. Y esto no quiere decir, naturalmente que el autor de «El jardín do los fraile»» guste del vaticinio ni que se solace en la inquisición prestigiosa y celeste del saber astrológico, ni que se induzca por procedimientos ocultos y de su santiscario, ni que sea ni se crea infalible. Manuel Azaña, tan resoluto siempre en la emisión de su pensamiento, de sus convicciones, se precave siempre también contra los riesgos de la infalibilidad. Puesto en trance de duda, y en este trance se coloca sin excepción, duda hasta de sí propio. «La duda —ha escrito— es mi precaución personal contra la pedantería,, precaución que puedo llevar hasta el heroísmo, es decir, hasta el suicidio, representando en el silencio y la abstención, antes que consagrarme a la siembra de verdades». Importa decir, sin embargo, que jamás elude, por precaución o conveniencia, por astucia política, su opinión. Lo que no hace tampoco es opinar por lo incoercible, como es uso y abuso de políticos, sin que nadie le interrogue".

El  escritor y crítico   Juan José Domenchina fue secretario personal de Manuel Azaña.

SANSIROLÉ

$
0
0


Francisco de Goya:Disparates "Bobalicón" (1819)

Sansirolé es voz que no recogen ni Covarrubias ni Autoridades. En Academia aparece, por primera vez, en la edición de 1925, con este significado:

"SANSIROLÉ. com. fa. Bobalicón, papanatas".

No varía hasta la 23ª ed., última consultada, en que remite a sancirole y que define del mismo modo.
Sancirole también la registra Academia, por primera vez, en su edición de 1925. Dice que viene de "San Ciruelo". La voz "ciruelo", con el sentido de "bárbaro, majadero", aparece, por vez primera, en el "Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes" (1786) del padre Esteban Terreros. Academia no recoge esta acepción hasta la edición de 1884, casi cien años después. La define como "Hombre muy necio e incapaz", y no la varía en el resto de las siguientes ediciones. Hay que, entender, por tanto, que San Ciruelo no forma parte del santoral, sino que es un santo ficticio, como el santo Macarro, o el santo Leprisco, o san Pito Pato, en el que muchos se cagan cuando se cabrean. A algunos de  ellos los junta  Francisco de Quevedo en sus "Sueños y Discursos":

"Yo quedé confuso, cuando se llegaron a mí Perico de los Palotes, y Pateta, Joan de las Calzas Blancas, Pedro Pordemás, el Bobo de Coria, Pedro de Urdemales (así me dijeron que se llamaban) y dijeron: 
—No queremos tratar del agravio que se nos hace a nosotros en los cuentos y en conversaciones, que no se ha de hacer todo en un día. 
Yo les dije que hacían bien, porque estaba tal, con la variedad de cosas que había visto, que no me acordaba de nada. 
—Solo queremos —dijo Pateta— que veas el retablo que tenemos de los muertos a puro refrán. 
Alcé los ojos y estaban a un lado el santo Macarro, jugando al abejón, y a su lado la de santo Leprisco; luego, en medio, estaba san Ciruelo y muchas mandas y promesas de señores y príncipes aguardando su día, porque entonces las harían buenas, que sería el día de san Ciruelo. Por encima dél estaba el santo de Pajares y fray Jarro, hecho una bota, por sacristán junto a san Porro, que se quejaba de los carreteros. Dijo fray Jarro, con una vendimia por ojos, escupiendo racimos y oliendo a lagares, hechas las manos dos piezgos y la nariz espita, la habla remostada, con un tonillo de lo caro: 
—Estos son santos que ha canonizado la picardía con poco temor de Dios".
("Sueño de la Muerte"; pág. 122)

El Día de San Ciruelo es el 30 de febrero. Con  eso está dicho todo.
Academia no se ocupa de su acepción erótica. Para ello tenemos que irnos a la "Enciclopedia del Erotismo" o al "Diccionario Secreto" de nuestro apreciado Camilo José Cela, que la define y la ilustra con jocosos y jugosos ejemplos literarios. A saber:

"CIRUELO. En ambas acepciones es metáfora formal de intención festiva (ciruelo, árbol y el mismo fruto). 1. Pene // Correas. Vocabulario de refranes, pág. 823 (no Academia; Combet, página 673b) "Ziruelo, con la glosa "Lo del macho ierto; del varón. // Nicolás Fernández de Moratín, Arte de las putas, II, versos 220-223:

Mas si acaso pequeñas purgaciones
destila por desgracia tu ciruelo,
dura abstinencia observa y ten consuelo
de que arraigarse el mal es imposible.

Cita también unos versos de su hijo, Leandro Fernández de Moratín, varias coplas populares y una pequeña poesía de S. L. de C., incluída en  la obra "Venus picaresca"(Administración de la Biblioteca de La Risa.Barcelona, 1881) dice así:

Un prior aficionado
a ciruelas, fue de intento
a visitar un convento
mongil, que tenía al lado
un cirolar corpulento.
Mas las monjas, con candor,
viendo que no caen al suelo
al darlas con el pañuelo
le dijeron: Señor prior,
¿meneámosle el ciruelo?

Corominas nos amplia la información sobre la voz sansirolé. Entre otras cosas, dice:

"SANSIROLÉ, voz familiar y regional, probablemente deformación agitanada de San Ciruelo = San Necio, 1ª doc: 1915, Lamano.
En su Dial. Vulgar Salmantino recoge este autor como voz regional "sansirolé. adj.: soso, simplón", con la variante sansiroli, empleada en Vitigudino".

Cita lo que venimos diciendo de Academia y se centra en su terminación:

"Como en tantas expresiones recientes del habla familiar habrá que buscar el punto de partida en ambientes agitanados. Los gitanos al adaptar a su idioma envilecido las palabras castellanas o romances suelen trasladar el acento a la última sílaba, cambiando antruejo en antruejó´carnaval´ (...) San Ciruelo, con ceceo andaluzado,  se convertiría, pues, en sansiroló y luego sansirolí y sansirolé. La locución San Ciruelo, por lo demás, tiene raíces ya antiguas, pues Quevedo habla de "El día de San Ciruelo o la semana sin viernes" (...) y todo esto parte de la costumbre pastoril de invocar a santos inexistentes o de jurar por ellos; en el Auto del Repelón de Juan del Enzina los pastores víctimas de los estudiantes juran sucesivamente por San Botín, San Doval, San Contigo, San Tillena y San Pego. Llamar San Ciruelo a un pastor tontucio era, pues, doblemente oportuno, y sabido es que el pastor, para el gitano malicioso, constituye el símbolo y cifra de toda tontería posible".

Cita también la obra de don Luis Montoto y Rautenstrauch titulada"Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas Castillas"( 2 tomos.  2ª ed. Tip. Gironés. Sevilla, 1921) . Allí leemos:

EL MAESTRO CIRUELA

Como el maestro Ciruela, o ser el maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela.

"Refrán que reprende a los que, siendo extraños a una profesión, se entrometen a dar consejos o lecciones a los que se hallan en igual caso, o son tal vez hábiles en ella.
De la familia del famoso Fr. Gerundio de Campazas, que dejó los estudios y se metió a predicador,

SAN CIRUELO

El día de San Ciruelo.

El día que no llegará.

Aunque es largo mi negocio,
la vuelta será muy breve;
el día de San Ciruelo,
o la semana sin viernes.

(Entremés de los Romances, atribuido a Cervantes.)

Equivale a La semana que no traiga viernes, o Cuando las ranas críen pelo.
Por tanto, no determinado ni cierto, y así diciendo para tal día, es para nunca jamás". CORREAS",
(Págs. 188-189)

Don Julio Cejador recoge la voz ciruelo en su "Tesoro....", de la que dice:

"Ciruelo, árbol de ciruel-as; libro  de cerilla (Arag.). HUERTA Plin.13, 10: Nace también allí el ciruelo egipcio. Metaf. torpe , necio, bruto ; membrum virile por lo mismo (Castilla, Andal.).
El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela
San Ciruelo. (Por santo no determinado ni cierto; y así diciendo para tal día, es para nunca jamás.) C. 565. Dícese del torpe , necio y bruto".

El Manuel Seco recoge las voces sansirolé y sansirolada:

"SANSIROLÉ. Adj. (col.) Bobalicón. Tb. n."

Cita un párrafo de la obra de Miguel Delibes titulada "Diario de un emigrante". Se encuentra en el "Prólogo".  Comienza así:

"La filosofía popular, un sí es no es despiadada y sin entrañas, afirma de manera categórica que nunca segundas partes fueron buenas. La filosofía popular es, con frecuencia, un tanto burda y sansirolé, demasiado primaria y elemental como para reparar en eso que, con petulancia disculpable, llaman los exquisitos sutilezas o matices. Generalizar -dicho sea con perdón de la filosofía popular- es errar. Uno, en su oficio de escritor, no es sino un ser zarandeado por fuerzas contradictorias, fuerzas no siempre tan sumisas y controlables como uno deseara",
(Pág. 9)

Continúa el Manuel Seco.

"SANSIROLADA. f. (col.) Tontería o bobada. // Gala, Sáb. 5.10.74, 7: Yo no soy partidario de los concursos de belleza; la belleza no suele concurrir a exposiciones, y son una sansirolada contra el sexo femenino, que siempre pierde -como los perfumes- cuando se destapa".

Cita también un artículo de nuestro admirado Jaime Campmany, al que tantas veces leímos en las páginas de ABC. Se titula "Miliki y el Crack del 29". Lo publicó el 10 de enero de 1986. Comienza de este modo:

"Don Alfonso Guerra ha vuelto a poner de moda la apelación al "patriotismo" para pedir a los ciudadanos resignaciones y sacrificios. Cuando el Gobierno socialista hace alguna mentecatez o alguna sansirolada, que es casi siempre, te dicen que hay que aguantarse por patriotismo. O sea, que los patriotas, a fastidiarse".

Podrían citarse muchos más en los que escribe las voces sansirolé y sansirolada, pero hemos escogido dos que son representativos de su estilo y de sus ideas. El primero se titula  "Los cursis". Lo  publicó el 27 de abril de 2001. Estos son algunos de sus párrafos:

"Esa reacción de algunos nacionalistas catalanes y vascos a las palabras del Rey en la entrega del Premio Cervantes a Francisco Umbral son en el mejor de los casos una cursilería. También podría decir que son una sansirolada. (...)
Digo que casi no merecería la  pena recordar estas obviedades si no fuese porque debajo de ellas late o alienta una ridícula vindicación política, que en definitiva es solamente un exasperado aldeanismo. ¿Pero qué querrían esos sansirolés y esos chocholos que dijera Juan Carlos I en la entrega del Premio Cervantes, padre de uno de los idiomas más extendidos por todo el mundo y con una de las literaturas más excelsas entre todas las que ha creado el hombre?"

Al segundo le puso el nombre de  "Las niñas de Zapatero". El diario ABC lo publicó el 28 de agosto de 2004. En él  critica la  recomendación que, el entonces Presidente del Gobierno, hizo a los medios de que no publicaran fotografías de sus hijas. Lo remata de este modo:

"Si mi nieta Beatriz, mi nieta Conchita o mi nieta Cristina me dijeran un día; "Abuelo, escribe un artículo y dile a Zapatero que no sea tan sansirolé", yo mismo llamaba a los fotógrafos para que retrataran a la autora del consejo y la sacaran en los periódicos. Pero ya he dicho que cada cual es cada cual y cada uno tiene su manera de matar pulgas. Hay algunos artilleros que matan las pulgas a cañonazos".



Aunque diga Corominas que el primer documento que contiene la voz sansirolé data del año 1915, hay, al menos, otro anterior. Se trata de un artículo que don Julio Cejador publicó en El Heraldo de Madrid el 4 de diciembre de 1910. Se titula "Cavia en el Parnaso". Lo escribe a modo de carta. Allí leemos:

"Y me van entrando barruntos de que usted está en ello, al leer la Causerie del día siguiente. Al cabo y a la postre ha caído usted del burro, de su tozudez aragonesa, y viéndose solo como sandio zorzal entre las ramas, pita que te pita y dale que le darás, apesarado por demás y perdido el tino, dando una voltereta se ha zampado usted en la charca con todos.
Le iba a poner a usted de bobalicón, zampatortas, habazas, zopenco, pavo, zote, zamacuco, papanatas, zonzoneco, sansirolé, que no hubiera por donde cogerle; pero vista su vuelta y zampuzón no tengo más que decirle sino que ha hecho usted muy requetebién".

El diario "El Sol" se hizo eco de las nuevas voces incorporadas al DRAE en su edición de 1925:

"Entre las 485 voces o acepciones nuevas de inicial S que figuran en la última edición del Diccionario académico, so n de notar las que siguen; 
(...) sancionable; sancionador; sanchopancesco; sanducero (de Paisandú, Uruguay); sanguijolero y sanguijuelero ("persona que se dedica a coger sanguijuelas, que las vende o las aplica"); sanjuanino (de San Juan, Argentina; .sanluisero (de San Luis, Argentina ); sanseacabó ("expresión con que se da por terminado un asunto"); sansirolé (voz familiar: "bobalicón, papanatas")".
(14.07.1925)

Esta voz era muy del gusto de Camilo José Cela y la escribe en varios de sus obras y artículos a lo largo de su vida.
Su libro "Timoteo el incomprendido y otros papeles ibéricos" contiene la serie de "Los tontos" que hoy podríamos considerar políticamente incorrecta. Del "Antoniano, alias Mateo" escribe:

"Los tontos capacanes suelen ser mozos calcillas, sansirolés que no caminan por derecho, garzones de carnes desaliñadas y de poco urbano ademán".
(Págs. 272-273)

Cela reunió en el libro "Los sueños vanos, los ángeles curiosos" los artículos que publicó en el diario Informaciones. El título hace mención a un verso de "El cementerio marino", de Paul Valéry. La voz que estamos estudiando se encuentra en el artículo titulado "Recetario higiénico y saludable". Comienza así:

"Los literatos suelen tomar demasiado en serio esto de la literatura que, bien mirado, no es más que un cachondeo, un divertimento propio de haraganes sin mala intención y de que algo tienen (tenemos) que comer. Aún más en serio que los literatos toman el asunto los críticos y los profesores, que hasta se inventaron algo que ni funciona demasiado ni tampoco tiene por qué funcionar demasiado: la ciencia literaria, que procede en extensión y por clasificaciones no en exceso útiles ni flexibles. ¡Válganme los santos, y qué equilibrios tiene que hacer el hombre para subsistir!".
(Pág. 506)

Más adelante escribe:

"La alegría es un don que se recibe, sí, pero también el trofeo que cobra su perseguidor aplicado. Al serio a ultranza y entre horas se le niega la alegría porque no es el triste profundo o de triste causa profunda -animal respetable-, sino el falso triste solemne que se acicala con los ridículos afeites de las fuerzas vivas que, entrecomilladas, señalan todo cuanto la sociedad tiene de muerte, desolación y hastío. En España las cosas no tendrán arreglo mientras no se quiten de las Diputaciones Provinciales las macetas de sansevieras y dracenas de fonda de estación de ferrocarril que las adornan, No importa que un presidente de Diputación sea un sansirolé (y la prueba de que no importa es que el país no ha desaparecido) pero es grave el hecho de que aspire a contagiar sus aficiones al sufrido paisanaje, porque la salud suele ser consecuencia de la higiene",
(Pág. 508)

En "El juego de los tres madroños"Camilo José Cela reunió los 391 artículos publicados en el diario ABC desde el año 1979 a 1982. Estaban ilustrados con dibujos de Lorenzo Goñi, al que Cela llamaba "El Sordico" en un artículo de esta serie.
"Sufrido y menesteroso" se titula el que publicó el 23 de diciembre de 1981. Habla en él del marido en estos términos:

"(..) En los anuncios de televisión somos los maridos a quienes nos huelen los pies, quienes tenemos caspa, quienes ponemos perdidas las camisas, quienes nos resbalamos y nos deslomamos en el parquet, quienes no acertamos con el zumo de frutas que hay que dar a las criaturitas en cada momento, etc.
(...)
El oficio de marido también es arriesgado y sansirolé, de ahí que no pocos gasten tacón cubano para mejor disimular sus dengues y desvaríos, media docena por cada punto cardinal y tres más de contrapeso, total veintisiete".
(Pág. 402)

En el mismo periódico publicó otra serie de artículos bajo el epígrafe de "El color de la mañana". Cuando llega al número cien, escribe:

"Algunos amigos, sobre todo algunas señoras, dan mucho mérito a esto de escribir a diario; yo cre que tampoco tiene demasiado porque influye mucho la costumbre, el oficio, y en cualquier caso hay en España y en estos momentos no pocos escritores de periódico que cada mañana dejan constancia de su maestría; es lástima que presten a la política y a la corrupción más cuidado del que esos dos torpes temas se merecen. Ahora el escritor tiene que estar más en contacto con el lector que nunca y el prosista de laboratorio, el sansirolé meatibio y lamedornajos, tienen cada día que pasa menos interés para nadie".
("Cien articulillos". 15 de abril de 1994)

"A bote pronto" es el título que dio a otra recopilación de artículos. Lo publicó en el año 1994. En él se encuentra el que titula "Los subinsultos", que son muchos y variados. Como es corto lo transcribimos completo:

"Sería hermoso poder hablar de viceinsultos y no sólo de subinsultos de no ser por la obligación léxica de que el elemento compositivo vice- haya de referirse siempre, deba aludir siempre a las personas y no a ninguna otra noción distinta; sin embargo Wenceslao Fernández Flórez, el gran escritor cuya memoria fue barrida por la incuria, llamaba vicegol al corner y todos entendíamos lo que quería decir. No es más grave, aunque sí más heridor al oído, y quizá también más peligroso para la propia libertad si le sientan a uno en el banquillo de los acusados, llamar hijoputa, o cabrón, o maricón, o ladrón, o estafador, o sinvergüenza, o depredador o lo que fuere a quien fuere, que motejarle, mucho más modesta y despectivamente, de botarate, chisgarabís, piernas, cantamañanas, vivalavirgen, robaperas, pinchaúvas, pelagatos, marmolillo, zampatortas, zampabollos, zampabodigos, badulaque, mamacallos, pavitonto, pavisoso, panoli, tuturutu, sansirolé, gilipollas, giliflautas, giligaitas, gilipitos, gilipuertas o cualquier otro derivado o pariente de gilí. Micer Jorge Trías, que sabe mucho de leyes y de palabras tanto en el buen y debido uso como en el mal y vedado abuso, ya me aleccionó debidamente sobre lo que quisiera decir",
(Pág. 133)

Cuando Alfonso Ussía se fue del ABC, porque le censuraron un artículo, y recaló en "La Razón", envié a este periódico la siguiente letrilla:

De ABC se ha despedido
Ussía, que no es un lerdo,
por meterse con un cerdo
de nombre muy conocido,
y dice Ansón, muy contento,
ven para acá, criatura,
que aquí nadie te censura
como en el grupo Vocento.

Sobre esto escribí una entrada en el blog "Hormigaciones".
Quiero señalar con ello la profunda admiración que siempre he sentido por este escritor; sobre todo, por su obra poética.
Alfonso Ussía también hace uso de esta voz con relativa frecuencia. Por ejemplo, el 7 de junio de 2002 publicó un artículo en el diario ABC titulado "Don, don y don", texto que terminó formando parte de su libro "El bosque sonriente". Dice en él:

"Uno, dos y tres. Don Desastre, don Inoportuno y don Sansirolé, también conocido por "compañero Tontucio". (...)
Y don Sansirolé o "compañero Tontucio". Éste es más divertido. En su Documento Nacional de Identidad figura como Gaspar Llamazares. Su problema, y grave, que no acierta con los botones. Lleva semanas largando sin parar contra la ley de Partidos Políticos. Se ha abrazado a Arzallus y a Batasuna mediante los sudores de su enviado especial Javier Madrazo. Ha dicho que la ley es reaccionaria, antidemocrática e impopular -todas estas cosas que repiten los comunistas desde que se encaramaron al único guindo que les quedaba- y cuando llega el momento de la votación en el Parlamento, don Sansirolé o "compañero Tontucio" vota a favor de la ley que tanto ha combatido".
(Págs. 193-104)

"Pasajes de la vida" es otra recopilación de artículos publicados en la revista "Época" y en el diario ABC entre 1993 y 1995. En el que lleva por título "Arzallus, el RH y el culo" escribe:

"El proceso de degradación reflexiva del fundamentalista euskaldún es imparable. Sus discursos son soflamas infernales, homilías redactadas por el más envilecido de los ombligos. Ya no le importa decir lo que sea porque ha perdido la prudencia que concede el pudor. No es un analfabeto, sino todo lo contrario, y ese es el peligro. Mezcla con maestría de psicópata sus propias verdades y la fórmula da como resultado un explosivo para que jueguen los más tontos. Su predecesor, Sabino Arana, fue un maestro en alcanzar la gloria terrenal mediante la estupidez más sencilla. Arana fue mucho más sansirolé que Arzallus y éste infinitamente más peligroso que su llorado fundador".
(Pág. 225)

Vamos a terminar con unos versos del gran Jorge Llopis, a la manera de Lope de Vega, en los que reúne muchos de los insultos que ya se han paseado por aquí:

Sois, don Gil, no es lisonja,
mentecato como un burro;
sois estólido y mastuerzo,
sois camueso y mameluco,
sois más tonto que Pichote,
sois sandio, porro y tontucio,
sois babieca y papanatas,
sois beocio y zamacuco,
sois tonto de capirote,
zampatortas, tuturuto,
sansirolé, mamacallos,
cipote, tolondro y zurdo;
sois el que asó la manteca;
sois, don Gil, gili y obtuso,
y sois, en fin, lo que sois,
porque sois tonto del culo.

(V. Relación Bibliográfica.)


SANGUJA

$
0
0

En el "Tesoro de la lengua....", nuestro admirado Covarrubias no recoge la voz sanguja pero si aparece "sangvisvela, del nombre Italiano sanguisuca, porque chupa la sangre, y no suelta hasta que llena el pellejuelo, y reuienta. Horacio in arte poetica verso vltimo.

non missura cutem nisi plena cruoris hirudo".

Tomás de Iriarte (1750-1791) tradujo al castellano el "Arte poética" o "Epístola a los Pisones" con muy atinado pulso. Recordemos sus últimos versos:

No se sabe, en verdad, por qué delito
al Poeta infundió su mala estrella
de escribir versos el prurito:
si profanó tal vez la sepultura
de su Padre, orinándose sobre ella;
o arrancó por ventura,
cometiendo un sacrílego atentado,
la señal que denota ser sagrado
el lugar triste en que cayó centella.
Lo cierto es que frenético y rabioso,
a manera del oso
que de su xaula quebrató la rexa,
a ignorantes ahuyenta, y a discretos
con los atroces versos que recita;
al que una vez cogió, ya no le dexa;
le asesina leyendo mamotretos;
y a sanguijuela terca se asemeja,
que de la piel que chupa no se quita
hasta que está de sangre bien ahita.

Francisco Martínez de la Rosa (1787-1862) también escribió su versión poética de este poema de Horacio:

Recobrará su juicio, y de la mente
arrancará el frenético deseo
de una muerte famosa. No se sabe
qué crimen le condena a abortar versos,
si el paterno sepulcro manchó inmundo,
o si del sacro sitio que hirió el rayo
la tremenda señal arancó impío:
mas de cierto está loco; y cual espanta
oso feroz a la aterrada gente,
si de su jaula quebrantó las rejas;
así él ahuyenta a sabios e ignorantes,
sin piedad recitando eternos versos;
y si a algún infeliz echa la garra,
sujétalo, asesínalo leyendo;
cual sanguja tenaz, que asida al cútis,
hasta hartarse de sangre no le suelta.

Autoridades también recoge la voz sanguijuela en vez de sanguja, aunque ya aparece en Rosal en 1611. La define así:

"SANGUIJUELA. s. f. Insecto largo y delgado, de color mui obscuro, parecido a la lombriz; aunque no tan largo. Dixose del Latino Sanguisuga, porque chupa la sangre y no suelta, hasta que se llena. Algunos dicen sanguisuela, y es mas conforme a su origen. Lat. Hirudo, nis".

Cita a Dioscórides y a Francisco de Quevedo
En el libro sexto de su obra "A cerca de la materia medicinal..." el médico, farmácologo y botánico griego escribe:

CAPITULO XXXII. "De las sanguijuelas"

"Las sanguijuelas tragadas con agua, si á la boca del estomago en el abaxar se asieron, atraen azia si aquellas partes, de modo que los pacientes sienten como chuparse: el qual sentimiento es indicio de aver sido tragados los semejantes animalejos. Desapagalas pues la salmuera bevida, ó el licor Cyrenaico, ó las hojas del silphio, ó de las acelgas, con fuerte vinagre; ó la nieve bevida con el vinagre aguado. Gargarisase tambien para el mismo efeto el nitro con agua, y la caparrosa deshecha en vinagre. Si las sanguijuelas se apegaron a la garganta, despues de aver metido al que padece dellas vn baño de agua caliente, le daras agua fria, para que la tenga en la boca, con la qual industria veras que se desasiran luego.
(...)".

El doctor Laguna añade:

"Vltra las señales ariba dichas, suelen los que alguna sanguijuela tragaron, escupir sangre viva y muy roxa de do cobran vn grande miedo, creyendo que salga de los pulmones. Mas conocese facilmente la diferencia, porque aquella que resulta del pecho sale saltando con tosse, y muestrase muy sutil, y espumosa; mas la que derraman las sanguijuelas  no da muestra de espuma, y viene su poco a poco sin contusion de pecho; aunque algunas vezes sale con vomito, y esto quando las sanguijuelas se asieron a la interior tunica del estomago. Es pues facil desapegarlas, quando se veen asidas en la garganta; porque tocandolas con vinagre, ó echandolas vn poquito de ceniza junto á la boca, luego sin mas tardar sueltan. Hazelas tambien desasirse, el perfume de las chinches quemadas. Pero para desapegarlas del estomago, ó del garguero, conviene vsar de aquellos exquisitos remedios que nos describe Dioscorides; entre los quales aquel del baño, y del agua fria, es excelente, y provado, para desapegarlas de qualquier parte; porque huyendo naturalmente el calor, se van tras el refrigerio del agua, y entonces es facil cosa escupillas. Mueren las sanguijuelas con el azeyte crudo, con la lexia mezclada con sal, y con todas aquellas cosas que son veneno de las lombrizes.
Hariamos agravio á las sanguijuelas, si haviendo hablado del daño que bevidas suelen acarrear no hiziesemos juntamente mencion del servicio que muchas veces nos hazen, quando queremos abrir con ellas las almorranas, en infinitas y muy graves enfermedades ó sacar sangre de qualquiera otra parte del cuerpo; pues es cierto que aplicadas al siesso, evacuan toda la sangre melancolica, y gruessa, que se junta en aquellas cabeças de venas, que en el tal lugar se rematan; por este respeto son vtiles á la melancolia, á la apoplexia, á la gota coral, á los vagidos de cabeça, y á muchas otras graves disposiciones, y aplicandose sobre qualquiera otra parte desnuda, sacan la sangre sutil, y colerica; y ansi no nacio otro mas soberano remedio para sangrar los niños; visto que sin darles dolor, y sin enflaquezerles nada, les chupan toda la sangre inflamada en las calenturillas. Por donde no puedo dexar de exclamar contra la pestilencial costumbre de nuestra España, adonde luego que sienten vn poquito de ardor á qualquier niño de teta llaman vn cruel barbaro, ó verdugo, el qual con unas manazas, que se deven llamar no manos sino manoplas, y con vn navajazo de crueles filos, le hiende sin piedad por mil partes las piernas de arriba á baxo; deshaziendose á poder de gritos, la criaturilla desventurada entre tanto a causa del incorportable dolor, y de aquella grande violencia, de suerte que muchas vezes  amortece, y se pasma. Y cierto me persuado, que todos los niños de teta sarjados que se murieron sola la sangria fue causa y de quantos convalecieron, la bondad y clemencia divina.(...)".
(Págs. 594-595)

Los versos de Francisco de Quevedo están sacados del romance  titulado "Las  dos aves y los dos Animales Fabulosos", un minibestiario en el que aparecen  el Ave Fénix, el Pelícano, el Unicornio y el Basilisco. Dice el Pelícano al Fénix, entre otras cosas, lo siguiente:

Pájara disciplinante,
que haciendo abrojo del pico,
sustentas, como morzillas,
a pura sangre tus hijos;
barbero de tus pechugas,
y lanceta de tí mismo;
ave de comparaciones
en los púlpitos y libros;
fábula de la piedad;
avechucho del martyrio;
mentira corriendo sangre,
aunque ha mucho que se dixo:
en geroglífico andas,
que en asador no te he visto;
te pintan, mas no te empanan;
todo eres cuento de niños.
Temo que las almorranas
te han de pedir en el nido,
por sanguijuelas, prestados
esos polluelos malditos....

Continúa Autoridades:

"SANGUIJUELA. Metaphoricamente se llama á la persona, que con habilidad y cautela va poco á poco sacando á alguno el dinero, alhajas, y otras cosas: y assi decimos, Fulano es una sanguijuela. Lat. Sanguisuga. QUEV. Visit. Los extrangeros han echado unas sanguijuelas desde España al cerro del Potosi, con que se van restañando las venas, y á chupones se empezaron á sacar las minas. ALFAR. part. 1. lib. 1. cap.I. Al jugador dessengaño el tablajero, que como sanguijuela de unos y otros, poco á poco chupa la sangre".

Lo que Rosal escribe es lo siguiente:

"SANGUISUELA, SANGUIJUELA, ó SANGUJA, del latino, que la llama Sanguisuga, de Sanguis, y sugo, que es chupar, porque chupa la sangre".

Academia no registra esta voz hasta la edición de 1803, en la que dice:

"SANGUJA. Lo mismo que sanguijuela".

La edición, en cambio, de 1832, la define como "sangraza", que es "la sangre corrompida". Se mantiene en la siguiente, la de 1873, y se vuelve a la definición primigenia  en la de 1843, hasta nuestros días.
Los diccionario habitualmente consultados no aportan nada nuevo a lo dicho ya por Academia.


Don Julio Cejador recoge en su "Tesoro..." las dos voces:

"Sang-uja, de san(gui)suga por metátesis sangusa, de sansuga, ó de sangue, como sangu-aza. Pronunciación morisca de sangusa. Sanguijuela; en it. sanguisuga , fr. sangsue, pg. sanguesuga. Úsase san-guja en Palencia, etc. CONDE Albeit. 3, 18: Otros la llaman sanguja (al muermo reynal)

Sanguijuela, sanguisuela (NEBRIJA); de sanguj-a, diminutivo. Metaf. el que con maña se pega á otro y le saca cosas ó le bebe la sangre . LAG. Diosc. 6, 32: Si las sanguijuelas se apegaron á la garganta . QUEV. Visit.: Los extranjeros han echado unas sanguijuelas desde España al cerro del Potosí, con que se van restañando las venas y á chupones se empezaron á sacar las minas. VALDERR . Ej. Viern. Dom. 3 Cuar.: Como un hombre que sale de un charco lleno de sanguizuelas. G. Alf. 1, 1, 1: Al jugador desengañó el tablajero, que como sanguijuela de unos y otros poco á poco chupa la sangre . VALDERR . Ejerc. Dom. I Cuar.: De un mercader, si es un a sanguisuela de la república. P. ESP. Elog. retr:: Sanguisuela. 
Funcionario público (vulg.). 
Agarrársele, pegársele como una sanguijuela
Ser una sanguijuela, del que sonsaca mucho á otro".

El erudito aragonés fue jesuita desde el año 1880 hasta el año 1899, en el que dejó la Compañía. El escritor asturiano Ramón Pérez de Ayala siempre tuvo buen concepto de su persona y de sus enseñanzas  y, buena prueba de ello, es que aparece en su novela "A. M. D. G" como el padre Atienza.  El cervantista Astrana Marín, por el contrario, le llamó de todo menos guapo: "crítico y filólogo a la vinagreta, cabrón, hijo de puta, miserable, sinvergüenza, ladrón de sotana..." El origen puede estar en lo que dijo a un periodista en una información que publicó el diario El Imparcial  el 21 de noviembre de 1918:

"-Con motivo de la labor depuradora que estoy llevando a cabo sobre el "Quijote", comentado por el Sr. Rodríguez Marín, D. Julio Cejador y Frauca, ignorándose e ignorándome, y terciando a favor del director de la Biblioteca nacional, se ha permitido decir que yo realizaba una campaña difamatoria contra éste. En vez de contestarme con una crítica serena, razonable y justa, me dedica una serie de inslutos e impertinencias. El es, pues, quien se coloca fuera de la ley. Y como nunca debió escribir una sola palabra sobre literatura, porque, en mi opinión, sus obras, por los delitos que en ellas se cometen contra la propiedad intelectual, corresponden más al juez que al crítico, no iba a descender a discutir con él, y acabo de entregar su nefasta producción literaria al Juzgado, habida cuenta de que existe el Código penal".

El titular de la noticia fue: "Quevedo en el Juzgado de guardia. Denuncia contra Cejador por apropiarse de la obra de Fernández-Guerra". En fin, volvamos al surco.
La obra citada por Cejador de Pedro García Conde se titula  "Verdadera albeyteria" (Joseph Giralt. Barcelona, 1743). La voz sanguja aparece en el capítulo XVIII del Libro III, "que trata de la enfermedad de Pestilencia que dá á los Animales, de sus causas y remedios". Escribe el Maestro Herrador:

"Y assi que venga á sus manos, si no es esta enfermedad pública Epidemia, que corre vulgarmente, de que mueren muchoa Animales; y por las señales, y demostraciones notorias que dexo dichas, se reconoce facilmente la malicia de la pestilente enfermedad, que en tal caso, entrará desde luego tratando de la preservativa, y de la cura del Animal que la padece; pero si viniesse algun Animal, por estar muy trabajado, ó muy pletórico de humores agudos, acres, y venenosos, preguntará al Dueño, que tiempo ha que está el Animal enfermo, ó que ha reconocido el achaque, y conforme á lo que dixere, podrá entrar en el conocimiento del tiempo en que viene, y despues mirará todas las señales que el Animal traerá, como el pelo espeluzado, la Cabeça baxa, y alguna inflamacion en los Emuntorios del Celebro, ó en las Fauzes, y Garganta, con pyrgacion de mala, y suelta calidad, los Ojos encendidos, y con purgacion quemante, que pela y escaribea las partes por donde passa, ó alguno de los Tumores, con vehemente dolor, como dexo anotados, y con calentura, y perdida la gana de comer, y beber, que no apetece cosa alguna, esta es muy mala señal, por parecer que la enfermedad está confirmada, y que en este tiempo, los humores van fluyendo al Celebro, y estas demostraciones suelen venir á parar en Muermo Reynal, que es peste confirmada de los Animales, porque es muy contagiosa, y en confirmándose no admite remedio, aunque se le hagan muchos. Y esta enfermedad tiene diversos nombres, porque los Piariegos, la llaman Zangarriana, los Baqueros, la llaman Ranilla, y otros la llaman Sanguja, y debaxo de estos nombres, ninguno entiende, ni conoce la malicia de la enfermedad, para remediarla, ó porque los Dueños no cuydan de llevarlos al Maestro con tiempo, y quando los llevan, ya no tienen esperanza de poder ser remediados."
(Pág. 277)

Hay quien piensa que el Licenciado  Dionisio Daza Chacón (1510-1596) fue el doctor que curó, en un primer momento, las heridas que Miguel de Cervantes sufrió en la Batalla de Lepanto; a saber, una en la mano izquierda y dos en el pecho, causadas por fuego enemigo procedente de un arcabuz; otros lo elevan al privilegiado honor de ser el primer médico cirujano que hubo en España. En su obra "Práctica y teórica de cirugia en romance y latin" (1584) escribe esta voz en varias ocasiones para afrontar la cura de varias enfermedades. Cito de la edición impresa en Valencia, por Francisco Cipres, en el año 1673. En el capítulo LXX, titulado "De la cura de las heridas venenosas" escribe:

"Aecio dize, que despues de aplicadas las ventosas se han de poner animalejos pequeños abiertos vivos sobre las heridas venenosas, porque atraen maravillosamente el veneno ázia fuera, y mitigan el dolor; aunque esto postrero yo no lo procuraria, porque este tambien atrae para afuera el veneno. Y assi el mismo Aecio manda que se tenga gran diligencia de excitar inflamacion en la herida, para que el humor venenoso salga. Y lo que dijo Avicena, que lo que era mas necessario en esta cura era, que las medicinas fuessen mitigativas del dolor, y que socorriessen a los accidentes bravos; entiendese despues de avocado el veneno fuera; porque como las ventosas, y las sangujas, y el chupar la llaga, y las ligaduras, y las fricciones en la parte atraen el veneno, assi el dolor haze lo mismo. Y si evocado el veneno le quita juntamente el dolor, es de mayor artificio, y esto hazen vna gallina, y mejor vn gallo, como dixo Paulo, abierto vivo y aplicado en la herida, porque tiene grandissimo calor, como dixo Avicena, y vn cordero, y vn cabrito, y vn ñechoncillo, abiertos vivos, y con el calor possible".
(Págs. 117-118)

Parecido modo de actuar aconseja para curar el carbunco, más conocido hoy en día como ántrax maligno, una enfermedad que causó gran alarma en los Estados Unidos hace unos años. (Pongo aquí el enlace). Escribe el cirujano de cámara de Felipe II:

"Suelen tambien despues que se han lavado las sajas, poner pollos, ó palominos abiertos vivos por las espaldas, y aprovechan mucho, porque chupan, y atraen para si todo aquel veneno. Guillermo de Salicero dize, que oyó que vna rana viva, y abierta por el vientre, y puesta sobre el carbunco que le mitiga mucho la furia; pero entiendese que se han de poner muchas ranas. Tambien suelen poner en las sajas sangujas, que chupan valientemente aquel veneno. Y aun en la circunferencia sin sajar, en carbuncos que no son tan malignos, y quando se teme fealdad por las sajas".
(pág. 156)

En el capítulo CLIII nos cuenta qué se ha de hacer en las almorranas "quando el dolor es muy grande, y no aprovechan los remedios". Uno de ellos es el uso de las sangujas:

"Las sangujas se han de aplicar en este caso, y en todos, teniendolas primero alomenos quatro horas en agua clara, y açucar, y quando las quisieres aplicar has de vntar primero el almorrana con sangre de vn pollo, ó de vn palomino, y luego ella ase, y chupa la sangre hasta que se hincha, y si quando está muy llena no se cayere de suyo, polvorealda con vn poco de sal molida, y caersela.
El numero de las sangujas ha de ser el que fuere necessario para chupar la sangre que alli estuviere retenida, y sino aprovechan de vna vez, echarlas otra, y otra, y quantas fueren necessarias, porque hazen gran provecho.
Este remedio de las sangujas es muy mejor, y mas seguro, que el sajarlas, ni abrirlas con lanceta, porque de sajarlas, algunas vezes se vienen a hazer llagas muy corrosivas, y de abrirlas con lanceta, lo más comun es quedar con fistula, y alguna vez es causa de repentina muerte, como acaeció al Serenissimo don Juan de Austria, el qual despues de tantas vitorias (principalmente la batalla naual, cosa nunca vista ni aun oida en todos los tiempos passados), vino a morir miserablemente a manos de Medicos y Cirujanos, porque consultaron (y muy mal) darle vna lancetada en vna almorrana, y proponiendosele el caso respondió: Aquí estoy, hazed lo que quisieredes; dieronle la lancetada, sucediole luego vn  fluxo de sangre tan bravo, que con hazerle todos los remedios possibles dentro de quatro horas dio el alma a su Criador".
(Págs. 450-451)

Otro médico de Felipe II fue el doctor vallisoletano  Luis Mercado (1525-1611). La mayoría de sus obras están en latín, aunque escribió otras en castellano; por ejemplo el "Libro, en que se trata con claridad la naturaleza, causas, prouidencia, y verdadera orden y modo de curar la enfermedad vulgar, y peste que en estos años se ha diulgado por toda España"(Imprenta del Licenc. Castro. Madrid, 1599)
En el capítulo titulado "Lo qve deve advertirse cerca de sangrar o no sangrar los cuerpos pestilentes", escribe:

"Lo primero, se haga la sangría de la vena del arca  del brazo derecho o del izquierdo, y la segunda, del tudillo, porque se divierta la sangre envenenada lejos del corazón; y si estas dos sangrías sufriere bien y con aprovechamiento el enfermo, y siendo el cuerpo robusto, bien se puede hacer la tercera; pero si fuere mujer, niño o sujeto flaco, en lugar de la segunda o tercer sangría convendrá sajar las pantorrillas o echar allí ventosas, o en las almorranas sangujas, que es en estos casos singular remedio".
(Tratado Cuarto; pág. 87)


Manuel Bretón de los Herreros escribió esta voz en su sátira titulada "El Carnaval".  Citamos del volumen "Poesías" (Imprenta Nacional. Madrid, 1851) La termina así.

Ayer cierto doctor, hombre profundo,
con tétrico semblante me decía:
"Perpetuo Carnaval es este mundo.
Tal vez a la infernal  hipocresía
de la piedad cobija el sacro velo,
y en la humildad se esconde la osadía.
Máscara de amistad viste Juanelo,
que hoy te acaricia, y forjará mañana
contra tu honor anónimo libelo.
Tal vez entre la turba cortesana
fidelidad parece la lisonja,
y celo ardiente la calumnia insana.
Aquel que siente escrúpulos de monja
si por la puerta pasa del teatro,
es de los hijos pródigos esponja.
Don Luis, que dice a Laura: te idolatro,
es máscara también; que su falsía
anda a caza de tres y engaña a cuatro.
Y mujeres sin fin te nombraría
que, con ungüentos que inventó una bruja,
estrenan una cara cada día.
Juan, que andaba no ha mucho a la granuja
de noble patriotismo se disfraza,
y es del erario público sanguja.
Máscara lleva aquel que de su raza
la nobleza desmiente, y en su mano
no sentaría mal una almohaza,
y máscara también el publicano
que con plumas de cándida paloma
garras esconde de rapaz milano.
Y es máscara falaz el suave aroma
que compra a Petibon aquel mancebo,
ciudadano asqueroso de Sodoma.
Y aquel...más callo ya, que me  conmuevo,
y me ciega el furor, y en esta era
a predicar verdades no me atrevo",
dijo el doctor, y echó por la otra acera;
y me guardó las vueltas; y con maña
en un burdel entró. ¡Quién lo creyera!
Muchos doctores hay de esta calaña.

En la edición de Repullés (Madrid, 1833) los versos que más nos interesan cambian un poco:

Y mugeres sin fin te nombraría
que, merced al benéfico herbolario,
estrenan una cara cada día.
Aquel, que era no ha mucho un perdulario,
de noble patriotismo se disfraza,
y es voraz sanguijuela del erario.

Como todo escritor romántico que se precie, el mexicano Ignacio Rodríguez Galván 1816-1842) murió joven, con apenas veintiséis años cumplidos, víctima de la fiebre amarilla. En el tomo primero de sus "Poesías" (Manuel N. de la Vega. Méjico, 1851), publicadas póstumamente por su hermano Antonio, leemos esta fábula titulada "La sanguijuela y el cerdo":

Dicen que en Madrid vivía
un tal Don Tomás de Iriarte,
quien de fabulista el arte
como nadie poseía.
(Será una mentira crasa
de las muchas que creemos,
que en Méjico no sabemos
ni lo que hay en nuestra casa)
Pues una vez este tal
a un su amigo halló leyendo
cierto libro, y conociendo
ser obra de un animal,
le dice al punto: "Que lea
obras buenas le aconsejo,
y que guarde ese librejo
donde ninguno lo vea".
Frunciendo su rostro adusto,
y con desdén y desprecio
contesta el amigo necio:
-Señor mío, este es mi gusto.
-Pues oiga un caso al intento-
Iriarte le respondió.
(Se dice que lo sacó 
de un códice polvoriento.)
Una sanguja miraba
desde un lago cristalino,
que en cieno hediondo un cochino
gozoso se revolcaba.
-Venga -le dice-, a bañarse
en esta agua transparente,
que en el charco pestilente
se ensucia en vez de lavarse.
-No quiero -responde el puerco,
y, al mismo tiempo, gruñó.
-¿Pero por qué? -Porque no.
-Venga usted, no sea terco.
-Aquí estoy bien. -Majadero,
no ve que de agua mejora?
-Será verdad, sangradora,
pero aquí bañarme quiero.
Y luego con tono más grave
esta sentencia profiere:
"Al que por su gusto muere,
hasta la muerte le sabe".
-Tiene usted mucha razón,
-responde la consejera-,
que me corte una tijera
por hablar con un lechón.
Y pues refranes no malos
el buen cochino me trai,
sépase también que hay
gustos que merecen palos.
(Marzo, 9 de 1839)


Aunque un poco largo, creo que vale la pena citar parte de un artículo de Modesto Lafuente, publicado en  "Fray Gerundio" el 10 de diciembre de 1839. Se encuentra en cama. Escribe:

"El reuma y los suscritores, las sanguijuelas y los ministros, las purgas y las contribuciones, las drogas y Cabrera, los médicos y Luis Felipe, los estimulantes y las elecciones, la calentura y el público, las friegas y las capilladas eran otras tantas espinas que así punzaban mi cuerpo como aguijoneaban mi espíritu, y así robaban á aquel el reposo como tenían á éste desasosegado é intranquilo.
Lo único que me tranquilizaba era la conformidad y resignación cristiana á que yo apelo en estos casos, y el repetir con Job: "¡Cómo ha de ser! Homo natus de muliere, brevi vivens tempore, repletusmultis miseriis.... et in eodem statu non permanet. ¡Miserias humanas! Nadie tiene la salud en el bolsillo; y harto hice en estar dando cuatro ó cinco capilladas luchando con mi indisposición por no faltar al público, y de no haberme cuidado en tiempo me viene el pasarlo peor ahora, y de aquellos esfuerzos vienen estos días de cama.
En este estado nada sabía de mundo sino lo que me quería decir Tirabeque. Mientras me estaba aplicando las ministras (que así llama él á las sanguijuelas) á la boca del estómago, me contaba que en Alcalá por disposición del intendente había soldados de plantón á las puertas de las casas, á manera de sangujas, con una peseta por cada hora mientras aquellos pobres enfermos no acabasen de soltar la sangre de las contribuciones. Y me refería que en la provincia de Segovia los paisanos de los pueblos se iban quedando casi todos sin camas, porque todas las van embargando los comisionados de la intendencia por cuenta también de las contribuciones. Con estas alegres y divertidas anécdotas procuraba él entretenerme para que no sintiese yo las picadas de mis ministras, de las cuales prendieron ocho, que la que más y la que menos salió tan rellena como un Toreno. De todo esto hago memoria porque los enfermos solemos ser como los pueblos, que despejamos y despabilamos cuando nos chupan la sangre, si bien es verdad que de nada nos suele servir sino de conocer nuestra debilidad y nuestro desfallecimiento, sin mejorar por eso el estado de nuestra salud. (...)"
("Ya escribo yo". Décimo Trimestre. Capillada 203.)

Camilo José Cela escribió esta voz en la serie "Los tontos". Así comienza uno de sus retratos:

"Ubaldo Argés, alias Cabezabuque, era tonto revientatinajas. Ubaldo Argés, alias Cabezabuque, como se creía guardia, gastaba boina y lucía clavellina en la oreja. Los tontos revientatinajas babean blancuzco, pausado y estumoso, como el mastín lobero. Ubaldo Argés, alias cabezabuque, no llegó a cazar el lebrato con el lebrel. Ubaldo Argés, alias cabezabuque, era cabezorro, pedorro, juanetudo, culigacho, farolero y un si es no es bizcuerno. Ubaldo Argés, alias Cabezabuque, agazapado tras el quiosco de la música, distinguía a las niñas por el mear. La que más recio mea es la Aguedita. ¡Coño, qué coño, parece el tren! Los tontos revientatinajas aman las impresiones fuertes: el color del gitanillo al que el camión deja con un hilo de vida; el olor del feto que alza el puerco hozando en el estercolero; el son quebrado del agonizante maleta al que el toro engancha por las partes; el gusto de la piel del perro que se ha bebido el agua de las sangujas; el tacto de las cruentas palizas que se llevan -sin comerlo ni beberlo- los niños pequeños".
("Timoteo el incomprendido y otros papeles ibéricos"; págs. 270-271) 

En este vídeo, colgado en Youtube por Cityanimal LanfranchiDark,  nos ilustran ampliamente sobre las sangujas:


SANCOCHO

$
0
0

Sancocho es voz que no registran ni Covarrubias ni Autoridades; en Academia aparece a partir de la edición de 1884, con este significado:

"SANCOCHO. (Del Lat. semicoctus) m. Plato americano, compuesto de yucas, carne, plátano y otros ingredientes, que se toma en el almuerzo, y es el principal alimento de la generalidad de la gente en el litoral del Ecuador".

También recoge el verbo sancochar, que define así:

"SANCOCHAR. (De sancocho.) a. Cocer la vianda, dejándola medio cruda y sin sazonar".

En la edición de 1925 ofrecen dos acepciones de la voz sancocho. A saber:

"SANCOCHO. m. Vianda a medio cocer.// 2. Amér. Centr. y Merid. Olla compuesta de carne, yuca, plátano y otros ingredientes, y que se toma en el almuerzo".

Una nueva acepción nos encontramos en la edición de 1985:

"SANCOCHO. (...) fig. Amér. Central, P. Rico y Venez. Jaleo, embrollo, confusión".

No la incluyen en la edición de 1992. En la 23ª, ultima consultada, estas voces quedan definidas de este modo:

"SANCOCHAR.
1. tr. Cocer la comida, dejándola medio cruda y sin sazonar.
2. tr. C. Rica, R. Dom. y Ven. Cocinar un alimento en agua hirviendo con sal y algún otro condimento.
3. tr. despect. coloq. Cuba. Cocinar mal u alimento. Ú. t. c. intr.
4. tr. Ven. Cocer completamente un alimento en agua.

SANCOCHO.
1. m. Alimento a medio cocer.
2. m. Bol., Col., Ec., Guat., Hond., Nic., Pan., P. Rico, R. Dom. y Ven. Olla compuesta de carne, yuca, plátano y otros ingredientes, y que se toma en el almuerzo.
3. m. Bol., C. Rica y R. Dom. revoltijo (// conjunto de cosas sin orden).
4. m. C. Rica, Nic. y Ur. Cocina cocinada con agua, sal y algún otro condimento.
5. m. despect. coloq. Cuba y Ur. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes.
6. m. Cuba. Resto de comida que se utiliza como alimento para los cerdos".

El "Diccionario de Americanismos" de la Asociación de Academias de la Lengua Española, define así ambas voces: 
"SANCOCHAR (SE).

I.
1.
tr. GuHoESNiCRPaCuRDPRCoVeEcPeBoChPyUr. Cocer, especialmente verduras y carnes, con sal en agua hirviendo. pop + cult. (salcochar).


2.
Mx. Sofreír un alimento.


3.
CuRD; Ur, p.u. Cocinar mal. pop ^ desp. (salcochar).


4.
Ch. metáf. Tostar el sol algo o a alguien. pop + cult → espon.

II.
1.
intr. prnl. ESPRPeCh. Abrasarse alguien de calor. pop + cult → espon.

III.
1.
tr. Ar:NO. Mezclar cosas o temas sin orden ni cuidado. pop + cult → espon.

IV.
1.
tr. prnl. Ho. metáf. Preparar algo en secreto. desp.


2.
tr. PR. Preparar alguien droga por procedimientos químicos. drog.
SANCOCHO.

I.
1.
m. Mx:O. Dulce hecho de guayaba, pera, manzana, membrillo y durazno, con miel de piloncillo.


2.
RDPRCoBo:E. Guiso a manera de sopa algo espesa, preparado con carne de gallina, yucañameplátanoculantro y orégano.


3.
CuAr:NOUr. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes. pop + cult → espon ^ desp. (salcocho).


4.
Co. Comida en la que se sirve sancocho.


5.
HoESNiRDPR. Guiso hecho con distintos tipos de legumbres y carnes de res, cerdo o pollo. (salcocho).


6.
Ve. Sopa preparada con pescado, gallina o carne de resyucañameplátano verde y otros ingredientes.


7.
PREc. Guiso de papas, coles, yuca, carne y arroz y plátano verde. ◆ guisado.


8.
Cu. Resto de comida que se da como alimento a los cerdos. (salcocho).


9.
NiCR. Comida cocinada en agua hirviendo con sal y algún otro condimento.


10.
CR. Mezcla de diversos alimentos cocinados que se da como comida a los cerdos. rur.


11.
Pa. Sopa preparada con carne de gallina, ñame, cebolla, ajíes dulces y cilantro. pop + cult → espon.

II.
1.
m. CRPaRDPRVeCh. Lío, enredo. pop + cult → espon.


2.
CRPaPRCo:C. Conjunto de cosas dispuestas sin orden ni método. pop.


3.
HoPRBo. metáf. Mezcolanza de varias cosas o ideas. desp.


4.
Ur. p.u. Cosa mal hecha, generalmente por prisa o desidia. pop + cult → espon.

III.
1.
m. PR. Enfermedad que ataca los semilleros del tabaco pudriendo primero el tallo y después toda la planta. rur.








Daniel Granada se ocupa de alguna de estas voces en su "Vocabulario rioplatense razonado" (2ª ed. Imprenta Rural. Montevideo, 1890):


"SANCOCHAR, a.- Salcochar.
"Cocer la vianda, dejándola medio cruda y sin sazonar." (La Acad.)

SANCOCHO. m.- Salcocho.
"Plato americano, compuesto de yucas, carne, plátano y otros ingredientes, que se toma en el almuerzo, y es el principal alimento de la generalidad de la gente en el litoral del Ecuador." (La Acad.)

SALCOCHADO. m. Comida hecha con agua y sal, sin ningún condimento.

SALCOCHAR, a. Cocer en agua y sal solamente cualquier alimento: carne, pescado, papas ú otra cosa por el estilo.
Las mismas palabras de que se compone este vocablo están indicando claramente su preciso significado: salcochar, cocer con sal.

SALCOCHO, m. Preparación de un alimento cociéndolo en agua y sal, para después condimentarlo y hacer un plato cualquiera".

Ciro Bayo también recoge las voces sancochar y sancocho en su "Vocabulario Criollo-Español-Sud-Americano":

"SANCOCHAR. Salcochar; cocer ó hervir á fuego lento.

SANCOCHO. Sopa de plátano verde rebanado, carne ó pescado y raíces ó tubérculos".

El "Diccionario de Hispanoamericanismos", de R. Richard, recoge la voz sancocho y el verbo sancochar, con estas definiciones y ejemplos literarios:

"SANCOCHAR, v. SANCOCHARSE. prnl. intr. Tener calor. (PR, Ch. = Col.) "(...) que ponche pronto que ella se sanchoca, que Salvador la esta velando hace tres días (...)". (A. L. Vega, Pasión de Historia, 17) = el pobre Aschenbach , quien tuvo que sancocharse dos veces hasta agonizar: primero en sus pensamientos y segundo bajo el pestilente sol de la playa veneciana, logrando así una novela alemana inmortal, pero una muerte de mierda." (A. Skarmeta, La velocidad del amor, 240)...

SANCOCHO. m. Asunto embrollado, lío, enredo, tejemanejes. (CR = PR, Méx., Am. Centr., y Col.) : "No sé por qué demonios se me hacía simpático ese tipo, a pesar de estar seguro de que él era (...) el que había preparado todo el sancocho electoral." (C. L. Fallas, Mamita Yunai, 51)..."

M. Alberto Morínigo recoge las voces sancochado y sancocho en su "Nuevo Diccionario de americanismos e indigenismos":

"SANCOCHADO. m. Per. Sancocho, puchero. // Chi. Bebida, especie de chicha.

SANCOCHO. m. Cen., Pue., y Ven. fig. Lío, confusión, embrollo.// Mer. (excepto Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay) y Ant. Olla popular muy suculenta hecha en caldo, compuesta generalmente de carne, yuca, plátano y otros ingredientes. // Arg. y Cub. Guisado insído, o mal hecho, o semicocido.// Cuba. Restos de comida destinadoa a cebar a los cerdos".

La Enciclopedia Espasa-Calpe nos describe este plato:

"SANCOCHO. Art. cul. El sancocho, plato nacional de Venezuela, es una especie de cocido, con gran abundancia de caldo. Preferentemente se adereza con huesos de la columna vertebral y del rabo del ganado vacuno, llevando como legumbres plátano verde, ñame, yuca, anyama (calabaza), ocumo y mapucy (patatas tropicales), y cierta cantidad de judías, además de huevos y harina de maíz. Como condimento se le añade manteca de cerdo, onoto (palnta tropical de semilla colorante que sustituye al pimiento molido), ajos, cebolla, tomates y pimienta. Se hace también con carne de gallina."

Hablas Andaluzas ofrece las voces sancocho y sancochona. a saber:

"SANCOCHO. m. Especie de arrope obtenido de la cocción a fuego directo del mosto natural de la uva hasta reducirlo a una tercera parte. (...) 2. m. Labor o trabajo hecho deprisa o mal, o a medio hacer.

SANCOCHONA. Mujer sucia que raliza las cosas deprisa y mal, especialmente sus labores domésticas. (...)"

Los hermanos Luis y Agustín Millares Cubas escribieron conjuntamente un "Léxico de Gran Canaria" (Imprenta del DIARIO, Las Palmas, 1924). Allí se ocupan de la voz sancocho:

"SANCOCHO.  
El sancocho (salcocho) de pescado y papas es como la paella en tierra valenciana, el plato característico de las francachelas y esparcimientos campestres. 
El colmo del epicureismo en estas latitudes, es ir a comerse un sancocho o un caldo de pescado fresco en las playas de la Laja o de San Cristóbal, 
A veces figura entre los invitados un cocinero amateur conspicuo por su habilidad en preparar la típica calderada. 
Nota, Las amas de casa suelen llamar sancochonaa la criada que despacha su tarea pronto y mal, por ejemplo, que limpia los mueblespor encima superficialmente".


Gabriel García Márquez escribió esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en la  novela "El coronel no tiene quien le escriba":

"Pensaron un momento. "El gallo es un animal y por lo mismo puede esperar", dijo la mujer inicialmente. Pero la expresión de su marido la obligó a reflexionar. El coronel se sentó en la cama, los codos apoyados en las rodillas, haciendo sonar las monedas entre las manos. "No es por mí", dijo al cabo de un momento. "Si de mí dependiera haría esta misma noche un sancocho de gallo. Debe ser muy buena una indigestión de cincuenta pesos."
(Págs. 31-32)

También en "El otoño del patriarca":

"...pero él replicaba entre sueños no te preocupes, coronel, esta gente me quiere, lo mismo en el tren de los páramos que en el buque fluvial de rueda de madera que iba dejando un rastro de valses de pianola por entre la fragancia dulce de gardenias y salamandras podridas de los afluentes ecuatoriales, eludiendo carcachas de dragones prehistóricos, islas providenciales donde se echaban a parir las sirenas, atardeceres de desastres de inmensas ciudades desaparecidas, hasta los caseríos ardientes y desolados cuyos habitantes se asomaban a la orilla para ver el buque de madera pintado con los colores de la patria y apenas si alcanzaban a distinguir una mano de nadie con un guante de raso que saludaba desde la ventana del camarote presidencial, pero él veía los grupos de la orilla que agitaban hojas de malanga a falta de banderas, veía los que se echaban al agua con una danta viva, un ñame gigantesco como una pata de elefante, un huacal de gallinas de monte para la olla del sancocho presidencial,"
(Pág. 20)

"yo tenía un animal vivo dentro de la barriga, padre, yo tenia un animal vivo, escribía sin piedad, intoxicado de café cerrero, envenenado del tabaco rancio del cigarro que encendía con el cabo del anterior, despechugado como un boga mi general, qué cura tan macho, sí señor, decía él, muy macho, a cada quien lo suyo, trabajando sin tregua, sin comer nada para no perder el tiempo hasta bien entrada la noche, pero aun entonces no se daba al descanso sino que aparecía recién bañado en las fondas del muelle con la sotana de lienzo remendada con parches cuadrados, llegaba muerto de hambre, se sentaba en el largo mesón de tablas a compartir el sancocho de bocachico con los estibadores, descuartizaba el pescado con los dedos, trituraba hasta los huesos con aquellos dientes luciferinos que tenían su propia lumbre en la oscuridad,"
(Págs. 148-149)

De Nicolás Guillén es este soneto satírico incluido en su libro "Las grandes elegías y otros poemas" Biblioteca Ayacucho. Barcelona, 1984). Se titula "¡Abur, Don Pepe!":

A José Figueres, 
de Costa Rica, 
que vino a Cuba 
para dividir la Revolución, 
enviado de los yanquis.

Caramba, Pepe, tu ambición es mucha, 
pues que parece cierto, como han dicho,
 que tú, por vanidad o por capricho, 
dejar quieres en Cuba la cachucha. 

Si el problema es ganarte la chaúcha 
y que te diga el Norte: — ¡Bien, Pepicho!,
 cartel tendrás de avorazado y bicho, 
y entonces, Pepe, por favor escucha:

Móntate en tu mulito rabimocho, 
cálate la cachucha bien derecha 
y así, más chulo (es un decir) que un ocho, 

vete con tu cachucha y con tu endecha 
a servir a los yanquis tu sancocho: 
¡empújales a otros esa mecha!

Camilo José Cela puso esta voz en su novela "La Catira":

"La negra Cándida José estaba radiante de alegría. La negra Cándida José levantó a las mujeres de los peones.
-¡Aja, rezánganas, que ta toitico pu jacé, pues! ¡Que ya ha llegao la niña! ¿O es que no se han enterao?
La negra Cándida José mató a la gallina más tierna del corral, para cocinarle un sancocho a la catira".
(Capítulo segundo: "Moquinga"; pág. 81)

Al final de la obra incluye un "Vocabulario de Venezolanismos". De las voces sancochar y sancocho dice:

"SANCOCHAR.- El diccionario explica: COCER LA VIANDA, DEJÁNDOLA MEDIO CRUDA Y SIN SAZONAR; COMO COCER Y DEJAR MEDIO CRUDA son conceptos relativamente contrapuestos y en todo caso, confusos, referidos el uno al otro, propondríamos definir la voz sancochar como: ablandar en agua al fuego una vianda sin que llegue a cocer del todo.

SANCOCHO.- De la definición que hemos apuntado para el verbo sancochar, se deriva como rigurosamente correcta la acepción del diccionario: VIANDA A MEDIO COCER; sin embargo, en Venezuela, se usan sancochar y sancocho para COCER y COCIDO, sin expresar si mucho o poco o del todo o no, y son infrecuentes las formas salcochar y salcocho. 2. Plato compuesto de carne, cambures, etc., hervido y sazonado con sal y especias".

En este vídeo, colgado en Youtube por Glo8am, nos enseñan a preparar el sancocho colombiano:

SAMBUCA

$
0
0
es.luthieros.com

Sambuca es voz que escribe Covarrubias en su estudio del término çampoña. Dice en él:

"ÇAMPOÑA, instrumento pastoril, que algunos bueluen Sambuca, y de allí çampuca, y çampoña. El padre fray Diego Ximenez, hablando de la Sambuca, dize que era instrumento de cuerdas, y assi no concuerda con lo que tenemos recebido de la çampoña, que se entiende ser instrumento de boca. Anton. Nebri. Sambuca, segun Porfirio in Ptolomei Harmoniaca, es vn instrumento musico triangular, que consta de cuerdas desiguales. Esto es añadido, que él no dixo mas que sambuca, la çampoña, instrumento musico; pudo ser que al principio se prouasse este instrumento, en algun palo de sabuco. Lat. Sambucus, porque tiene tuetano, y se haze cauo con facilidad y assi como la flauta tuuo origen de la caña, la sambuca pudo tener pudo tenerle del sabuco y despues perficionarse, como ha sucedido en todos los instrumentos musicos que al principio fueron groseros, y despues se mejoraron, y perficionaron. (...)"

La obra citada de fray Diego Ximenez Arias es el "Lexicon Ecclesiasticum Latino-Hispanicum, Ex Sacris Bibliis..."(Typographia Melchiori Sanchez. Matriti, 1650) Allí escribe el padre predicador lo siguiente :

"SAMBUCA, CAE. pp. f. G. Un instrumento musico triangular, que consta de cuerdas desiguales. Nebr. dize que es çampoña, instrumento musico, Danielis 3, Item, vn ingenio para batir muros. Donoso está aqui Rod". 

El capítulo 3 del texto bíblico del "Libro de Daniel", en el que aparece esta voz, cuenta la adoración de la estatua de oro. La Biblia Reina-Valera traduce el "sambucae"  latino de La Vulgata por "cinfonia":

"3:1 El rey Nabuchodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la qual era de sesenta cobdos, su anchura de seys cobdos; levantóla en el campo de Dura, en la provincia de Babylonia. 
3:2 Y embió el rey Nabuchodonosor á juntar los Grandes, los Assistente y Capitanes; Oydores, Receptores, los del consejo, Presidentes, y á todos los Governadores de las provincias, para que viniessen á la dedicación de la estatua que el rey Nabuchodonosor avia levantado. 
3:3 Y fueron ayuntados los Grandes, los Assistentes y Capitanes, los Oydores, Receptores, los del consej, los Presidentes, y todos los Governadores de las provincias, á la dedicación de la estatua, que el rey Nabuchodonosor avia levantado; y estavan en pie delante de la estatua que avia levantado el rey Nabuchodonosor. 
3:4 Y el pregonero pregonava á  alta boz: Mándase á vosotros,  pueblos, naciones y Lenguajes.
3:5 En oyendo el son de la bozina, del pifaro, , del atambor, de la harpa, del Psalterio, de la cinfonia, y de todo instrumento musico, os postrareys y adorareys la estatua de oro, que el rey Nabuchodonosor ha levantado; 
3:6 y qualquiera que no se postrare y la adorare, en la misma hora,  será echado dentro del  horno de fuego ardiendo. 
3:7 Por lo qual, en oyendo todos los pueblos el son de la bozina, del pifaro, del atambor, de la harpa, del Psalterio, de la cinfonia,  y de todo instrumento musico, todos los pueblos, naciones y lenguajes, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabuchodonosor avia levantado".

Autoridades recoge esta voz y la define de este modo:

"SAMBUCA. s. f. Instrumento músico de figura triangular, que constaba de cuerdas desiguales, assi en lo largo, como en lo gruesso. Es voz Latina."

Cita un párrafo de la obra de Diego Gracián de Alderete titulada "Morales de Plutarco" En Casa de Alexandro de canoua. Salamanca, 1571). El texto se encuentra en el capítulo titulado "Plvtarco Cheronense, de tres Generos de Repvblica, Monarchia, Democracia, Olygarchia; que son el mando real, la gouernacion de todo el pueblo y la de pocos". Lo ampliamos para su mejor comprensión:

"Los Athenienses vsan de la Democracia, que es del mando del pueblo, que por sus leyes solas se manda y gouierna. Las peruersidades y derramamientos de los que en estos cargos yerran, o pecan, son aquellas que llamamos tyrannías, señorios poder y mando del vulgo; porque quando la monarchia, o reynado de vno pare injuria incorregible; y la Olygarchia, o mando de pocos tiene consigo vna arrogancia y defuerguerça osada; y la Democracia, o mando del pueblo se desordena con soltura y licencia; y la ygualdad es desigualdad y destemplança; todas van fuera de tino. Y bien assi como el musico vsa de todos instrumentos tocandolos con arte y razon, para que cada qual naturalmente suene por industria; empero muchas vezes siguiendo el consejo de Platon dexando los Pictides y Sambucas, y Psalterios y Barbitos y Tribones que son muchas vozes, escoge la harpa y vihuela".
(Pág. 105)

Academia, en sus primeras ediciones, se atiene a lo dicho por Autoridades. En la de 1803 añade una nueva acepción:

"SAMBUCA. Pertrecho de guerra con que tomaban los antiguos por asalto las ciudades, y consistía en una viga que en lo alto tenía unas cuerdas, con las que dexaban caer sobre los muros una puente para que los combatientes pudiesen pasar. Machina bellica sambuca instar".

En la edición de 1843 definen esta voz del siguiente modo:

"SAMBUCA. f. Instrumento músico antiguo de cuerdas y de figura triangular. Sambuca. // Máquina de guerra con que tomaban los antiguos por asalto las ciudades; y consistía en una viga que en lo alto tenía unas cuerdas, con las que dejaban caer sobre los muros una puente para que los combatientes pudiesen pasar. Machina bellica sambucae instar".

En la edición de 1899 dice:

"SAMBUCA. (Del lat. sambuca; del griego sambúke) f. Antiguo instrumento músico de cuerda, semejante al arpa.// Máquina antigua de guerra, formada por un armazón de maderos y una plataforma giratoria en ellos, que subía y bajaba con cuerdas, para caer como puente sobre los muros de una ciudad y facilitar el asalto".

En la edición de 1925 la segunda acepción queda redactada así, manteniéndose hasta nuestros días:

"SAMBUCA. (...) 2. Máquina antigua de guerra, formada por una armazón de maderos y en ellos una plataforma levadiza,  que subía y bajaba con cuerdas, para caer como puente sobre los muros de una ciudad y facilitar el asalto".

El Esteban Terreros añade más información sobre esta voz:

"SAMBUCA, instrumento músico de cuerdas, y de figura triangular. Fr. Sambuque. Lat. Sambuca, y se llamó así porque era de sauco llamado Sambucus; pero la voz sambuca latina, se toma tambien por la harpa. V. Facciolati. Dicc. La mujer que canta con la sambuca. Lat. Sambucina, sambucistria.

SAMBUCA, llamaron los antiguos á un injenio triangular que se llevaba sobre una especie de torre, y servía para batir las murallas; el nombre le tomó del instrumento músico de la misma figura, y nombre. V. Heronis Mechanici liber de machinis bellicis. á Franc. Barocio, y Lop. de Vega. La Jerusal. lib. 19. y asimismo á Monchabl".

La obra citada del lexicógrafo Jacobo Facciolati (1682-1769) es "Totius Latinitatis Lexicon", publicada póstumamente en Padua en el año 1771. Le ayudó en su confección su discípulo Egidio Forcellini. Sus cuatro volúmenes amplía, con creces, el famoso "Calepino", convirtiéndose en   la obra cumbre del estudio de  la lengua latina. Fray Esteban lo denomina "eruditísimo Diccionario polígloto".
La octava escrita por el gran Lope de Vega en su epopeya trágica "La Jerusalén conquistada"(Imprenta de Juan de la Cuesta. Madrid, 1609) es ésta:

Entre ruinas que la guerra afea,
que el tiempo acaba inmensas Babilonias,
la sambuca, el telón y la ronfea
yacen sobre las torres poligonias;
la máquina versil, y la tetrea,
donde en las fuertes ruedas calcedonias
caminaba el ariete romano,
vencida de la yerba mide el llano.
(Libro décimo nono)

La ronfea era una máquina que despedía saetas; las torres poligonias se movían sobre ruedas y las utilizaban para expugnar ciudades; la versil tenía una onda que despedía piedras por alto; la tetrea era un invento bélico calcedonio que disponía de un ariete,
El Pagés recoge las dos acepciones e ilustra la primera con un párrafo escrito por su apreciado Rojo y Sojo:

"No era mi dueña pitoflera, sino muy hábil en el dulcémele, en la sambuca , en el xilórgano, etc."


El María Moliner recoge esta voz con sus dos acepciones:

"SAMBUCA (del lat. sambuca, del gr. sambyke) 1. f. Instrumento musical antiguo, semejante al arpa. 2. Máquina de guerra antigua consistente fundamentalmente en una plataforma que podía tenderse sobre los muros de una ciudad para facilitar el asalto > Artillería".

Una definición más detallada la encontramos en la Enciclopedia Espasa-Calpe:

"SAMBUCA. (Etim.- Del lat. sambuca; éste del griego sambúke, y éste del siríaco sabca) (...)

SAMBUCA. Mil. Máquina de guerra empleada por los antiguos para el asalto de las ciudades. Consistía en una escala grande de asalto montada sobre un bastidor con ruedas, dotada de un mecanismo para darle la conveniente inclinación. Maizeroy pretende que la etimología de la palabra hay que buscarla en la semejanza que tenía con el antiguo instrumento musical del mismo nombre.. Esta máquina que no derribaba ni batía nada, y servía exclusivamente para escalar era conocida desde el tiempo de Alejandro. Vegecio la menciona pero en términos obscuros y poco adecuados para formar juicio exacto de ella. Polibio habla de una sambuca de mar, cuya escala se apoyaba en dos galeras aparejadas y sujetas por cuerdas y cadenas. (...)

SAMBUCA. Mús. Designación latina que han llevado varios instrumentos antiguos. Los romanos lo aplicaban a un instrumento parecido al harpa y cuyas dimensiones variaban entre el tipo de mano y  del tamaño análogo al  harpa moderna. Este último debió ser conocido de los egipcios, en cuanto Bruce descubrió en unas pinturas de las orillas del Nilo la representación de un harpa de grandes dimensiones , á la que los arqueólogos musicales han dado el nombre del descubridor. Algunos escritores sagrados antiguos, entre ellos san Jerónimo y san Isidoro, mencionan la sambuca pero, al parecer, se refieren á una especie de flauta, y suponen que la palabra sambuca se deriva de la latina sambucus (saúco). Por último, según otros, sambuca es sinónimo de saqueboute y, por tanto, designa un instrumento de la familia del trombón. Sambuca lyncea llamó Colonna á un instrumento de 500 cuerdas, inventado por él en el siglo XVI. La sambuca rolata era la viellaó chifonia de la Edad Media".

El "Diccionario Medieval Español" se ocupa de la 2ª acepción de esta voz:

"SAMBUCA. f. s. VX. Puente levadizo, máquina de expugnación. A. de Palencia: Tratado de la perfección del triunfo militar. ed. Libr. de Antaño. T. 5, vol 1, p. 195. s. v. Sambuga".

Esta edición del Académico de la Historia don Antonio María Fabié se titula "Dos tratados de Alfonso de Palencia, con un estudio biográfico y un Glosario"( Libros de Antaño. Librería de los Bibliófilos. Madrid, 1877). El primer tratado se titula "Batalla campal de los perros y  lobos"
Alfonso de Palencia escribe la voz sambuga en el "Capítulo, oracion del Exerçiçio e iuyzio de los oydores", del segundo Tratado:

"Declare otro si el Orden quales pertrechos son menester al combate de çibdades e villas e almenas e fortalezas, si señaladamente mi disciplina no dirigiere los combates, por ventura ¿no estarán mas seguros los enemigos çercados, que no sea á nos bienandante la çerca? Mi artificio abraça la fala, el carnero, el galápago, las mantas, los músculos, las torres de andamio. Assi mesmo á mis familiares solos obedesçen la sambuga, la exostra, la escala, el altibaxo, la vallesta, el onagro e el escorpion. Yo tengo de exerçitar las minas, quando çercamos los aduersarios, e si somos çercados, de vsar los re- medios".
(Pág. 149)

La página que indica el "Diccionario Medieval..." corresponde al Glosario anexo.

Felipe Pedrell recoge esta voz y otras sinónimas  y derivadas en su "Diccionario Técnico de la Música":

SAMBUCA. (Int.), sambuque, (fr.). Instrumento músico triangular, especie de arpa que constaba de cuerdas desiguales asi en lo largo como en lo grueso. V . ARPA y SAMBUCA ae (lat.).

SAMBUCA, AE (lat.). V . SAMBUCA. Según de Caussemaker, sambuca era un instrumento de viento anterior al siglo XIII. ¿Se referiría, acaso, al sackbutó sacabuche? He aquí otra versión extractada de la obra de Rabanus Maurus citada en el artículo Salterio. «Sambuca itaque aput peritissimos hebraeorum, ignota res est: antiquis autem temporibus apud chaldeos fuisse referitur, sicut scriptum est: Cum audieritis vocem tubae, fistulae, citharae, sambucae, et reliqua.» Además de los datos que anteceden, se lee en S. Gerónimo y en S. Isidoro que la Sambuca se tenía por instrumento de viento hecho de un tronco de saúco llamado en latín Sambucus.

SAMBUCA LYNCEA. Instrumento inventado el siglo XVI por Napolitano Colonna. Constaba de quinientas cuerdas, según parece, combinadas en una caja de grandes proporciones que hacia difícil su mecanismo.

SAMBUCA ROTATA. Es el instrumento llamado Chifoníaó Viella. V . 

 SAMBUCA SIRIA. V . LIRA.

SAMBUCINA, AE  y SAMBUCISTRIA, AE m (lat,). La tocadora de arpa, según se lee en algunos Dic. latinos. 
SAMBUCUS, I (lat.) Danzante . —Tocador de la especie de arpa llamada sambuca. 

SAMBUQUE. (Fr.) Sambuca.

PENTACONTACORDIO, PENTACONTACORDE. (francés). Arpa de cincuenta cuerdas desiguales inventada, dicen, en Nápoles, por Fabio Colonna, llamado también Sambuca Lyncea.  

TRÍGONO DE LA SIRIA. Arpa triangular de antiguo abolengo, inventada por los sirios. Era el Kinnorde los hebreos, la Kinyra de los mismos sirios, y la Kinara de los fenicios. 
El instrumento llamado Trígono ha recibido, también, el nombre de Sambuqueó Sambuca,aplicado más ó menos impropiamente al referido Trígono y á otros instrumentos, por varios escritores".

Luisa Lacál De Bracho también se ocupa de algunas de estas voces en su "Diccionario de la Música Técnico, Histórico, Bio-Bibliográfico" (2ª ed. Establecimiento Tipográfico de San Francisco de Sales. Madrid, 1900).

"SAMBUCA. lat.- Del gr. sambúke; inst. con cuerdas de distintos gruesos y largos, parecido al arpa. Hubo modelos pequeños, semejantes al arpa de los galos. y los hubo tan grandes como el arpa moderna. Tal es el que, en una pintura egipcia, descubrió Bruce, por lo que se le llamaarpa de Bruce. Dicese que, dicho inst., fué ideado por Samlices ó por Ibico, ambos residentes en Siria. 
Algunos escritores, entre ellos San Jerónimo y San Isidoro, suponen que sambuca se deriva del lat. sambucus (saúco). y se refiere á una especie de flauta. Dicen otros que sambuca se ha empleado. á veces, por saqueboute, indicando un inst. de la familia del trombón.

SAMBUCA LYNCEA.- lnstrumento de 500 cuerdas, inventado por Colonna en el siglo XVI.

SAMBUCA ROTATA.- La chifonia ó viella. 

SAMBUCINA ó SAMBUCISTRIA, lat. - Llamóse también Psalteriae á la tocadora de sambuca ó de salterio. Generalmente, entre los ant.. griegos y romanos, tenían esa profesión algunas egipcias ó asiáticas, que, ya de pie, como en la pintura egipcia que descubrió Bruce; ya sentadas, sobre sus rodillas,  las, como indican otros dibujos encontrados en la tumba de lBeni-Hassan, tocaban grandes jnstrumentos de esa clase. 

SEBACHA.-Nombre de la sambuca fenicia, de forma triangular y con 4 cuerdas".


El coronel de ingenieros don José Almirante incluyó esta voz en su "Diccionario Militar Etimológico, Histórico, Tecnológico..." (Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra. Madrid, 1869)

"SAMBUCA. Escala grande de asalto montada sobre un bastidor con ruedas, y con un mecanismo para darle la conveniente inclinación. La marítima se apoyaba sobre dos galeras. No satisfacen las extensas razones de MAIZEROY, para probar la etimología de sambuca con la semejanza del antiguo instrumento músico que llevaba el mismo nombre. Las más formidables e históricas son las cuatro de MARCELO contra SIRACUSA. Cada una se apoyaba en dos galeras.
No era invención nueva sino conocida en tiempos de ALEJANDRO; y aunque de esta máquina se ignoren, como de todas, pormenores, lo averiguado es que no derribaba ni batía nada, que servía exclusivamente para ESCALAR".

Luys Collado, Ingeniero del Real Exercito de Lombardia y Piemonte, escribió esta voz en su "Platica Manval de Artilleria...." (Por Pablo Gotardo Poncio, Estampador de la Real Camara. Milan, 1592):

"Las maquinas, pues, Real magestad, con que los antiguos solian expugnar las fortalezas, y batir las murallas eran estas, las Cathapultas, las Balistras, las Vineas, los Arietes, las Testudines, y Eliopoles, el Compago, el Escorpion, las Sambucas, las Falaricas, y otras muchas, que por no ser a vuestra Magestad molesto, dexare de tratar de algunas dellas".
(Tractado Primero; cap. V: "Que trata de las maquinas con que antes de la inuencion de la poluora, y artilleria los antiguos solian expugnar las fortalezas, y romper qualesquier torres, y murallas"; pág. 3)

De la obra "Instituciones Militares de Flavio Vegecio Renato" Juaquin Ibarra. Madrid, 1764), traducidas del latín al castellano por el cadete del Regimiento de Reales Guardias de Infantería Española, don Jaime de Viana, nos interesa el capítulo XXI, titulado "De las Escalas, de la Sambuca, de la Exostra, y del Cigoñal". Dice así:

"Luego que las Torres se han acercado á la Plaza, empiezan á disparar contra los que defienden la Muralla los Ballesteros, Honderos, Dardeadores, y generalmente los que usan de armas arrojadizas, como de las bolas de  plomo, etc. Despues de esto se arriman las Escalasá la Muralla, y se asalta la Plaza. Los que suben por las Escalas, son los que están expuestos al mayor riesgo, como sucedió á Capaneo, inventor de la Escalada, á quien los Thebanos mataron, derribándole con tal violencia, que se atribuyó su muerte á un rayo. Por esto los Sitiadores procuran entrar en la Plaza por medio de la Sambuca, de la Exostra, ó del Cigoñal.
La Sambuca es una Máquina, llamada assi, porque se parece á la Cythara; pues assi como ésta tiene sus cuerdas, assi las hay tambien en una Viga, que se pone cerca de la Torre, y forma como un Puente Levadizo, que dejandole caer, por medio de Garruchas, sobre la Muralla, salen al instante los Soldados de la Torre, y passando por él, se apoderan de la Muralla.
Exostra se llama al Puente de que acabamos de hablar, que se desplega de repente desde la Torre movediza sobre la Muralla.
El Cigoñal es una gran viga, que se introduce, y afirma mucho en tierra; sobre su cabeza se pone otra viga atravesada, y tan promediada, que no se puede bajar por una parte, sin que la otra suba: en uan de las extremidades de la viga atravesada se pone un cajón de madera, en el qual se meten algunos Soldados bien armados; y bajando la otra extremidad opuesta, los levantan hasta igualarlos con la Muralla, y proporcionarlos el que puedan arrojarse á ella".
(Págs. 240-242)

De la sambuca marina y fluvial  nos ilustra  don Tomás de Morla en el tomo primero de  su "Tratado de Artillería para el uso de la Academia de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería" (Imprenta de D. Joseph Espinosa. Segovia, 1816) :

"162.Los barca-puentes dobles se diferemcian de los sencillos en tener un semejante cuadrilongo á cada costado: su uso es limitado á las acequias ó ríos profundos, y tan estrechos que caídos los cuadrilongos se aferran á las dos orillas; en cuyo caso haria el barca-puente el oficio de un excelente puente.
163. Las sambucas son una especie de barca-puentes sencillos ó dobles, destinados á pasar los fosos de una plaza, y de consiguiente que tienen arregladas sus dimensiones á las de los fosos para que se quieran usar. La sambuca sencilla en lugar del cuadrilongo plano de tablas, tiene uno que forma gradas, por las se puede subir para escalar la muralla de una plaza.
164. Este mismo uso puede tener cualquier barco que haya en el río de cuyas aguas se llenan los fosos, con tal que sea bastante grande para hacerle en la popa una castillo que  vuele y sobresalga en forma de nariz: por los costados se cubre con parapetos fijos, y por la proa con un mantelete que se deja caer en la contraescarpa, y sirve para facilitar en embarco de la tropa. Esta máquina la inventaron y pusieron en uso los Españoles en el sitio de Harlem; mas al presente ni estos barcos ni las sambucas pueden ser útiles sinó en sorpresas ó asaltos imprevistos, y tal vez cuando esté absolutamente desmontada la artillería de la plaza; en cuyo caso tambien se usarían con mucho riesgo por la cantidad de bombas, granadas y otros fuegos artificiales con que procuraría el enemigo incendiarlos ó echarlos al fondo".
("De los puentes militares"; cap. IV: "De las máquinas y medios mas usuales para el paso de ríos, canales, fosos, etc."; págs. 623-624)

De Iván Sánchez  Valdés es la obra titulada "Coronica y Historia general del hombre...." (Por Luis Sanchez. Madrid, 1598). Allí leemos:

"El hombre es harto semejante a la bombarda, que desde lexos haze daño, y hiere a sus contrarios, diziendo con el calor de la ira, y furia, muchos males, y menguas, y vituperios que en sus contrarios algunas vezes ay, y algunas vezes no ay, y les haze tener temor, y espanto con estruendo, y ruydo de la fama, y nueuas que publica, y harto semejante es a la bombarda, o escopeta, porque quando la bombarda ha de tirar de si la pelota, es menester que le lleguen fuego, para que con el impetu del fuego eche de si gran estruendo, y la pelota, assi el hombre quando ha de hazer mal, o herir, o acuchillar a otro, es menester que le alleguen fuego, y calor de alguna injuria, o vengança, o enojo, con el qual bota de si gran estruendo de palabras ayrosas, y pone en execucion las obras, tirando la pelota del arma de piedra, o hierro, con que a su contrario mata, o hiere, o espanta con el estruendo. Pues tambien es muy semejante a la coraxa, que es vna fuerça puesta entre dos muros, que se dizen musculos, y al asno, ingenio para combatir los muros, y a la Sambuca, que es cierto ingenio para combatir muros, y al galapago, que es otro ingenio para combatir muros, y en fin el hombre es el mesmo ingenio, porque el lo ingenia, y el lo piensa, y el lo pone por obra, y el se mete en la guerra, y el se defiende por artes, y auisos, é ingenios que de si mesmo haze en todo qualquier tiempo".
(Libro V; cap. XXIII: "En que declara como el hombre concuerda con todas las artes del mundo, e ingenios, o instrumentos, y como disconuiene dellos"; pág. 240)


Pedro Cerone de Bergamo, músico de la Real Capilla de Nápoles, es el autor de la obra titulada "El Melopeo y Maestro. Tractado de mvsica Theorica y Pratica...." (Por Juan Bautista Gargano y Lucrecio Nucci. Napoles, 1613). De la sambuca dice lo siguiente:

"Sambuca en Musica es especie de Symphonia, y es vn genero de madero fragil, del qual se hazen tambien auezes las Tibias. Y fue assi nombrada de su inuentor, que se llamaua Sambuco; el qual instrumento a sido muy vsado de los Trogolidas y Pardos. Y aduiertan que Symphonia, no es instrumento musical, como algunos latinos interpretan malamente, mas es vn Choro que canta juntamente en alabança de Dios.
Y esto por el vocablo se sabe: porquanto Symphonia se exprime en latino Consonancia; y deriua de fin,phoni voce. Con todo esto, en estos dias del vulgo se llama Symphonia, vn madero concauo de ambas partes, con vna piel extendida; la qual, tocada con varras de vna y otra parte, se haze en ella la concordancia de lo graue y de lo agudo, vn apazible sonido; porquanto escriue Pedro Aaron en su Toscanelo, en fin del Cap. 5 del I lib. Y quieren algunos que este instrumento fuesse la lyra de los antiguos; y quiça Octomaro Luscinio, en el primero de la Musurgia, siendo de semejante parecer, llamolo lyra. Y facilmente puede ser aquel, de quien haze mencion Oracio".
(Libro II; cap. XXXI: "De los inuentores de algunos instrumentos musicales"; pág. 248)

El monje cisterciense fray Nicolás Bravo escribió una biografía en verso de San Benito, titulada "Benedictina" (En la Imprenta de Artvs Taberniel. Salamanca, 1604). La voz sambuca, con el sentido de su segunda acepción, se encuentra en un verso del Canto XIII, que lleva por título "El Rey Totila dudoso del prophetico don del diuino Benito pretende engañarle, mas el Santo milagrosamente deshaze el engaño. Viene Totila a visitarle en persona, y el le reprehende sus vicios, y prophetiza su muerte, y la toma de Roma, y destruicion della por tempestades del cielo; prophetiza tambien la destruicion del monasterio de Casino por los Longobardos, que todo tiene entero cumplimiento". Esto es lo que le dice Benito, el santo varón, al rey godo:

Qual furia, Rey, el animo te incita,
a que Reynos agenos distribuyas?
Qual Garamantha ley, Tartara, o Scytha,
permite passes de las tierras tuyas?
Que infiel temeridad te precipita,
que el Imperio de Romulo destruyas?
Que escaldes el alfange en sangre roja
de gente fiel, que del viuir despoja.
Quando en tus males se vera mudança,
o muestra de que quieres remediallos?
No estriue del poder la confiança,
en ardiente relincho de cauallos,
en el braço neruoso, en gruessa lança,
en numero de gentes y vasallos,
en ronca caja, rojos estandartes,
altos castillos, firmes baulartes.
Que si a las armas con que a Italia aprietas
buelue el semblante ayrado aquel Dios summo,
los rayos de su vista son saetas,
con que arda el fuego y se resuelua en humo;
vn soplo en el metal de las trompetas,
y aun menos bastará segun presumo,
pues este solo en Hyericó derriba,
al baxo suelo la muralla altiua.
Mosquitos viles y habladoras ranas
bastan para acabar toda tu gente,
siendo los aguijones partesanas,
el canto agudo trueno que atormente;
las esquadras de Godos mas vfanas,
harán bueluan la espada facilmente,
si el cantaro de barro se descorcha,
y muestra Gedeon en el su antorcha.

Mas adelante añade:

Mil cercas dexas rotas con portillos,
ganadas con moruecos y sambucas,
sin capitanes dexas los castillos,
que con el son de Marte lo trabucas;
del daño aun participan tus caudillos,
que tanto en males, y en furor caducas,
que estiendes a tu gente la ponçoña,
noble y antigua, rustica y visoña.





:





















SAMBENITO

$
0
0
Pedro Berruguete: "Auto de Fe" (1493-1499) (Detalle)

Sambenito es voz que recoge Covarrubias con este significado:

"SAMBENITO, la insignia de la santa Inquisicion, que hecha sobre el pecho y espaldas del penitente reconciliado. Esta el nombre abreuiado de saco benedicto. Es de saber, que en la primitiua Iglesia, los que hazian penitencias publicas se vestian de vnos sacos, o cilicios, y estos los bendezia el Obispo, o el Sacerdote, y con ellos estauan a las puertas de las Iglesias, hasta auer cumplido su penitencia, y ser absueltos de sus culpas, y admitidos con los demas fieles al gremio de la Iglesia, y de alli quedó, que la santa Inquisicion echase estos mesmos sacos a los penitentes. Demanera, que aunque para el mundo sea ignominia y afrenta, si los que los traen reciben en paciencia lo que dirá el vulgo, pueden para con Dios merecer mucho".

Autoridades define tres acepciones de esta voz; la primera parece calcada de la anterior, sin citarla:

SAMBENITO. s. m. La insignia de la santa Inquisicion, que ponen sobre el pecho, y espaldas de el penitente reconciliado, á modo de capotillo amarillo con Cruz roxa en forma de aspa. Dixose Sambenito de Saco bendito, abreviado con alguna variacion el nombre; y parece viene, de que en la primitiva Iglesia los que hacian penitencias públicas se vestian de unos sacos, ó cilicios, y estos los bendecia el Obispo, ó el Sacerdote, y con ellos estaban á las puertas de las Iglesias, hasta haber cumplido su penitencia, y ser absueltos de sus culpas, y admitidos con los demas Fieles al Gremio de las Iglésia; y de ello ha quedado, que la santa Inquisicion eche estos sacos á los penitentes. Lat. Sagum infame, quó notantur qui á Fide defecerunt.

SAMBENITO. Por extensión significa el letrero, que se pone en las Iglesias con el nombre, y castigo de los penitenciados, con un aspa roxa encima. Lat. Inscriptio sententia deficientium á fide".

Cita un párrafo de la novela ejemplar de Miguel de Cervantes titulada "Rinconete y Cortadillo", y otro de la obra del escritor madrileño Juan de Zabaleta (1610-1670?) conocida con el título de "El día de fiesta por la mañana". Ampliamos ambos para su mejor comprensión. Escribe Cervantes:

"Pasó adelante Rinconete, y en otra hoja halló escrito:
Memorial de agravios comunes, conviene a saber, redomazos, untos de miera, clavazón de sambenitos y cuernos, matracas, espantos, alborotos y cuchilladas fingidas, publicación de nibelos, etc.
–¿Qué dice más abajo? –dijo Monipodio.
–Dice –dijo Rinconete–: "Unto de miera en la casa..."
–¡No se lea la casa! que ya yo sé dónde es –respondió Monipodio– y yo soy el tuautem y ejecutor desa niñería, y están dados a buena cuenta cuatro escudos, y el principal es ocho.
–Así es la verdad –dijo Rinconete–, que todo eso está aquí escrito; y aún más abajo dice: "Clavazón de cuernos."
–Tampoco se lea –dijo Monipodio– la casa, ni adónde, que basta que se les haga el agravio sin que se diga en público, que es gran cargo de conciencia. Alomenos más querría yo clavar cien cuernos y otros tantos sambenitos, como se me pagase mi trabajo, que decillo sola una vez, aunque fuese a la madre que me parió.
–El esecutor desto es –dijo Rinconete– el Narigueta",

De Zabaleta cito la edición de 1728, publicada con el título de "Obras Históricas, Políticas, Filosophicas y Morales"(sexta impression, corregida, y emendada de muchos errores. Por Francisco del Hierro. Madrid):

"Acabase la Missa, salen al cuerpo de la Iglesia, arrimanse á un poste á hablar con otros, alza los ojos el linajudo, vé colgados en una pared unos lienzos con unos letreros, que vulgarmente llaman sambenitos, donde estan escritos los nombres, y las culpas de algunos  que ha castigado el Santo Oficio de la Inquisicion, y ponese á leerlos mui despacio. Esto no es injusticia, que para esso estan alli puestos; pero es menester grande prudencia para usar de aquellas noticias. El que se conoce sin cordura para gobernarlas, tuviera por cordura que no las adquiriera. El leer aquellas inscripciones suele ser bueno para estas dos cosas. Lo primero, para huir de la culpa con el horror de la pena, que el escarmiento siempre es grangeria. Luego para conocer la sangre de los vecinos de su Republica, y no mezclarse con ella en los casamientos suyos, ni de su familia, porque es inhabilitar a los que dellos descendieron, para tantas venerables colocaciones, como en españa piden limpieza de sangre".
(Cap. XIX: "El linajudo"; págs. 270-271)

Continúa Autoridades:

"SAMBENITO. Metaphoricamente se toma por la nota, ó infamia que queda de alguna accion, tomando por metonymia la causa por el efecto. Lat. Infamia nota. RIBAD. Fl. Sanct. Fiest. de la Circuncisión. Nos mostró este Niño Sacratissimo su amor no solamente con darnos su Carne, y su Sangre para nuestro remedio, sino mucho mas con haber tomado oy el sambenito, y divisa de pecadór".

Academia, en sus primeras ediciones, se atiene a lo dicho por Autoridades, En la edición de 1803 los señores académicos son más escuetos:

"SAMBENITO. s. m. El capotillo, o escapulario que se pone á los penitentes reconciliados por el el tribunal de la inquisicion. Sagum infame que notantur qui a fide defecerunt.

SAMBENITO. met. El letrero que se pone en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados, y las señales de su castigo. Inscriptio sententiae deficientium á fide.

SAMBENITO. met. La mala nota que queda de alguna accion. Infamia nota".

En la edición de 1822 hablan ya en pasado. Es un dato interesante porque el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue abolido en las Cortes de Cádiz, pero volvió a entrar en vigor con la subida al trono del rey felón Fernando VII. El general Riego, como es sabido, le obligó a admitir la Constitución de 1812, y la juró el 10 de marzo de 1820; días más tarde, suprimió el Tribunal, pero, durante la llamada "Década Ominosa" (1823-1833) volvió a estar vigente con el nombre de Juntas de Fe. El último ejecutado fue un maestro. Se llamaba Cayetano Ripoll. Lo ahorcaron en Valencia, el 31 de julio de 1836 por hereje. A quemarle no se atrevieron y simularon unas llamas pintadas que salían de un barril. Allí dentro cayó el cuerpo y, después, lo arrojaron al río.  En fin, dice Academia:

"SAMBENITO. s. m. El capotillo ó escapulario que se ponía á los penitentes reconciliados por el tribunal de la inquisición. (...)

SAMBENITO. El letrero que se ponía en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados, y las señales de su castigo. (...)

SAMBENITO. met. La mala nota que queda de alguna accion. (...)"

Estas definiciones se mantienen en ediciones posteriores. En la de 1925 añaden una nueva acepción:

"SAMBENITO. (...) 4. fig. Difamación, descrédito".

En la edición de 1985, la 3ª acepción queda definida así:

"SAMBENITO. (...) fig. Mala nota que queda de una acción; descrédito. Ú. m. con los verbos colgar o poner".


Sambenito es voz que ya recoge el médico cordobés, Francisco del Rosal, en su obra "Origen y etymologia de todos los vocablos originales de la Lengua Castellana" (1601-1611):

"SAMBENITO. Dice Pineda que es saco benedicto. En esta materia es de importancia el antiguo lenguage castellano o su noticia. Porque de Sabaná Griego, que significa  los lienzos ó paños, decian sabana a la Ropa ó paños blancos de cama, y a los sudarios con que se enjugaban en los Baños; y de allí sabanetes ó Sabanitas á una camisilla abierta propia de niños, como capotillo de dos faldas, que no era camisa perfecta, que oy de Paños dicen Pañetes; de aí al habitillo de aquella hechura llamaron Sabanito y Sambenito corruptamente, y de allí fue dicho por la semejanza de la hechura el Habito de el penitenciado".

El Esteban Terreros dice:

"SAMBENITO, saco que se pone á los condenados por la Inquisicion. Fr. Sacbeni,ó sac-benit, SanBenito. Lat. Amictus benedictus, sagun infame decussata cruce rubens. It. Habitelio. El Dicc. de Trev. dice con equivocacion, que le llaman en Castellano Sacri-benito, y no es, sino Sambenito, ó saco bendito, y aun esto es menos comun.

SAMBENITO, llaman por extension al letrero que ponen en las Iglesias con el nombre, y castigo de los penitenciados, y una aspa roja encima. Fr. Ecriteau. Lat. Apostatarum sententiae inscriptio".

El Domínguez emite un juicio de valor al definir este vocablo:

"SAMBENITO, s. m. El capotillo ó escapulario que se ponía á los penitentes reconciliados por el horrible y execrable tribunal de la Inquisición. // El letrero que se ponía en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados, y las señales de su castigo, etc. // Se usa tambien en un sentido figurado análogo, especialmente por la mala nota que resulta ó queda de alguna accion, de alguna cosa infame, etc.".

El Rodríguez Navas contiene las cuatro acepciones de esta voz:

"SAMBENITO. m. Hist. Casaca o especie de saco con que se revestía a los condenados por la Inquisición cuando eran conducidos al suplicio. // Letrero que se ponía en las Iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados o excomulgados,// fig. Mala nota que deja a una persona una acción  inmoral cometida.// fig. Acto punible o defecto que sin razón se le atribuye a alguno".

El Pagés se atiene a lo que dice Academia e ilustra tres de las cuatro acepciones con ejemplos literarios. Para la primera acepción escoge un párrafo de la obra de Malón de Chaide titulada "La Conversión de la Madalena....":

"Ha sido despues tanta la vanidad de los hombres, y ha crecido tan por extremo su malicia, que han llegado a hazer golosina del pecado, y que lo que se dió por sambenito, y afrenta, esso sirua de gala  y honra; porque preciarse del vestido, es, como si vno se preciara de traer mas galan, y costoso el sambenito, que por sus culpas le puso la Inquisicion".
(Párrafo X; pág. 84)

Para la segunda acepción opta por la misma cita de la novela de Cervantes que publica Autoridades, y para la cuarta se decanta por un párrafo de la obra de Pedro de Rivadeneira que lleva por título "Flos Sanctorum" (Gabriel del Barrio, Impresor. Madrid, 1716). En el capítulo de la Primera Parte dedicado a la "Circuncisión del Señor" escribe:

"Sujetóse, pues, á la Circuncision, para manifestarnos que era hombre verdadero, y tenía carne paisible y de nuestra naturaleza; y confundir al herege Maniqueo, que dezia, que el Cuerpo de Christo no era verdadero, sino aparente, y fantastico; y á Apolinar, que enseñaba, que era consubstancial con la Divinidad; y á Valentin, que soñaba, que avia venido del Cielo; y para cerrar las bocas de todos los perversos Hereges, que pusieron dolencia en la humanidad de Jesu Christo nuestro Redemptor; y no menos para quitarles á los Judios la color que tuvieran para desecharle, y no recibirle por su Messias; porque si no fuera circuncidado, dixeran, ó que no era Judio, ni hijo de Abrahán (de cuya casta avia de ser el vngido de Dios) ó á lo menos, que no era su amigo, pues no guardaba la Circuncision que Dios avia dado, y entre ellos era Sacramento de tanta estima, y veneracion. Quiso assimismo començar presto la obra de nuestra Redencion, y darse priessa, porque no le sufria el coraçon aguardar treinta y tres años, para dár su Preciosa Sangre por nosostros; y aunque la paga entera, y el finiquito de nuestro rescate se avia de dár en la Cruz, y verterse toda su Sangre, oy dió (como caudoloso Mercader) la señal de lo que entonces avia de pagar, y començó á derramar su Puríssima, y Benditíssima Sangre, para manifestarnos su grande amor, y cautivarnos con tan dulces prendas, y hazernos sentir, y dezir con admiracion: Si eres Niño, y has amor, qué harás quando mayor. Y no nos mostró este Niño Sacratíssimo su amor solamente con darnos su Carne, y su Sangre para nuestro remedio, sino mucho mas con aver tomado oy el sambenito, y divisa de pecador".
( Págs. 84-85)

Pedro Felipe Monlau recoge esta voz en su "Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana", cuando define el vocablo "sayagües".

"SAYAGO.- El natural de Sayago, y lo perteneciente á este país.- "En tierra de Zamora hay cierta gente que llaman sayagüeses, y el territorio tierra de Sayago, por vestirse de esta tela basta (sayal); y los que hacían penitencia pública se vestían de estos sacos, echándose ceniza en la cabeza.- En la primitiva Iglesia fue hábito de penitencia, y se llamó saco-benedicto, que hoy decimos San Benito (sambenito)". (Covarrubias)".

El María Moliner define así esta voz:

"SAMBENITO. 1. m. Distintivo, consistente en una esclavina o un escapulario que se ponía a los penitentes de la Inquisición. 2. Nota de descrédito que pesa sobre alguien. (Colgar, poner, cargar con el) Imputación inmerecida en descrédito de alguien que se hace circular".

Don Julio Cejador recoge la voz sambenito y el verbo ensambenitar en su obra "Origen y vida del lenguaje":

"SAMBENITO, de saco benito ó bendito de penitentes, que se ponía á los penitentes del Santo Oficio y era un capotillo ó escapulario amarillo con una cruz encarnada en forma de aspa; letrero en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados con un aspa roja encima; metaf. infamia. Quij. 2, 6: Merecían que á cada uno se le echase un sanbenito ó alguna señal en que fuese conocido por infame. ZABAL. Día f, 1, 19: Alza los ojos el linajudo y ve colgados en una pared unos lienzos con unos letreros, que vulgarmente llaman sanbenitos. RIVAD. Circunc: Con haber tomado hoy (Jesús) el sanbenito y divisa de pecador. Fil mor. 15, 2: Merece el sanbenito de la afrenta. 

Echarle el sambenito, atribuirle algo malo. 
Hacer del sambenito gala, cuando alguno se precia de lo que había de tener por baldón. GALINDO G. 4. 
Llevar el sambenito, cargar con la culpa. 
Tenerlo por sambenito. GALINDO 51 S. El que abomina de alguna cosa por vergonzosa ó algún hecho por infamante, porque entre cristianos este hábito es el de mayor infamia.

ENSAMBENITAR, ponerle el sanbenit-o. ZAMOR. Juev. santo: Arrojóse á los pies de los ensambenitados. T. RAMÓN Concept. p. 21: Estando en medio del fuego para con esto como que ensanbenitarlos. ZAMORA Mon. mist. pte.3 Concep:. Aunque tenga el Tusón con las cruces verdes y hábitos más honrados, en los ojos de Dios vive ensambenitado, miserable y lleno de almagre. FONS. V. Cr. 3, 1, 2: Deshonrado ensambenitado. Q. BENAV. 2, 131: Ladrón ensambenitado. ZAMOR. Mon. mist. 2, 3, 2, 6: Para que siquiera al verse ensambenitados entre todos sus hermanos, despreciado de Moisen. VALDERR. Teatro S. Dom. 1: Castiga á los herejes ensambenitándolos con una cruz sobre el cuerpo. GALLO Job 22, 20: Le condenen y ensambeniten su descendencia."


En la Centuria Tercera -Año de Cristo 682, Año de San Benito 202- de su obra  "Coronica General de San Benito" (Matias Mares, Impresor del Reyno de Nauarra. 1609) fray Antonio de Yepes escribe una larga disertación sobre el origen de esta voz. Entre otras cosas, dice:

"Preguntase de ordinario, que porque á los abitos que ponen á los penitenciados por el santo oficio se llaman Sanbenitos, y siendo en de esta Orden tan autorizado, con que se han honrado tantos Papas, Emperadores, y Reyes, porque aquel escapulario que afrentosamente ponen á los hereges, es llamado en España Sanbenito? Digo en España, porque en sola ella (á lo que creo) se vsa este termino. E esta pregunta he visto responder de muchas y diferentes maneras, y dexando otros muchos modos de dezir, pondré tres que me han contentado mas, aunque yo no sigo sino el tercero, que declararé á la postre. Para esto es menester generalmente aduertir, que es vso muy antiguo de la Yglesia mudar el abito á todos los que auian de hazer penitencia publica, como se colige del Decreto en la distincion cinquenta y vna, capitulo sesenta y tres, que comiença paententes, y en el se dizen estas palabras, si autem comas non deposuerint, aut vestimenta non mutaverint eijciantur. Es sacado este texto del Concilio Agatense, en el capitulo quinze; y se acuerdan del Burcardo, é Ibon, y luego en el capitulo sesenta y quatro, de la misma distinción, se pone el orden, que se tenia en hazer penitencia publica, y como venian el primer dia de quaresma, delante de las puertas de las Yglesias, vestidos con unos sacos de silicio, los pies descalços, los ojos baxos en tierra, y se hazian con ellos otras muchas cerimonias, que no tengo lugar de contar á la larga. Vsose por muchos años en la Yglesia, de vestirse los penitentes sacos de silicio, y conforme sus pecados, vnos hazian mas años penitencia, otros menos.
Y aunque algunos prouauan bien, y llorauan sus pecados, otros en acabandose el año de la penitencia, como quedauan libres, se boluian como el perro al vomito, y se enredauan con nueuos pecados; por lo qual fue necessario proueer de remedio, assi en el derecho ciuil, como en el canonico, y mandaron ambos derechos, que en algunos pecados muy graues, publicos, y escandalosos, se recluyessen los penitentes en los Monasterios, como se puede ver en la autentica vt nulli iudicum, y en la autentica sed hodie, y en la Nouela ciento y treynta y quatro, y en el derecho Canonico en muchos capitulos de la distinción cinquenta, y ochenta y vna, que porque es svana verdad muy cierta, y sabida entre todos no me detengo en prouarla. Esta vestidura pues que mudauan los penitentes, agora la vistiessen fuera del Monasterio, agora dentro del, la echauan ciertas bendiciones, y se llamaua saco benedicto.
En esta ocasion dize el padre fray Hieronymo Roman, en el libro quinto de la Republica Christiana, que de aqui vinieron los Sanbenitos; porque como estas vestiduras de penitencia, las llamaban Sagus benedictus, ó Saccus benedictus, cree que poco á poco se ha venido á corromper el vocablo, y de saco benedicto se llama agora Sanbenito. El segundo modo de dezir, y que ha contentado á muchos curiosos, es vno que apunta nuestro padre Reuerendissimo el maestro Fray Antonio Perez, general que es agora de nuestra Congregacion, en el primer tomo que escriuio de sermones, en el segundo de Aduiento, en que declara algunas grandezas del Apostol san Andrés, con mucha breuedad, y erudicion, dize las palabras siguientes, que quise poner originalmente, porque yo no las supiera dezir tan bien, ni con tanta precision.
La Yglesia Catolica (dize) haze fiesta el dia de oy, al primero y mas anciano discipulo de Christo, y consiguientemente al primer Christiano viejo de nuestra sagrada ley. San Andres, por lo qual la casa de Borgoña, como tan protectora, y professora de la suma pureza, y limipieza de la nobleza Christiana, qual es la del Tusón, hizo su abogado, y padrino, al gloriosissimo Apostol san Andrés, y tomó por diuisa su aspa, y assi vereys, que en los estandartes Reales, de la casa de España, van atrabesadas por insignias las aspas de san Andrés, porque ya la casa de España comprehende en si la casa Real de Borgoña, cuyo es el Tuson y la devocion de San Andres, como del primer Christiano viejo de la Yglesia Catolica, y el poner las Inquisiciones de España las aspas de San Andres en los Sanbenitos de sus penitenciados, procede de lo mismo; porque es vna ironia que les en el rostro, con lo que no tienen, de la manera que llamamos al negro Ioan blanco, y á las muy perdidas llamamos buenas mugeres, y assi como porque San benito nuestro padre, es padre y patron de la nobleza de españa, quanto á las encomiendas, y abitos de Calatraua, Alcantara, Christus, Auis, y Montesa, llamamos por ironia San Benito al saco, con que la Inquisicion almagra, por no nobles, ni limpios, a sus penitenciados; assi por ser San Andrés (como primer Christiano viejo) patron y padre de la principal, y suma pureza Christiana, qual es la del tuson, aplican por ironia á los no limpios, ni sanos, el aspa de San Andres en la Santa Inquisicion.
Estas palabras claramente muestran, que los nombres de nobleza, y honra, son afrentosos, dichos por irrision é ironia, y assi se llaman Sanbenitos los que traen los penitentes, vsandose tambien con ellos la figura, que los poetas llaman Antitesis, quando se entiende lo contrario de lo que se dize. Qualquiera destos modos de dezir passados, satisfaze suficientemente á la pregunta, y este segundo parece mas delgado."
(Tomo II; págs. 337-338)

Sabido es que, durante muchos años, fue la Orden Dominica -domini cannis- la  que estuvo al frente del Santo Oficio en España. Fray Francisco de Posadas nos ilustra con su obra "Vida del Glorioso Padre y Patriarcha Santo Domingo de Guzmán" (En la Imprenta de Pedro Escuder. Barcelona, 1749). El capítulo XIII  trata "De como fundó mi glorioso Padre el Tribunal Santo de la Inquisición". En el artículo  III escribe:

"Corrian los años de 1216 para la Iglesia afligidos por las invasiones de los hereges Albigenses, que tanto afligian los Rebaños catholicos, que por las partes de Tolosa gritaban acosados,  quando la Santidad de Innocencio III despachó una bula á mi Santo Padre, en que lo hacia primer Inquisidor General, poniendo sobre sus hombros, y fiando de su zalo, y de su fé todo el peso, y oficio del Santo Tribunal, como dicen Páramo, Beyerlinck, Castillo, y Sousa. Confirmase la verdad de estos, y otros muchos Autores con lo que dice el Maestro Castillo, que obró mi Santo en el Convento del Prulliano. Hallabase mi amantissimo Padre en aquella Iglesia con un concurso  de gente muy populoso, que seguia sus voces, como si fueran del Cielo, y subiendose al Pulpito hizo notorias las Letras que tenia de su Santidad, para exercitar el oficio santo de Inquisidor, apercibiendoles, que havia de seguir, y defender la causa de la Fé con todas sus fuerzas, y con la autoridad que tenia de la Suprema Cabeza, á quien havia de obedecer, como rendido Catholico. Y que quando estas armas tan espirituales no bastassen, se havia de valer de las temporales de los Principes Catholicos, animandolos á la guerra, hasta que de todo punto fuessen assolados, y destruídos; que lo que es perfectamente bueno, no se contenta hasta que apura lo malo."
(Págs. 78-79)

Más adelante escribe:

"Y por quanto dexamos tocado en este capitulo aquellas dos cruces, que mandó mi Padre poner sobre el pecho á aquel herege penitenciado, quando dió sobre los meritos de su causa la pena en la sentencia; me ha parecido tocar aqui el origen de los sambenitos, que pone el Santo Tribunal á los Reos que castiga, porque es visto de muchos, y sabido de pocos, aunque parezca que nos salimos del camino algo curiosos; que tal vez la curiosidad deleyta, quando sale como propria de la misma materia.
Sambenito no es otra cosa, como dice Páramo en el lib. I. tratado 2. cap. 5. que un saco, que se ponia á los pecadores, en señal de su publica penitencia, como lo hizo Dios con aquellos primeros Padres, quando les puso aquellos sacos de pieles; y como lo hicieron los Ninivitas, publicos penitentes, quando se vistieron de sacos. Llamabase este saco bendito en la primitiva Iglesia, porque se bendecia quando se daba, cuyo nombre, corrompido, corre con el de sambenito, aunque en Italia se llama habitello. Este fue el que puso mi bendito Padre al Herege,, que penitenció, y á todos los demas, como consta del tenor de la sentencia, en que mandó, que se vistiesse de vestido honesto, assi en la forma, como en el color; y venia á ser como escapulario, sin capilla, de color negro, que corresponde á lo que comunmente llamamos capote sin mangas, mandando, que se le pusiessen dos cruces á un lado, y otro del pecho, no atravesadas, como las traen aora, sino rectas, como dexamos dicho
hace mencion de este saco, y cruces, el Concilio Provincial Tarraconense, que se celebró, como dice Páramo, poco tiempo despues de mi Padre bendito, donde hablando de la publica penitencia de los Hereges, dice, que estén los dias de fiesta á las puertas del Templo, y tengan dos cruces en el pecho, que no sean del color del vestido, siguiendo en esto lo que principió mi Santo Padre. Lo mismo se decretó en el Concilio Tolesano, que se celebró por los años de 1229. Despues, siendo Aymerico Inquisidor General del reyno de Aragon, hijo de mi padre Santo Domingo, gran Theologo, y Canonista, mudó las cruces de los sambenitos, ó sacos benditos, poniendolas de rectas, en transversales, como las traen los Penitenciados aora, siendo de color rubio sobre amarillo, en señal de que como Hereges, se torcieron, faltando á la rectitud de los mysterios, que se representan en la cruz; que es bien que la trayga transversal por ignominia, el que la ultraja recta con tan heretical irrision, y ande con la cruz torcida, el que huyó de su camino recto.
Este fue el origen de los sambenitos, de que se valió mi Santo padre, para vestir con ellos á los que imponia publica penitencia, quando celebraba los Autos; y esto es lo que han seguido los Tribunales desde aquellos tiempos, no solo en los sacos benditos con que los vestia, sino en las llamas con que los quemaba; pues como dice Don Joseph del Olmo, Ministro del Santo Oficio, en la Relacion de un Auto, que se celebró en Madrid por los años de 1680, en el primer Auto de Fé, que se celebró en castigo de los Albigenses, huvo trescientos relaxados, (segun la pluma, que menos cuenta) que pertinaces se arrojaron á las llamas del brasero, sin que los refrenasse predicacion milagrosa de mi Santo Padre, é Inquisidor, que los exortaba á penitencia."
(Págs. 80-81)



El erudito riojanoJuan Antonio Llorente(1756-1823) demostró en su monumental obra titulada "Historia Crítica de la Inquisición de España", publicada en Francia entre los años 1817 y 1818, que santo Domingo no fue el primer Inquisidor. Escribe en su tomo primero:

"Los frailes dominicanos y otros escritores que les han seguido sin examen, hicieron creer que el papa dió á santo Domingo de Guzman, año de 1215, despues de acabado el concilio, titulo de inquisidor apostolico general contra los hereges y heregias de todo el mundo, por lo qual defendian que havia sido el primer inquisidor; pero no hay documento que lo acredite, y nada prueba la enunciativa del papa Sisto V, en la bula de canonizacion de san Pedro martir, inquisidor de Verona, pues es posterior á los sucesos cerca de queatro cientos años. El obispo de badajoz, don Angel Manrique, demostró la verdad del asunto, y no merecen aprecio los argumentos contrarios del autor de la Historia de la Inquisicion de Portugal, fray Pedro Monteiro de Lisboa."
(Cap. II; art. III; págs. 1201-121)

El sambenito y voces relacionadas las define asi:

"HÁBITO PENITENCIAL: es el antiguo y verdadero nombre de lo que se llama sambenito. (..)

MANTETA: es un lienzo cuadrilongo, en cuya mitad inferior está la inscripción del nombre, apellido, oficio y delito del condenado por la Inquisición, con espresion del año; y en la superior, pintadas las llamas, ó un aspa del sambenito, según la calidad de la condenación; y se cuelga en la iglesia de que fué feligrés el condenado, para perpetuar su infamia. Alguna vez las mantetas suenan citadas con el nombre de sambenitos, porque antes se colgaban los originales en cuyo lugar fueron sustituidas para los templos.

SAMBENITO: es el escapulario grande de paño vulgar amarillo que se pone á los reos herejes ó sospechosos de herejía con sospecha vehemente, y en algún otro caso particular. (...)

ZAMARRA: es nombre que alguna vez suena dado al escapulario del sambenito."

Mas adelante escribe largo y tendido sobre ello:

"19. Si la sospecha fuese vehementísima ó violenta, se le trataba como á hereje; por lo cual debía llevar á la iglesia el vestido penitencial de paño ordinario de color morado, y encima un escapulario sin capucha con dos cruces de paño amarillo sobre cosidas; cada cruz tres palmos de alta y dos de de ancha; el paño amarillo de los pies, cabeza y brazos de la cruz medio palmo de ancho. Lo mismo era si se trataba de reconciliar un hereje formal."
(Cap. IV; art. II: "Modo de proceder en la Inquisición antigua"; pág. 201)

"Entre las penas debe contarse la de llevar el hábito penitencial, que en España se llamaba sambenito por corrupción de las palabras saco bendito. Su verdadero nombre español era zamarra; pero prevaleció el otro porque desde los Hebreos se llamó saco el vestido de penitencia, como dice la sagrada Escritura tratando del rey Achab y en otras ocasiones. En todos los siglos de la iglesia anteriores al decimotercio se acostumbró bendecir el sacoque habian de usar como vestido aquellos á quienes se imponía penitencia pública, de cuya práctica derivó el renombre de saco bendito. Era una túnica cerrada como las sotanas de los clérigos, y se adoptó en la Inquisición desde sus principios antes que lo mandaran los concilios de Tolosa, Becieres y Tarragona; pues Sto. Domingo de Guzman mand ó a los herejes reconciliados usarlo, como consta de una acta que considero útil traducir aquí, para dar á conocer la práctica de aquel tiempo. Decia así: 
«A todos los fieles cristianos á quienes las presentes letras sean mostradas, fray Domingo, canónigo de Osma, el mínimo de los predicadores, salud en Cristo. Por autoridad del señor Abad del Cister, legado de la silla apostólica, (cuyas veces ejercemos), hemos reconciliado al portador de estas letras Poncio Roher, convertido de la secta de los herejes, por la gracia de Dios; y le hemos mandado en virtud de la promesa jurada que ha hecho de cumplir nuestros preceptos, que en tres dias festivos de domingo sea conducido desnudo por un sacerdote que le irá dando azotes desde la puerta de la villa hasta la de la iglesia. Le imponemos también por penitencia que se abstenga de comer carnes, huevos, queso, y demás manjares derivados de animales para siempre, menos en el dia de Resurrección, el de Pentecostés, y el de Natividad del Señor, en los cuales mandamos que los coma para signo de detestación de su antiguo error. Que haga tres cuaresmas al año, absteniéndose de peces: y para siempre ayune y se abstenga de peces, aceite y vino tres dias en cada semana, escepto si la enfermedad corporal ó los trabajos de la estación exigieren dispensas. Que use vestidos religiosos tanto en cuanto á la forma como en cuanto al color, llevando cosidas dos cruces pequeñas, una en cada lado de su pecho. Que oiga misa todos los dias si tuviere oportunidad, y en los festivos asista en el templo á las vísperas. Que rece todos los dias las horas diurnas y nocturnas, diciendo la oración del Padre nuestro, siete veces en el dia, diez en la noche, y veinte á las doce de la misma noche. Que observe castidad, y muestre esta carta todos los meses un dia por la mañana en la villa de Cereri, á su párroco, al cual mandamos que cele sobre la conducta de Poncio, quien deberá cumplir diligentemente todo lo espresado hasta que el señor legado nos manifieste su voluntad; y si Poncio faltare á su observancia, mandamos que sea tenido por perjuro, hereje y escomulgado, y se le aparte de la compañía de los fieles, etc".
(Cap. IV: art. II; págs. 210-211)

"13. En los primeros años vemos que no se designó color ni figura, pues Sto. Domingo se contentó con que fuera vestido religioso en forma y color: la forma se interpretó luego que debia ser de túnica cerrada como el saco penitencial de los siglos antiguos; pero después se determinó que sobre los vestidos comunes se pareciese á los escapularios de frailes, teniendo su abertura en el centro para entrarlo por la cabeza, pero sin capucha. El color tampoco se designaba en tiempo de santo Domingo, bastando fuese religioso, es decir, honesto ú obscuro; mas luego se declaró que debia ser lívido ó amoratado.
l4. En cuanto á las cruces del vestido penitencial, hubo bastantes vicisitudes. Como la Inquisición comenzó en tiempo de los Albigenses, y estos eran tantos en la Galia narbonense, apenas habia entonces católico allí que no se cruzase para guerrear contra los herejes, ó por lo menos servia á la religión en la hermandad titulada Milicia de Cristo, como familiares de la Inquisición. Habia cató- licos de carácter tan fiero, que mataban al que hallaban casualmente conocido como hereje, aunque no militase contra los católicos, y esto bastó para que casi todos estos se pusieran una cruz al pecho que indicara su catolicismo y librase del peligro de muerte casual. De aquí resultó considerar oportuno Sto. Domingo y los otros inquisidores disponer que los herejes reconciliados llevasen cruz para seguridad de sus personas; pero tampoco querían confundirlos con los católicos puros por no disgustar á estos, y eligieron el estremo de poner al reconciliado dos cruces. Deseaban que fuesen visibles para el objeto indicado, y que el hereje sufriera como parte de penitencia el sonrojo de ser conocido y notado, con cuya idea el Concilio de Tolosa mandó , año 1229, que las dos cruces fueran de color distinto del que tuviera el Testido esterior: el Concilio de Becieres de 1233 ordenó que precisamente fueran de color amarillo.
En cuanto al sitio de llevarlas, observamos que Sto. Domingo señaló las dos tetillas del pecho, y lo mismo el Concilio de Tolosa; pero luego el de Becieres, tal vez fundado en las resultas de algunos casos particulares (como es regular), quiso asegurar mas la publicidad del distintivo, y se esplicó en estos términos:
15. «Los herejes convertidos lleven en su vestido esterior para detestación de su error antiguo, dos cruces de color amarillo, dos palmos y medio de largas, y dos palmos de anchas, en pieza de tela de tres dedos de ancha, la una cruz en el pecho y la otra en las espaldas. El vestido en que han de llevar las cruces amarillas debe ser de color distinto del de ellas, y no podrán llevar en casa ni fuera otro vestido encima que las cubra. Si fueren condenados á ponerse vestido con cobertura, lleven una tercera cruz amarilla del tamaño correspondiente, en la capucha si es hombre, ó en el velo si muger. Si hubieren apostatado ó inducido á otros á apostatar, lleven la parte superior de las dos cruces del pecho y las espaldas un brazo transversal de un palmo poco mas ó menos. Si hubieren de navegar, lleven las cruces hasta que aporten al otro lado del mar, y no sean obligados ú usarlas hasta que vuelvan á embarcarse para su regreso, en cuyo caso se las pondrán otra vez y las llevarán de continuo en el mar y en las islas.
16. El Concilio de Tarragona del año 1242 se acomodó mejor al de Tolosa que al de Becieres: habló solo de dos cruces y señaló por sitio de ambas el pecho; sin mencionar la espalda; los inquisidores españoles de Cataluña prefirieron luego la disposición del Concilio de Becieres, la cual regia en el siglo decimocuarto, según dejó escrito Eimeric, y por aquellos mismos tiempos se introdujo el estilo de poner las cruces de pecho y espalda en forma de aspa, como las hemos visto usar en la Inquisición moderna".
(Cap. IV; art. III; págs. 214-217)

Sobre las mantetas dice:

"10. Las espadas con que se hizo el asesinato del inquisidor Arbues fueron colgadas en el templo de la Sede de Zaragoza, donde permanecieron por mucho tiempo, asi como las inscripciones de todas las personas quemadas y penitenciadas. Estas inscripciones solian ser puestas con letras muy grandes, en lienzo, teniendo encima pintadas las llamas, que indicaban haber sido condenado al fuego el sugeto de quien se trataba; ó una cruz de S. Andrés en figura de aspa con color de fuego, que demostraba haber sido penitenciada la persona. Las mismas inscripciones solian ser designadas vulgarmente con el nombre de mantetasó sambenitos. Algún tiempo después se quitaron de la iglesia las inscripciones de ciertos caballeros ilustres de Zaragoza , en virtud de bulas pontificias, cuyo cumplimiento permitió por gracia especial el rey Fernando V ; y los inquisidores lo llevaron á mal , tanto que conmoviendo los ánimos de algunos cristianos viejos de la ínfima plebe, ocasionaron alboroto popular que casi llegó á motin general, diciendo ser esto contra la pureza de la religión católica. Tanta es la fuerza del fanatismo, cuando se le fomenta por personas de alto carácter, interesadas en ofuscar la verdad y pervertir las ideas.
11. Las demás mantetas fueron elevadas á mayor altura para quitar la diversión de los jóvenes indiscretos, que leyéndolas, publicaban especies contrarias al decoro de las familias; no porque hubiese causa justa para ello, sino porque las preocupaciones vulgares producían efectos perniciosísimos; ya suponiendo pertenecer las inscripciones á familias distintas que usaban los apellidos de personas quemadas ó penitenciadas; ya recordando respecto de las verdaderas las noticias olvidadas y dignas de olvidarse."
(Cap. VI; art. V; págs. 308-309)

Francisco de Goya: "Juan Antonio Llorente" (1810-1812)

Miguel de Cervantes también puso esta voz en la segunda parte de su obra "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". El capítulo VI, titulado "De lo que le pasó a don Quijote con su sobrina y con su ama, y es uno de los importantes capítulos de toda la historia", comienza de este modo:

"En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote, que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse la vez tercera, y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante caballería: procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal pensamiento; pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama: 
-En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano y se está quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, a quien yo llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita a Dios y al rey, que pongan remedio en ello. 
A lo que respondió don Quijote: 
-Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de responder Su Majestad tampoco; y sólo sé que si yo fuera rey, me excusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan; que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros muchos, es el estar obligado a escuchar a todos y a responder a todos, y así no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre. 
A lo que dijo el ama: 
-Díganos, señor; en la corte de Su Majestad ¿no hay caballeros? 
-Sí -respondió don Quijote-, y muchos; y es razón que los haya para adorno de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real. 
-Pues ¿no sería vuesa merced -replicó ella- uno de los que a pie quedo sirviesen a su rey y señor, estándose en la corte? 
-Mira, amiga -respondió don Quijote-, no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes: de todos ha de haber en el mundo; y aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies; y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, .sin mirar en niñerías ni en las leyes de los desafíos; si lleva, o no lleva, más corta la lanza, o la espada; si trae sobre sí reliquias, o algún engaño encubierto; si se ha de partir y hacer tajadas el sol, o no, con otras ceremonias deste jaez, que se usan en los desafíos particulares de persona a persona, que tú no sabes y yo sí. Y has de saber más: que el buen caballero andante, aunque vea diez gigantes que con las cabezas no sólo tocan, sino pasan las nubes, y que a cada uno le sirven de piernas dos grandísimas torres, y que los brazos semejan árboles de gruesos y poderosos navíos, y cada ojo como una gran rueda de molino y más ardiendo que un horno de vidrio, no le han de espantar en manera alguna; antes con gentil continente y con intrépido corazón los ha de acometer y embestir, y, si fuere posible, vencerlos y desbaratarlos en un pequeño instante, aunque viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado; que dicen que son más duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de acero, como yo las he visto más de dos veces. Todo esto he dicho, ama mía, porque veas la diferencia que hay de unos caballeros a otros; y sería razón que no hubiese príncipe que no estimase en más esta segunda, o, por mejor decir, primera especie de caballeros andantes, que, según leemos en sus historias, tal ha habido entre ellos, que ha sido la salud no sólo de un reino, sino de muchos. 
-¡Ah, señor mío! -dijo a esta sazón la sobrina-. Advierta vuestra merced que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un sambenito o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora de las buenas costumbres."
(Págs. 666-668)

De Luis de Góngora es esta conocida letrilla:


Da bienes Fortuna 
que no están escritos: 

cuando pitos flautas, 

cuando flautas pitos. 


¡Cuán diversas sendas 

Se suelen seguir 
En el repartir 
Honras y haciendas! 
A unos da encomiendas, 
A otros sambenitos. 
Cuando pitos flautas, 
cuando flautas pitos. 



A veces despoja 

De choza y apero 
Al mayor cabrero, 
Y a quien se le antoja; 
La cabra más coja 
Pare dos cabritos. 
Cuando pitos flautas, 
cuando flautas pitos. 



Porque en una aldea 

Un pobre mancebo 
Hurtó sólo un huevo, 
Al sol bambolea, 
Y otro se pasea 
Con cien mil delitos. 
Cuando pitos flautas, 
cuando flautas pitos. 

Tirso de Molina puso esta voz en su comedia "Santo y sastre":

DOROTEA
[Aparte.] Mas ¿si hubiese un sastre 
santo y fuese este? Comenzad 
a ajustarme la medida, 
y advertid que guarnecida
la ropa con variedad  
curiosa, a vuestra elección 
han de ser los pasamanos.

HOMO
¡Ah señora, y qué de vanos
 trajes usa la ambición! 
Si yo los he de escoger, 
pasamanos la prometo 
que causen gusto al discreto, 
y hermosura a la mujer, 
por lo vistoso y lo vario 
en la invención y colores; 
los pasamanos mejores 
son en ellas el rosario; 
que si las manos le pasan, 
de pasamanos podrán 
servir al alma, pues dan 
pasaporte al cielo, y tasan 
con discreción y medida 
nuestras acciones violentas, 
tomando cuenta sus cuentas 
a los gastos desta vida.

DOROTEA
No es cara predicadora 
la vuestra, porque es muy buena, 
ni en la facultad ajena 
ocupéis la vuestra agora. 
A andar curiosa me inclino 
y en breve casarme espero; 
sastre hipócrita yo os quiero, 
sastre humano y no divino. 
Tomad la medida ya y sacareos el tabí  
que cortéis.

HOMO
¡Qué frenesí 
vestiros de eso será! 
Vuestro honor ponéis en duda; 
que galas son incentivos 
del pecado. Advertid vivos 
ejemplos: Eva desnuda 
andaba cuando era santa, 
y vistiose pecadora. 
La culpa fue la inventora
de gala y soberbia tanta; 
cortó ropas el delito, 
¿y dél queréis componeros? 
A nuestros padres primeros 
se las dio por sambenito 
Dios, que sus culpas señala 
en el hombre y la mujer; 
¿pues no es vanidad hacer 
vos del sambenito gala?
(Acto Primero)

Del presbítero José Iglesias de la Casa es esta "Oda", incluía en el segundo tomo de sus  "Poesías", publicado póstumamente:

Un manso de los que hacen 
Gala del Sambenito, 
Contando las sus cuitas, 
A su muger la dijo: 
Dícenme las mozuelas 
¡Que lindo estás! ¡qué lindo! 
Cornelio; y para verlo 
Toma el espejo limpio. 
Verás entre tus sienes 
Cual adornan tus rizos
Las ramas de los ciervos, 
Del caracol los signos. 
Yo respondo: muchachas, 
Cierto será, y prescindo 
De si otros me los plantan, 
De si ellos me han nacido. 
Lo bien que como y bebo 
Solo podré deciros, 
Y que esa sobra, ó falta, 
Jamás yo la he sentido. 
Oyérale su esposa, Y respondióle: 
¡ay hijo! ¡Qué envidia que te tienen, 
Viendo como te cuido!

Estos versos dedicó José Zorrilla a una estatua de Cervantes:

Tu nombre tiene el pedestal escrito, 
En extrangero idioma por fortuna; 
Tal vez será tu nombre un Sambenito 
Que vierta infamia en tu española cuna.— 
¡Hora te trajo á luz desventurada! 
¿Español eres ?... lo tendrán á mengua, 
Cuando á tu espalda yace arrinconada 
Tu cifra en signos de. tu propia lengua.= 
¡Serás acaso un busto aparecido 
Entre las ruinas de la antigua Roma, 
Recuerdo que los tiempos han roído 
Que algún rico libró de la carcoma! 
Maldita es tu misión sobre la tierra, 
Los que mueren sus males acabaron, 
Todos sus restos su sepulcro encierra.
Los tuyos del sepulcro los robaron.—

Ventura Ruiz Aguilera escribió un romance dedicado a fray Luis de León, que se incluyó en un tomo de sus obras completas, titulado "Ecos Nacionales y Cantares" (6ª ed. Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo. Madrid, 1873?)  Estos son algunos de sus versos:

¡Aprisa, aprisa, verdugos; 
aprisa, canalla infame; 
ciegos y airados ministros 
de ese Tribunal salvaje, 
que, usurpando á Dios su nombre, 
alza al fanatismo altares, 
y es vergüenza de mi patria 
y horror al siglo mas grande! 
Preparad para las víctimas 
garfios, potros y dogales, 
calabozos bajo tierra, 
quemaderos en las calles. 
No haya frente sin coroza, 
sambenito que no cuadre
 á la Cándida doncella, 
al anciano vacilante, 
á los niños y á los mozos, 
al mendigo y al magnate. 
Y el rojo vapor siniestro 
de los inflamados haces, 
ilumine el cuadro horrible 
de esos festines de sangre.

Francisco de Goya: "Capricho 23" (1797-1798)

Doña Emilia Pardo-Bazán puso esta voz en algunos de sus escritos; por ejemplo, en el cuento titulado "Así y todo". Comienza de esta manera:

"La sanción penal para la mujer- dijo en voz incisiva Carmona, aficionado á referir casos de esos que dan escalofríos-es no encontrar hombre dispuesto á ofrecerla mano de esposo. Una imperceptible sombra, un pecadillo de coquetcría ó de ligereza, cualquier genialidad, la más leve impremeditación, bastan para cmpañar el buen nombre de una doncella, que podrá ser honestísima, pero que, cargada con el sambenito, ya se queda soltera hasta la consumación de los siglos, sin remedio humano. Sucediendo así, ¿cómo se explica que infinitas mujeres notoriamente infames, y con razón difamadas, si cien veces enviudan, otras ciento hallan quien las lleve al altar?"
("Cuentos de amor"; pág. 105)

En "La madrina" cuenta doña Emilia la historia de don Beltrán, un segundón que nació tan maltrecho que sus padres, pensando en que pronto moriría, no buscaron madrina y aceptaron a una señora que se encontraron en la calle cuando iban camino de la iglesia para bautizar a la criatura.  El niño no murió; muy al contrario; se salvó de todos los peligrosos trances en que se vio involucrado y los lugareños, con el paso del tiempo, lo tomaron como un síntoma de brujería. La santa inquisición lo prende  y lo encarcela. En la celda, prisionero, llama a su "madrina":

"— ¡Señora Muerte! ¡Madrina mía ¡Acúdeme! 
Esparcióse por el encierro cárdena claridad, y don Beltrán vió delante á una mujer extraña, medio moza y medio vieja, por un lado engalanada, por otro desnuda. Su cara se parecía á la de don Beltrán—como que era él mismo, «su muerte propia»—; y don Beltrán recordó el dicho de cierto ilustre caballero del hábito de Santiago. «La muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos vuestra muerte: tiene la cara de cada uno de vosotros, y todos sois muertes de vosotros mismos». 
—¿Qué se te ofrece, ahijado?—preguntó solícita ella. 
—-¡Salir de esta cárcel!—suplicó don Beltrán.
—No alcanza mi poder á eso. Te he servido bien: me he desviado de ti veinte veces, te he quitado de delante estorbos, y te he mullido el camino con tierra de cementerio. Pero mi acción tiene límites, y el amor y el odio son más fuertes que yo. Habrás cárcel por muchos años: los deudos de tu rival han resuelto que te pudras en ella.
Mesándose el cabello don Beltrán, insistió con ardor:
—¿No hay ningún recurso, madrina? Por ahí fuera hace sol, la gente se pasea, brillan los ojos, resuenan músicas festivas, requiebran los galanes, se cruzan estocadas... ¡Y yo aquí, sepultado en una fosa, expuesto á que me saquen con coraza y sambenito! Madrina, tú eres omnipotente, temida y respetada... ¡He sentido tantas veces tu protección terrible! ¿No acertarás á salvarme ahora?"
("Cuentos trágicos"; págs. 143-144)

Don Benito Pérez Galdós puso esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en su novela "Miau". ¡Ay, el pobre Villaamil!:

"Salía encorvado, como si no pudiera soportar el peso de la cabeza. Todos le tenían lástima; pero el despiadado Guillén siempre inventaba algún sambenito que colgarle á la espalda después que se iba.
-Aquí he copiado los cuatro puntos conforme los decía: señores, oro molido. Vengan acá. ¡Qué risa, Dios! Vean, vean los cuatro títulos, escritos uno bajo el otro.
Moralidad
Income tax.
Aduanas.
Unificación de la deuda.
Juntadas las cuatro iniciales, resulta la palabra MIAU".
Una explosión de carcajadas retumbó en la oficina, poniéndola tan alegre como si fuera un teatro".
(Cap. XXII; págs. 218-219)

En el Episodio Nacional titulado "La Corte de Carlos IV" escribe:

"Tal fue el estreno de El sí de las niñas. Aunque la primera tarde fuimos derrotados, aún había esperanzas de hundir la obra en la segunda ó tercera representación. Se sabia que el ministro Caballero la desaprobaba, jurando castigar á su autor, y esto daba esperanza al partido de los silbantes, que ya veian á Moratin en poder del Santo Oficio, con coraza de sapos, sambenito y soga al cuello. Pero la segunda tarde vinieron de un golpe á tierra las ilusiones de los más ardientes anti-moratinistas, porque la presencia del Príncipe de la Paz impuso silencio á las chicharras, y nadie osó formular demostraciones de desagrado. Desde entonces el autor de El sí,á quien se dijo que la conspiración había sido fraguada en el cuarto de mi ama, interrumpió la tibia amistad que con ésta le unía. La Gonzalez pagó este desvío con un cordial aborrecimiento".
(Cap. II; pág. 31)

A José Gutierrez Solana se le conoce más por su obra pictórica que por la literaria; tiene, sin embargo, textos de gran interés como, por ejemplo, "La España negra". En uno de sus capítulos, titulado "Valladolid" describe la Procesión de la Cruz Verde. Dice:

"Luego venían los reos con sus sambenitos, todos con corazas y capotillos de llamas, en largas hileras, atados de una larga soga por el cuello. Estos pobres locos tenían un horrible color en sus caras, con los ojos turbados y casi brotando llamas; parecían poseídos del demonio. Otros caminaban con tanta humildad, sin darse la menor cuenta de adónde les llevaban. Estos dementes parecía que estaban presenciando una fiesta muy divertida; algunos llevaban una mordaza en la boca y les acompañaban al quemadero los frailes, amonestándoles y predicándoles. Era el brasero de sesenta pies en cuadro y de siete pies en alto; se subía a él por una escalera, con tal capacidad que a convenientes distancias se pudiesen fijar los palos y al mismo tiempo sin estorbos ejecutar la justicia quedando un lugar para que los religiosos pudieran asistir espiritualmente a los reos sin embarazo. Les ponían desnudos y atados a los palos, encendían los haces de leña y empezaban a quemarse por los pies..
Al día siguiente, 21 de mayo de 1559, día de la Santísima Trinidad, aparecieron en el Campo Grande trescientos tabladillos con sus argollas para los que en aquel día habían de morir agarrotados y quemados en la hoguera".
("Obra literaria". Tomo II; pág. 75)

Camilo José Cela publicó el 7 de abril de 1984, en el diario El País, un artículo titulado "Quizá demasiado fácil". Comienza de este modo:

"Estados Unidos de Norteamérica, que es país heredero, a partes iguales, del puritanismo religioso y la epistemología empirista, resuelve sus problemas políticos matando al responsable, si triunfan las tesis modernas, o curándose en salud y eliminando de entrada al candidato, si es que se imponen las corrientes radicales. Aquí en España, con el ánimo perturbado por las posturas preconciliares tridentinas y la metafísica tomista, solemos tirar por caminos menos explícitos y más complejos y enrevesados y arbitramos acudir a mecanismos que recuerdan, en sus numerosas bifurcaciones y un tanto arriscadas salidas, al encaje de bolillos y el billar a tres bandas, entre otras sorpresas del equilibrio. La ley electoral de D'Hondt ha venido a rematar la jugada, ya que mediante el voto de castigo se pueden conseguir maravillosas combinaciones y carambolas. Entre nosotros -y dado que no todo el mundo es experto en artes estadísticas y teoría de los juegos- tampoco resulta rara la vuelta a más tradicionales formas de vejación: el sambenito, quizá la más popular de todas las posibles.Colgar el sambenito a un político, o a un obispo, o a un concejal, es deporte que entraña poco riesgo y ninguna aventura y que, como contrapartida, encierra muy grandes posibilidades de éxito. Si el ingenio para sambenitar funciona con una mínima gracia y aun tan sólo lo suficiente, el eco público está asegurado, ya que en un país como el nuestro en el que la envidia es el orgullo nacional -la lepra nacional, decía Unamuno-, los sambenitos ejercen de martillo de notoriedades e hirsuta máscara de las bienaventuranzas que premian la humildad". 

En el prólogo de "Cachondeos, escarceos y otros meneos" escribe:

" Yo he procurado escribir como se habla aunque, claro, no sé hasta que punto lo habré conseguido. A mí me cuelgan el sambenito de los tacos, pero injustamente. Por ejemplo, en la conversación no suelo decir tacos, y en todo caso creo que estoy por debajo de la media española, soy uno de los españoles menos mal hablados que hay. Sin embargo, en algunos libros, si creo que el personaje lo requiere tengo que hacérselos decir, claro, naturalmente. Porque los tacos tienen que estar en su sitio. Bueno, pues la gente se rasga las vestiduras. Ya se sabe, la farsa. Lo que es evidente es que esos que se escandalizan de ciertas palabras, usan esas mismas palabras en el casino. El español, con frecuencia, tiene una lengua para la familia y otra para el casino, y esto es una farsa, sí, la hipocresía en el uso del lenguaje."
(Pág. 7)

En la película "Cervantes", de Alfonso Ungría, vemos un Auto de Fe:


SÁMAGO

$
0
0

Sámago es una nueva voz que lanzo a vuelo libre como si fuera una paloma mensajera. Ahora la tengo en mis manos y noto el calor de su cuerpo, su corazón que palpita y el leve arrullo que sale por su pico. Hasta que le ponga la anilla de Palabraria, permanecerá a mi lado pero, después, no sabe uno hacia qué latitudes volará, cuanto durará su aventura viajera, qué zaquizamí, o qué casa, o qué mansión internauta la acogerá. Si aplicamos a cada visita un metro de distancia, podríamos decir que voy soltando cada voz cuando la anterior ha alcanzado los cien o los ciento cincuenta metros. En estos nueve años soltando voces por esta ventana bloguera la que mas distancia ha alcanzado, según las últimas estadísticas, ha sido la expresión "al tresbolillo", que lleva recorridos 15.646 metros, y quienes más han acogido a las palomas de este palomar han sido los norteamericanos -701.232-, seguidos de los españoles -373.891-. Lo siento, señor Trump.

Sámago es voz que no recogen ni Covarrubias ni Autoridades. En Academia aparece a partir de la edición de 1884, con este significado:

"SÁMAGO. m. Parte inútil, por lo defectuosa, que suelen tener algunas piezas de madera de construcción".

Se mantiene en ediciones siguientes hasta la de 1925, en la que dicen:

"SÁMAGO. m. Albura o parte más blanda de las maderas, que no es conveniente para la construcción".

En la edición de 1970 añaden una nueva acepción, que desaparece en la de 1992 y 2014, últimas consultadas:

"SÁMAGO. m. Albura o parte blanda de las maderas, que no es conveniente para la construcción. // 2. Interior del cuerpo de los animales".

El Rodríguez Navas nos ofrece esta definición de la voz sámago:

"SÁMAGO. m. Trozos o pedazos de madera propios para fabricar bastones.- Voz ibér.; sign., palo".

La Enciclopedia Espasa-Calpe nos ilustra un poco más sobre esta voz:

"SÁMAGO. m. Albura ó parte más blanda de las maderas que no es conveniente para la construcción.

SÁMAGO. Selv. Se llama así en los arsenales al conjunto de capas leñosas más blandas y alterables de las maderas, que forman la albura. Distínguese por contener más materias azoadas y menos materia incrustante que la del duramen. (...) Se ha llamado también con este nombre a la parte de las maderas atacadas por los líquenes, que más bien se conoce con el nombre de empeine, Parece, sin embargo, más propia la primera definición, que atiende al resultado ó efecto, que la segunda, que puede ser una causa cualquiera de la alteración del tejido leñoso".

El María Moliner nos da la etimología:

"SÁMAGO. (De ámago, con una -s inicial por confusión en los ámagos) m. Parte más blanda de las maderas, que no es buena para la construcción".

Autoridades recoge la voz ámago y la define así:

"ÁMAGO. El sabor desapacible de la miel por haber sido labrada despues de alguna niebla, que inficionó las flores de que sacan la miel las abejas, ó por haber en la colmena tiña, ó calcañuelo. Llámase tambien así el material de que se hace la miel, que tiene este vicio. (...)".

El Esteban Terreros es más preciso:

"ÁMAGO, llaman a unos granitos amarillos, que caen de los estambres de las flores á su fondo, y se hallan en los panales de las abejas en celditas diferentes de las de la miel; son mui amargos, y cuando se destila la miel, participa de amargor si pasa por las celdas de los polvos. Con estos polvos, que son de los que se forma la cera, ó por mejor decir, son la cera misma, se fecundan las flores; pero en este caso se llaman Polvos seminales, y ámago solo en las colmenas. (...)"

En la edición 23ª. última consultada, definen así esta voz:

"ÁMAGO.
TB. hámago.
De or. inc.; cf. lat. amididum por amylum, ´almidón´.
1. m. p. us. Sustancia correosa y amarilla de sabor amargo que labran las abejas.
2. m. p. us. Fastidio, náusea".

 Ni Pedro Felipe Monlau, ni Roque Barcia, ni Eduardo de Echegaray recogen la etimología de la voz sámago en sus respectivos diccionarios. Anibal Otero Álvarez cita a  Vicente García de Diego y su "Diccionario Etimológico Español e Hispánico"en su obra "Contribución al Diccionario Gallego" (Editorial Galaxia, 1967). Allí leemos:

"Es posible que, como hace presumir su forma, la etimología de olmo sea ulmus, ya que su significado de ´blando´puede relacionarse con el gallego-castellano sámago,´parte más blanda de la madera´y el port. ámago´a medulla das plantas´. G. de Diego. DEEH, refiere sámago al latín summicus > summus; pero esta forma debe incluirse en una familia de palabras cuya cuya explicación hay que buscar en álamo, que es ´palo´y es ´blanco´. (...)"

Luis Pensado, por su parte, recoge la vozámago en sus "Opúsculos lingüisticos gallegos del siglo XVIII". Se encuentra en la obra de Juan Sobreira titulada "Ensayo para la Historia general botánica de Galicia, que deberá comprenderse en el Diccionario ó Glosario general de la lengua gallega" (1794):

"ÁMAGO. s. m. de Celanova = Sámago = Sámo = La madera más blanda del palo o árbol entre la saba (entrecorteza de los árboles) y el cerne".

En el "Diccionario Digital" de la Real Academia Galega definen así esta voz:

"substantivo masculino1 Parte branda e esponxosa que teñen algunhas plantas no interior do talo.O ámago do bieiteiro e do sanguiño. SINÓNIMOS arromedula CONFRONTAR sabugo2 Parte máis branda e clara do tronco dunha árbore, comprendida entre a casca e a cerna.Nada máis querían a cerna e non aproveitaron o ámago.3 Parte interior do corno ou dos pezuños dun animal.Cando lles cortan os cornos ás vacas, véselles o ámago. SINÓNIMO sabugo4figurado O máis interior, o máis íntimo.O ámago do subconsciente. O ámago de cada palabra".
También recoge la voz sámago:
"substantivo masculino1 Parte máis branda e clara do tronco dunha árbore, comprendida entre a casca e a cerna.O sámago enseguida podrece coa auga, pero a cerna dura anos. SINÓNIMOS ámagomagolomoguelo2 Parte interna do corno e dos pezuños dun animal.O cuxo tiña unha ferida no sámago do pé. SINÓNIMOS ámagomagolomoguelosabugo3 Parte carnosa e delicada que está debaixo das uñas das persoas e dalgúns animais.Cravou unha estela no sámago. SINÓNIMO sabugo".

Hay que entender, por lo tanto, que el María Moliner deriva sámago delámago portugués o gallego y no del español.

Del ingeniero de montes don José Jordana y Morera es la obra titulada "Algunas voces forestales y otras que guardan relación con las mismas"(Imprenta de Ricardo Rojas. Madrid, 1900)., en la que aparece esta voz:

"SÁMAGO. "En el Diccionario de la Academia de la Lengua, dice López Martínez (Dic. enciclop. de Agric. t. VIII, p. 59), se define esta palabra diciendo que sámago es la parte inútil, por lo defectuosa, que suelen tener algunas piezas de madera de construcción. En nuestros arsenales llaman sámago al conjunto de las capas leñosas más blandas y alterables de las maderas que forman la albura. Distinguense por contener más substancias azoadas y menos materia incrustante que las del duramen". Esta es la verdadera significación de la palabra. Gómez Ortega, no obstante, parece que da también el nombre de sámago, que hace sinónimo de empeine, a la parte de los troncos o de las piezas de madera atacada por los líquenes, puesto que en su Physica de los árb. se lee esto (p. 181): "Señale con ocra preparada al olio el tronco y ramas de algunos ciruelos nuevos cubiertos de empeines y de musgo." Hay en esto algún error de concepto seguramente porque el sámago es resultado o efecto de enfermedad, y la indicación de Gómez Ortega expresa, a lo sumo, tan sólo un motivo o causa material".


El Manuel Seco define sámago como "albura de la madera" y cita un párrafo de la novela de Camilo José Cela titulada "Oficio de tinieblas 5". La mónada completa es ésta:

"453  entonces las quiebras eran todavía individuales y a los bufones tras adornarles el falo con una escarapela multicolor y tres campanillas los bañaban en agua de ángel con las niñeras y con los niños una vez a la semana el viernes a cambio de la sonrisa de venus para que fecundasen a las niñeras desnutridas con la oruga del piral de la vid y hurgasen a los niños anémicos con la pluma de pavo real detrás de la oreja y en la nuca lo mismo que a las mariposillas del sámago"
(Pág. 69)

Para comprender mejor la última frase de Cela nos vamos a la obra de M. M. Mazaudier y Lombard titulada "Curso Completo y Tratado Práctico de Arquitectura Naval..." (Imprenta y Librería de Ricardo Pita. Ferrol, 1853), escrita en francés y vertida al castellano por el ingeniero de la armada D. José Barrera y Ariño. En ella hay un capítulo dedicado a la "Picadura". Dice en él:

"Se llaman picaduras unos ahujeros casi imperceptibles debidos á la baba de un pequeño insecto alado llamado serricornio. Este insecto deposita sus huevos dentro de las grietas y hendiduras del roble y llega al corazón de la pieza, por ser la parte mas humeda y tierna, alimentándose de ella y haciendo estragos hasta la época de su transformacion, en que sale á la superficie de la madera á causa de ponerse en fermentacion sus emanaciones fétidas.
La griseta que resulta hace progresos tan rápidos, que el jermen se esparce en todo el interior de la pieza y sobre todo en el centro donde los gusanos forman su morada.
Si se asierra en tablones una pieza picada, bien sea que contenga todavía las babas, ó despues de la transformacion de aquellas, toda vez que la griseta haya hecho muchos progresos, la disecacion hace abortar la griseta y mata las babas. En esta caso la picadura se nombra muerta y la griseta viva se reduce al estado de muerta; en el cual puede aun la madera hacer buen servicio.
la picadura es tanto más perjudicial cuanto que una pieza puede estar picada, sin que su superficie (labrada á la azuela y con el acha) presente el menor indicio, y aun despues de su transformacion los ahuejeros de que está cubierta esteriormente son generalmente tan pequeños que es preciso mirarlos de muy cerca para apercibirlos. Así pues, para conocer si la picadura está muerta ó viva es preciso no solo examinar la superficie de la pieza, sino hacer entalladuras bastantes profundas y casi siempre se encontrará una madera gris, humeda, y cuyo color es muy áccido. Se encuentran algunas veces piezas en bruto en las cuales la picadura está muerta, pero estos casos son muy raros.
El sámago que queda en los ángulos de las piezas cuadradas, aunnque estas no debian contenerlo, es atacado prontamente por el chiron; pero esta nueva clase de picadura que jamas penetra á mas de 8 á 10 milímetros de la superficie de la madera, no es peligrosa y los ahugeros desaparecen limpiando la pieza de todo el sámago que en ella haya quedado".
(Págs. 204-205)

Esta voz la recoge el abate François Rozier en el volumen primero de su "Nuevo Diccionario de Agricultura". Le dedica cinco páginas. Entre otras cosas, dice:

ALBURA, SÁMAGO. En casi todos los árboles cortados horizontalmente se observa una zona ó faja, más ó menos gruesa, ó más ó menos dura, colocada inmediatamente debajo de la corteza, y que va á terminarse hácia el corazon de la madera, adquiriendo progresivamente más dureza. Esto es lo se llama ALBURA y en algunas provincias SÁMAGO, es decir, el círculo que cubre la madera; pero que se diferencia de ella, como vamos á verlo en su color, su peso y su densidad.
Maphigi cree que el nombre de albura le viene de su color blanquecino; y en efecto la albura de casi todos los árboles es blanca, y este color la hace distinguirse del resto de la madera, la cual es un poco más oscura, ó de color diferente, segun se puede ver examinando los troncos de olmo, de encina, de abeto, de ébano, de pasionaria, etc. Este color le es tan propio, que hasta los árboles cuyo corazón es de un color muy oscuro, tienen sin embargo la albura blanca; y el ébano mismo cuya madera es de un verde sombrío, tiene la albura tan blanca como la del tilo. Esta blancura es tan común que ha hecho creer á muchos autores que había árboles como el álamo blanco, el tilo, el álamo temblón, el aliso, el abedul que no tenía albura; pero si hubieran examinado atentamente estas maderas, hubieran notado una faja mucho más blanca que rodea el corazón de los árboles naturalmente blancos; y la dureza y peso de esta faja, menores que las del corazón, les hubieran acabado de convencer de que la naturaleza sigue en el endurecimiento de estos árboles las mismas reglas que en los otros.
La albura no se diferencia esencialmente entre ellos, pues que siempre está compuesta de vasos linfáticos ó fibras leñosas del tejido celular, que partiendo de la médula vienen á perderse en la corteza siguiendo una marcha horizontal de vasos propios llenos de un líquido particular, de utrículos donde este líquido se elabora, y en fin de traqueas, por medio de las cuales circula el aire en todo el interior de la madera. Todas las partes colocadas por capas concéntricas, ó fajas alrededor del corazón de la madera, están destinadas á convertirse en madera dura, compacta y sólida, á medida que la desecación de la savia y el tiempo les van dando mayor densidad.
El fin que se propone la naturaleza al formar la albura, es hacerla pasar insensiblemente al estado de madera; y esta fin se va cumpliendo incesantemente cada día, cada instante, y á cada subida y descenso de la savia. Cada primavera crea una nueva capa sólida, al paso que entre la corteza y la madera se forma otra nueva capa de albura; pero el hombre industrioso, viendo que su vida es muy corta para esperar á la naturaleza y seguir su marcha insensible, ha tentado acelerar su obra de convertir la albura en madera sólida. Sus ensayos han tenido el éxito más feliz; pues ha llegado á hacer en dos ó tres años tanto como la naturaleza en el curso de un siglo".

Don Casimiro de Bona y García de Tejada escribió una "Memoria sobre la explotación de los robles por la Marina en la provincia de Santander" (Imprenta de la Gaceta de los Caminos de Hierro. Madrid, 1881), en la que reconoce esta voz como parte de la terminología naval":

"Hemos dicho que la sávia elaborada, esto es, la sávia después del acto respiratorio, desciende por la corteza, y entre la capa leñosa y la cortical, formando lo que se llama cámbium, y que este cámbium da origen á la formación de otras dos nuevas capas, una leñosa ó de madera, y otra cortical. Como se ve en la fig . 6, lám. 1ª,  la capa leñosa, formada el primer año y compuesta, como ya sabemos, de las fibras leñosas f  y de los vasos punteados v, queda cubierta al siguiente año por otra capa más exterior, formada también por fibras leñosas f y por vasos punteadosv. En la corteza, entre la capa de fibras corticales c, que se formó el primer año, y la madera, se interpone otra capa de fibras c, separada de la primera por otra estrecha de tejido celular. Tenemos, pues, que la capa más jóven en la madera, es la más exterior, y la más jóven en la corteza, la más interior. Entre estas dos nuevas capas, se interpondrá en el tercer año de vida del árbol, el cámbium, que dará origen á otras dos capas, una leñosa ó de madera, que será la más exterior, y la otra cortical por la parte interior de la del segundo año. En cada año, además de la formación de la nueva capa, las materias nutritivas van desarrollando los órganos elementales de las capas formadas en los anteriores; de suerte que, mientras el árbol no llega al período de decrepitud, las capas leñosas más densas y más duras son las más inmediatas al corazón. Cada capa leñosa necesita, para tomar el aspecto y la consistencia del durámen ó de la madera útil para la construcción, un cierto número de años; de lo cual resulta, que cierto número de las capas leñosas más exteriores, ofrecen un color diferente y son mucho más blandas y alterables que las otras, ó lo que es lo mismo, contienen más sustancias azoadas y ménos materia incrustante que las de la buena madera. Llámase á esta parte de capas blandas, albura (alburnum), y es conocida en nuestros arsenales con el nombre de Sámago.
Del crecimiento del árbol por capas exteriores de madera, y por capas interiores de corteza, resulta que cada año, en las capas de madera, los órganos elementales que, aunque no aumentan en número, aumentan de volumen y de rigidez, estarán más comprimidos; y de esta compresión resultará la de unas capas con otras, y la de la médula y la corteza por las capas más inmediatas á ellas. En la médula, esta presión está al principio contrarrestada por el esfuerzo debido al aumento de volúmen y de número de las células que la forman, aumento que se produce durante los primeros años de vida del árbol; pero, pasados estos primeros años, llega el momento en que el equilibrio entre la presión ejercida por la médula, debida á su crecimiento, y la que la madera ejerce sobre ella, se equilibran, y desde entonces la médula deja de crecer, conservando el mismo volúmen durante la vida del árbol. Por eso se observa que, en los primeros años, la médula ocupa la mayor parte del tallo, y que apenas se distingue cuando este envejece. En la corteza, la presión ejercida sobre las capas exteriores, por la formación y crecimiento de las interiores, va dilatando los tejidos de la epidérmis, hasta que, llegando esta al límite de su elasticidad, queda destruida y es reemplazada por los tejidos que antes cubría. Esta destrucción de la epidérmis se realiza en los primeros años de la vida del árbol, y cuando este alcanza un gran crecimiento, la capa exterior de la corteza la forman, la peridérmis, de que nos vamos á ocupar, y las capas de fibras corticales. Estas capas de fibras corticales, á cuyo conjunto se ha dado el nombre de liber, por la analogía que guarda con las hojas de un libro, ofrece diferentes aspectos, según la dirección de los rádios medulares es más ó ménos recta y seguida, en el sentido longitudinal del árbol. Estos rádios medulares no están cada uno en un mismo plano de arriba abajo, sino que presentan generalmente la forma de líneas quebradas con interrupciones, y su tejido celular atraviesa las fibras leñosas y las corticales, según unas aberturas llenas de células muy dilatadas, é interrumpidas por la unión de los hacecitos de fibras que las rodean. A medida que la epidérmis y las distintas capas de la corteza van cayendo, por la presión ejercida sobre ellas por las capas nuevamente formadas, va presentándose en la superficie un tejido compuesto de células tubulares, cuya formación ha precedido á la caida de la última capa exterior, y que viene á reemplazar la epidérmis. A este tejido celular es al que se ha dado el nombre de peridérmis. 
Las capas leñosas, que también se llaman anillos ó crecimientos anuales, van siguiéndose desde el tallo á la raiz, en la cual se forman también cada año una nueva capa de madera y otra de corteza. La raiz, como hemos dicho ya, se ramifica también en muchos casos, y estas raices, que en los árboles aplicables á la construcción adquieren grandes proporciones, se llaman rameales".
(Primera parte: "Ideas generales de botánica"; págs. 18-19)

Del poeta gallego Aureliano José Pereira (1855-1906) son estos versos:

¡Airiños, aires marzales, 
airiños d'a primaveira, 
para todos soprarédes,
sin que nada vos esqueza! 
¡Así soprarédes vos 
pr'as probes almas en pena 
qu' en triste noite inverniza 
pelegrinan pol-a térra, 
sámago d'amor guardando, 
anque secas d'aparencia! 

SALVOHONOR

$
0
0

Salvohonor es voz que no recogen ni  Covarrubias  ni Autoridades. En Academia aparece a partir de la edición de 1803 con este significado:

"SALVOHONOR. s. m. El trasero, ó parte posterior del hombre. Podex."

Podríamos decir, por tanto, "¡Vaya podex que tiene el señor Trump!"

No varía la definición en las siguientes ediciones hasta la de 1899 , en la que dice:

"SALVOHONOR, s, m. fam. Culo. 1ª acep."

En las ediciones manuales añaden también "trasero"; en la de 1970 la definición de esta voz queda así:

"SALVOHONOR. (De salvar y honor.) m. fam. Culo o asentaderas de los racionales".

En la de 1989 vuelve a aparecer en la definición  la voz "trasero"; la  quitan en la de 1992, y en la 23ª edición, última consultada, regresan a lo dicho en  1899; es decir, llana y simplemente "culo", sin más.

Culo es voz que registra Autoridades. Su primera acepción dice así:

"CULO. s. m. La parte posterior ó assentaderas del hombre; y tal vez se suele tomar por las ancas de los irracionales. Lat. Nates, ium. Clunes, ium. (...)"

Leyendo esta definición alguna feminista podría terminar pensando que las mujeres no tienen culo. Academia la mantiene hasta la edición de 1832, en la que dice:

"CULO. m. La parte posterior ó asentaderas de los racionales, esto es, la carne mollar que ocupa todo el espacio intermedio entre el fin del espinazo y el nacimiento de los muslos. Tambien suele llamarse CULO en los irracionales, aunque de ordinario se dice ANCAS. Nates, clunes. (...)"

Aquí la Academia tampoco se moja mucho. Con lo fácil que hubiera sido decir "parte posterior o asentaderas de los hombres y las mujeres", pongamos por caso para no herir susceptibilidades,  pero, claro, uno puede entender los pujos moralistas de los señores académicos para que nadie viera en su definición del culo alguna imagen libidinosa. Tantos reparos debían tener con esta voz que  no volvieron a tocar el culo hasta la edición de 1983, ¡se dice pronto!, en la que la primera acepción queda definida de esta manera:

"CULO. m. Nalgas, carne mollar que en las personas y ciertos animales está situada entre la parte final del espinazo y el nacimiento de los muslos. (...)"

En la 23ª ed., última consultada, dicen:

"CULO, Conjunto de las dos nalgas. (...)"

De todos los diccionarios consultados habitualmente, creo que es el Alemany y Bolufer el que se ajusta a una definición mucho más clara y acertada:

"CULO. (...) m. Parte posterior o asentaderas del cuerpo humano. (...)"

Con nalga tenemos el mismo problema, si es que existe. Dice Autoridades:

"NALGA. s. f. Porción carnosa y redonda de la parte posterior del hombre encima del muslo. Es la carne dura y fuerte mas que en ninguna otra parte del cuerpo. En los brutos se llama Anca. (...)"

Esta definición se mantiene hasta la edición de 1869, en la que leemos:

"NALGA. f. Cada una de las dos porciones carnosas y redondeadas que constituyen el trasero del hombre."

En la edición de 1899 quitan la voz hombre:

"NALGA. (Del b. lat. naticae; del lat. nates.) f. cada una de las dos porciones carnosas y redondeadas que constituyen el trasero. Ú. m. en pl."

Esta definición se mantiene hasta la 23ª, última consultada, que define la voz de este modo:

"NALGA. 1. f. Cada una de las dos porciones carnosas y redondeadas situadas entre el final de la columna vertebral y el comienzo de los muslos. U. m. en pl. (...)".

Trasero es voz que Autoridades y Academia definen, en su 2ª acepción como "la parte posterior del animal". No la varían hasta la edición de 1984 en la que desaparece y definen, en su 5ª acepción, como "culo, asentaderas".

En la 23ª pasa a ser la 3ª acepción. Dicen que es un eufemismo para referirse a las "nalgas".

En todas las ediciones la voz asentaderas, siempre utilizada en plural, la definen como "nalgas".

Del salvohonor dice el Rodríguez Navas:

"m. fam. Trasero, posaderas o parte posterior de una persona".

El Pagés se refiere a esta voz como "culo" y añade dos citas literarias; uno, de su admirado Rojo y Sojo, y otra de Julián de Medrano.La del primero dice así:

"Vestía (el hombre) de márfaga á lo sacrismoche con mangajarros y muchas  fonas, lleno de saín y mostrando el salvohonor".

La obra del escritor navarro  Julián de Medrano se titula "La silva curiosa" en la que "se tratan diversas cosas sutilísimas, (...) muy convenientes para damas y caballeros, en toda conversación virtuosa y honesta". Cito de la edición publicada en Madrid y corregida por don José María Sbarbi en el año 1878:

COMO AGUDO Y GRACIOSO

"Un aragonés, pasando por una calle de Valladolid, caballero en un caballo largo como una galera, encontrando en su camino ciertos hidalgos castellanos, el uno de ellos, queriendo burlarse de él, le dijo: ¡Hola, hola, gentilhombre el del caballo, á cuanto vendéis la vara? El aragonés, prontamente levantó hacia arriba la cola de su caballo, y mostrándole el salvohonor, le respondió: Entrad, hermano, en la botiga, que allí os lo dirán, y hallaréis buen barato".
(Pág. 170)


Don Julio Cejador y Frauca recoge la voz salvonor en su obra "Origen y vida del lenguaje":

"Salvonor. El salvonor. (Por salvo honor, rodeo que da á entender el trasero; tomado del vocablo de la salva con que se nombre una cosa torpe: salvo honor de vuesas mercedes, de las barbas honradas, rabo, culo, cochino.) C. 519. LAG. Dios 6, 32: Cumple bañar el salvonor con. CONDE Albeit. 2, 27: En el intestino recto ó salvohonor. Bibl. Gallard. 1, 931. Salvo-nor | yo soy mejor y más grande. LAG. Diosc. 1, 11: Por que veáis qué tiene que hacer el salvonor con las cuatro témporas".

El comentario del doctor Laguna, recogido por don Julio, se encuentra en el capítulo XXXII de la obra de Dioscórides tantas veces citada aquí. Se titula "De las sanguijuelas". Allí leemos:

"Empero antes que las metamos en vso, las tendremos repugnadas de mucho tiempo, guardandolas en vasijas de vidro, y mudandolas muy amenudo el agua, sin echarles cosa que coman, con la qual industria pierden toda la viscosidad y el veneno, quedando muy purificadas, y haqmbrientas, de suerte que luego aplicando se asen. Quando queremos aplicarlas al siesso, conuiene primero raer la parte, etc., despues curiosamente lauarla, porque si sienten alguna hidiondez, jamás asen, porque se pican de asquerosas, y delicadas. Hecha la tal diligencia, se toma la Sanquijuela blandamente con algun pañico de lienço, ó con alguna espongia, y se aplica. Mas en caso que no quiera asir promptamente cumple bañar el saluonor con vn poco de sangre de palomino, y asira sin tardança. Asidas tres, ó quatro en esta manera, las dexaremos hartar, hasta que se muestren  muy llenas, y entonces, ó ellas se caerán de sí mesmas, ó nosotros las haremos caer echandoles un poco de ceniza en las bocas".
(Pág. 595)

La otra anotación del doctor Laguna se encuentra en el capítulo CXI, titulado "De las pastillas de rosas". Escribe el eminente médico segoviano:

"Las cabeçuelas de las rosas, en restriñir y apretar tienen mas efficacia que todas las otras partes. Por donde nos aprouechamos de su cozimiento, para restañar cualquier fluxo. Llamanlas los griegos algunas veces omphalós, que quiere dezir ombligos; y ansi Aristoteles tratando de las rosas, hizo vn problema, que porque razon las que tienen su ombligo aspero, son mucho mas olorosas. La qual question trasladó de Griego el Conciliador subtilmente, en esta manera. Porque los que tienen el ombligo aspero huelen mejor que los otros? al qual se le hauia de responder luego, porque los bufalos como vos se ponen á trasladar la lengua que no saben ni entienden. Y aun no contento con esto, de hauer ansi peruertido el texto aquel Philosopho, hizo vna gran filateria, y dixo mil desuarios, para verificar el problema, con no se que colligantia que halló tener el ombligo con las narizes; porque veays que tiene que hazer el saluonor con las quatro temporas".
(Pág. 85)

Hoy diríamos: "qué tiene que ver el culo con las témporas", utilizado para responder a un despropósito. Don Julio Cejador lo recoge en su obra póstuma  "Refranero Castellano" (Librería y Casa Editorial Hernando. Madrid, 1928) Escribe:

"Qué tiene que ver el culo con las 4 témporas. TORQUEMADA. Así dijo un cura al organista que buscando de noche al ama del mismo y sobándole por detrás le preguntó que qué quería y él le respondió que si mañana era una de las témporas del año".

Otra explicación menos lasciva y un poco religioso-masoquista es la que nos da Guillermo Suazo Pascual en su obra "Abecedario de dichos y frases hechas" (EDAF. Madrid, 1999). Se la comentó don Julián Nieto, párroco palentino y profesor de Griego. Le dijo:

"Los tres días de ayuno, miércoles, viernes y sábado, de cada una de las cuatro témporas, los clérigos, además de ayunar, debían mortificarse con golpes de cilicio; se cuenta que un fraile al que no le sentaban muy bien los golpes de cilicio en su espalda y en su trasero, cuando llegaban esas fechas solía pedir explicaciones diciendo: "¿Qué  tiene que ver el culo con las témporas?", dando a entender que no había que confundir el culo con las témporas, el deber religioso con golpearse el culo".
(Pág. 96)

El modo en que lo expone el doctor Laguna lo recoge Sebastián de Horozco en su "Libro de los proverbios glosados". Dice el padre de Covarrubias:

"Este es un refrán a manera de burla para reprehender las yneptas comparaçiones diziendo, "¿Qué tiene que ver o qué semejança tiene tal cosa con tal cosa?" quiasi dicat ninguna. Y así el doctor Laguna sobre Dioscórides en nuestro vulgar en el primero libro, en el capítulo 110, "De las pastillas de las rosas" a las fojas 85 reprehendiendo al conçiliador que dize aver çierta coligançia entre el ombligo y las narizes burlando dél, alega este proverbio, diziendo, "Porque veáis qué tiene que hazer el salvonor con las quatro témporas quiasi dicat ninguna cosa."
(Pág. 175)

La segunda cita de don Julio Cejador pertenece a la obra de Pedro García Conde, titulada "Verdadera Albeytería"(Antonio Gonçalez de  Reyes. Madrid, 1707). Escribe la voz por separado hasta cuatro veces, por lo menos. Leamos:

"En la Cura de estas enfermedades, lo primero que hará el Maestro, será ordenar la dieta, y que no coma mas que la mitad del pienso, y que sea de cebada buena, y seca, que no tenga mal olor, y que la paja sea de cebada, y de la misma calidad, y le echará un par de Melecinas; y si mostrare el Animal demasiada sequedad, y Escaras en las extremidades, assi en los delgados de los Ojos, y en las Orejas, y en los Belfos, y en el Escroto, y delgado de los Testiculos, y en el salvo honor, ó en el Intestino, le hará vn par de moderadas Sangrias de los Pechos, y le refrescará con estas Bebidas".
(Lib. II; cap. XXVI: "Que trata de la sarnilla, ó Comezon, y Escaraciones de lo delgado de afuera de los Ojos"; pág. 154)

"Muestrase con unas manchas blancas en los Ozicos, y en las Narices, y alrededor de los delgado de los Ojos, y en el Escroto, ó bolsa de los Testiculos, y en el Intestino Recto, ó Salvohonor, y en las Orejas...".
(Lib. II; cap. XXVII: "Que trata de los Albarazos, Empeynes, ó Postulas, que van creciendo en los Cavallos, y otros animales"; pág. 155)


"Tome vn manojo de Poleo, otro de Mançanilla, otro de Eneldo, y los Cogollos de Laurel, y cuezan en un Perol con seis azumbres de agua de fuente, hasta que mengue la mitad, apartarlo, y colarlo en vasija limpia; y tomará medio azumbre del cocimiento, y añadirle quatro onças de Azeyte de Laurel, quatro de Azeyte de Eneldo, y vna onza de Girapliega, y media taza de Miel, y tibia se le eche con Geringa, ó Mangueta, aviendole metido la mano primero, y desembaraçole el Extentino del Excremento que en él tuviere; y se repara el salvo honor con vn paño, y se estará el Animal quieto por  buen rato, porque mejor se conforten los Extentinos, y las partes interiores".
(Lib. III; cap. XIII: "Que trata de la enfermedad que padecen los Cavallos, llamada Gonorrea"; pág. 238)

"La Enfermedad de Encalmado es muy peligrosa, y sobreviene en las Mulas, y Cavallos, en tiempos calurosos, y se espeluzan del pelo, y se enjugan de Hijares, y del Vientre; pierden las ganas de comer, y aperecen el agua; tiene la vista abispada, y purgan lágrimas ardientes por  los Ojos; excrementan duro, y la Orina es muy encendida; y alrededor de los Ojos, y en los Ozicos, y en el Salvo Honor, ó Intestino, y en el Escroto de los Testiculos, tienen un genero de escaras secas, y blanquecinas, que el ardor de los humores comunican a todas las partes delgadas".
(Libro III; cap. XVIII: "Que trata de la enfermedad de Encalmado"; pág. 260)

El Maestro Gonzalo Correas recoge esta voz en su "Vocabulario de refranes y frases proverbiales...":

"El salvonor. (Por salvo honor; rodeo que da á entender el trasero; tomado el vocablo de la salva con que se nombre una cosa torpe; salvo honor de vuesas mercedes, de las barbas honradas, rabo, culo, cochino.)

Salvo honor de vuestras mercedes; salvo honor de las barbas, y tocas, y orejas honradas. (Dícese haciendo salva á palabras bajas, ó vergonzosas, como asno, puerco, ó rabo, y semejantes entre gente no pulida; de salvo honor se hizo una palabra: "salvonor", por el trasero.)".



El Corominas cita el salvohonor de pasada en su estudio de la voz salvo:

"SALVOHONOR (Nebr., s. v. sieso), porque al nombrarlo se decía cortésmente "salvo vuestro honor".

El Tesoro de Villanos dice que salvonor es "culo, trasero" y cita a Cristobal de Castillejo y Sebastián de Horozco.
Castillejo pone este vocablo en un verso de su obra "Aula de cortesanos" en la que Lucrecio y Prudencio tienen una animada charla. Dice Prudencio:

Mil trabajos os podría,
tomándolos de reposo,
contar, que saber solía
deste pueblo deseoso
de que oís,
cuando usaban borceguís
y era el sueldo un año entero
cinco mil maravedís
y el tablón del despensero,
do el placer
del banquete suele ser 
por ordinario manjar
vaca cocida a comer,
vaca fiambre a cenar,
y aún helada,
que sobró, más no sobrada,
y escudilla de cocina
a veces más apurada
que caldo de melecina
o cristel,
y el despensero cruel
que os dice: "muy desgraciado,
habed paciencia con él
hasta el día de pescado";
en el cual
vuestro pescado cecial
dan a los más favorecidos,
y si aquello os hace mal,
un par de huevos podridos.
Pues hedor
de la chusma y tajador
es pestilencia no poca,
y algunos qu´el salvonor
hace ventaja a su boca,
asentados
muy justos, muy apretados,
con voces y confusión,
y los manteles pegados,
de muy sucios, al tablón.

Su poesía titulada "Sobre un desastre que aconteció a un confeso" comienza así:

Habla con el médico

Mandad señor Bachiller 
Proveer, 
En un caso desastrado, 
De un hombre que de espantado 
Está para perecer, 
Si presto no es remediado. 
Ved ayna, 
Lo que manda medicina 
Sobre males de esta suerte: 
Porque este queda á la muerte, 
Y entre manos se nos fina. 
El hizo cierta jornada 
Bien pensada, 
Y provechosa le fuera, 
Si mal no le sucediera  
Con una haca alquilada, 
Que nunca llevar debiera.
Fué avisado, 
Este mal aventurado, 
Que no la dexe jamas 
Suelta, si como Jonas 
No quiere verse tragado. 
Mas siendo ya su caida 
Prevenida, 
Para el trance de esta lid, 
Descuidado y sin ardid, 
El aviso se le olvida 
Entrando en Valladolid. 
Muy ufano, 
Se levanta muy temprano 
A entender en su cobranza, 
Y en el establo se lanza 
Con su cebada en la mano. 
Ella en viéndole asomar, 
Por le dar, 
Gracias por esos cuidados 
Arrojóle dos bocados, 
Y empezóle á saludar 
Con los dientes regañados. 
Ved señor, 
Que trance de pecador,
 Qué del miedo que cobró 
Ningún pulso le quedó 
Arriba del salvohonor...

De Sebastián de Horozco cita varios versos de su "Cancionero":

LA COPLA SIGUIENTE FUÉ EMBIADA POR UNA DAMA Á LUCAS SÁNCHEZ Y MONTEMAYOR, CAPADOS CANTORES.

Lucas, capado cantor,
decidme sin sobrecejo
si os ha nacido pendejo
a vos y a Montemayor;
y responded con primor
pues la pregunta va clara,
si no naciendo en la cara
si nace en el salvonor.

RESPUESTA DEL AUCTOR POR ELLOS, POR LOS MISMOS CONSONANTES.

Para meter en sabor
yo os respondo sin consejo,
que no nos falta aparejo
aunque nos falta liquor;
y qualquier buen tirador,
aunque le falte a la xara
la pluma  cuando dispara,
la tira con buen primor.

OTRA DEL MISMO AUCTOR

Adonde falta el humor
aunque sobre el aparejo,
no es mucho faltar pendejo
faltándonos lo mejor;
y pues la parte inferior
da la virtud a la clara,
pues que no le hay en la cara
no le habrá en el salvonor.

OTRAS COPLAS Q U E AÑADIÓ E L AUCTOR ÉN  RESPUESTA DE LA COPLA QUE
DIZE : "Lucas, capado cantor", POR LOS MISMOS CONSONANTES

Preguntar de lo interior 
y que lo sepa el Concejo, 
no parece buen consejo 
entre la gente de honor. 
Baste ver lo superior 
y lo que muestra la cara, 
salvo si no fuese para 
besarme en el salvonor.

Pues la parte superior 
tiene tan raso el pellejo 
y abaxo falta aparejo 
de do procede el vigor, 
claro está que lo inferior 
estará como la cara, 
la qual demuestra y declara 
la forma de lo interior.

Respondo á vro. sabor 
que fuera del pestorejo 
no ay en todo mi pellejo
peló ni ramo de amor; 
asi qu' está el salvonor 
tan raso como la cara, 
por lo qual, cuando dispara, 
no tiene contraditor.

EL AUCTOR AL DR. PERO VAZQUEZ, PORQUE DESPUES DE UNA ENFERMEDAD QUE TUVO CABO EL SIESO LE QUEDÓ UNA FÍSTOLA 

Dizenme, señor doctor, 
que de vro. mal al cabo 
os queda por sin sabor, 
hablando con salvonor, 
una puerta falsa al rabo. 
Y abrir puerta en vezindad 
de un vezino tan honrado, 
sin licencia y facultad 
de la justicia y cibdad, 
ha sido muy mal mirado. 

Mas podreisos escusar 
contra quien os calumniare, 
diziendo qu' es albañar 
por do poder respirar 
si la madre se azolvare
Procura de le cerrar 
antes que tome corrida, 
que si prosigue en manar, 
por servidumbre cular 
la teméis toda la vida.

RESPONDE EL AUCTOR POR EL DR. PERO VAZQUEZ, PORQUE ESTABA MAL DISPUESTO, POR LOS MISMOS CONSONANTES.

Maravillóme, señor, 
de un hombre tan por el cabo,
 poner con tanto sabor 
la lengua en mi salvonor, 
ó, por mejor dezir, rabo. 
Porque, hablando verdad, 
un tan famozo letrado 
y de tanta auctoridad 
tratar de bascosidad 
es tpo. mal empleado.

Porque quien en tal lugar 
con la lengua mas hurgare, 
bueno está de adivinar 
qu' es lo que podrá llevar 
si el caño se reçumare. 
Y pues este es albañar 
por adonde se despida 
lo qu' es causa de enfermar, 
no le entiendo de cerrar 
porque no queste la vida.


De Antón de Montero son estos versos que dedicó a una mujer que "todo era tetas y culo":

Vos pesáis tan por compás,
salvo honor del consonante,
que no pesa un grano más
vuestro culo cara atrás
que vuestras tetas delante.

"El pelegrino curioso y Grandezas de España" está considerado como el primer libro de viaje sobre este país. Lo escribió Bartolomé de Villalba y Estaña en 1577. Lo rescató del olvido Pascual de Gayangos que lo reimprimió en el año 1886, bajo el auspicio  de la Sociedad de Bibliófilos Españoles. De la obra nos interesan estos versos:

EMILIO
A los sátiros y phaunos,
que son dioses de mitad,
ynvoco, porque así ufanos,
los hidalgos tan humanos
queden de mi voluntad.
No quiero derivaciones
en tratar de sus noblezas.
Basta tengan por blasones
ser contrarios de vilezas
sus hidalgos corazones.

GLAVIA
¡Oh que es pesado el villano,
gato desagradecido!
Un corpulento milano,
un cuervo encrudecido,
sátiro que es ynhumano.
Es bocado sin sabor
con el villano tratar,
quitado de su arar,
un puerco es con salvohonor,
que se puede bien atar.

A Diego Hurtado de Mendoza se le atribuye este soneto:

A UN DEVOTO
Dentro de un santo templo un hombre honrado
con grave devoción rezando estaba;
sus ojos, hechos fuentes, enviaba
mil suspiros del pecho apasionado.

Después que por gran rato hubo besado
las religiosas cuentas que llevaba,
con ellas el buen hombre se tocaba
los ojos, boca, sienes y costado.

Creció la devoción, y pretendiendo
besar el suelo al fin, porque creía
que mayor humildad en esto encierra,

lugar pide a una vieja; ella volviendo,
el "salvo honor" le muestra, y le decía:
"Besad aquí, señor, que todo es tierra"

De autor anónimo es esta letrilla erótica:

De las damas para el gusto, 
para el contento y sabor, 
la chiquita es la mejor. 

Para la amorosa llama 
la chica es una centella, 
que suele el hombre tenella 
y no hallarla en la cama, 
y con esto más se inflama 
el más cobarde de amor: 
la chiquita es la mejor

¿A quién no causará enfado 
una gorda en cualquier tiempo, 
si, en lugar de pasatiempo, 
se halla el hombre enojado 
y más viéndose enfrascado 
en tetas y salvohonor? 
La chiquita es la mejor

Si a la flaca el instrumento 
tocáis en sus atabales, 
salís con más cardenales 
que del potro del tormento; 
pues, procurando contento, 
la flaca da este dolor. 
La chiquita es la mejor.

Dentro de su obra "Escenas andaluzas", su autor, Serafín Estébanez Calderón incluyó dos narraciones en verso: "La niña en feria" y "La miga y la escuela". La segunda comienza de este modo:


Muchachos del aula,
en horas de asueto,
burlando Nebrija,
se enredan en juego.
Peón rayuela
de estrena tuvieron;
San Miguel el diablo,
la billarda luego:
mas por arrullarle
al dómine el sueño,
recetan el toro,
abreviado infierno.
Olvidan sus bandas
César Pompeyo
ni el asno corona
sirven ya de freno.
Echaron chinita
con pausa sosiego,
en cesta ballesta
corrió todo el cerco;
en Andrés Berruga
recayó el sorteo;
un rollo de chico
de quintal medio,
de condición mala,
en tino certero;
pedrada que tire
cachivache al suelo.

Termina así:

La Dómina salta
también de su lecho,
la encamisada
dan en el torneo.
Los unos se escapan,
otros quedan yertos;
nunca asustó tanto
garduño conejos.
Con la disciplina
principia el solfeo,
el salvo honor paga
los pasados yerros.
cortina alzada
sufren ellas ciento,
baja pretina
diez docenas éstos.
Quedaron los lomos
cual rojo pimiento,
con comezoncilla
picando bullendo.
Así acabó en llanto
el toro bureo,
que llanto es el cabo
de todo festejo.


A Camilo José Cela debía de gustarle esta voz porque aparece en varios de sus escritos; La incluye, sin prestarle mucha atención, en su "Enciclopedia del Erotismo" y en un "Vocabulario secreto" al final de su miscelánea "Cachondeos, escarceos y otros meneos", que ilustra con unos versos publicados en su "Viaje a USA":

"salvohonor: Culo o asentaderas de los racionales (DRAE).
 
El guáter está en la cola
instalado con confort,
parece un confesionario
para regir con rigor
el vientre y su finisterre 
(al que dicen salvohonor)

En "Los sueños vanos, los ángeles curiosos" se encuentra un artículo titulado "Venus sedente", en el que dice:

"Antes, cuando el legislador era galante sin dejar de ser administrativo -recuérdese que lo cortés no quita lo valiente-, se preocupaba por las asentaderas de las señoras, la noble y solemne y cumplida popa de las damas anteriores a la primera guerra europea, pensando, sin duda, en la evidencia de que si la mujer cristiana y española era un próvido dechado de arrobas y de virtudes, resultaba político y conveniente al procomún el cuidado por do más volumen había, es es, por las nalgas o nalgatorio (del latín "natis", a través del latín vulgar "natica", que para los romanos señalaba lo mismo que para los españoles), o cachas (del latín "capula", empuñadura de la espada, más tarde chapa que cubre la hoja de la navaja y, aún más tarde, lo que se dice), o talabario (del árabe "tabal", timpiano), o antifonario o tafanario (aquel del latín "antífona", el que responde, y el segundo, del primero) o bullarengue (del castellano "bollo", y que antes significó artificio remarcador de las formas glúteas) o salvohonor (de "salvar" y "honor", vayan ustedes a saber por qué)..."
(Pág. 383)

SALVILLA

$
0
0

Covarrubias recoge la voz salva, de la que dice:

"SALVA, llamamos, o saluilla, la pieça de plata, o oro, sobre que se sirue la copa del señor, por hazerse en ella la salua, ora sea el maestresala, ora por el gentilhombre de copa."

A la expresión "hacer la salva" le dedica jugosas e interesantes líneas:

"SALVA, muy antigua cosa es el recatarse los Reyes y Príncipes, y particularmente los tiranos que reynan con injusto título, y assi se aperciben de guarda de soldados que cercan su persona, habitan alcaçares fuertes, y fianse de pocas personas, dentro de sus palacios; pero aun esto no les basta porque quando el hierro no les empezca, suele matarlos aquello en que mas gusto tienen, y mas sabor, como es la vianda, y la beuida. Preuinieron que el Maestre Sala poniendo el seruicio delante del señor le gustasse primero, sacando del plato alguna cosa de aquella parte de donde el Príncipe auia de comer, haziendo lo mesmo con la beuida, derramando del vaso en que ha de beuer el señor, alguna parte sobre vna fuentecica, y bebiendola. esta ceremonia se llamó hazer la salua, porque da a entender que está saluo de toda la traycion y engaño. estendiose este recato, a ceremonia de todos los señores titulados, a los quales llamamos señores de salua, haziendo los Maestresalas sus ademanes, aunque no con la precision que piden los Príncipes recatados; por esta razon el Maestresala se llama en Latib prae gustator (...)".

Autoridades dice:

"SALVILLA. s. f. Pieza de plata, ó estaño, vidrio, ó barro, de figura redonda, con un pie hueco sentado en la parte de abaxo, en la qual se sirve la bebida en vasos, barros, etc. Llamase assi, porque se hace salva con la bebida en ella. Es diminutivo en la terminacion, y se usa como positivo en el significado. Lat. Patella plana, et circularis ad sustinenda pocula. PRAGM. DE TASS. año 1680. f. 45. Cada salvilla con su pie de hechura de ella á cinco reales por cada libra, demás del metal".

Cita también dos versos de la obra de Agustín Moreto titulada "El Licenciado Vidriera". Se encuentran en un diálogo que mantienen Gerundio y Carlos en la Escena XVI de la Jornada II:

GERUNDIO
¡Esta es buena!
Pues, Señor, mira esta pava
con pechuga de gallega.

CARLOS 
Quíate allá, no me toques:
¡que me quiebras, que me quiebras!

GERUNDIO
¿Qué dices?

CARLOS
Pues ¿no lo ves?
De vidrio soy.

GERUNDIO
¡Santa Tecla,
que está loco!

CARLOS
Vidrio soy.

GERUNDIO
¡Jesús, qué gracioso tema!

CARLOS 
(Aparte.)
Ya el criado lo ha creído;
aquí mi venganza empieza.

GERUNDIO
Señor, ¿que eres vidrio es cierto?

CARLOS
¿Posible es que no lo veas?

GERUNDIO
Pues ¿hay duda? Ya lo miro.

CARLOS
Pues ¿a qué vienes? ¿Te acercas
a quebrarme?

GERUNDIO
No, Señor;
que eres vidrio de Venecia.
(Aparte,
Llevarle quiero el humor.)

CARLOS
Pues ¿a dónde vas? ¿qué intentas?

GERUNDIO
Llevarte a casa.

CARLOS
Eso no;
quítate allá, que me quiebras.

GERUNDIO
¿No ves que soy salvilla
y puedo llevarte en ella?

La primera acepción de la voz salva queda redactada así:

"SALVA. s. f. La prueba que se hace de la comida, ó bebida, quando se administra a los Reyes, para assegurar que no hai peligro alguno en ellas. En España la hace la persona de mas distincion, que sirve á la mesa. Dixose del verbo Salve. Lat. Pragustatio. Pralibatio. SORAP. Medic. Esp. part. 1. Refr. 24 Deben los señores de salva tener gran cuidado en que la salva de la comida, y bebida se haga, no solo por ceremónia... sino que quien la hace coma, y beba. (...)"

Academia apenas varía lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1852, que define la voz salvilla de este modo:

"SALVILLA. f. Pieza plana de plata, estaño, vidrio ó barro, de figura redonda, con uno ó mas pies, en la cual se colocan los vasos en que se sirve la bebida. Patella plana et circularis ad sustinenda pocula".

En la edición de 1884 dicen:

"SALVILLA. f. Pieza de una ú otra materia, á modo de bandeja, con uno ó más pies, en la cual se sirven vasos de bebidas, jícaras de chocolate, etc".

En la de 1899 la definición es esta:

"SALVILLA. (De salva.) f. Bandeja con una ó varias encajaduras donde se aseguran las copas, tazas ó jícaras que se sirven en ella".

En la edición de 1925 añaden una segunda acepción:

"SALVILLA. (De salva.) f. Bandeja con una o varias encajaduras donde se aseguran las copas, tazas o jícaras que se sirven en ella.// Chile. Angarillas, 4ª acep".

La 4ª acepción de la voz angarillas es esta:

"ANGARILLAS. Pieza de madera, metal o cristal con dos o más ampolletas o frascos para sólo aceite y vinagre, o para estos y otros condimentos, la cual se emplea en el servicio de la mesa de comer".

La acepción chilena desaparece en la edición de 1956, y se mantiene  la redacción de la primera hasta la 23ª edición, última consultada.

El Esteban Terreros recoge esta voz con este significado:

"SALVILLA, vaso, ó especie de plato llano, y algo cóncavo, ó elevado por los bordes, en que se suele servir la bebida. Fr. Soucoupe, sous-coupe. Lat. Vas subrotundum, hypopatera. It. Sottocoppa".

El Pagés recoge la primera acepción de Academia y la ilustra con cinco ejemplos. El primero es el de Moreto; el segundo pertenece a la novela "Los novios" (2 tomos. Imprenta de A. Bergnes. Barcelona, 1836) , de Alejandro Manzoni, traducida al castellano por Nicasio Gallego. Escribe en el capítulo V del tomo I:

"Sentóse Fray Cristóbal, disculpándose en pocas palabras por haber ido en hora inoportuna, y acercándose después al oido de D. Rodrigo, añadió con voz baja, que deseaba hablarle a solas acerca de un negocio de importancia.
-Bien, bien, hablaremos, respondió D. Rodrigo, y entretanto que traigan un vaso para el padre.
Quería fray Cristobal eximirse, pero levantando D. Rodrigo la voz entre la gresca, que de nuevo empezaba, decía a gritos: No por vida mía, no me hará V. semejante desaire; no quiero que se diga que un capuchino ha salido de esta casa sin probar el vino de mi bodega, ni un acreedor insolente la leña de mis bosques. Siguióse a estas palabras una carcajada jeneral, y con ella quedó un momento interrumpida la cuestion que se ajitaba con mucho calor entre los convidados. Trajo un criado en uns alvilla de plata un vaso en forma de cáliz, presentándosele al padre Cristóbal, el cual teniendo por falta de urbanidad resistirse mas a las vivas instancias de un hombre de quien tanto necesitaba en aquella ocasion, condescendió bebiendo pausadamente algunos sorbos".
(Pág. 106)

El tercer ejemplo se encuentra en la obra de Lope de Vega titulada "La Dorotea". Dice Ludovico:

"Yo acudí algunas noches a ver si havia Moros en la costa, y vi algunos embozados, como criados que esperaban amante dueño. No fue engaño, que ojalá lo fuera, en la reja estaba un hombre, conocióme Dorotea, y rióse mucho; dieronme pensamientos de  de acuchillarlos, y parecióme después que cerrar luego la ventana havia sido respeto. Ultimamente yo fui a visitarla ocho dias antes que vos viniessedes, que por estar en Illescas a una novena, hasta hoy no os he visto, hallé una rica tapiceria y estrado nuevo; pedí agua para passar este susto; y vi diferente plata, y dos mulatas de buena gracia una con una salvilla, y otra con un paño de manos labrado, que con extraordinario olor de pastillas de flores, no se havia contentado de la limpieza sola; bebí un aspid en un bucaro de oro, no osé preguntar nada, porque decir a una muger hermosa y moza, que de qué tiene las galas, y el adorno de su casa, es negarle la hermosura, y ofenderla descortesmente en la honra".
(Acto tercero; escena IV; págs. 198-199)

El cuarto ejemplo lo saca de la novela del padre Isla titulada "Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes"(Imprenta de D. Gabriel Ramírez. Madrid, 1787):

"Mientras se aderezaba la comida, no los divirtió poco el Labrador, que, aunque zafio de explicaderas, grosero de persona , y no muy delicado de crianza, era bastante ladino, y un si es no es socarron. Ya sabia, que el Maestro Fray Prudencio era hombre de mucho respeto en la Orden, porque se lo havia prevenido Fray Blas en el camino ; y assi y luego que entró en la sala donde estaba, le hizo una grande reverencia, esearbando hacia atrás con el pié, y pierna izquierda, tanto, que faltó poco para hincar una rodilla, pero sin quitarse el monterón perdurable, que tenia calado hasta las cejas, y saludando al Maestro, le dixo: Tenga su Eternidad güeñas tardes, endissimo Padre Fray Maestro y guen provecho haga su essencia: prega a Dios que todo se le convierta en unjundia; y diciendo, y haciendo, sin esperar á que nadie se lo rogasse, echó mano de uno de los vasos de vino, que estaban sobre la mesa en una salvilla,  para echar á la que llaman de San Vitoriano , y con? despejo patanal añadió sin detenerse: A la salud de su Trinidad muy raborenda, y también á la de mi Padre Perdicador Fray Brás, que es la frol de los Perdicadores de chapa, y también á la de esse Flayre mozico, que mal año para quien me quiera mal, si no tiene pergeño de ser con el tiempo otro Padre Flay Brás ; y también á la de mi amigo el Padre Granjero Flay Grigorio, que aunque no es de missa, tampoco lo fué su Padre, Dios le bendiga, pero en una feria de Carneros, que se venga á emparejar con él un atajo de Padres Persentados; porque por fin, y por postre, de todo se sirveDios, Acabada esta letanía, echóse á pechos el vaso, que era de mediano portante, y bolcándole boca á baxo sobre la salvilla, él se dexó caer en un banco, repantigandose en él con mucha autoridad".
(Tomo I; libro III; cap. I; págs. 372-373)

El quinto y último ejemplo es un párrafo del artículo de Mariano José de Larra titulado "El castellano viejo":

"El susto fue general y la alarma llegó a su colmo, cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levantase rápidamente a este punto el trinchador con animo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Val- depeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mi hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende como el roció sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las escusas, al volverse tropieza con el criado que traia una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el mas horroroso estruendo y confusión. ¡Por San Pedro! exclama dando una voz Braulio, difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa.
—Pero sigamos, señores, no ha sido nada, añade volviendo en sí".
(Págs. 97-98)



Don Julio Cejador y Frauca se ocupa de esta voz en su "Diccionario medieval castellano":

"SALVILLA, SERVILLA, copa. Conq. Ultr., 2, 240: e trajeron copas de oro e servillas e dieron del vino al Soldan."

El sentido no parece claro.
El Manuel Seco dice que salvilla es una voz rara. La define de este modo:

"SALVILLA. (...) Recipiente pequeño para contener aceite, vinagre, sal o cosas similares. //  HyV 10.71,  84: debajo de las bancazas hay compartimentos con unas salvillas para contener sal, pimienta, azúcar, pambrote, aceite, vinagre, miel, leche, vino, etc., todo ello para el servicio del capitán y personas de distinción. TRI 4.12.71, 51: "Plata vieja en candelería y salvillas, damascos rojos en reclinatorios y almohadones.." Así empieza la crónica "de sociedad" que relata en un periódico gallego, una boda de alto copete".

La cita de la revista "Historia y Vida" probablemente se refiera a unos compartimentos y comedor construidos en la popa de un barco. Lo deducimos al leer lo que dejó escrito Juan de Malara en su obra "Descripción de la Galera Real del Sermo. Sr. D. Juan de Austria" (Sociedad de Bibliófilos Andaluces. Francisco Alvarez y Cª, Impresores. Sevilla, 1876)

"Las bancazas van sustentadas sobre quinze hierros, o cartones de hierro, con sus florones dorados á fuego, y están entre los seruicios veynte y quatro que tenemos dicho, doze compartimentos en que están vnas saluillas que contienen varias cosas porque representa cada vna el licor y seruicio de los que no se comen sino ayudan a disponer la comida, como son cuchillos, tenedores, y cucharas, que ayudandoles las manos distribuyen.


DE LAS SALVILLAS DE LOS LICORES

En la banca de medio popa están quatro compartimentos que abraçan los seis eruicios primeros, que son de sal, pimienta açozar y panbrote".
(Libro II; págs. 281-282)

El "Diccionario de Americanismos e Indigenismos" recoge la acepción chilena de esta voz:

"SALVILLA. f. Chi. Angarillas, vinagreras".

La salvilla forma parte de los ornamentos del culto litúrgico. En la obra  "Ceremonial Romano General..." (Imprenta Real. Madrid, 1638), del padre predicador fray Manuel Herrera Tordesillas, encontramos un extenso vocabulario relacionado con él:

DE LA MISSA DE REQUIEM DE PONTIFICAL

"I Lo que se ha de preuenir para el Abad es lo siguiente. Sobrepelliz, amicto, alba, cingulo, cruz pectoral, estola negra, tunica, y tunicela negra, casulla negra, vna mitra blanca, y llana, anillo Pontifical, gremial negro, faldistor cubierto de negro, manipulo negro, pluuial negro, para la absolucion despues de la missa.
2. Lo que no sirue en esta missa, porque no es menester, son çapatos, calças, guantes, mitras ricas, baculo pastoral.
3 Para los dos assistentes dos sobrepellizes y dos vanquillos negros rasos, para los diaconos de altar, lo que se suele vestir en las missas solemnes, y vn banco de a dos personas; para el presbytero assistente vna capa negra, y quatro sobrepellizes para los que siruen las insignias; vna para el de la mitra, otra para el del missal, otra para la palmatoria, y otra para el gremial, y dos bancos, vno pequeño para el presbytero assistente, y otro largo para los dichos ministros.
4 En la credencia vn missal cubierto de negro, vn Epistolario, libro de Euangelios todos de negro, incensario, y naueta, caliz, y corporales en bolsa negra, dos hostias, palmatoria con buxia amarilla, vinageras con saluilla, vna campanilla, dos tafetanes negros, vno para el de la mitra, y otro para cubrir los ornamentos del Abad, vn aguamanil, y fuente, dos saluillas, dos toallas llanas, y alli junto estaran el maestro de ceremonias, y los sacristanes mayor, y menor, y dos acolitos para los ciriales, todos con sobrepellizes, y si puede ser se preuengan quatro, o seis hachas de cera amarilla, y quien salga con ellas al alçar el Santissimo; tambien se preuendran las velas amarillas, y quien las distribuya antes del Euangelio cantado, y hyssopo, y calderilla con agua bendita para el responso".
(Libro IV; cap. V; págs. 121-122)

Otra relación de objetos religiosos la encontramos en el tomo segundo de la obra del "Dotor"Vincencio Blasco de Lanvza titulada "Historias Ecclesiasticas, y seculares de Aragon en qve se continvan los annales de Çurita, desde el Año 1556, hasta el de 1618" (Ivan de Lanaia y Qvartanet. Çaragoça, 1622):

"Es gran pieza, riquissima en el peso, y arte la Custodia, en que se lleua el Santissimo Sacramento en las processiones del Corpus. Han de lleuarla diez y seys personas, y con muy gran fatiga, y trabajo; porque de solo plata tiene diez y siete arrobas, que hazen siete mil trescientas quarenta y quatro onças de peso.
Candeleros tiene muchos pares esta Santa Iglesia, y muy ricos, y vn par dellos tan costosos, y tan grandes que de solas manos se pagaron mil y setecientos escudos. Pesan mas de nueue arrobas de a treynta y seys libras, estan hechos con muy grande artificio.
Las Cruces, y Crucifixos de plata, y oro, los vasos, relicarios, portapaces, platillos, saluillas, fuentes, palmatorias, calices, chrismeras, campanillas, calderillas, hisopos, maças, pertigas, atriles, y otras cosas de plata son muchas, y muy ricas las que esta Santa Iglesia tiene".
(Libro V; cap. IX: "Particular descripcion de la Iglesia Metropolitana de Çaragoça, cuentanse algunas de sus grandezas, y excellencias; sus santos, sus reliquias, prerrogatiuas, y otras cosas"; pág. 421)

A veces, todos estos objetos y otros muchos terminaron formando parte de un botín. Leamos lo que escribe don Vicente García y García en su "Guía del viajero en Burgos" (2ª ed. Librería y Encuadernación de Calixto Ávila. Burgos, 1867) sobre el saqueo del Monasterio de las Huelgas:

"El interior dé la iglesia que forma una cruz latina, con elevadísimas bóvedas sostenidas por columnas cilindricas y ojivas sumamente agudas, con siete retablos de género churrigueresco, es suntuosísimo. Los costados de la capilla mayor están ocupados por el coro de capellanes cuya sillería se muestra adornada de escudos reales. Partiendo de aqui en línea recta descubriremos el regio coro de las Monjas.
Componen las paredes laterales diez soberbias pilas de hermosa piedra, que sostienen á su vez otros tantos arcos semicirculares, cuyas enjutas separan unas pequeñas columnitas que dan su apoyo á la cornisa, de la que parten las magnificas bóvedas que cierran aquel recinto sagrado.—Su magnitud, su altura, su longitud y la suntuosidad de que hace alarde en cada uno de los detalles que abriga, colocan al coro que describimos en primera línea para el artista y el anticuario. Termina en dos altares que divide una gran reja de la iglesia, y en uno de ellos, es decir en el de la derecha, costeado por doña Teresa de Ayala, se conservaba la magnífica caja de oro y pedrería en que custodiaba Miramamolin el Alcorán cuando fué vencido por nuestro Rey en las Navas de Tolosa.—Los franceses nos despojaron de ella en 1808, como hicieron con tres custodias de oro, guarnecida la una de diamantes, un cáliz de oro y siete de plata, un rosario engarzado en oro con cuentas de diamantes, propio de la Infanta doña Constanza, seis candeleros grandes de plata, seis ramos grandes y cuarenta y ocho pequeños del mismo metal, tres grandes cruces, unas andas de plata, seis lámparas de plata también, la vagilla de plata destinada á personas reales, cuatro docenas de cubiertos, una escribanía, tres jarras grandes, una palangana, seis bandejas grandes y seis salvillas, todos estos objetos de plata; lleváronse también cajas y relicarios de plata y oro que había colocados en el retablo del coro, ternos de esquisito tisú, colgaduras, cuadros grandes de pintura y catorce láminas de cobre: de suerte que en medio de las calamidades que aquejaron á nuestra patria en 1808, merece considerarse con especialidad la referida usurpación por las huestes francesas, que no contentas con tan inapreciables tesoros, profanaron la tumba del fundador quitándole un anillo de diamantes que en la mano tenia colocado".
(Págs. 212-213)

Curioso cuanto menos es este romance sobre un premio literario. Se encuentra en el "Cancionero de 1628". Cito de la edición y estudio de José Manuel Blecua, publicado en Madrid en el año 1945:

CERTAMEN SONADO POR EL COLLEGIO DE PLATEROS

A gloria del Sol diuino 
y su hermossísima Aurora, 
sin crepúsculos de noche, 
se propone esta redonda. 
Pilar soberano, sin 
corrupción alguna, por 
que a vos la sangre mejor 
os coloró de carmín. 
Y porque tal veç el premio, 
 por lo que tiene de honrra, 
y tal veç por lo que vale 
al más cobarde prouoca, 
propone tres precios ricos 
a las tres mejores glossas 
esta illustre platería, 
más Christiana que las otras. 
El primero es vn diamante, 
el segundo tres memorias, 
o firmeças de oro puro, 
y el otro vna palmatoria. 
La venida de Santiago 
a nuestra España famosa 
se celebre en vn romance 
de ciento y cincuenta coplas. 
A los que más elegantes 
descriuieren esta historia, 
salero, taca, buxías, 
todo de plata lustrosa. 
Dexóle a Diego María, 
quando se partió, su copia,
 este singular fauor 
pide canción majestosa. 
Virchine bella, el Petrarcha
sirue de exemplar agora; 
Por premio, fuente, saluillas 
y taça, doradas todas. 
Jueces: el señor Prior 
de la Seo de Çaragoça, 
la catredal más antigua, 
que lo antiguo es lo que honrra. 
El vigilante asessor 
el señor dotor Mendoça, 
y el señor jueç, Mirauete, 
de quien esta causa es propria. 
Secretario, el del cabildo, 
porque a su fiel persona
asta el día de Inocentes 
se entreguen todas las obras, 
Repartiránse los premios 
en la yglesia milagrosa; 
día, el de Pascua de Reies, 
después de todas las horas.


Luis de Góngora escribió esta voz en su obra teatral titulada "Las firmezas de Isabela":

LAURETA
Venga muy en hora buena
el venturoso galán,
para quien guardado se han
dos rosas y una azucena.
Digo una salvilla llena
de claveles y jazmines;
digo uno y cien jardines,
donde, hecho abeja, Amor
no sólo no toca a flor,
mas ni aun vuela sus confines.
(Acto Segundo)

Del Duque de Rivas son estos versos pertenecientes a la leyenda titulada "Maldonado":

Al llegar aquí el coloquio
los pajes lo interrumpieron
presentándose en la sala
seguidos de un escudero.
Y en sendas grandes salvillas
circularon y sirvieron
lucientes tazas de plata,
dorados fondos y cercos
llenas de caliente vino
sabrosamente compuesto
con mil y finas especias,
que era el usado refresco.
El Barón alegre y joven,
y el Conde sesudo y viejo,
continuando la disputa
sendas tazas se sorbieron.
También el Abad las suyas
se echó sin chistar a pechos
y a la dama y a Matilde
agua sirvió el escudero.
En tanto sonó la queda,
y el toque de cubre fuegos,
y haciendo galán saludo
los tres tertulios se fueron.

José Zorrilla escribe en su libro de memorias "Recuerdos del tiempo viejo" (Eduardo Menguibar. Madrid, 1882) lo siguiente:

"Ellos tomaban en su mesa una especie de tente en pie, preparativo para más tardía comida, compuesto de unas pequeñas codornices asadas y una multitud de golosinas regadas con una botella de Koenisberg, cuyo empolvado vidrio y cuya colocación cuidadosa en una salvilla de plata acusaban derechos a una respetable antigüedad. Nosotros hacíamos una formal comida, en la cual la presencia embriagadora de aquella desconocida y las continuas libaciones del Moulin-á-vent, comenzaban a poner la cabeza de mi compatriota Fermín en una exaltación que veía yo crecer con recelo. Los dos extranjeros hablaban bajo y en alemán; y nosotros, sobre todo Fermín, alto y en español, que el doctor Delmas chapurraba, aprovechando nuestra compañía para perfeccionarse en él, como buen francés que no perdía ripio".
(Tomo III; pág. 159)

Estébanez Calderón puso esta voz en un romance  de "La niña en feria", una novela en verso incluída en sus "Escenas andaluzas".

"Dónde vá, la dice, 
La hermosa estranjera, 
Que un ángel del cielo 
No nació en la tierra. 
Si valor la alcanza 
Por oro que quiera, 
Delante no pase 
Y entre por mis puertas. 
Recámara tengo, 
Ducados sin cuenta
Mercader tan rico 
No lo vio Bruselas. 
Servirán salvilla 
Mis esclavas negras, 
Y pajes muy lindos 
Cristal de Venecia. 
Si conmigo casa, 
Arrastrando sedas, 
Sentará en estrados 
Con grave eminencia: 
Y oliendo en la noche 
Pebetes y esencias, 
Partirá mi lecho 
De alfombras de Persia."
Responde riendo 
La niña morena: 
"Encierre en sus cofres 
Burgués sus riquezas; 
Que si bien cual joya 
Trocarme quisiera,
 No á trueque tan alto 
Que á compra me suena".


Doña Emilia Pardo Bazán puso esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en su novela "Los Pazos de Ulloa":

"Al regresar. hubo refresco para la familia y amigos íntimos solamente; un refresco a la antigua española, con almíbares. sorbetes. chocolate, vino generoso, bizcochos. dulces variadísimos, todo servido en macizas salvillas y bandejas de plata, con gran etiqueta y compostura. No adornaban la mesa flores, a no ser las rosas de trapo de las tartas o ramilletes de piñonate; dos candelabros con bujías. altos como mecheros de catafalco, solemnizaban el comedor: y los convidados, transidos aún del miedo que infunde el terrible sacramento del matrimonio visto de cerca, hablaban bajito, lo mismo que en un duelo. esmerándose en evitar hasta el repique de las cucharillas en la loza de los platos. Parecía aquello la comida postrera de los reos de muerte".
(Cap. XI; pág. 115)

En "Un viaje de novios" escribe:

"Encogióse Artegui de hombros como aquél que se resigna, y tiró del cordón de la campanilla. Cuando un cuarto de hora después entró el camarero con la bandeja, ardia el fuego más que nunca claro y regocijado, y las dos butacas, colocadas á ambos lados de la chimenea, y el velador cubierto de niveo mantel, convidaban á la dulce intimidad del almuerzo. Brillaban las limpias copas, las garrafas, la salvilla, las vinagreras, el aro de plata del mostacero: los rábanos, nadando en fina concha de porcelana, parecían capullos de rosa; el lenguado frito presentaba su dorado lomo, donde se destacaba el oro pálido de las ruedas de limón, y el verde chamuscado de las ramas de peregil; los bisteques reposaban sangrientos en lago de líquida manteca; y en las transparentes copas de muselina destellaba el intenso granate del Borgoña y el rubio topacio del Chateau-Iquem"
(Cap. VII;  pág. 208)


Azorín dio el título de  "Tía Pompilia" al capítulo XI de su novela "Doña Inés". Allí escribe:

"Arrima tía Pompilia su bastón al sofá y comienza a tirar fuertemente del largo llamador con borlón. Suena lejos la campanilla. Está ya pedida la conserva a una criada que ha llegado; pero no la han traído todavía. ¿No hace ya una hora que la ha pedido la anciana? Se levanta tía Pompilia prestamente del sofá. Cuando va por mitad de la sala, precipitada, en dirección a la cocina, aparece la sirvienta con una salvilla".
(Pág. 38)

Valle-Inclán escribió esta voz en su novela "La Corte de los milagros":

"La Cámara de la Reina tenía aire de velorio. Doña Isabel lloraba con medroso presagio de su ruina, la muerte del Espadón. La Señora tenía en la boca un pudiere te de desconsuelo, y la morrilla de la nariz, reluciente. La Doña Pepita Rúa, en servicio de alcoba, la asistía con vinagrillos: Por distraerla, enhebraba cuentos, devociones y chismes de azafata rancia. La Reina de España, frondosa, rubia y herpética, con nada se consolaba: Para no caer en desmayo, se fortalecía con bizcochos y marrasquino, tumbada en el sofá de damascos reales. Pasó el día en afligida zozobra. Al encender las luces, quiso hacer su tocado nocturno. Suspiró los rezos, tomó agua bendita, entró en la cama, santificado el rubio v flamenco desnudo con la camisa que antes había vestido la monja milagrera: Cuatro aspas de sangre en el costado de la preciada reliquia dibujaban una cruz. La Señora, recogidas las trenzas en la papalina de seda celeste, sin dormirse, atendía al ir y venir de la azafata sahumando con la salvilla donde se quemaba la clásica pajuela de incienso y estoraque: La Reina, cubierta por la colcha de damasco, apagaba los suspiros en los encajes de la almohada: El sahumerio dábale un vago sentimiento piadoso de liturgia y latines solfeados."
(Libro X: "Jornada regia"; III; pág. 324)

"Entró en el locutorio, con premura y afanes, la dama de Su Majestad. Acudieron también, entre luces, algunas monjas. La Priora, con mieles y sahumerios de beata lagarta, se acercó a la Reina. Sollozaba la Señora en brazos de la dama: No podía respirar con la congoja, se ahogaba, iba a desmayarse. Otras Madres trajeron vinagrillos olorosos en salvillas de plata, para humedecerle las sienes, reliquias, agua del Jordán. Doña Isabel, poco a poco, se recobraba conmovida por largos suspiros, reclinando la cabeza en el sillón dorado, con un cojín de terciopelo a los pies, entre la dama y la Priora".
(Libro X: "Jornada regia"; VII; pág. 330)

En "Las cerezas del cementerio" nuestro admirado Gabriel Miró dice:

"Juntos fueron a la cocina. Las támaras de enebros y de pino, hechas ascuas, conservadas en su ceniza, rodeaban las lucientes cacerolas, estremecidas por su íntimo hervor.
Beatriz, ciñéndose con una mano la blanca falda, alzaba con la otra las tapaderas de los cazos y ollas; y Félix alcanzaba de la leja la salvilla de la sal, los potecicos de las especias; y los dos guisaron creyéndose hermanos pequeños que juegan a comiditas".
(Cap. XV: "Vino dulcísimo en amarga copa"; pág. 131)

SALVADERA

$
0
0

Salvadera es voz que no recoge Covarrubias. En  Autoridades la define así:

"SALVADERA. s. f. Vaso cerrado, que se hace de diversas hechuras, y materias, con unos pequeños agujeros por la parte de arriba, en que se tienen los polvos para echar sobre lo que se escribe, á fin de que se seque, y no se borre lo escrito. Lat. Theca pulvisculaaria."

Cita a Quevedo y al padre Feijoo. El párrafo escrito por el ilustre cojo se encuentra en  su novela picaresca titulada  "La vida del Buscón llamado Don Pablos":

"Y volviendo a la lición, diola y decorámosla. Y prosiguió siempre en aquel modo de vivir que he contado. Sólo añadió a la comida tocino en la olla, por no sé qué que le dijeron, un día, de hidalguía, allá fuera. Y así, tenía una caja de yerro, toda agujereada como salvadera, abríala, y metía un pedazo de tocino en ella, que la llenase, y tornábala a cerrar, y metíala colgando de un cordel en la olla, para que la diese algún zumo por los agujeros, y quedase para otro día el tocino. Parecióle después que, en esto, se gastaba mucho, y dio en sólo asomar el tocino a la olla".
(Libro I; cap. III: "De cómo fui a un pupilaje por criado de don Diego Coronel"; pág. 35)

La cita del padre Benito Jerónimo Feijoo se encuentra en el Libro tercero de su obra "Teatro crítico Universal":

"35. Aquí será bien descubrir algunos de los artificios de que se valen los embusteros Alquimistas para persuadir que convierten los demás metales en oro. En suma se reducen a que tienen oculto el oro en polvos, o en masa, ya en los carbones con que dan fuego, ya en la ceniza, ya en la misma materia metálica que dicen han de transmutar en oro (de suerte que ponen al fuego, pongo por ejemplo, un pedazo de hierro; pero sólo es de hierro la superficie exterior, y por adentro es oro), ya en la punta de un báculo de metal, con que revuelven la mixtura en el fuego; y el oro que aparece después hecho masa al fondo de la copela, y que quieren persuadir se hizo de otro metal, es el mismo que tenían oculto, y se derritió durante la operación. Estos son los artificios que he leído; pero puede haber otros muchos.

36. Algunas veces proceden con tan doblada simulación estos embusteros, que engañarán al hombre más advertido. Sirva de ejemplo el suceso siguiente. Un Químico se presentó en el Palacio de Ernesto, Marqués de Bade, ofreciendo a aquel Príncipe hacer oro en su presencia. Tratándose de la ejecución, dijo que no tenía la materia de se hacía; pero que eran unos polvos de poco precio, que se hallarían en cualquiera Botica, o tienda de Droguista. Dijo cómo se llamaban; salió un criado del Marqués de orden suyo, a buscarlos. La primera tienda que encontró fue la de un Droguista extranjero que había expuesto sus Mercaderías a las puertas del Palacio. Preguntóle si tenía tales polvos, respondió que sí, y le vendió alguna cantidad en tan bajo precio, como si fuesen de salvadera. Llevólos al Quimista, el cual poniéndolos al fuego, y mezclando un poco de azogue, sacó al fin un pedazo de oro. Gratificóle magníficamente el Marqués por el gran secreto que le había revelado; y queriendo después ejercitarle por sí mismo, solicitó mayor cantidad de aquellos polvos; pero en ninguna Botica parecieron, ni se halló Boticario, ni Droguista que no dijese que jamás había oído la voz con que el Quimista los había nombrado. El Droguista que estaba a la puerta de Palacio, y de cuya tienda se habían sacado, ya se había desaparecido. Asimismo el Quimista ya se había ido a engañar a otra parte. Súpose en fin, que el Quimista, y el Droguista eran compañeros, y obraban de concierto: que con designio formado había puesto su tienda el Droguista en paraje tan oportuno, para que luego se tropezase con él, al tiempo que el Quimista usase de su farándula; y en fin, que los polvos, vendidos en tan vil precio para disimulo, eran de oro, mezclados, y ofuscados con arte. Refiere Beyerlinck este chiste, citando a Jeremías Medero; y el Padre Gaspar Scotto cuenta otro semejantísimo a este, que pasó en Bruselas".
("Piedra filosofal"; cap. VII; pág. 128)

Academia no varía lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1914. que define  esta voz de este modo:

"SALVADERA. (De salvado, usado antiguamente en vez de arenilla.) f. Vaso, por lo común cerrado y con agujeros en la parte superior, en que se tiene la arenilla para enjugar lo escrito recientemente".

En la edición de 1927 añaden dos acepciones más:

"SALVADERA. f. Vaso en que se tiene la arenilla para enjugar lo escrito.// Cuba. Jabillo, árbol. // Colomb. Arenilla".

En la edición de 1984 ya hablan en pasado y lo mantienen hasta la 23 ed., última consultada:

"SALVADERA. (De salvado, usado antiguamente en vez de arenilla.) f. Vaso, por lo común cerrado y con agujeros en la parte superior, en que se tenía la arenilla para enjugar lo escrito recientemente.// 2. Cuba. Jabillo, árbol".

El Esteban Terreros dice:

"SALVADERA, vaso, ó caxa para tener los polvos que se echan en lo que se escribe. Fr. Poudrier. Lat. Pyxis pulveris, pulveraria theca. It, Polverino".

El Alemany y Bolufer es más preciso con la 2ª acepción de esta voz:

"SALVADERA. (De salvado, usado antiguamente en vez de arenilla.) f. Vaso, por lo común cerrado y con agujeros en la parte superior, en que se tiene la arenilla para enjugar lo escrito recientemente.// Amér. Nombre que se da en Cuba a un árbol erizado de púas, con hojas grandes, dentadas; flores coloradas, y corteza gris. El fruto de este árbol esferoide, muy comprimido por sus dos ejes, y sus semillas se emplean como salvadera".

El Pagés se atiene a lo dicho por Academia e ilustra la primera acepción de esta voz con tres ejemplos literarios. La primera es una acotación de la obra de Ricardo de la Vega titulada "Providencias judiciales: sainete en un acto y en verso" (Imprenta de Diego Valero. Madrid, 1875). Se estrenó, con extraordinario éxito, en el teatro de Variedades el 24 de abril de 1875.

COSTAS
Señores, tengan ustedes
la bondad de reportarse;
que esto más bien que juzgado
parece casa de Orates.

MANCO
Por mí ya está acabao to:
pero a mí me gusta darle
a cada uno lo que es suyo
y no tomar ná de naide.

(Se guarda una salvadera de la mesa del señor Costas sin que lo vean,)

PEPA
¡Pues yo aseguro!...

ANTONIO
¡Silencio!
¡Y prepárense a escucharme! (Poniéndose en medio.)

PRENDERO
(Va a resucitar el muerto)

ANTONIO
Usted, señora doña Ángeles,
¿va a casarse con un viejo
tan raro y tan miserable?
(Escena XV)

El segundo ejemplo está entresacado del cuento  de José Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset, titulado "Panza-al-trote" (Revista Ibérica. Madrid. 16.05.1883). Escribe en el segundo capítulo:

"—¿Qué ocurre? dijo con mal humor, interrumpiendo la lectura de un periódico y arrojando dos espirales de humo por la nariz. 
—Creo, dijo con firmeza Clara, que la familia de un enfermo que fallece aquí... puede recoger su cadáver y enterrarlo. 
—Sí. 
—Pues yo soy... 
—¿Cómo se llamaba el enfermo? prosiguió el doncel burócrata, como hombre acostumbrado á casos semejantes. Y echó mano á un libro alfabético. 
—Alonso Ponzano. 
—A... Alonso... Murió el 13. ¡Ya está enterrado, señora!
 —¿Ya?
—Sí; hace dos días que ha muerto, y para qué se iba á guardar aquí... 
Clara vaciló; su mirada giró por la estancia como buscando un punto de apoyo para su persona. Se aproximó á la mesa, puso su mano, húmeda de sudor frio, sobre una carpeta en que habia desparramados polvos de salvadera, algunos de los cuales se adhirieron á sus pulpejos". 

El tercer y último ejemplo, aunque se lo adjudica al padre Francisco Isla, pertenece, en realidad a a Alain-René Lesage, autor de la "Historia de Gil Blas de Santillana" (Establecimiento Tipográfico Editorial de Salvador Manero. Barcelona, 1867). El padre Isla, en esta novela, ejerce únicamente de traductor. Leemos en el capítulo VIII del Libro Segundo lo siguiente:

"Comenzamos entonces a roer nuestros regojos y las preciosas reliquias de la liebre, alternando con tan frecuentes topetadas a la bota, que en poco tiempo la dejamos enteramente pez con pez, sin que en todo este tiempo desplegase los labios ninguno de los tres.
Al cabo rompió el silencio el barberillo, diciendo al comediante:
-Estoy admirado de ver a usted en estado tan lastimoso. No se puede dudar que es mucha pobreza para un héroe de teatro, y perdone usted si le hablo con esta claridad. 
-Por cierto -replicó el actor- que se conoce no ha oído usted hablar del famosos comediante Melchor Zapata; porque ha de saber usted que, por la misericordia de Dios, no soy de genio delicado. Me da usted mucho gusto en hablarme con tanta franqueza, porque también gusto yo de hablar con ella. Confieso de buena fe que no soy rico; y sino miren ustedes esta ropilla.
Diciendo esto, nos mostró el forro de ella, que era todo de los carteles de comedia que se fijan en las esquinas. 
-Esta es la tela que comúnmente me sirve de forro y, si todavía tienen curiosidad de ver lo que hay en mi guardarropa, contentaré a ustedes. Helo aquí.
(Y al mismo tiempo sacó de la mochila un vestido entero, guarnecido de esterila vieja de plata falsa, una gorra muy raída, con un penacho de viejísimas plumas, unas medias de seda con más agujeros que un cribo ó una salvadera, y unos zapatos muy usados, de banadilla encarnada)."
(Pág. 145)

Sobre el oficio de traductor conviene leer lo que el mismo padre Isla escribió en su  "Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas", Dice en el capítulo II del Libro III lo siguiente:

"Traductores de libros franceses! Traductores de libros franceses! no ]os llame vmd. así, llámelos vmd. traductores de su propia lengua, y corruptores de la agena; pues, como dice el italiano con gracia, los mas no son traducción, sino traición á uno y otro idioma, á la reserva de muy pocos, quos dígito monstrare omni, vel caeco facilé. Todo el resto eche vmd. á pares y nones; y tenga entendido que es la mayor peste que ha inficionado nuestro siglo. 
No piense vmd. que estoy mal, ni mucho ménos que desprecio á los que se dedican á este útilísimo y gloriosísimo trabajo; disto tanto de este concepto, que en el mio son dignos de la mayor estimación los que le desempeñan bien. (...)
 Nada convence tanto la dificultad que hay en traducir bien, como la multitud de traducciones que nos sofocan, y quán pocas son, no digo las que merezcan llamarse buenas, pero ni aun tolerables! En los tiempos que corren es desdichada la madre que no tiene un hijo traductor. Hay peste de traductores; pero casi todas las traducciones son peste; son unas malas y aun perversas traducciones gramaticales, en que, á buen librar, queda tan estropeada la lengua traducida, como aquella en que se traduce; pues se hace de las dos un pataborrillo que causa asco al estomago francés, y da ganas de vomitar al castellano. Ambos desconocen su idioma; cada uno entiende la mitad, pero ninguno todo. Yo bien sé en que consiste esto; pero no lo quiero decir.
Lo que digo es, que en efecto los malos, los perversos, los ridículos, los extravagantes, los idiotas traductores son los que nos han echado á perder la lengua, corrompiéndonos las voces, tanto como el alma: ellos son los que han pegado á nuestro pobre idioma el mal francés, para cuya curación no basta todo el mercurio preparado por la discreta pluma del discreto farmacopola.


 .......Unicom illum 
Ulcera qui jussit castas tractare camenas

Ellos son los que han hecho que ni aun en las conversaciones, ni en las cartas familiares, ni en los escritos públicos, nos veamos de polvo gálico, quiero decir, que parece no gastan otros en la salvadera, que arena del Loira, del Roña, ó del Sena, según polvorean todo quanto escriben de galicismos ó de francesadas. Ellos son en fin los que debiendo empeñarse en hacer hablar al francés en castellano (porque al fin esa es la obligación del traductor), parece que intentan todo lo contrario, es á saber, hacer hablar al castellano en francés, y con efecto lo consiguen".
(Págs. 34-36)


El Manuel Seco nos ofrece la primera acepción de esta voz:

"SALVADERA. f (hist.) Recipiente para echar la arenilla secante sobre un escrito. Tb su contenido. BUERO, Soñador, 213: Abre una carpeta, moja la pluma y se la ofrece. Después va recogiendo los documentos y rociándolos con la salvadera..."

Ramón Cabrera se ocupa de esta voz en su "Diccionario de Etimologías de la Lengua Castellana":

"SALVADERA. n. f.- Vaso de metal, vidrio ó barro donde se tienen los polvos que suelen echarse sobre lo recien escrito.
Salvadera es un derivativo de la voz castellana salvado; y se dió aquel nombre al vaso de los polvos para lo recien escrito, porque antiguamente en lugar de polvos se usaba de salvados para enjugar ó secar lo que se acaba de escribir. En efecto aun hoy dia se encuentran en manuscritos del siglo XVI, algunas cascarillas de salvado pegadas á las letras".

El "Diccionario de Materia Mercantil, Industrial y Agrícola", obra de don José Oriol Ronquillo, recoge, en su tercer volumen, la segunda acepción de esta voz:

"Hura ruidosa, Hura elástica, Nogal de América, Pedo del diablo, Salvadera (Hura crepitans, L.). Árbol alto de 20 metros y mas, que crece en Méjico, en las Antillas y en la América meridiona], y que tiene un zumo blanco, caustico, que contiene cautchuc, susceptible de cegar si cae en los ojos.
Los frutos consisten en una cápsula de 12 á 15 celdillas, del volumen de una manzana gruesa, que se abre con ruido en su madurez; esta cápsula encierra almendras planas, orbiculares, leonadas, cubiertas de una pelosilla ligera, como la nuez vómica, de sabor primero dulce y agradable, pero luego seguido de acritud y de calor en la garganta. Estas semillas son purgantes y vomitiivas; 2 granos en peso purgan tanto como 4o granos de jalapa; según el Sr. Bonastre, están compuestas de : 92 partes de aceite graso,8 de estearina, 70 de parenquina albuminoso, 2 de goma, 4 de humedad, y 4 de sales; total, 180 partes. El aceite extraído de estas semillas es también purgante, y ha sido empleado como tal por Hamilton. 
Los colonos de la América se sirven de los frutos de este árbol, después de haberlos vaciado y hecho hervir en el aceite, para poner en ellos arenilla, de lo que ha recibido la planta el nombre vulgar de Salvadera; pero es menester envolverlos con un cerco de hierro, porque cuando menos se piensa, aun al cabo de algunos años, se abren con gran ruido en tantos pedazos como válvulas tiene, lo que le ha valido á esta hura el nombre especifico de ruidosa".

El "Diccionario de Americanismos" define esta voz como "solimanché". Buscamos este término en la misma obra y nos dan esta definición:

"solimanché. (Del maya yucat.).
I.1.m. Mx:SE. Árbol de hasta 20 m de altura, de tronco cubierto de espinas, hojas acorazonadas y fruto en cápsula leñosa en forma de calabaza; tiene una savia lechosa que es venenosa y su semilla tiene aplicación en la medicina tradicional. (Euphorbiaceae; Hura crepitans). ◆ árbol del diablo; catahuaceibillaceibotehabillojagua-taijaibillojarillakanlónunoochoópalo del brujosaco de arenasalvaderaseda blancatronador".

Esteban Pichardo no recoge esta voz; en cambio, incluye la que estamos estudiando en su "Diccionario Provincial de Voces Cubanas":

"SALVADERA. N. s. f. Árbol erizado de puas, que se eleva á la altura del almendro europeo; corteza gris; hojas dentadas grandes; flores coloradas; el fruto es un esferóide muy comprimido por sus dos ejes y marcado en todo su ruedo por varias tajadas ó divisiones regulares como el ajo; cuando madura y seca por el sol, rompe y lanza lejos sus semillas; tomándose precauciones se logra estraerse estas sin romper aquel para hacer salvaderas.
Este vegetal está colocado entre los eméticos por Descourtilz que trata de él con el nombre sablier elastique- Hura crepitans".


Don Romualdo Paronce es el autor de un "Manual del escribiente" (2ª ed. Imprenta de J. Oliveres y Monmany. Barcelona, 1835) en el que se ocupa, naturalmente, de la salvadera. Dice allí:

"La Salvadera puede ser de estaño, de plomo, de barro, de cuerno, de madera, de plata, etc. ; pero se ha de procurar que esté agujereada con pequeños orificios, pues si estos son muy grandes dan los polvos con demasiada liberalidad, perjudicando á la letra, y dañando al escrito. 
El uso de la salvadera es contener los polvos ó arenillas que sirven para esparcir sobre la superficie recien escrita, á fin de que no se borre. Los polvos siempre deben esparcirse con la salvadera dispuesta en la forma y con los orificios que hemos indicado. Reprobamos de consiguiente las salvaderas descubiertas en las cuales los polvos deben sacarse con los dedos, con una concha, ó con otro cuerpo intermedio cualquiera; pues á mas de ser de un uso bastante engorroso, siempre se mezclan con mucha facilidad cuerpos estraños con los polvos, lo que debe evitarse en gran manera. Se usan polvos de varias maderas, arenillas finas de varios colores, etc. Los polvos de arena cernida muy menuda son los mejores. En los Alfaques de Tortosa tenemos unos polvos de arena muy finos, y muy á propósito para el caso. Cerca de Almería se encuentra tambien una arena negra muy fina que sirve para polvos. El uso de las limaduras de hierro debe proscribirse enteramente, pues su inconveniente menor es roer el papel. 
Se usan arenillas azules, verdes, negras, de color de rosa, amarillas, etc. Cada escribiente tiene su color predilecto. Yo prefiero las azules. En fin, es cosa indiferente, y que influye muy poco en la escritura. 
Pudiéramos ahora enseñar á teñir ó dar color á las arenillas; pero las tenemos á un precio tau módico, que no seria cálculo el entretenerse en esta operacion."
(Segunda Parte; cap. único: "De los instrumentos que debe tener un perfecto escribiente"; XIII: "De la salvadera"; págs. 58-59)

Curiosa es la anécdota que cuenta Baltasar Porreño en su obra "Los dichos y hechos del rey Philippe II. Llamado con justa razon el Prudente" (Francisco Foppens, Impresor y Mercader de Libros. Brusselas, 1666)

"Pidió su Magestad á Nuestro Señor encarecidamente, que no permitiesse que á la hora de su muerte tuviesse dolores, para que con mas quietud, paz y sossiego, pudiesse el alma darse toda á la consideracion de las cosas divinas y de su salvacion. Y notó Don Enrique de Guzman Gentilhombre de su Camara, que desde la hora que empeçaron los pulsos .a dar muestras de apresurar su muerte (que fue dia y medio, y poco mas antes de espirar) quedó su Magestad sin ningun genero de dolor, y con una paz y tranquilidad admirable.
Aviendo escrito una Carta muy larga de su mano, y pidiendo á Juan Ruiz de Velasco, ó segun otros refieren, al Secretario Santoyo, muy á deshora de la noche que le echasse polvos de la salvadera, Juan Ruiz estava medio dormido, y en lugar de tomar la salvadera tomó el tintero, y lo derramó sobre la Carta que se avia escrito con harto cuydado, tiempo y desvelo; y viendo su Magestad lo que avia hecho, dixo con una paz admirable: esta es la salvadera, y este es el tintero, queriendo dezir á Juan Ruiz que avia errado el golpe, y la huvo de volver á escrivir, sin alterarse, ni mostrar un punto de indignación, ó gran Monarca! Otros dizen, que dixo á Santoyo, viendole congoxado, esperareis mas, y luego se puso á copiar la Carta."
(Cap. XVII: "Su Paz, y Confiança"; págs. 339-340)

Peor opinión  del rey que le tocó en suerte la tiene fray Francisco Alvarado, conocido por el alias de "El Filósofo rancio". He aquí lo que dice de Fernando VII en carta que envía al sacerdote D. Francisco Javier Cienfuegos, sobrino de Gaspar Melchor de Jovellanos:

"Nuestros mayores pues no querían prestarse á la negociación, porque la miraban como incompatible con el honor que era su idolillo, porque juzgaban que los degradaba y porque entregados á la guerra y á la agricultura juzgaban que no les restaba tiempo ni atención para ella. Repito que este modo de pensar era extremoso con respecto á ellos. ¿Pero quién se atreverá á llamarlo tal con respecto al rey, cuya soberanía pugna tanto con todo lo que huele á servidumbre, de cuya grandeza desdice tanto todo lo que incluye mezquindad, cuya autoridad jamás debe comprometerse y allanarse, y cuyas augustas obligaciones necesitan mas de un ángel incansable que de un hombre limitado y mortal?
Sin embargo el rey en el dia es el príncipe de los negociantes. Vende sal, tabaco, barajas, nitro, polvos de salvadera, pólvora y qué sé yo qué mas. Se me dirá á esto que el rey negocia por medio de sus subalternos, y asi no tiene ni que prostituir su dignidad, ni que distraer su atención. Yo respondo que tanto peor para nosotros. Si tuviéramos que entendernos con el rey, ó nos entenderíamos con un hombre de buena crianza, ó si la tenia mala nos conformariamos con que quien nos vejaba era el soberano. Mas nos entendemos con sus empleados que por lo común reúnen todas las mezquindades y raterías de un regatón con toda la soberanía de un monarca, ó por decir mas bien con todo el despotismo de un tirano.
  Ultimamente el monopolio, aunque indiferente en sí mismo, está tan expuesto á iniquidades, que las buenas leyes rara vez lo consienten, y donde lo consienten tienen continuamente que estar atajando estas iniquidades. El rey sin embargo todo lo que vende lo estanca, y estancándolo funda un seminario de vejaciones y de iniquidades para que padezcan sus vasallos".
("Cartas inéditas..."; pág. 73)

Vicente Espinel escribió esta voz en sus "Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón..." (Pedro Gomez de Pastrana. Sevilla, 1641):

"Vino vn pícaro con más andrajos que vn molino de papel, con vn cabo de vela Portuguessa, i hincola en vn agujero de la misma mesa tinelar, que si no tuuiera nudo la madera, la hincara en la pared. Pusieron en ella vnos manteles desvirados, que parecían delantal de çurrador. Sacó aquel galán vna seruilleta de la faltriquera, no más limpia, pero más agujereada que cubierta de saluadera, i por gran cosa dijo: Mas ha de veinte años que la tengo conmigo, lo vno por no ensuziarme con estos manteles, lo otro, porque me lo dió cierta señora, que no quiero dezir más".
(Descanso Octavo; pág. 44)

De Luis de Góngora es esta letrilla:

Tejió de piernas de araña
su barba un colegial,
pensando con ella el tal
gobernar a toda España.
Cuando el impulso lo engaña,
de las partes que no tiene,
pisándose a Madrid viene
la barba desde Sigüenza:
tenga vergüenza.

Alguno conozco yo
que médico se regula
por la sortija y la mula,
por el ejercicio no;
toda su vida salió
a vender de balde peste;
nadie lo llamó, ¡y que a este
su ocio no lo convenza!
tenga vergüenza.

El marido de la bella
que nos vende por fiel,
vistiéndose aquello, él,
que gana desnuda ella,
paciente sus labios sella,
buscándole ella por eso
entre dos plumas de hueso
una de oro en rica trenza:
tenga vergüenza.

La mayor legalidad
si el preso tiene dinero,
salvadera hace el tintero,
salvando su libertad,
que mentira es la verdad
del que es litigante pobre;
gato, aun con tripas de cobre,
no habrá gato que no venza:
tenga vergüenza.

En tener dos no repara
doña Fulana Interés,
que solo de esgrima  es
esto de guardar la cara,
de sí ya tan poco avara,
que el cuatrín no menos pilla
a Oliveros de Castilla
que a un hilero de Olivenza:
tenga vergüenza.

¡Cuánto hoy hijo de Eva,
afectando lo galán,
se desmiente en un Jordán
que ondas de tinta lleva,
forma sacando tan nueva
que la extrañan por lo sucio!
Rocín que, parando rucio,
morcillo a correr comienza
tenga vergüenza.



Doña Emilia Pardo-Bazán puso esta voz en su novela "Una  cristiana":

"A lo lejos la ría brillaba como falda de raso gris salpicada de lentejuelas de plata; el creciente se multiplicaba en su seno y el ruido imperceptible del manso oleaje se confundía con el del viento nocturno que estremecía las ramas próximas. Un aire húmedo y refrigerante acariciaba el rostro. Candidiña interrumpió mi contemplación colándose sin pedir permiso, trayendo en una mano el tintero, que casi rebosaba de tinta; en otra, además de la luz, papel, sobres, un cabo de pluma, un cucurucho de arenillas.
 —Dice tía Andrea que tiene que dispensar, que todo viene así... cachifollado. Dice que mañana sin falta le dará la salvadera. Dice que en la aldea hay que perdonar. 
Empecé a disponer lo necesario para escribir a Luis Portal; pero la muchacha, en vez de marcharse, quedóse allí plantada, contemplándome como si mi persona y mis actos fuesen cosa muy curiosa".
(Cap. VIII; pág. 79)

Don Benito Pérez-Galdós describe así a Juan Pablo Rubín, uno de los numerosos personajes de su novela "Fortunata y Jacinta":

"Trabajó en sombreros de fieltro, en calzado de Soldevilla,,.y derramó por toda la Península, como se esparce sobre el papel la arenilla de una salvadera, diferentes artículos de comercio. En otra temporada corrió chocolates, pañuelos y chales galería, conservas, devocionarios y hasta palillos de dientes. Por su diligencia, su honradez y por la puntualidad con que remitía los fondos recaudados, sus comitentes le apreciaban mucho. Pero no se sabe cómo se las componía, que siempre estaba más pobre que las ratas, y se lamentaba con amanerado pesimismo de su picara suerte. Todas sus ganancias se le iban por entre los decios, frecuentando mucho los cates en sus ratos de descanso, convidando sin tasa a los amigos y dándose la mejor vida posible en las poblaciones que visitaba.A los funestos resultados de este sistema llamaba él haber nacido con mala sombra. La misma heterogeneidad y muchedumbre de artículos que corría mermó pronto los resultados de sus viajes y algunas casas empezaron á retirarle su confianza, y el aburrido viajante, siempre de mal temple y echando maldiciones y temos contra los mercachifles, aspiraba á un cambio de vida y á ocupación más-lucrativa y noble."
(Parte segunda; I: "Maximiliano Rubín"; pág. 10)

También se encuentra esta voz en "Miau":

"En fin, que el desgraciado particular se largó trinando como ruiseñor en la época del celo, y cuando se quedaron solos Villaamil y Pantoja, al primero le faltó tiempo para decir: 
— ¿Ha vuelto Víctor por aquí? ¿Cómo va su expediente? 
Pantoja tardó en responder; tenía la boca lo mismo que si se la hubieran cosido. Se ocupaba en abrir pliegos, dentro de los cuales, al ser abiertos, sonaba la arenilla pegada á la tinta seca, y el honrado cuidaba de que los tales polvos no se cayeran ¡lástima de desperdicio! y prolijamente los vertía en la salbadera. Era en él costumbre antigua este aprovechamiento de los polvos empleados ya en otra oficina, y lo hacía con nimio celo, cual si mirase por los intereses de su ama, la señora Hacienda".
(Cap. XXVI; pág. 252)

Un sabroso diálogo en el que aparece esta voz lo encontramos en la novela de José María de Pereda titulada "De tal palo, tal astilla" (Imprenta y Fundición de M. Tello. Madrid, 1880):

"-Pues yo que estoy al tanto de los secretos de esa ilustre casa, donde entro con igual franqueza que en la mia-exclamó D. Lésmes, no poco exaltado- digo que todo eso que se cuenta son supuestos de gentes envidiosas ..... cuando no sea obra de algun pícaro á quien, por más señas, hace V. mucho la rosca. 
-¡Zurriascas! .... ¡Yo no hago la rosca á nadie; que eso se queda para V. y otros matasanos como V.! y si lo dice por quien yo barrunto, sépase que él me buscó á mí, porque me necesitaba! 
-¡Por cierto que supo V. corresponder al consonante de los propósitos de ese fariseo! ¡Vaya una cria que le sacó V. lucida y despierta! 
 -Si el discípulo es alcornoque de por sí, ¿cómo ha de hacerle el maestro madera fina y de lustre? .... Pero, ¡zurriascas! cuando ménos. lo que cae bajo mi banda, no lo mato, como V,! 
-Dígalo Polduco, mi chico menor! Si no se le quito á V. de entre las uñas, en ellas queda, como gorrion entre las del milano.
-¡Polduco es una Cabra montuna, zurriascas! Me hizo muchas de las suyas, y al cabo le casqué las liendres; que de mí no se rie él, ni la perra que ha de volver á parirle.
-¡Si V. supiera darse á respetar! ... .
-Si ustedes pagaran como deben ..... ¡zurriascas!
-No cobro yo tanto, y trabajo más ..... y me conformo.
-¡Ya! Pero como V. tiene el amparo de su amigo y condiscípulo el señor doctor!. ...¡Puaaa!
-Y V. la mina de sus colodras y almadreñas. ¡Digo!
-¡Vaya un par de capas para un invierno crudo!-expuso á esto D. Casiano, comenzando á redondear otras dos pildoras.- ¡Como D. Lésmcs no saque á la zaragatona más jugo que al doctor! ....
-De modo- replicó el cirujano- que como no está al alcance de todos la virtud de matar las lombrices con polvos de salvadera! ....
-¡Eso va con V., D. Casiano!-gritó el feroz pedagogo.-¡Y que la cosa no llcva malicia, zurriascas!
-¿Por qué no le ha vuelto V. ántes al cuerpo lo de las colodras, que no iba conmigo?- díjole el farmacéutico, muy picado. 
-Porque las verdades no ofenden; y es verdad, y á mucha honra, que, para ganarme el pan, hago colodras y almadreñas. 
-Y yo, con el mismo honrado fin, remedios contra lombrices. 
-Pero dice este licenciado zaragata, que son de polvos de salvadera. 
-Miserimini mundanorum, digo yo á eso, y que cada cual mire por su honra, que la mia bien guardada está. 
-¡La mia está más alta que la chimenea! .... 
- ¡Pues la mia levanta un codo sobre el campanario, zurriascas!"
(Cap. XIII: "Lo que se decía"; págs. 210-212)

Ramón Pérez de Ayala tituló "Clarín" y Don Leopoldo Alas" un prólogo de una edición argentina de "Doña Berta, Cuervo y Superchería". Así describe al ilustre ovetense que le dio clases en la Universidad Asturiana:

"Aun estoy viendo a D. Leopoldo, detrás de la ancha mesa profesoral, aforrada en velludo granate; encima, una gran escribanía de plata, tintero, campanilla, salvadera y portaplumas, relleno de bolitas de cristal verde y con sus tres plumas de ganso, teñidas de tintes radiantes, gualda, veronés y púrpura. D. Leopoldo era muy pequeñito y delgado, casi óseo, y todo nervios; una especie de avecilla, sin apenas peso de materia. El cráneo un tanto voluminoso (braquicéfalo), en relación con la parvedad del cuerpo. El pelo de cabeza y barbas, maiceño. Y me lanzo a producir y estampar este neologismo porque si se dice color trigueño por semejanza del trigo, con no menor legitimidad se podrá decir maiceño del tono que distingue el grano del maiz, el cual de maduro es mas amarillo que el trigo, y tirando a rojo. Esta tonalidad de pelambre abunda en la raza celta. En Asturias y Galicia se han preservado numerosos ejemplares, evidentemente típicos, de esta raza soñadora e irónica; dos tendencias hostiles entre sí, que engendran en su irreductible cuerpo a cuerpo, como de jacob con el ángel, una inestabilidad psíquica, fascinadora y llena de sorpresas".
("Archivum". Tomo II. Nº I. Enero-Abril 1952; pág. 11)

Nos encantan los versos sencillos y jocosos de nuestro paisano José Rodao. Siempre que los leemos nos saca una sonrisa. Estos que traigo a esta entrada son los primeros de una poesía que titula "El eterno objeto de arte":

Un objeto de arte? 
Ya me seduce la promesa. 
¿Qué será? ¿Qué no será? 
¿Será algún centro de mesa? 
¿O un lindo reloj, quizá?

En fin, no tengo interés 
en saberlo, que a través 
del misterio es más hermosa 
la ilusión. Supongo que es 
una pluma caprichosa.

¡Y de oro!... Tras de ella voy 
y la obtendré, si es que doy 
en el quid, y el fallo es justo. 
¡Qué bonita! ¡Si ya estoy 
relamiéndome de gusto!

Nada, nada, a trabajar 
porque la habré de alcanzar, 
si mi inspiración no falla, 
aunque va a desentonar 
en mi mesa de batalla.

Tengo sobre ella un tintero 
feo y sucio, que, no quiero 
despertar su indignación, 
pero ha sido compañero 
de un puchero de Alcorcón.

Quiero decir que es de barro 
y orilla de ese cacharro, 
que mi pobreza denota, 
hay de cuartillas un carro 
y una salvadera rota.

Tan rota, que es por demás, 
pues la arenilla jamás
suele caer poco a poco 
y cuando a la mesa toco 
se va toda por detrás-

Hay junto a la salvadera 
una pluma de primera, 
pero es torpe y cuando quiero 
escribir á la carrera 
utilizo el lapicero.

Esta situación deploro 
y es claro que mi decoro 
hasta se resentiría,
 al mirar la pluma de oro 
en tan mala compañía.


Max Aub no hizo un retrato amable de la ciudad de Castellón de la Plana en su novela "Campo cerrado". Sobre algunos de sus habitantes, escribe:

"El mar no existe; hay puerto a lo lejos, y su comercio. Los negociantes -tez parda, nariz cinzolina, manos rugosas y duras, mesas escritorios con salvadera, poco amigos de filaterías- garganteros, desconfiados, regateadores, gustosos de cierto toreo efectista, agarrados a muerte a las rejas de los bancos, viven para su comercio, todos son hijos de la tierra rojal, ricos por herencia, mohatra o tozudez; no tienen más Dios que sus naranjos, ni más Virgen que la de los Desamparados (la patrona es la Magdalena, pero se la tiene en menos que a la valentina)"
(2. "Castellón de la Plana"; pág. 26)

Gabriel Miró puso esta voz en su novela "El obispo leproso":

"Al principio estuvo Pablo muy parado, sobrecogido del silencio del patio claustral, de la bruma de las oficinas diocesanas. Pronto llegaron a parecerle los techos de Palacio tan familiares como los de la parroquia de San Bartolomé. Se asomaba a los armarios del archivo, removía las campanillas, volcaba las salvaderas, se subía a los butacones de crin y a los estrados del sínodo. En el huerto ya le conocían los mastines, las ocas, los palomos; y hasta las mulas del faetón de su ilustrísima levantaban sus quijadas de los pesebres, volviéndose para mirarle".
(1. "Palacio y colegio"; cap. 1º: "Pablo"; pág. 11)

"A Pablo le ardieron las mejillas y le tembló la voz. 
—¡Quiero recoger lo mío y marcharme de aquí! 
—¿Marcharte? ¡Yo te abro! ¡Pasa; pero yo también, porque no te suelto!—Y lo empujó por el pasadizo del amasador y del horno de la colada que acababa dentro de la cancela, Pablo comenzó a subir, y el ímpetu de su sangre orgullosa y pura se cohibía por el helor de la risa del jorobado que le recordaba su fisga: "¡Llévale los limones!..." Y sintió miedo de niño y miedo de amor por la señora tan desvalida en aquella casa, bajo el acecho de ruines. 
El estudio le dió ahogo. No tenía más claridad que la ensangrentada por la piel de los nudos de los maderos. Aspiraba el olor de legajos, de obleas, de pasta de los gropos; le crujía el calzado en los manises ásperos de arenillas de salvaderas, y en la quietud se soltaba el vaho de todas las gentes que pasaron por el escritorio, de sus documentos, de sus ropas, de su intimidad. ¡Se marchaba para siempre! Y se sentó en su pupitre, y no se decía: ¡Aquí estoy!, sino: ¡Aquí estuve!".
(VI. "Pablo y la monja"; cap. V: "Ella y él"; pág. 317)

El segundo capítulo de "El mudejarillo" se  titula "Las averiguaciones". Escribe Jiménez Lozano:

"Pero luego llegó el procurador con dos secretarios: sotanas negras, hebillas de plata en los zapatos, latines en la boca; y se sentaron sus señorías en el lugar de honor. Tomaron el chocolate con rebanadas de pan frito en manteca, y hablaron; rieron a veces, susurraron. Se levantó el mantel y allí se trajeron útiles y recado de escribir, y la arenilla roja en salvaderas de plata, y los secretarios comenzaron a tomar declaración a los comensales despaciosamente".
(Págs.16-17)

José Gutierrez Solana nos describe su viaje a Tembleque en uno de los capítulos de su obra "La España negra":

LA MARCHA

"La plaza de Tembleque, a la caída de la tarde, es cuando estaba más animada y los viajantes hacían sus últimas compras; al pie de las posadas estaban esperando las galeras, con grandes toldos, para partir a distintos pueblos; un cura, montado en un caballo, con su sombrero de teja, metía los pies en los calzos de madera que le servían de estribo, daba con un vergajo un fuerte golpe en las ancas, que al caballo le debía de parecer que era de plomo.
Los quintos venían cogidos del brazo cantando; llevaban una flor metida en las cintas del sombrero y un papel del número del sorteo.
En un cajón, como una portería que había en el portalón de mi posada, un escribano estaba escribiendo unos memoriales; en el bolsillo de su levitón asomaba una botella de asta; en otra, que tenía en la mesa, mojaba su pluma de ave; el cuello de esta botella tenía un tapón atado con una cuerda; este era el tintero; debajo estaba la salvadera, cuyos polvos esparce en el papel para secar la tinta".
(Tomo II; pág. 127)

SALUDADOR-RA

$
0
0

Covarrubias alude a esta voz en su definición del verbo saludar:

"SALVDAR, hablar a otro cortesmente, desseandole salud. Saludar en otra sinificacion, vale curar (ó gracia gratis data; y a los que esta tienen llamamos Saludadores, y particularmente saludan el ganado, pero yo por mas cierto tengo auerse dicho de saliua, saliuador, por tener en ella la virtud de sanar, y assi los saludadores dan vnos bocaditos de pan al ganado cortados por su boca, y mojados en su saliua; y de que esta tenga virtud para algunas enfermedades rabiosas ay vn lugar de Plauto in captiui. Ne verere, multos illi hic morbus homines macerat quibus inspuere saluti fuit, atque his profuit. Escribe Plinio lib. 10. capit. 23. Al fin de auer costumbre de escupir en la cara al que le toma el mal de gota oral por remedio. Quienes tengan esta virtud, o no aueriguenlo los ordinarios, porque muchos de los que dizen ser saludadores, son embaydores y gente perdida. Saludable, lo que acarrea salud. Salutifero, lo mesmo".

Autoridades recoge la voz saludador con estas definiciones:

"SALUDADOR. s. m. El que saluda. Lat. Salutador.

SALUDADOR. Comunmente se aplica al que por oficio saluda con ciertas preces, ceremonias, y soplos para curar del mal de rabia. Lat. Psyllus, i. Marsus, i."

Cita a Quevedo y a Feijoo. La obra del primero se titula "Casa de los locos de amor". Transcribo de la edición de don Eugenio Ochoa ("Obras escogidas...". Baudry. París, 1842) En ella dice:

"Las mas locas eran las que estaban asentadas en su estrado, presidiendo á la chusma emperrada y faldera, haciendo fiestas á unos perrillos lisonjeros, juguetones, y alhagueños mas que sus amas, adornándoles de gargantillas, cascabeles y tafetanes, con mas colores que banderas de campo, ó novia de aldea. Bueno fuera, dije yo, para estas llevar un saludador, para librarnos asi de tanto perro, como de damas tan aperreadas, ó aperreadoras. Al fin tantas enfermas habia en este cuarto, que casi medió compasion; y aun el enfermero desesperaba de su salud; porque como todas estas eran amantes de anillo, que solo se mantenían de la esperanza (cosa que con el efecto muere al punto, el cual nunca les llegaba), era su mal incurable é insufrible".
(Págs.  297-298)

Benito Jerónimo Feijoo dedicó el Discurso primero del Tomo tercero de su "Teatro Crítico Universal" a los saludadores. Comienza así:

"1. Los Teólogos Morales Españoles, tratando de la observancia vana, disputan si en esta especie de superstición son comprehendidos aquellos hombres que debajo del nombre de Saludadores hacen profesión especial de curar la hidrofobia, o mal de rabia: y dividiéndose en varias opiniones, unos tienen aquella curación por lícita, otros por supersticiosa, otros creen que entre los que se llaman Saludadores hay de todo; esto es, que unos curan supersticiosamente, otros lícitamente. Entre los que juzgan lícito aquel modo de curar se duda también si es por virtud natural, o por gracia gratis data; aplicándose unos a lo primero, otros a lo segundo.
2. Pero mi sentir es, que ni curan supersticiosamente, ni lícitamente, ni por virtud sobrenatural, ni natural, ni diabólica. Los Teólogos suponen el hecho de que curan la hidrofobia, porque no les toca examinarle, sino discurrir sobre la noticia común conforme a sus principios. Mas yo este mismo hecho revoco en duda; o por mejor decir asiento a que los que se dicen Saludadores, ni curan por gracia, ni por desgracia particular; quiero decir, que no tienen virtud alguna buena, ni mala para curar la rabia, o si tienen alguna, no es particular, sino común a todos los hombres.
3. He puesto esta excepción condicionada, porque puede haber alguna duda sobre si el soplo fuerte, y frío, de que usan los Saludadores, tiene alguna virtud contra la hidrofobia. He visto a un Médico muy agudo inclinado al dictamen de que sí. Éste, sobre el fundamento experimental de que el agua fría inmuta extrañamente a los hidrófobos, y según la disposición en que los halla, o les acelera la muerte, o les restituye la salud, discurría que todos los líquidos fríos tienen la misma eficacia, y que en esto está todo el misterio de la virtud de los Saludadores. Confirmábale en su opinión lo que comúnmente se dice, o lo dicen los mismos Saludadores, que después de echar buenos tragos tienen más virtud; porque el vino ¿qué puede hacer en ellos, sino esforzarles el pecho para soplar con más valentía? A lo que se sigue, que el soplo sea más frío, porque el aire tanto más enfría, cuanto es impelido con más fuerza."
(Págs. 31-32)

Academia no varía lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1803:

"SALUDADOR. s. m. El que saluda. Salutador.

SALUDADOR. El impostor que aparenta curar ó precaver la rabia con el aliento, la saliva, y con ciertas deprecaciones y fórmulas. Qui rabiem curare cavereve sufflatione vanisque sliis remediis adhibitis affectat.

La segunda acepción de esta voz la define Academia de este modo en su edición de 1832:

"SALUDADOR. m. El que se dedica a curar ó precaver la rabia ú otros males con el aliento, la saliva y ciertas deprecaciones y fórmulas dando á entender que tiene gracia y virtud para ello. Qui rabiem aliosque morbos curare cavereve sufflatione vanisque aliis remediis adhibitis affectat".

En la edición de 1843 leemos:

"SALUDADOR. m. (....) // El embaucador que se dedica á curar ó precaver la rabia ú otros males con el aliento, la saliva y ciertas deprecaciones y fórmulas dando á entender que tiene gracia y virtud para ello. (...)".

Esta definición se mantiene hasta hoy en día.
El género femenino de esta voz no lo recoge Academia hasta la edición de 1884 pero, ateniéndonos a la definición de la segunda acepción creo que los señores académicos  no se plantearon ni se plantean la posibilidad de que este oficio fuera y aún sea también propio de mujeres.
Saludador es voz que ya aparece en Nebrija, Alcalá y Casas. Fray Esteban Terreros recoge las dos acepciones. De la segunda escribe:

"SALUDADOR, el que se dice tener gracia para curar la rabia, y con algunas preces, y soplos saluda. Danle el Lat. Psyllus, y Marsus; pero Psyllus era el que curaba de mordeduras de serpientes, y Marsus fué solo un hijo de Circe, y asi mejor se dirá rabiem insufflatione, etc. curans. It. Ciurmatore. Sejourn dice que fingen ser de la familia de Santa Catalina, ó de Santa Quiteria. V. El sap. Feijjo Teatr. Crit. t. 3. disc. I, I. No parece injustica dudar mucho de la virtud de estos hombres en sus curativas, pues se hallan bien graves fundamentos para ello".



El Pagés ilustra ampliamente con ejemplos literarios las dos acepciones de esta voz. A saber:

"SALUDADOR, RA (Del lat. salutator): adj. Que saluda. Ú. t. c. s."

La primera cita pertenece a un cuento de Eugenio Selléstitulado "Un alquimista del siglo XIX". Lo publicó en "La España Moderna". En él retrata a los andaluces de origen moro o, tal vez, gitano, de esta manera:

"Se explican la aparición de un cometa ó de un eclipse por la amenaza de una catástrofe más bien que por la evolución necesaria, indeclinable de los astros en las órbitas siderales.
Cautívales la devoción de lo sobrenatural, y temen á burlas del duende y á las llamas del diablo y no a la mofa de las malas lenguas y al fuego de los propios vicios. 
Fían sus venturas y temen sus peligros de la quietud de los muertos y no de la actividad de los vivos. Ponen toda su fe en el vaticinio de una gitana, y no les queda ninguna para las previsiones de un sabio: así están aguardando siempre de las rayas de la mano la fortuna que no encomiendan al trabajo de los dedos.
 Creen en los agüeros de los pájaros que van por las nubes, y no miran á los precipicios de la tierra: en la buena dicha de quien palpa á un jorobado y no en la del que endereza por derecho sus acciones. Evitan las palabras siniestras que llevan aparejado el infortunio, y dan vuelo á las injurias que traen consigo deshonra y desolación.
Recogen y guardan, como amuleto bienhechor, la herradura encontrada en la calle, y descuidan á la muía que les labra la heredad.
Si enferman, prefieren el remedio de hierbas desconocidas que aplica la comadre al medicamento que elabora el boticario, y llaman al a saludadora que desde lejos santigua con frases ininteligibles, antes que al médico que, con el termómetro y el auscultador siente y ve claramente el progreso de la dolencia y la consunción de la vida, como se ve la consunción del aceite en el depósito cristalino de una lámpara".
(Año III; nº XXX; junio, 1891; págs. 57-58)

El segundo ejemplo son unos versos de Tirso de Molina que se encuentran en su obra "La Villana de Vallecas". He aquí este precioso diálogo entre doña Violante, vestida de villana, y don Juan:


VIOLANTE 
¿Qué ha perdido? 

JUAN
 Joyas muchas. 
 La libertad, que se fue 
 de casa, y, como criatura, 
 no acierta volver a ella, 
por más que llore y pregunta. 

VIOLANTE
 Pues cósala a las espaldas 
un letrero o escritura, 
 o dé un real al pregonero; 
 que él la hallará, aunque sea aguja; 
 o haga ponelle una corma 
 después, porque no se le huya; 
que, si da en buscar novillos, 
 sin ser música, hará fugas. 

JUAN
Vino ayer una gitana 
 que las libertades hurta, 
 y temo que se la lleva. 

VIOLANTE
 Gitanas son malas cucas. 

JUAN
 ¿Y si vos fuésedes ésta? 

VIOLANTE
 ¡Mas arre! Habrar con mesura; 
 que entiendo poco de rayas, 
 y no me precio de bruja. 

JUAN
 A lo menos hechicera 
 debe ser vuestra hermosura, 
 y vos gitana de amor, 
 que me dice la ventura. 

VIOLANTE
 Bellaca se la prometo, 
si es que a mí me la pescuda; 
 porque mal la dirá buena 
quien se queja de la suya. 

JUAN
 Donaire tenéis. 

VIOLANTE
 Sin don; 
 que en Vallecas más se usa
 el aire a limpiar las parvas, 
que el don que m[o]s las ensucia. 
 ¿Tienen de bajar por pan? 

JUAN
 ¿Es blanco?

 VIOLANTE
 Como el azúcar. 

JUAN
 ¿Sabroso? 

VIOLANTE
 Como unas nueces.

JUAN
¿Reciente?

 VIOLANTE
 Que abrasa y suda.

 JUAN
 Todo lo que vos traéis, 
 quema. 

VIOLANTE
 Seré calentura.

JUAN
¿Habéisle vos amasado? 

VIOLANTE
 Pues.

 JUAN
 ¿Vos misma? 

VIOLANTE
 ¡No, si el cura! 

JUAN
Partilde, veré si es blanco. 

VIOLANTE
 ¿Es antojo? 

JUAN
 ¿Quién lo duda? 

VIOLANTE
 ¿Preñado está? 

JUAN
 De deseos. 

VIOLANTE 
Pues no mueve la criatura. 

(Pártele un pedazo de pan.)

 Tome. 

JUAN
 Habéisle de partir 
con los dientes. 

VIOLANTE
 De mi burra. 
 ¿Y querrá que se le masque? 

JUAN
También. 

VIOLANTE
 Arre, que echa pullas. 

JUAN
 Pan de vuestra hermosa boca, 
 dado contra mordeduras 
 de celos, perros rabiosos, 
 es pan que el amor saluda. 

VIOLANTE
 ¿Luego rabia su mercé?

JUAN
Casi, casi. 

VIOLANTE
 Doyle a Judas. 
 Apártese, no nos muerda 
 y pegue el mal a mi rucia.

 JUAN
 Mientras vos estáis presente, 
 no osa el mal hacerme injuria, 
 que sois mi saludadora.

VIOLANTE
 ¿De zahorina me gradúa? 

 JUAN
A soplos podéis sanarme; 
 ¡mirad qué barata cura! 

VIOLANTE
Tráigame pues unos fuelles; 
 daréle hartas sopladuras. 

JUAN
 Refrescadme el corazón, 
que en fuego de amor se apura. 
Llegad, sopladme en la boca. 

VIOLANTE
Póngala, si soplos busca, 
 aquí, que está el sopladero.
(Señala la cola de la burra)

(Acto Segundo; Escena Quinta)


La tercera cita está sacada de la novela de doña Emilia Pardo-Bazán titulada "La Tribuna":

"Desde que tuvo secretos que confiar, por natural instinto Amparo se arrimó á la Comadreja más que á Guardiana. Esta andaba no sé cómo, medio enferma, con la paletilla caída, según decía; y por más que se la levantó una saludadora con los rezos y ensalmos de costumbre, la paletilla seguía en sus trece, y la muchacha tristona, pensando en cómo quedaban sus pequeños si se muriese ella. Hallaba Amparo en el semblante de Guardiana no sé qué limpidez, qué tranquilidad honesta, que la helaban en los labios el cuento de amores cuan- do iba á empezarlo ; al paso que Ana, con su nervioso buen humor, su cara puntiaguda rebosando curiosidad, convidaba á hablar. Amparo la tomó por confidente y hasta por compañera. Ana, viuda á la sazón de su capitán mercante , que andaba allá por Ribadeo, se prestó gustosa á ser, en cierto modo, la dueña guardadora de la Tribuna".
(Cap. XXXI: "Palabra de casamiento"; pág. 241)

Continúa el Pagés:

"SALUDADOR, RA: V. Dedo saludador ("Dedo índice".)

SALUDADOR: m. Embaucador que se dedica á curar ó precaver la rabia ú otros males, con el aliento, la saliva y ciertas deprecaciones y fórmulas, dando a entender que tiene gracia y virtud para ello".

La cita con que ilustra esta acepción es la Feijoo.
La Enciclopedia Espasa Calpe le dedica media página a esta voz que incluye las tres acepciones y un artículo sobre los saludadores que comienza así:

"SALUDADORES. m. pl. Cien. ocult. Con el nombre de saludadores y santiguadores se conocieron en la Edad Media ciertos individuos que, á su decir, tenían no tan sólo la virtud de curar todas las enfermedades con su saliva, sino también la de resistir impunemente la acción del fuego. Podían beber aceite hirviente, pasearse sobre brasas, etc. Atribuíanse esta facultad por don especial de santa Catalina, y mostraban sobre su pecho un tatuaje con la marca de la rueda que hizo célebre el tormento de la mártir. Otros se especializaban asegurando que tenían una cruz en la bóveda palatina, por haber nacido la noche de Navidad, circunstancia que les daba la virtud de curar con su saliva el mal de rabia. Así como los primeros se daban como abogada a santa catalina, éstos se atribuían la protección de santa Quiteria. La superstición del vulgo y otras personas que , sin ser vulgares, tampoco estaban a cubiertos de ciertas credulidades, obraba la maravilla de que en realidad viesen las expresadas marcas, que sólo existían en sus exaltadas imaginaciones. (...)".

El Tesoro de Villanos recoge dos acepciones de esta voz:

"SALUDADOR. 1. Borracho. S. v. besar el jarro, saludar 3. "Mi bisagüelo por parte de padre era saludador (...) Dende la barriga de su madre venía soplando (...) Ninguno le llevaba ventaja en soplar hacia dentro, era la destruición del vino" (Guadaña, Cátedra, 143-144) // 2. Saludador de culpas. Soplón, delator. S. v. saludar 1"

Cita unos versos de Francisco de Quevedo pertenecientes a una jácara titulada "Carta de Escarramán a la Méndez". Comienza de este modo:


Ya está guardado en la trena 
tu querido Escarramán, 
que unos alfileres vivos 
me prendieron sin pensar. 
Andaba a caza de gangas
y grillos vine a cazar, 
que en mí cantan como en haza 
las noches de por San Juan. 
Entrándome en la bayuca, 
llegándome a remojar 
cierta pendencia mosquito, 
que se ahogó en vino y pan, 
al trago sesenta y nueve, 
que apenas dije "Allá va", 
me trujeron en volandas 
por medio de la ciudad. 
Como el ánima de el sastre
 suelen los diablos llevar, 
iba en poder de corchetes 
tu desdichado jayán. 
Al momento me embolsaron, 
para más seguridad, 
en el calabozo fuerte 
donde los godos están. 
Hallé dentro a Cardeñoso
hombre de buena verdad, 
manco de tocar las cuerdas
 donde no quiso cantar. 
Remolón fue hecho cuenta
 de la sarta de la mar, 
porque desabrigó a cuatro
 de noche en el Arenal. 
Su amiga la Coscolina 
se acogió con Cañamar, 
aquel que, sin ser San Pedro,
tiene llave universal. 
Lobrezno está en la capilla;
dicen que le colgarán 
sin ser día de su santo, 
que es muy bellaca señal. 
Sobre el pagar la patente 
nos venimos a encontrar 
yo y Perotudo el de Burgos: 
acabóse la amistad. 
Hizo en mi cabeza tantos un jarro, 
que fue orinal, 
y yo con medio cuchillo 
le trinché medio quijar. 
Supiéronlo los señores, 
que se lo dijo el guardián, 
gran saludador de culpas
 un fuelle de Satanás, 
y otra mañana a las once, 
víspera de San Millán
con chilladores delante
y envaramiento detrás, 
a espaldas vueltas me dieron 
el usado centenar, 
que sobre los recibidos 
son ochocientos y más....

El Manuel Seco también se ocupa de este vocablo:

"SALUDADOR, -RA. I adj. 1. Que saluda. // Zunzunegui Camino 418: Los marineros... ponían la diestra saludadora en la gorrilla.
II m y f. 2 (hoy raro) Pers. que se dedica a curar la rabia u otros males con el aliento, la saliva y ciertas deprecaciones o fórmulas.// Mercader-DOrtiz HEspaña 4, 123: la deplorable situación sanitaria se revelaba en la escasez de médicos, incluso en pueblos populosos, mientras pululaban los curanderos y saludadores. FSantos País 12.12.76, 33: El estilo (de Valle-Inclán) en lo que a diálogos, ambiente y paisaje se refiere, se halla dado aquí acertadamente...; el de las comedias bárbaras, rural y crédulo, cruzado por ráfagas de lujuria soterrada, clérigos y frailes pecadores, canónigos, saludadores y penitenciarios".


Don Julio Cejador y Frauca se ocupa de esta voz y de otras relacionadas en su "Tesoro de la Lengua Castellana: Origen y vida del lenguaje":

"SALUDADOR, curandero, que da salud del mal de rabia, mágico de España. Diz que tienen una cruz en el cielo de la boca, que nacen en viernes santo, etc. Su ciencia y poder en BLACK Medic.pop. p. 330 nota 3. Lazar. 2, p. 20: Y beuia más que un saludador. QUEV: jác. 1: Gran saludador de culpas, / un fuelle de Satanás (curandero soplón). F. AGUADO Crist. 74: Alude en estas palabras el S. Apóstol al oficio que hacen los saludadores con los que padecen mal de corazón, á los cuales, cuando los derriba el accidente en tierra, ellos con un soplo suave los ponen en pie. Bill. Gall. 2, 379: ¿Qué creyó el saludador? Que tal hidalgo rabiaba, / y sacando el Cristo dijo: Líbrente de mala rabia / los catorce Evangelistas, / y el apóstol Santa Clara. J . PIN. Agr. 24, 38: ¿Cómo no me tenéis por saludador, sabiendo que soy médico y que doy salud á todos? D. VEGA Paraís. Visit.: Cuando alguno está mordido ó tocado de rabia, suele llamarse un saludador que le salude. J . PIN. Agr. 24, 38: Los saludadores curan con el soplo.
Beber más que un saludador, alude al que echa brindis á la saludde los circunstantes.

SANTIGUADERO, saludador (OUDIN)

Beber más que un odre ó una cuba ó un saludador, que gasta mucha saliva curando rabiosos".

 La obra de William George Black titulada "Medicina Popular. Un capítulo de la historia de la cultura" (El Progreso Editorial. Madrid, 1889) fue traducida del inglés al castellano por el folclorista Antonio Machado y Álvarez, padre de los hermanos Machado. La nota tres, a la que alude don Julio, es esta:

"En lo que pudiéramos llamar personal médico de las supersticiones populares, el saludador desempeña el principal papel. Él conoce á la simple vista, si el enfermo que le presentan está efectivamente amenazado de hidrofobia ó no; él, mediante una bendición , y más comunmente algunos esputos que arroja en una jofaina de agua, ve en el fondo la figura del perro, y en su aspecto conoce si estaba ó no rabioso; él, con el solo auxilio de la gracia que Dios le ha dado para curar las enfermedades, quita á la herida, por medio dé la succión, el virus venenoso que dejó en ella el animal; él también, cuando llega la estación peligrosa, va de pueblo en pueblo bendiciendo los ganados que se le presentan reunidos en la era y saludándolos con su aliento en nombre de Dios, con lo cual los preserva de la terrible enfermedad. Es tan fuerte en España la creencia en el saludador, que hay pueblos que están igualados con él lo mismo que con el médico y el veterinario. Todo es sobrenatural en el poder médico que el pueblo le reconoce. Siendo la enfermedad, en el mayor número de casos, un castigo de Dios, natural es que de Dios, sólo de Dios proceda el remedio; tanto más tratándose de la rabia, enfermedad muy común en las aldeas y contra la cual hasta ahora la ciencia se declara impotente. El saludador es un hombre que nació en Viernes Santo, á las tres en punto de la tarde, hora precisa en que murió Jesús, y que sólo por este hecho recibe del cielo la facultad maravillosa que se le atribuye, y en testimonio de la cual tiene una cruz perfectamente marcada en el paladar. Tres veces lloró en el vientre de su madre, la cual tuvo buen cuidado de callarse el suceso maravilloso, enterada de que por la publicidad perdería el hijo que lleva en sus entrañas la gracia que había querido otorgarle el cielo. Hay algunos que tienen el poder de ver abiertas todas las sepulturas cuando entran en un cementerio el dia 1º de Noviembre, y de uno he oído yo decir que murió del espanto que esto le produjo. Generalmente se cree que poseen la doble vista, que saben ya, con antelación, cuándo y quién le va á ir á buscar para asistir á algún enfermo, y pueden coger un hierro ardiendo y tenerlo en la mano sin quemarse. Los que curan de tal virtud no viven de otra cosa, dedicados exclusivamente á la curación de la hidrofobia. En Madrid, con ser la capital de España, hay uno á quien vienen á consultar de todos los pueblecillos inmediatos, y más de una vez me han contado, refiriéndose á él, sus curas maravillosas".
("Supersticiones españolas"; págs. 330-331)

El párrafo de "La Vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades" se encuentra en el Tratado Segundo: "Cómo Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó":

"A cabo de tres semanas que estuve con él, vine a tanta flaqueza que no me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la sepultura, si Dios y mi saber no me remediaran. Para usar de mis mañas no tenía aparejo, por no tener en que dalle salto; y aunque algo hubiera, no podía cegalle, como hacía al que Dios perdone, si de aquella calabazada feneció, que todavía, aunque astuto, con faltalle aquel preciado sentido no me sentía; mas estotro, ninguno hay que tan aguda vista tuviese como él tenía. Cuando al ofertorio estábamos, ninguna blanca en la concha caía que no era dél registrada: el un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. Bailábanle los ojos en el caxco como si fueran de azogue. Cuantas blancas ofrecían tenía por cuenta; y acabado el ofrecer, luego me quitaba la concheta y la ponía sobre el altar. No era yo señor de asirle una blanca todo el tiempo que con el viví o, por mejor decir, morí. De la taberna nunca le traje una blanca de vino, mas aquel poco que de la ofrenda había metido en su arcaz compasaba de tal forma que le duraba toda la semana, y por ocultar su gran mezquindad decíame:
“Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros.”
Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía mas que un saludador".
(Pág. 35)

El cuarto ejemplo que cita don Julio Cejador es la obra del jesuita  Francisco Aguado titulada "El cristiano sabio" (En la enprenta (sic) de la viuda de Alonso Martin. Madrid, 1635). He aquí el texto:

"Esta mansedumbre en las palabras singularmente deuen tenella los que corrigen, y es la que aconseja el Apostol san Pablo: si praeoccupat us fuerit homo in aliquio delicto, vos qui spirituales estis, huiusmodi instruite in spiritu lenitatis. ("ad Galatas") Si alguno entre vosotros pecare desaduertidamente, como es de creer, y no a sabiendas, vosotros los que teneis el espiritu de Iesus, y aliento de Saludadores, recobradle con mansedumbre y blandura. Esto significa el texto Griego:  Huiusmodi erigite in inhalatione lenitatis. Alude en estas palabras el santo Apostol al oficio que hazen los Saludadores con los que padecen mal de coraçon; a los quales quando los derriba el accidente en tierra, ellos con vn soplo suaue los ponen en pie. A este modo el Prelado quando viere algun subdito caido, como buen Saludador procure con soplo blando leuantalle y hazelle que se recobre".
(Título Séptimo; cap. IIII: "Que reglas de mansedumbre deue guardar quien es sabio?"; pág. 170)

Los versos del quinto ejemplo pertenecen a un largo romance, publicado póstumamente, del Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, el Maestro don Manuel de León Marchante. Trata de un viaje que comenzó haciendo en una mula muy flaca. Su tono es jocoso. Allí leemos:

Fuy desde alli á tomar coche
de Alcalá, y fuimos en dança,
vn Saludador, vn Frayle,
dos moças de llevar carga,
vn Sastre, y vn Colegial,
vn Hidalgo de la mancha,
que casi todo el camino
leyó en tono de demanda
vna executoria suya,
que se la dexó empeñada
en vn Bodegon dos años
por veinte y quatro tajadas.
Conocióse que era Hidalgo
en que escupoa prosapia,
y de su Genealogia
nos dió a todos cuenta larga,
y porque no desdixesse
de la sangre colorada,
en la trasera del coche
vino hecho vna almorrana.
Deciame algunas veces:
Señor Maestro, no es chança,
no tiene igual, en mi juicio,
la antiguedad de mi Casa.
Quanto le parece á vsted
que el Archivo de Simancas
diera por mi executoria?
Yo dixe (segun la tassa
del passado desempeño):
si vuessa merced llegára
con hambre vn dia, la diera
por dos tajadas de baca.
Qué es tajadas? vive Christo,
que si me hicieran tajadas
no diera yo la Nobleza
que encierran estas dos tablas.
Qué creyó el Saludador?
que el tal Hidalgo rabiaba;
y sacando el Christo, dixo:
Librente de mal de rabia
los catorce Evangelistas,
el Apostol Santa Clara,
y las once mil  Marías,
que son tres con Santa Marta;
el Gallo de la passion,
San Cosme, Monja Descalça,
y dando vn soplo al Hidalgo,
le arrojó por las espaldas
la cabellera, que era
postiza, y quedó la calva
de bexiga de marranos
y tuvo fin la jornada.

"Los treynta y cinco diálogos familiares de la agricvltvra christiana", del padre franciscano  Juan Pérez de Pineda, es una obra ya citada aquí, en Palabraria, Data del año 1589. En el capítulo XXVII del  Diálogo Veintiquatreno de la segunda parte leemos:

"PHILOTIMO.Por tu vida Marquillos que me acorras con los instrumentos juridicos para rematar vna sitispendencia en que me tiene puesto aquel jabon de Lucena; con que asente de tal manera el estómago, que basta para me ahogar, si te tardas.
PAMPHILO.Mejor dixerades sitisbeuencia, que de mucho trasponer requiere ser frequentada; y lo que se recibe para medicina del mal presente, es disposicion para otro mayor mal venidero.
PHILOTIMO. Mucho te agradezco la vasija tan capaz, porque ver hombre abundancia de prouision, es bastante para quitar la mitad del hambre, y de la sed; y si por los ojos entra parte de la hartura, con mas razon se deue creer que entre por las narizes con los olores, como dize Herodoto de ciertas gentes que biuen con solos olores buenos, y que mueren con los malos. Buena cosa es la virtud de la templança, y yo creo que su medio sea, que yguale lo que se come y beue con la fuerça del la hambre, o de la sed; y sin duda vale mas vna buena traspuesta que dos ruines asomadas; y yo no matara la sed con dos cubiletes de los del señor maestro, y matela con poco mas de la mitad del vernegal, que no passa de tres quartillos.
POLYCRONIO. Para saludador fuerades bueno, supuesto que sea verdad lo que nos dizen por las aldeas, que los buenos beuedores son mejores oficiales.
PHILOTIMO. Como no me teneis por saludador, sabiendo que soi medico, y que doy salud a muchos, que a no los auer yo curado, estuuieran sepultados, y oluidados?
POLYCRONIO. Los saludadores curan con el soplo.
PHILOTIMO. Y ese soplo echanle caliente como para templar las manos en inuierno, o frio como para templar la cozina muy callente en verano?.
POLYCRONIO. Nunca me resoplaron ni me dieron esa cuenta.
PHILOTIMO. Graciosa razon es que vn rustico cure con el resoplo, que arroja el tufo del ajo enuiado por diez passos antes que llegue y que yo con mis letras medicinales, y con las medicinas naturales que aplico, no merezca nombre de saludador; y prueuase que yo cada dia de salud a diuersos enfermos, y el otro beuistrajo nunca sanó a persona.
POLYCRONIO. Segun esto por dos vias mereceis nombre de saludador; que son ser buen letrado, y mejor beuedor."
(Cap. 38; pág. 171)

El refrán "Más vale una traspuesta que dos asomadas" ya lo recoge el Maestro Correas. Dice Covarrubias, en su Tesoro, que "trasponerse, vale algunas vezes desmayarse, y otras ausentarse; de do nacio el prouerbio. Mas vale vna traspuesta, que dos asomadas". Don José Musso y Pontes lo traduce como "que es mejor el recato que la disipación", en su "Diccionario de las metáforas y refranes de la Lengua Castellana" (Establecimiento Tipográfico de N. Ramirez y cº. Barcelona, 1876).  "Asomada" es voz que Autoridades define, en su segunda acepción, como un adjetivo que "se aplica al que tiene algun principio de borrachera. Comunmente se dice estar asomado". También recoge el verbo asomarse que vale por "beber hasta sentir la cabeza tocada de los humos del vino".

El último ejemplo lo sacó  don Julio de una obra, bastante rara, de fray Diego de la Vega, Lector de Theología en el insigne convento de San Juan de los Reyes de Toledo,  titulada "Parayso de la Gloria de los Santos, donde se trata de svs prerrogativas y excellencias" (2 vols. Pedro Crasbeeck. Lisbona, 1603)

"Et salutauit Elisabeth. Entro la Virgen nuestra Señora en casa de Zacharias, y saludo a Elisabeth. Dos salutaciones vuo aqui, la vna publica, y la otra secreta, la vna dela madre, y la otra del hijo. La Virgen saludo a Elisabeth de palabra, pero el infante que traya en el vientre, aquel general saludador de todo el genero humano, saludo de hecho al que enel suyo traya Elisabeth. Quando alguno esta mordido o tocado de rauia, suele llamarse vn saludador que le salude. Estaba mordido S. Juan, y tocado dela rauia dela culpa original, por quien Jeremias, y Iob se mostrauan tan rauiosos, que maldizian, al dia en que nacieron, y ala noche en que fueron concebidos."
("En la Fiesta de la Visitacion dela Sacratissima Virgen Nuestra Señora"; pág. 35)


Luis Besset recoge esta voz en su "Diccionario de Argot Español" con este significado:

"SALUDADOR. pop. El embaucador que pretende curar con una cruz en la lengua ó paladar".

Juan del Enzina puso esta voz en  su "Égloga de las grandes lluvias" con el mismo sentido que le da fray Diego de la Vega:

RODRIGACHO
Compañeros, digo yo
que vamos hasta Belén,
porque persepamos bien
quien es éste que oy nasció.

JUAN
Bien habró.

MIGUELLEJO
Pues vamos toste priado,
que aquel garçon repicado
por cierto nos lo contó.

RODRIGACHO
¿Quién dixo qu´era nascido?

JUAN
Cuido quél saludador.

MIGUELLEJO
¡Que no, sino el Salvador!
¿No lo tienes entendido?

JUAN
De atordido
no pude perentenderlo.
Aballemos toste a verlo,
sepamos quien ha parido.

El padre Juan Gutierrez de Estremera es el autor del "Libro de las Grandezas del Nombre de Iesvs" (Luys Martinez Grande. Alcalá de Henares, 1614). En él escribe:

"Significa tambien este soberano nombre Iesus, la misma cosa que da la salud, o nuestro saludador, que es lo mismo que saludador, quiere dezir segun su ethimologia, y interpretacion, el que da la salud; lo qual significa este mas que precioso nombre Iesus".
(Cap. Iº; lección 2ª; pág. 7)

Del matemático y teólogo Pedro Ciruelo es el "Tratado en el qval se reprvevan todas las supersticiones y hechizerias" (4º impres. Sebastian de Cormellas. Barcelona, 1628) El capítulo séptimo de la parte tercera lo dedica ampliamente a los saludadores, que los cree aliados del diablo. Comienza así:

"A la manera de los vanos ensalmos y nominas se puede reduzir el negocio de los saludadores, y por las mismas razones se puede reprouar esto, como se reprouó aquello; por que todo lo que hacen los saludadores son palabras y ceremonias vanas para querer sanar algunas enfermedades fuera de curso natural de las medecinas. Mas porque las palabras, y ceremonias de los saludadores tienen alguna especialidad diferenciada de los ensalmadores; porque estos dizen que sanan con su saliua de la boca y con su aliento, diciendo ciertas palabras; y veemos que mucha gente se va tras ellos a se saludar, para que sanen de aquella manera, o se preseruen de caer en las enfermedades de que ellos sanan; hame parecido de hazer este capitulo, especial contra los comunes saludadores y prouar que esta su manera es vana y supersticiosa, que tiene pacto secreto con el diablo, tambien con la manera de los ensalmadores. El hecho de los saludadores principalmente se emplea en querer sanar, o preseruar a los hombres, y bestias, y ganados del mal de la rauia, que es vna inficion, o ponçoña, que se causa por la mordedura del can, o perso rabioso, que tiene la saliua ponçoñosa es como la culebra; y luego que ella lega a la sangre la inficiona y tira luego la ponçoña al coraçon, y haze bascas de rauia; y es de la manera de la yerua del ballestero, aun que ella es mas rezia ponçoña que la del perro rauioso, que esta no mata al hombre tan presto como la yerua".
(Pág. 155)

Mas adelante dice:

"En este mal de la rauia comunmente se dize que tienen especial gracia santa Catalina y santa Quiteria, y encomendandose a ellas con Missas, ofrendas, limosnas, y oraciones deuotas, muchas personas han sanado de la rauia. Y si los Christianos se quisiessen contentar con estas dos diligencias de medecinas y deuociones a estas santas, no auria pecado alguno, y Dios remediaria sus trabajos. Mas ay muchos vanos que no contentos con estas diligencias por sanar mas presto buscan los hechizeros. Y el diablo acudiendo a sus vanos desseos ha enseñado a los hombres muchas supersticiones vanas; y entre ellas es muy notable esta de los saludadores. Y para encubrir la maldad fingen ellos que son familiares de santa Cathalina, o de santa Quiteria, y que estas santas les han dado virtud para sanar de la rauia, y para lo hazer creer a la simple gente han se hecho imprimir en alguna parte de su cuerpo la rueda de santa Cathalina, o la señal de santa Quiteria. Y ansi con esta fingida santidad traen a la simple gente engañada tras si; y saludan con su saliua y aliento no solamente a los enfermos, mas tambien a los sanos, y saludan el pan y lo mandan guardar por reliquias con mas deuocion que el pan bendito de los Sacerdotes de la Iglesia en los domingos, saludan a las bestias y ganados con palabras, y con la vista de lexos. Y estos muchas vezes adeuinan algunas cosas secretas de lo que esta ausente en otro lugar; y tambien de los acaecimientos ya passados sobre algunas personas, y aun de cosas que les han de acaecer. Algunos saludadores toman vn carbon o hierro encendido en la mano y lo tiene por vn rato. Otros se lauan las manos con agua o azeyte hiruiendo. Otros miden a pies descalços vna barra de hierro ardiendo, y andan sobre ella. Otros entran en vn horno encendido y fuerte".
(Págs. 156-157)

Francisco Rodríguez Marín cita un texto parecido, posterior a éste, para ilustrar una copla asturiana:

En la ventana más alta 
Del señor Gobernador 
Hay una niña con rabia; 
¡Quién fuera saludador!

"Y ya que han salido á relucir saludadores, diré quiénes sean, ó lo dirá por mí plumas más competentes, porque yo no be tenido la satisfacción de topar á ninguno de esos charlatanes. «Estos Saludadores, principalmente se emplean en curar, ó preservar á los hombres, bestias, y ganados del mal de la rabia..,. Y para encubrir la maldad, fingen ellos son familiares de santa Cathalina, ó de santa Quiteria, y que estas Santas les han dado virtud para sanar de la rabia, y para hacerlo creer á la simple gente hánse hecho imprimir en alguna parte de su cuerpo la rueda de Santa Cathalina, o la señal de santa Quiteria: y assi con esta fingida santidad, traen á la simple gente engañada tras si, y saludan con su saliua, y aliento, no solo á los enfermos, mas también á los sanos; y saludan el pan, y lo mandan guardar por reliquias, con más deuocion que el pan bendito, que se bendize los Domingos en la Iglesia, lo cual es véllaqueria, y maldad.» (Tribunal de superstición ladina, explorador del saber, astucia, y poder del Demonio; en que se condena lo que suele correr por bueno en Hechizos, Agüeros, Ensalmos etc. por el Dr. GASPAR NAUARRO, Huesca, 1631; disputa XXXI, fs. 89-90.)
("Cantos Populares Españoles"; tomo II; pág. 413)

Don Francisco Suarez de Ribera escribió una obra titulada "Cirugia Natural Infalible" (En la Imprenta de Juan de Ariztia. Madrid, 1721). En ella cuenta, entre otros muchos casos, que, siendo médico titular de la Villa de Tornavacas, tuvo que hacer un examen a un saludador por mandato de la Justicia. Estas son algunas de las preguntas que le hizo:

"AUTOR,-Dime, ¿qué papeles, ó licencias  tienes de el Santo Tribunal, para andar saludando públicamente?
SALUDADOR.-Señor, yo no tengo licencia alguna; lo que tengo es, que vn abuelo mio fue Saludador, y como tambien lo fueron mis padres, me parece que yo tambien lo soy, y que tengo la propria gracia.
A.- ¿Estás cierto que tu padre y abuelos fueron saludadores?
S.- Sí, señor, que en muchas partes los tuvieron por tales, y en muchas partes les llamaban para saludar á los ganados, y para curar el mal de rabia.
A.- Dizes bien, pero debo advertirte que dado caso fuesse verdad, que tu padre, y abuelos tuviessen dicha gracia, no hallo razon para que tu la quieras heredar; pues estás engañado, que esta gracia ó don de curar, que Dios da á vno la debe dar á todos los de aquel linage; y bien puede ser que su magestad se la diesse á tu abuelo, ó a tu padre, y no quiera dártela á ti, por quanto esta gracia de curar no es hazienda que se hereda de vnos en otros; ni tampoco es virtud natural, que los hijos heredan de los padres, como se suele heredar algunas enfermedades, y en conclusion, si no me traes mas fundamento, bien puedes bolverte por el camino que veniste; pues yo no he de dar ocasion, á que engañes á la gente de este pueblo.
S.- Señor, lo que puedo dezir á Vmd. es que en el mes de Junio me llamaron para que saludasse á vn poco de ganado, que avia mordido y maltratado vn perro rabioso; y aunque es verdad que algunas bacas rabiaron antes que yo las saludasse, despues ninguna rabió; y de aqui infiero que tengo la propria gracia que mi padre y abuelo; y si Vmd. gusta, traeré informacion de lo dicho, en la qual declaran muchos testigos que lo vieron.
A.-Bien pudo suceder que aquellas bacas no rabiassen aunque tu no las saludaras; pues has de saber que entre Médicos doctos, es opinion corriente que aunque vn perro estando con la rabia muerda á mucho ganado, no por esso se ha de creer que luego ayan de rabiar todas las mordidas; por quanto algunos de los animales mordidos pueden estar sin disposiciones á padecer esta enfermedad; y estos animales aunque tu no los saludasses, con evidencia no avian de rabiar, como se experimenta en los racionales, que solo caen en vna enfermedad epidemica los que tienen disposiciones para ello, y en esta suposicion no puedo dezir á la Justicia que te permita saludar.
S.- Señor, son tantas las suplicas que me hazen algunos, como saben que mi abuelo y mi padre se preciaron desta gracia, que no me dexan en mi casa; y assi por hazer bien, me muevo á executar lo que me piden, que Dios sabe, si queria mas estar en mi casa que andar por tierras agenas, hecho curandero de rabia, oyendo cosas, que algunos dizen de mi con mala intencion; y assi suplico á Vmd. dé permiso para que en esta ocasion salude á el ganado, ya que están en creencia que soy Saludador por la gracia que heredé de mi padre."
(Págs. 108-110)


En el entremés  de Pedro Calderón de la Barca titulado "La rabia" aparece en  escena, en un momento dado,  el personaje de un saludador:

(Sale el SALUDADOR)

SALUDADOR
Dios sea en esta casa.
Doña Aldonza Equivalente
¡vive aquí?

TODOS
Sí.

SALUDADOR
Pues Deo gratias
perdonen vuesas mercedes
no venir antes, que estaba
saludando unos borregos.

Dª ALDONZA
Aquesto solo me falta
(¿Si debo al saludador
algo también. Aparte.) ¿Quién le manda
preguntar por mí, ni entrar
estas puertas?

SALUDADOR
Ya quien rabia
se conoce ¡Luego a mí
el semblante me engañara!
"Santa Quiteria bendita
te favorezca y te valga" (Salúdala).

Dº ALDONZA
Hombre, ¿quieres que te quite
dos mil vidas?

SALUDADOR
La más  clara
señal que aquesta, señores,
("Dios sea aquí") es del mal tocada,
es enfurecerse al verme
temiendo la gratis data
que Dios me dio.

Dª ALDONZA
¿Cuánto va
que te quito dos mil almas?

Dª HERMENEGILDA
Yo no tengo corazón,
para ver estas desgracias.
Deme mi manto, Beltrán.

DUEÑA
Le puse aquí... y de aquí falta
con tantos como han entrado.

Dª HERMENEGILDA
¡Ay, mi manto!

Dª ALDONZA
Ya otra rabia
más que yo; acudan allá.

SALUDADOR
Todo se andará si pasa
adelante el mal. Tenella
si tengo de santigualla
que ya ven el homecillo
con que de verme se espanta...

Francisco de Quevedo, al que ya hemos citado, mete a  los saludadores en el particular infierno de sus "Sueños y discursos....":

"Pero para ver buena gente, mirad los saludadores que tambien dicen que tienen virtud. Ellos se agraviaron, y dijeron que era verdad que la tenian. Y á esto respondió un diablo: ¿cómo es posible que por ningun camino se baile virtud en gente que anda siempre soplando? alto, dijo un demonio, que me he anojado: vaya al cuartel de los porquerones, que viven de lo mismo. Fueron aunque á su pesar: y yo bajé otra grada por ver 1os que Judas me dijo que eran peores que él, y topé en una alcoba muy grande una gente desatinada, que los diablos confesaban que ni los entendían, ni se podían averiguar con ellos. Eran astrólogos y alquimistas. Estos andaban llenos de hornos y crisoles, de lodos, de minerales, de escorias, de cuernos, de estiercol, de sangre humana, de polvos y de alambiques".

La ciudad de "Toledo" no sale muy bien parada en los versos de José Zorrilla. El poema comienza de este modo:

Ncgra, ruinosa, sola y olvidada, 
hundidos ya los pies entre la arena, 
alli yace Toledo. abandonada
azotada del viento y del turbion. 
Mal envuelta en el  manto de sus reyes 
Aun asoma su frente carcomida;
 Esclava, sin soldados y sin leyes,
 duerme indolente al pie de su blason.

Hoy solo tiene el gigantesco nombre,
parodia con que cubre su vergüenza,
parodia vil en que adivina el hombre
lo que Toledo la opulenta fue.
Tiene un templo sumido en una hondura,
dos puentes, y entre ruinas y blasones
un alcázar sentado en una altura,
y un pueblo imbécil que vegeta al pie.

Más adelante escribe:


Acaso al gemir del viento,
ese pueblo, en la alta noche,
alza el rostro macilento
despertando con pavor;
fingiendo en la sombra oscura
la mal abierta pupila,
la transparente figura
de un fantasma aterrador.
Entonces en su memoria
se levantan confundidas
una bruja, y una historia
de la santa religión,
mientras en el polvo la frente
a la bruja, o a María
dirige indistintamente
su sacrílega oración.
Y en su ignorancia grosera
mezcla acaso en un ensueño
el nombre de una hechicera
con el nombre de Jehová.
Con el vaticinio inmundo
de un saludador infame,
el del redentor del mundo
en torpe amalgama va....


José de Espronceda traza el típico retrato del saludador en su novela "Sancho Saldaña....":

"Consistia este oficio de saludador, que ha durado hasta nuestros dias, y tal vez conserva su crédito aun hoy mismo en algunos pueblos, en una virtud secreta heredada en ciertas familias, que servia para curar la rabia á los animales, hacer que á su voz se presentasen de repente cuando sus amos los habian perdido, gozando ademas los herederos de esta virtud de otros varios privilegios para sí mismos, como el de ser incombustibles, y no poder recibir daño de las brujas de quienes eran muy temidos. Distinguíase el verdadero saludador en tener dibujada naturalmente en la lengua una rueda de Santa Catalina, ó bien debajo de ella una cruz, aunque nadie todavía ha asegurado que haya visto ni una ni otra serial. El respetable Feijoo prueba con su sano juicio los engaños de que se valían estos impostores para comer á costa de los inocentes que les creían, y la mentira é impiedad de sus supuestos milagros. Ejercía regularmente asi este oficio como el de bruja la hez de la sociedad, sin que su ciencia y sus falsedades les sirviesen para otra cosa que para mal comer sin trabajar, siendo como eran los seres mas derrotados y despreciables",
(Tomo III; cap. XIII; págs. 36-37)


Don Benito Pérez-Galdós escribió este vocablo en algunas de sus obras; por ejemplo en su novela "El Doctor Centeno":

"Para concluir, Doña Isabel Godoy era supersticiosa en grado extremo, fenómeno que, si se examina bien, no es incompatible con la devoción maniática, ni con los rezos de papagayo.
Con ser una de las principales ostras de los bancos parroquiales de San pedro y San Andrés, más raíces tenían en el espíritu de esta señora ciertas creencias y temores vulgares que la pura idea religiosa. Cierto que ella defendía con rutinario tesón los dogmas de la Fe; pero les añadía innúmeros suplementos, fundados en todo lo vano, pueril y necio que ha imaginado el miedo y la ignorancia del pueblo. Creía en la fatalidad del número 13, de la sal vertida y de los espejos rotos; sentía horror del murciélago, por suponerle emisario del Demonio; atribuía mil ridiculeces al erizo ó puerco-espín; creía, como el Evangelio, que las culebras maman y que las cigüeñas pronuncian algunas palabras; que hay gallos que ponen huevos, y que el pelícano se hiere a sí propio para alimentar con su sangre a sus polluelos; sostenía la existencia de los dragones, salamandras y basiliscos con sus propiedades mitológicas; creía también en el ave fénix y en las influencias de los astros benignos o adversos y de los cabelludos cometas, precursores de calamidades; daba fe a la influencia de la imaginación materna sobre el crío y los antojos; prestaba crédito a las buenaventuras de los gitanos, y era para ella artículo dogmático la existencia de los zahorís, personas que por haber nacido en Jueves Santo, tienen la virtud de ver lo que hay bajo  tierra. Como la propia doña Isabel había nacido en Jueves Santo, se tenía por zahorí de lo más sutil y agudo que pudiera existir. Igualmente daba oídos a los saludadores, que todo lo curan con saliva, y a los embrujados".
Tomo I; III: "Quiromancia"; cap. VI; págs. 202-203)

Escribe José María de Pereda en su novela "La Puchera" (O. C. Tomo XI. Imprenta y Fundición de m. Tello. Madrid, 1889) :

"Entre tanto, los males físicos de Cruz fueron agravándose; su marido despidió al médico que de tarde en tarde la visitaba, y la sometió al tratamiento de un curandero, rozador de oficio, que gozaba gran fama en aquéllas aldeas. El rozador se enteró de la enfermedad, no por las explicaciones de la enferma, que no quiso darlas, sino por las de su marido, y dispuso en el acto un cocimiento de rabos de lagarteza (lagartija), moscas de caballo fritas en aceite, y otras cuantas indecencias más, en agua de ruda. Se colaría el cocimiento por una baeta usada (bayeta) y cuanto más usada mejor, y «el resultante se pondría á serenar dos noches á la temperie.» De este resultante tomaría la enferma cosa de cuartillo y medio en ayunas, y como media azumbre entre comida y cena. Y no había que apurarse; porque si el remedio fallaba, tenía él otros de mucha más substancia, que habían hecho milagros y volverían á hacerlos.
Por uno bien manifiesto no reventó la pobre enferma, que tomó la primera dosis de aquella barbaridad por no atreverse a resistir los mandatos de su marido; pero la entraron tales bascas, trasudores y desmayos, que se puso a morir.
Ni el supersticioso jándalo se atrevió a insistir en nuevas tentativas, pero trajo un saludador a casa. El saludador, después de reconocer a la enferma, dijo que su virtud sólo alcanzaba a las "llagas corrutas" y a las mordeduras de perro rabioso; pero que probaría con el anseo (vaho de la boca) solamente. Y el pedazo de bruto se hartó de vahar a las narices y boca de la desdichada, vapores de cebolla y aguardiente, que eran el lastre de la cloaca de su estómago; con lo que la enferma pensó fenecer allí mismo de indignación y de asco".
(Cap. IV: "Ese hombre"; págs. 75-76)

Son varias las obras de Ramón María del Valle-Inclán en donde aparecen saludadores. Hemos elegido "Flor de Santidad" (Perlado, Paez y Cía. Madrid, 1920):

"Adega corrió asustando al perro, y trajo en brazos un cordero blanco con manchas negras, que movía las orejas y balaba. Al acercarse, en los ojos cobrizos de su ama donde temblaba la avaricia, vió como un grito de angustia el mandato de ofrecérselo al viejo. El saludador lo recibió sonriendo:
—¡Alabado sea Dios! 
— ¡Alabado sea! 
La ventera, arreglándose la cofia, dijo con malicia de aldeana:
— Suyo es el cordero... ¡Mas tendrá que hacerle el ensalmo para que no se muera como los míos!
El saludador sonreía pasando su mano temblorosa y senil por el vellón de la res: 
— Le haremos el ensalmo sin que lo sepa el señor abade.
Y sentándose bajo su viña quitóse la montera, y con el cordero en brazos benigno y feliz como un abuelo de los tiempos patriarcales, dejó caer una larga bendición sobre el rebaño que se juntaba en el centro de la era yerma y silenciosa, dorada por el sol.
— ¡Habéis de saber que son tres las condenaciones que se hacen al ganado!... Una en las yerbas, otra en las aguas, otra en el aire... ¡Este ganado vuestro tiene la condenación en las aguas!
La ventera escuchaba al saludador con las manos juntas y los ojos húmedos de religiosa emoción. Sentía pasar sobre su rostro el aliento del prodigio. Un rayo de sol atravesando los sarmientos de la parra, ponía un nimbo de oro sobre la cabeza plateada del viejo: Alzó los brazos, dejando suelto el cordero que permaneció en sus rodillas.
— La condenación de las aguas solamente se rompe con la primera luna, á las doce de la noche. Para ello es menester llevar el ganado á que beba en fuente que tenga un roble, y esté en una encrucijada...
Dejó de hablar el saludador, y el cordero saltó de sus rodillas. La ventera, con el rostro resplandeciente de fe, cavilaba recordando dónde había una fuente que estuviese en una encrucijada y tuviera un roble, y entonces el saludador le dijo:
 — La fuente que buscas está cerca de San Gundián, yendo por el Camino Viejo... Hace años había otros dos: Una en los Agros de Brandeso, otra en el Atrio de Cela, pero una bruja secó los robles.
Después la ventera aún seguía hablando con el saludador, mientras la pastora arreaba las ovejas que, afanosas por salir al camino, se apretaban estrujándose entre los quicios de la cancela".
(Vol II; cap. III; págs. 74-77)

Pío Baroja dedica un capítulo de su novela "La nave de los locos" a un saludador carlista. Lo presenta de este modo:

"Al poco rato apareció el ciego del camino con la vieja. Llevó ella el borrico a la cuadra, el hombre dejó la guitarra en un rincón, se sentó en un arca del zaguán e hizo rápidamente su tocado. Se quitó el pañuelo de la cabeza, se puso chaqueta nueva, se caló un sombrero de zaranda, alto, ya destrozado, y comenzó a picar tabaco con un cuchillo. 
Alvarito le observó: era hombre flaco, esquelético, amojamado, la cara atezada, negruzca, un ojo turbio y el otro como una cicatriz; patillas entrecanas; el pelo gris, fuerte y lustroso. Hablaba de manera muy insinuante, vestía traje negro, raído, pantalones cortos y alpargatas. 
Emanaba algo extraño aquel tipo, y Alvarito preguntó a la posadera: 
—¿Quién es este hombre? 
—Es un hombre que canta y toca la guitarra. Además, es saludador. 
—¿Saludador? No sé lo que es eso. 
—Los saludadores curan las enfermedades de las caballerías y de las personas con oraciones y con ensalmos. 
—No lo sabía. Es un tipo raro. 
—Antes ha sido guerrillero con Orejita y Palillos
Alvarito contempló al saludador carlista con gran curiosidad. Se acercó a él y le dijo: 
—¡Eh, buen amigo! ¿Quiere usted tomar algo? 
—Si me convida usted... 
—Sí, le convido; ¿qué quiere usted tomar? 
—Tomaré pan y vino y un poco de queso. 
—Muy bien. Me han dicho que es usted saludador. 
—Eso dicen; y usted, ¿es de aquí? 
—No, señor; yo vengo de camino. 
—¿De dónde viene usted, si se puede saber? 
—Vengo de Francia".
(Séptima parte: "Locos y cuerdos"; ; cap. II: "Los guerrilleros de Palillos"; pág. 289)

Otro saludador lo encontramos en la obra de Gabriel Miró titulada "Años y leguas":

"Llegó el Baldat, un viejo ferreño y corvo, cabrero y saludador. Después, Laureano, mozo jornalero, el que cuenta, desde una legua de la parroquia, los pájaros de la torre. Y Mincho, el yerno de Francisco Bresquilla, de la heredad de Sigüenza.
(...)
Baldat trae el antiguo pañuelo atado a la frente. Todo el cabrero es de una talla precisa, pulgada por pulgada, de piel y de osamenta. Su apodo lo heredó de un abuelo tullido. Sale al amanecer con su ganado y su atadijo de esparto, del que toma y tuerce las hebras; y atardecido está en las cumbres de Aitana hilando soga. Toda su figurita se recorta en la inmensidad. A dístancia se le conoce; y le buscan desde una aldea, desde un molino, desde una masía, para que remedie una criatura, un macho, una gallina enferma.
-Baldat, ¿se sabe el mal que tiene una bestia? 
-Mejor se sabe el de un macho que el de un crío. Se sabe por el mirar y el pulso. 
- Baldat , ¿cómo se pulsa a un macho? 
El saludador se ríe calladamente; y Busco el Menor lo dice: 
-Llega el Baldat al pesebre; entra debajo de la bestia; pone sus hombros viejecitos en la comba de la barriga, y desdoblándose, levanta todo el animal encima como si fuese un hombre blando y dócil a cuestas; las cuatro patas colgando, como cuatro brazos de manos débiles; lo pulsa de las dos delanteras; y las palmas de las del Baldat botan de la calentura".
("Ochocentistas"; págs. 99-101)

Vamos a terminar esta entrada con la novela  "Requiem por un campesino español", de  Ramón J. Sénder; en ella, la partera que ayuda a traer al mundo a Paco el del Molino es también saludadora:

"Mosén Millán había sido invitado a comer con la familia. No hubo grandes extremos porque las fiestas del invierno solían ser menos algareras que las del verano. Recordaba mosén Millán que sobre una mesa había un paquete de velas rizadas y adornadas, y que en un extremo de la habitación estaba la cuna del niño. A su lado, la madre, de breve cabeza y pecho opulento, con esa serenidad majestuosa de las recién paridas. El padre atendía a los amigos. Uno de ellos se acercaba a la cuna, y preguntaba: 
-¿Es tu hijo? 
-Hombre, no lo sé -dijo el padre acusando con una tranquila sorna lo obvio de la pregunta-. Al menos, de mi mujer sí que lo es. 
Luego soltó la carcajada. Mosén Millán, que estaba leyendo su grimorio, alzó la cabeza: 
-Vamos, no seas bruto. ¿Qué sacas con esas bromas? 
Las mujeres reían también, especialmente la Jerónima -partera y saludadora-, que en aquel momento llevaba a la madre un caldo de gallina y un vaso de vino moscatel. Después descubría al niño, y se ponía a cambiar el vendaje del ombliguito. 
-Vaya, zagal. Seguro que no te echarán del baile -decía aludiendo al volumen de sus atributos masculinos".
(Pág. 16)

SALTERIO

$
0
0

Dice Camilo José Cela en una de sus recopilaciones de artículos titulada "La bola del mundo" que "la música se expresa con más instrumentos de los que los diccionarios dicen, y más aún la música moderna, cuyo léxico va siempre a remolque de sus necesidades multiplicadas". Creo que podría decirse lo mismo de la música antigua y un buen ejemplo es esta voz, que designa, al parecer, a instrumentos diversos a lo largo del tiempo y, por lo tanto, distintos los sonidos que, al tocarlos, emiten. El salterio que hoy conocemos y que he visto tocar, algunas veces, en el madrileño Parque de El Buen Retiro, suena de este modo:


Salterio es voz que  Covarrubias remite a su estudio de salmo:

"SALTERIO, dicion Griega Psalterium, (...) san Geronimo dize que el salterio antiguo era a modo de vna rodela quadrada con diez cuerdas, y el mesmo en la exposicion de los Psalmos, dize asi, Psalterium proprie genus organi  musici, melius sonans quan citara, similitudinem haber citarae. Sed non est citara. Podras ver a Calepino que trae muchas cosas curiosas cerca deste nombre. Lo que es infalible, y sin duda es auer tenido diez cuerdas, por lo que el Psalmista dize, in Psalterio decem cordarum psalite illi. El instrumento que agora llamamos salterio, es vn instrumento que tendra de ancho, poco mas que vn palmo, y de largo vna vara, hueco por dedentro, y el alto de las costilas de quatro dedos, tiene muchas cuerdas, todas de alambre, y concertadas, de suerte que tocandolas todas juntas con vn palillo guarnecido de grana haze vn sonido apacible, y su igualdad sirue de bordon para la flauta que el musico de este instrumento tañe con la mano siniestra, y conforme al son que quiere hazer, sigue el compás con el palote; vsase en las aldeas, en las procesiones, en las bodas, en los bayles, y danças. Dixose psallendo, porque al son suyo acostumbrauan cantar".

Autoridades dice:

"SALTERIO. Vease Psalterio.

SALTERIO. En la germanía significa el salteador. Juan Hidalgo en su Vocabulario. Lat. Grassator."

Nos vamos a la voz psalterio, que define de este modo:

"PSALTERIO. s. m. El Libro canónico en que se contienen los ciento y cincuenta Psalmos, que compuso el Real Prophéta David. Lat. Psalterium. YEP. Chron. Año 543. cap. I. Porque con la assistencia de la Iglesia, sabia y decia de coro gran parte del Psaltério".

Esta magna obra de fray Antonio de Yepes, titulada "Coronica General de la Orden de San Benito, Patriarca de los Religiosos", contiene muchos mas  ejemplos. Hemos elegido este:

"Los padres deste yermo de S. Cruz de la Fuente de Abelana hazian vnas penitencias (digamoslo assi) que á ojo, y á bulto afirmauan que se perdonaua por tantos açotes vn año, dos, quatro, ciento, mil, no porque supiessen con entera certidumbre, que por aquella penitencia se perdonaua de penas de purgatorio tantos años, sino que á su beneplacito, dieron nombre á algunas penitencias que hazian, por satisfatorias, de diez, veynte, ó mas años. Pongamos exemplo. A un Psalmo rezado vocal, ó mentalmente, se dauan con el cien azotes, y con diez Psalmos mil azotes, y rezando treynta Psalmos, acompañandoles con tres mil azotes, era la tassa de vn año de penitencia. Si rezauan sesenta Psalmos, y se dauan seys mil azotes, dezian que cumplian dos años de penitencia, y assi yendo prosiguiendo, los que rezauan vn Psalterio, y en tanto que duraua se dauan quince mil azotes, cumplian cinco años de penitencia. Item ciento y cincuenta mil azotes, con mil y quinientos Psalmos, hazian cincuenta años de Penitencia. En resolucio veynte Psalterios, que hazen tres mil Psalmos, acompañados con trecientos mil azotes, hazen cien años de penitencia. Este era el lenguage, y estilo deste sagrado yermo", 
(Centuria sexta; año 578; pág. 183)

Continúa Autoridades:

"PSALTERIO. Se llama tambien el Libro de choro, que contiene solo los Psalmos. Lat. Psalterium.

PSALTERIO. Se suele llamar tambien el Rosario de Nuestra Señora, por componerse de cinto y cincuenta Ave Marias. Lat. Psalterium Beata Virginis Maria.

PSALTERIO. Instrumento músico, de que se hace mucha mención en la Sagrada Escritura, y se ignora totalmente su forma y hechúra. En algunas partes dan este nombre á una especie de clavicórdio de figura triangular, que tiene trece hileras de cuerdas, que se tocan con un alambre ó un palito encorvado; y en otras partes se llama assi á una especie de flauta ó corneta, con que se suele acompañar el canto en las Iglesias. Lat. Psalterium. Nablum, i.".

Cita la obra "Morales de Plutarco", de Diego Gracián de Alderete.

"Los Athenienses vsan de la Democracia, que es del mando del pueblo, que por sus leyes solas se manda y gouierna. Las peruersidades y derramamientos de los que en  estos cargos yerran, o pecan, son aquellas que llamamos tyrannias, señorios poder y mando del vulgo; porque quando la monarchia, o reynado de vn pare injuria incorregible; y la Olygarchia, o mando de pocos tiene consigo vna arrogancia y desuerguerça osada; y la Democracia, ó mando del pueblo se desordena con soltura y licencia; y la ygualdad es desigualdad y destemplança: todas van fuera de tino. Y bien assi como el musico vsa de todos instrumentos tocandolos con arte y razon, para que cada qual naturalmente suene por industria; empero muchas vezes siguiendo el consejo de Platon dexando los Pictides y Sambucas, y Psalterios y Barbitos y Tribones que son muchas vozes, escoge la harpa y vihuela".
(Pág. 105)

Academia no varía lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1884:

"SALTERIO. (Del lat. psalterium; del gr. psaltérion.) m. Libro canónico del Antiguo Testamento, que contiene las alabanzas de Dios, de su santa ley y del varón justo, particularmente de Jesucristo, que es el primer argumento de este libro. Consta de 150 salmos, de los cuales el mayor número fue compuesto por David. // Libro de coro que contiene sólo los salmos. // Rosario de Nuestra Señora, por componerse de 150 avemarías.// Instrumento músico de figura triangular, el cual tiene trece hileras de cuerdas, que se tocan con la uña ó con un alambre ó un palillo encorvado.// Especie de flauta ó corneta con que se suele acompañar el canto de las iglesias.

SALTERIO. m. Germ. Salteador."

En la siguiente edición, la de 1899, definen así la 4ª acepción:

"SALTERIO. (...) Instrumento músico que consiste en una caja prismática de madera, más estrecha por la parte superior, donde está abierta, y sobre la cual se extienden muchas hileras de cuerdas metálicas que se tocan con un macillo, con un plectro ó con las uñas de los dedos."

En la edición de 1925 añaden una nueva acepción:

"SALTERIO.- (...) 3. Parte del breviario que contiene las horas canónicas de toda la semana, menos las lecciones y oraciones."

En la edición de 1936 dicen que este instrumento se puede tocar " con un macillo, con un plectro, con uñas de marfil o con las de las manos". En la de 1956, la 3ª acepción queda definida así:

"SALTERIO.- (...) 3. Parte del breviario que contiene las horas canónicas de toda la semana, menos las lecciones y oraciones".

En la edición de 1989, la 4ª acepción la redactan de este modo:

"SALTERIO.- (...) Instrumento músico de cuerdas pulsadas, de forma triangular o trapezoidal que se tocaba con plectro, macillo, uña de marfil o con las de la mano. Es de origen oriental y apareció en Europa a partir del siglo XI".

En la 23ª edición, última consultada, esta voz queda definida de esta manera:

"SALTERIO. (Del lat. psalterium y este del gr. psaltérium.)
1. m. Libro de coro que contiene solo los salmos.// 2. m. Parte del breviario que contiene las horas canónicas de toda la semana, menos las lecciones y oraciones. // 3. m. Rosario (// rezo). // 4. m. Instrumento musical que consiste en una caja prismática de madera, más estrecha por la parte superior, donde está abierta, y sobre la cual se extienden muchas hileras de cuerdas metálicas que se tocan con un macillo, con un plectro, con uñas de marfil o con la mano.

SALTERIO. (De saltar, infl. en su forma por salterio) 1. m. germ. Hombre que roba asaltando en los caminos".


Rosal define el salterio así:

"SALTERIO. El Latino y Griego llaman Psalterium al Organo para cantar alabanzas. Y asi parecía Laud de Laude".

El Esteban Terreros nos remite a la voz psalterio, de la que dice:

"PSALTERIO, los ciento y cincuenta psalmos de David, el libro que los contiene. Fr. Psautier. Lat. Psalmorum liber. It. Salterio.

PSALTERIO, cierto instrumento de música. Fr. Psalterion. Lat. Psalterium. It. Salterio. Los hebreos le llamaban  Nebel. David alaba á Dios con el psalterio. No se sabe qué figura tenía este instrumento; el que hoi se usa es de la figura de trapecio, ó triangulo truncado, y segun Facc. Dicc. de un triangulo Isosceles; pero los que conocemos no tienen esta figura. Lope de Veg. en su Arcadia hace mencion de un psalterio, instrumento pastoril".

El Fénix de los Ingenios publicó  "Arcadia. Prosas y Versos" en el año 1598. Cito de la edición impresa en Madrid, por Juan de la Cuesta, en 1605:

"Por otras diuersas sendas yvan los demas pastores, la hermosa Lucinda, y el discreto Frondoso, su amante, y su enemigo, cuyo matrimonio suspendia (a pesar de la razon) vn injusto diuorcio. Los demas pastores, que tratauan de ciencia, y buenas letras, yvan en la quadrilla del sabio Benalcio, gran magico, y Filosofo. Lleuaua Danteo su flauta, Gaseno su arpa, Celso su salterio, y el rustico sobre vn flaco asnillo todo enramado de arboles, y cubiertos de rosas, vn tamboril destemplado, a cuyo son cantaua, no las grandes vitorias de los dioses, ni las transformaciones de Iupiter, sino las fabulas, y apologos de las ranas, y los gallos, cantando los amores del cueruo, y la paloma, lo que le dixo el Ruiseñor a la oropendola, y el cernicalo a la calandria".
(Libro Segundo; pág. 71)

El Pagés se atiene a lo dicho por Academia pero ilustra la 1ª y la 5ª acepción con variados ejemplos. Para la primera elige un párrafo  del padre carmelita descalzo fray  Jerónimo Gracían de la Madre deDios, perteneciente a un prólogo incluido en la obra  "Conceptos del amor de Dios escrito por la beata Madre Theresa de Jesus, sobre algunas palabras de los Cantares de Salomon" (En Bruselas, por Roger Velpio, y Huberto Antonio, Impressores jurados. 1611). Dice así:

"Entre otros libros que escriuio, era vno de diuinos conceptos, y altissimos pensamientos del amor de Dios, y de la oracion, y otras virtudes heroicas, en que se declarauan muchas palabras de los Cantares de Salomon, el qual libro (como pareciesse a vn su Confessor cosa nueua, y peligrosa, que muger escriuiesse sobre los Cantares) se le mandó quemar, mouido con zelo, de que (como dize San Pablo) Callen las mugeres en la Iglesia de Dios, como quien dize, no prediquen en pulpitos, ni lean en Cathedras, ni impriman libros. Y el sentido de la Sagrada Escritura (principalmente de los Cantares de Salomon) es tan graue, profundo y dificultoso, que los muy grandes letrados tienen bien que hazer para entender del alguna cosa, quanto mas mugeres. Y como en aquel tiempo que le escriuio, hazia gran daño la heregia de Luthero, que abrio puerta, a que mugeres, y hombres ydiotas leyessen y explicassen las diuinas letras, por la qual han entrado innumerables almas a la heregia, y condenadose al Infierno, pareciole que le quemasse. Y assi al punto que este padre se lo mandó, ella hechó el libro en el fuego, exercitando sus dos tan heroixas virtudes de la humildad, y obediencia.
Bien creo yo, que si este Confessor huuiera leydo con atencion todo el libro, y considerado la doctrina tan importante que tenia, y que no era declaracion sobre los Cantares, sino conceptos de espiritu que Dios le daua, encerrados en algunas palabras de los Cantares, no se lo huuiera mandado quemar. Porque assi como quando vn Señor da a su amigo vn preciosissimo liquor, se le da guardado en vaso riquissimo; assi quando Dios da a las almas tan suaue liquor como el espiritu, le encierra (la mas vezes) en palabras de la Sagrada Escritura, que es el vaso que viene bien para la guarda de tal liquor, por lo qual dezis Dauid. Confesarete Señor en los vasos del Psalmo, llamando vasos a las palabras del Psalterio".
(Págs. 11-13)

Al instrumento musical lo acompaña con las palabras de cinco autores. Las primeras las escribió Mariano José de Larra en su novela histórica "El Doncel de Don Enrique el Doliente", obra, como es sabido, que Doña Leticia regaló al Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, el día de su compromiso. Dice en su capítulo XXV lo siguiente:

"El resto de la capilla estaba ocupado por la numerosa concurrencia que la calidad de las personas había traído, y por bandas de ministriles que habían seguido la comitiva, tañendo dulcemente sus instrumentos. Era gran gusto oír la desacorde confusión que producían, tocadas a un tiempo, la cítola sonora, la guitarra morisca, de las voces aguda e de los puntos arisca, el corpudo laúd, el rabé gritador, el orabín, el salterio, la adedura albardana, la dulcema e axabeba y el hinchado albogón, la cinfonia, el odrecillo francés y la reciancha mandurria, cuyos ecos distintos se unían al sonsonete de las sonajas de azófar y al estruendo de los atambores y atambales, de las trompas y añafiles; instrumentos todos con que se verían tan apurados nuestros músicos del día para organizar una sola tocata medianamente agradable, si se los trocaran de pronto con los que la civilización música les ha perfeccionado, como se verán nuestros lectores para formar una exacta idea de su figura y armónica melodía sin más datos que esta breve enumeración, por más fidedigna que la constituya la autoridad del trovador arcipreste a quien la robamos".
(Pág. 304)

El Arcipreste"robado" no es otro que el de Hita, que puso esta voces en una de las composiciones  poéticas del "Libro de Buen Amor", titulada "De cómo clérigos e legos, e flayres e monjas, e dueñas, e juglares salieron a recebir a don Amor". Comienza asi:

Día era muy santo de la Pascua mayor, 
el sol era salido muy claro e de noble color, 
los omes e las aves et toda noble flor 
todos van resçebir cantando al Amor. 

Resçíbenlo las aves, gayos et ruyseñores,
calandrias, papagayos mayores e menores, 
dan cantos plasenteros e de dulçes sabores,
 más alegría fasen los que son más mejores.

Resçíbenlos los árbores con ramos et con flores 
 de diversas maneras, de diversos colores, 
reçibenlo los omes, et dueñas con amores, 
con muchos instrumentos salen los atambores. 

Allí sale gritando la guitarra morisca
de las voses aguda e de los puntos arisca, 
el corpudo laúd que tiene punto a la trisca,
 la guitarra latina con ésos se aprisca. 

El rabé gritador con la su alta nota, 
 cab'él el orabín taniendo la su rota, 
el salterio con ellos más alto que la mota, 
la vihuela de péndola con aquéstos y sota.

Medio caño et arpa con el rabé morisco, 
entr' ellos alegrança el gálipe françisco
la rota dis' con ellos más alta que un risco, 
con ella el tamborete, sin él non vale un prisco.

 La vihuela de arco fas' dulçes de bayladas, 
 adormiendo a veses, muy alto a las vegadas, 
voses dulses, sabrosas, claras et bien pintadas, 
a las gentes alegra, todas las tiene pagadas. 

Dulçe caño entero sal' con el panderete,
con sonajas de asófar fasen dulçe sonete, 
los órganos y disen chançones e motete, 
la adedura albardana entre ellos se entremete. 

Dulçema, e axabeba, el finchado albogón, 
 çinfonia e baldosa en esta fiesta son, 
el françés odreçillo con éstos se compón', 
la neçiancha  mandurria allí fase su son.

Trompas e añafiles salen con atambales, 
non fueron tiempo ha plasenterías tales,
 tan grandes alegrías nin atán comunales, 
de juglares van llenas cuestas e eriales.

La segunda cita del Pagés esta sacada de un romance anónimo titulado  "Una linda zagala después de bailar con gracia canta al pandero, declarando sus afectos, que deben de ser de amores". Comienza de este modo:

Una zagaleja
a quien quiso el cielo
dar gracia y donaire
en rostro y cabello;
a quien los jazmines
y claveles dieron
mas color prestado
que les quedó a ellos;
a quien el Amor
le dio palma y cetro
por ser más hermosa
que la diosa Venus,
vistióse de pascua
dia de año nuevo,
porque cumple años,
y empieza tormentos,
De azul claro viste,
con ribetes negros,
por dar claro indicio
de sus tristes celos.
Con cintas pajizas
prende sus cabellos,
patena y corales
adornan su cuello.
Era la pastora
gallarda de cuerpo,
si en extremo hermosa,
discreta en extremo.
Fue al baile bizarra
y al son del salterio
bailó con Bartolo
el gallo del pueblo.....

La tercera cita pertenece a un cuadro de costumbres que el escritor romántico Antonio Flores -nada que ver con el hijo de La Faraona y el "Pescailla", muerto en trágicas circunstancias- incluyó en su magna obra "Ayer, hoy y mañana, o la fe, el vapor y la electricidad. Cuadros sociales de 1800, 1850 y 1899"(Tomo I. Imprenta del Establecimiento de Mellado. Madrid, 1863) Escribe en el Cuadro Sétimo titulado "Una visita, un visitero y un visitón" . retrata en él, entre otros, a don Narciso Ceremonial, del que dice:

"Vive en la calle de los Bodegones (hoy de Hita), en un cuarto principal de quince piezas, y por el que paga tres reales diarios, por mensualidades vencidas, con otras ventajas en el arrendamiento, de que tambien pienso hablar en otra ocasion.
Tiene habitacion de verano y de invierno, independientes y completas, y aunque los muebles no son de lujo, son decentes y buenos.
El estrado le tiene adornado con mucho gusto, y digno de las personas que le honran con sus visitas, pero el estrado pertenece a la tía y nada podemos decir de su adorno.
La estancia en que está Narciso, aguardando al peluquero, es la única que nos pertenece, y de ella lo habremos dicho todo con llamar la atencion del lector, hacia un salterio, una mesa de tocador, un molde de pelucas, seis taburetes de haya, tapizados de damasco carmesí, y un sofá de los mismo.
Sobre el salterio hay una urna de cristal, que guarda un San juan de cera, y a la cabecera del catre, que se ve en la pieza inmediata, un crucifijo de marfil y una pila de corcho para el agua bendita".
(Págs. 105-106)

El quinto ejemplo literario se encuentra en la conocida novela de José María de Pereda, titulada "Peñas arriba":

"Sacudió Neluco dos cachiporrazos sobre la claveteada puerta del estragal; y sin esperar á que le contestaran arriba, entramos en él y comenzamos á subir la escalera. Á la puerta en que ésta terminaba, nuevos cachiporrazos del médico. En seguida levantó éste el pestillo, y nos colamos dentro: un crucero de pasadizos por el arte del de la casona de mi tío Celso. Allí dio el médico dos golpes en el suelo con el regatón del cachiporra, y aparecieron simultáneamente y como evocados por un conjuro, en una puerta de la derecha, la figura descomunal de don Pedro Nolasco, y en otra de la izquierda, la de una jovencita, algo desaliñada de ropa y de peinado, pero limpia como los oros, fresca y rozagante como una rosita de abril... 
— ¡ Ay , que es Neluco!—exclamó con un timbre de voz que parecía nota de un salterio, y con su carita de angelote de Rubens, inundada de alegría.—¡Toma!—añadió en seguida viniendo hacia nosotros y mirándome un tantico ruborizada, como si tratara de enmendar su descortesía conmigo.—¡Y viene con otro señor muy cabayeru! Vaya, ¡seré yo tochona?... ¡Pues si es el sobrino de don Celso!... ¡Vile yo en misa el domingo! ¡Hija, qué torpe de mí!... Y ¿cómo está usté? Mire, señor don Marcelo, ha de perdonarme si me jaya de este arte, porque he estado amasando en la cocina con la mi madre y las mozas pa la jorná de esta noche, y ahora mismu iba á ponerme un poco más cristiana...".
(Cap. X; págs. 176-177)

La quinta y última cita que escoge don Aniceto es un versículo del "Eclesiastés", traducido de La Vulgata por el padre escolapio fray Felipe Scio de San Miguel:

"21. Las flautas, y el salterio hacen una suave melodia, y mas que ambas la lengua suave"
(Pág. 516)

En esta importante traducción de La Biblia latina  al castellano encontramos otras citas de nuestro interés:

"7 Y pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, desde la casa de Abinadab; y Oza, y su hermano guiaban el carro.
8 Y David, y todo Israel daban muestras de alegria delante de Dios con todas sus fuerzas con cánticos y citaras, y salterios, y panderos, y címablos, y trompetas".
("Los Paralipómenos". Libro I. Cap. XIII; pág. 54)

"4 Y señaló de entre los Levitas los que habian de ministrar delante del arca del Señor, y hacer conmemoracion de sus obras, y glorificar, y alabar al Señor Dios de Israel:
5 A Asaph por principal, y el segundo despues de él á Zacharias; despues á jahiel, y Semiramóth, y Jehiél para los instrumentos de salterio, y arpas; y á Asáph para que tocase los cimbales".
("Los Paralipómenos". Libro I. Cap. XVI; págs. 60-61)

Autoridades cita a Juan Hidalgo cuando define la voz salterio como "salteador", en el lenguaje de germanía. El Pagés también lo hace pero incluye cuatro versos de su " Romance de la descripción de la vida airada". Comienza de este modo:

En el Corral de los Olmos
de Manflotescos morada,
do está la jacarandina
que vive de Vida ayrada;
aquí se portan las Flores,
los Birlos tienen entrada,
sin limosna, ni candela
entran cofrades de Pala.
No entran Payos, ni entran Lerdos
de Polaymas y Red parda;
aqui entran los Tocadores
y Pechardinos de manga;
Comendadores de Bola,
Mercaderes de navaja,
Levadores y Landreros
que de bocado jugaban.
Y todos los Murciadores
de Cerda, y de Calabaza,
Boladores, y salterios,
y Oficiales de tenaza,
Gariteros y Poleos
aquí tienen su posada.


Fotografía: Ángel Arteaga (a): "Figueres. Calle".

El "Diccionario Medieval Español" recoge cuatro acepciones de esta voz, ilustradas con varios ejemplos literarios. A saber:

"SALTERIO (l. psalterium, y éste del gr. psaltéerion). m. s. XIII al XV. Libro canónico del Antiguo Testamento, que contiene las alabanzas de Dios, de su santa ley y del varón justo, particularmente de Jesucristo, que es el primer argumento de este libro. Consta de 150 salmos, de los cuales el mayor número fue compuesto por David".

Cita el "Poema de Santa Oria", de Gonzalo de Berceo. Estos son los versos:

111.   Por estas visiones la reclusa Don Oria  
Non dio en si entrada á nulla vanagloria;
Por amor de la alma non perder la victoria 
Non facia á sus carnes nulla misericordia. 

 112.   Martiriaba las carnes dandolis gran lacerio, 
Complia dias é noches todo su ministerio; 
Jeiunios é vigilias é rezar el Psalterio, 
Queria á todas guisas seguir el Evangelio,

Continúa el "Diccionario Medieval":

"2. s. XIII al XV. Libro de coro que contiene solo los salmos".

Vuelve a citar a Berceo. Esta vez su "Vida de Santo Domingo de Silos", que consta de 777 coplas.  Algunos estudiosos consideran que fue su primera obra y que se valió de textos latinos y de la tradición oral. Una de ellas es  esta:

413   El padre cordoioso dióse á grand lacerio
 Velaba,e oraba, rezaba el salterio, 
Avie ayudadores Fraires del monesterio, 
Todos eran devotos en este ministerio.

La tercera acepción la define de este modo:

"3. s. XV. Parte del breviario que contiene las horas canonicas de toda la semana, menos las lecciones y oraciones".

Cita "Las Siete Partidas" del rey Alfonso X:

QUALES AMAS DEBEN HABER LAS FIJAS DE LOS REYES, ET CÓMO DEBEN SER GUARDADAS.

"Amas et ayas deben ser dadas á las fijas de los reyes que las crien et las guarden con grant femencia; ca si en los fijos debe seer puesta muy grant guarda por las razones que desuso son dichas, mayor la deben aun poner en las fijas, porque los varones andan en muchas partes, et pueden aprender de todos, mas á ellas non convien de tomar enseñamiento si non del padre, ó de la madre ó de la compaña que ellos les dieren; et por ende les deben dar tales amas et ayas asi como deximos de los fijos, , et sobre todo deben catar que sean leales et de buenas costumbres, ca esta es la cosa del mundo que ellas mas les deben mostrar á sus criadas, ca por lealtat guardarán á si mismas, et á sus maridos, et á todas las otras cosas á qui lo hobieren de facer, et por las buenas costumbres serán ellas buenas et darán buen enxemplo á las otras. Et como quier que esta guarda convenga mucho al padre, mucho mas pertenesce á la madre; et desque hobieren entendimiento para ello, debenlas facer aprender leer, en manera que lean bien cartas, et sepan rezar en sus salterios. Et deben puñar quanto podieren que sean bien mesuradas et muy apuestas en comer et en beber, et en fablar, et en su contenente, et en su vestir, et de buenas costumbres en todas cosas; et sobre todo que no sean sañudas, ca sin la malestanza que hi yace, esta es la cosa del mundo que mas aina aduce á las mugeres á facer mal; et débenlas mostrar que sean mañosas en facer aquellas labores que pertenescen á nobles dueñas, ca es cosa que les conviene mucho porque reciben hi alegría et son mas sosegadas por ende, et demas tuelle malos pensamientos, los que ellas non conviene que hayan".
(Partida II, tit. VII, l. XI, pág. 53)

En la "Vida de santo Domingo de Silos", antes citada,  hay una copla que dice:

67   El Ermitanno nuevo diose á grand lazerio, 
Faciendo muchas preces, rezando su Salterio, 
Diciendo bien sus oras todo su ministerio, 
Dábale á las carnes poco de refrigerio.

La cuarta y última acepción la define de esta manera:

"4. s. XIII. Instrumento de cuerdas pero de formas muy diversas".

Cita un verso de los "Milagros de Nuestra Señora", de Gonzalo de Berceo. La cuaderna vía completa es la número 9. Dice así:

Non serie organista nin serie violero, 
Nin giga nin salterio, nin manoderotero, 
Nin estrument nin lengua, nin tan claro vocero, 
Cuyo canto valiesse con esto un dinero.

La Enciclopedia Espasa-Calpe se atiene a lo dicho por Academia y añade un extenso artículo en el que describe distintos salterios, como el Galicano o el Romano, y distintos instrumentos, como el nebel, el nabla o el kinnor hebreo, entre otros. Lo comienza de este modo:

"SALTERIO. Arqueol. y liturg. El Psalteriumó Libro de los Salmos era uno de los libros que con el Leccionario, , el Antifonario, el Responsorial y el Himnario contenían todo el Oficio Divino antes de que todos ellos se fundieran en un solo libro, llamado Breviario.
La versión más frecuente de los Salterios occidentales es la de san Jerónimo, llamado Salterio galicano por haberse empezado a usar en las Galias y es la que ha prevalecido en el Breviario romano. En la Biblioteca Vaticana se conserva un Salterio del siglo VI o VII conteniendo además los cantos bíblicos del oficio y una colección de Himnos, lo cual era bastante frecuente, figurando al principio de los Psalteriis el Salterio y al fin de todo el Hymnarium. Es lo que sucede también con el Salterio mozárabe, al fin de cual figuran los himnos españoles.
Entre los salterios son célebres el de san Agustín de Canterbury, el más antiguo de cuantos hay en el Museo Británico, el Psalterium Aureum, el Salterio de Utrech y el de san Galo, notables por sus iluminaciones que datan del siglo IX. En la Edad Media solíase dividir el salterio en dos y hasta en tres partes. Al terminarlas y al empezarlas es cuando se esmeraban los copistas, prodigando los adornos y miniaturas. Los Salmos solían ir dispuestos por orden numérico, aunque abundan también los que los dan según el orden que tiene en el Oficio ferial, por lo cual se llamaron estos últimos Psalteria feriata. (...)".

El Manuel Seco dice de la voz salterio lo siguiente:

"SALTERIO. m. (Mús. hist.) Instrumento musical consistente en una caja prismática de madera sobre la cual se extienden varias hileras de cuerdas metálicas que se tocan con un macillo, con uñas de marfil o con las de las manos. // PCarmona, Burgos, 203: Los instrumentos que llevan en sus manos son arpas, violas, cítaras, salterios".

El "Tesoro de Villanos" recoge dos acepciones de esta voz:

"SALTERIO. 1. Salteador (H, A). "El Caletero Perote / El Salterio Morejón / dicho caco por  mal nombre" (Hill XXXI, 33). 2. Ladrón. Cfr. Baile. "y en el torneo aprensado, / cante mi Germana / y el salterio que he rezado" (Hill XXXII, 610)
< lat. psalterium> saltare ´saltar, bailar´y un derivado culto es salterio, saltero. "Montaraz: saltuarius" (Nebr.) // "En jargon, Voleur" (Oudin)".

Los primeros versos se encuentran en el "Romance de la venganza de Cantarote". Comienza de esta manera:

Echando bufos de fuego
y votos al alto Coyme,
por la Guanta de Xeréz
entra el bravo Cantarote.
Acerrado por el hopo
lleva el Mandil de las Flores,
pidiendo que le descuerne
con quien se piñó, y adonde;
ó que ha de vasir allí,
como certus no le informe.
Amilananse las Izas,
temen el tiempo que corre
desamparan las sillenes,
y á las Perchas se recogen.
Queda el Disanto la manfla,
no exercitan los Taxones:
el Padre Beltrán Gramajo
acude oyendo las voces.

Los versos que ilustran la segunda acepción pertenecen al "Romance de la vida y muerte de Maladros", un rufo segoviano. Así empieza:

Cante mi Germána Lyra
un cánto godo y altano
de un Rufo que fuña y garla
rastrilla, abocada Granos.
Lobaton en los Verdosos,
Murcigalero en el Garo,
Polinche de Maniblages,
Guiñaron en la guisado.
Maladros llaman al Birlo
de Mal ladron derivado,
Gomarra por el baldéo,
Rodamonte por el gárlo,
del qual grido, y sepan todos
los del Germánico tráto,
los que son y los que fueren
y los que huyen el Cambio:
las Aguilas y Aguiluchos,
Albanegeros, lagartos,
Perchadores, Astilleros,
Calcatiféros, Reclámos,
los maestros de las chanzas,
los Desflorádos, y Mácos;
la Cherinola esquifada
del Corral de los Naranjos;
Polinches y Garitéros,
Guardamarcas, Llevatrapos,
y todos los mareantes
del Birlesco y tráto ayrado
den las mirlas a mi acento,
oygan del Jáque Maládros.

Hablas Andaluzas nos ofrece dos acepciones nuevas:

"SALTERIO. (m.) Gran cantidad de pescado aglomerado en la misma superficie del mar atraído por la luz de las lámparas del bote. (LAM). 2. fig. y fam. Aglomeración de jóvenes en un ambiente alegre y festivo. (LAM. Almería)".


El coronel retirado de infantería, don Carlos José Melcior recogió la voz que estamos estudiando en su "Diccionario Enciclopédico de la Música" (Imprenta Barcelonesa de Alejandro García. Barcelona, 1859):

"SALTERIO: Instrumento de música muy usado entre los hebreos, pero del que no tenemos noticia de la figura que entonces tenía. El salterio que hemos visto en nuestros días tiene la forma de un triángulo truncado o mas bien tiene la figura de un rombo. Las cuerdas son de acero o de latón, y se toca por medio de unos dedales que forman punta, aunque otros lo tocaban también con las uñas de los dedos, y otros con dos varitas algo corvas por un extremo iguales a la que se llamó en otros tiempos plectro.
Tiene un sonido muy chillón, por cuya razón, y por no ser apto para acompañar ni para tocar grandes primores, se va desterrando su uso y no se construyen".


Felipe Pedrellrecoge la voz salterio y otras afines en su "Diccionario técnico de la música" (1894):

"BAQUETAS DE SALTERIO, DE TÍMPANO, DE TAMBORIL, DE TIMBALES, etc. Las Baquetas de salterio y de timpano tienen la forma de un martillito forrado con estopas ú otra materia. Las de tamboril son más cortas y más delgadas que las del tambor ordinario. Las de timbales se construyen con tiras de ballena. La parte destinada á percutir el instrumento, aparece redondeada con una pelota pequeña forrada de piel, que á veces se reemplaza por una pequeña esponja redonda.

DABBUDDA 0 DABBUDDES. Según algunos autores, instrumento parecido al Buonaccordo ó Salterio, que se suena con dos palillos ó baquetas con los que se hieren las cuerdas.

KANOUN o GANOUN. Especie de salterio de los árabes de Túnez y de Alejandría compuesto de setenta y cinco cuerdas. Es el Kinor de los Hebreos, la Kynnira de los Griegos y el Polyplectrum atribuido á Guido d' Arezzo, la primer a forma de la espineta rudimentaria que , más tarde, sugeriria nuestro piano.

NABLA, NABLIA, NABLIO, NABULON, NABLE. (fr.), nablia,iorum, nablum, i, (lat.)., etc. Nombres principales de un instrumento del género de las arpas, como el magadis, procedente de los fenicios y de los hebreos que lo llamaron Nebel. Según los datos ofrecidos por el historiador Josefo y por San Gerónimo, el arpa llamada Nabla constaba d e doce cuerdas que se punteaban por la base resonando arriba, lo cual prueba , como se ve en el adjunto dibujo, que el cuerpo resonante estaba colocado en posición distinta del de el arpa.
 Este instrumento se ha confundido con el Nablio, nabla, nabulon, etc., de la Edad Media.



NABLIO, NABLA, NABULON, etc.El Nabulum (Nablio, nabla, nabulon, etc.), es instrumento distinto del nebel de los hebreos ó de la arpa llamada NABLA. El Nablum de la Edad Media es el tipo de la familia de instrumentos á que puede darse el nombre genérico de salterios, caja sonora, ya en semicírculo ya en triángulo truncado, á veces con recortes de adorno en los lados, que en general puede referirse á la forma trapezoidal. En la tabla superior tenía unos oídos ó agujeros para dar sonoridad al instrumento cuyo número de cuerdas era siempre bastante considerable.

ROTA, ROTE, ROTH e ROTTA, ROOTA. (lat). Todos estos nombres y otros más dieron los escritores de la Edad Media y los trovadores á un a especie de salterio de forma redondeada, á la citara teutónica, modificación del salterio, á la chrota ó crowth, á la vielle cuyos sonidos se producían por la frotación de un a rueda, y á otros instrumentos. Parece ser que la modificación de la forma del salterio, que en vez de la antigua triangular se redondeó allá por el siglo XIII  ó quizá el XII, dio el nombre de rota (instrumentum rotundum) á dicho salterio de forma redondeada al cual se adaptó, andando el tiempo, un a rueda con el mecanismo conocido, convirtiéndose en el instrumento llamado Vielle, Chinfonia, etc.

SALTERIO, PSALTERION, PSALTÉRE, SALTÉRLON, SALTERE o SALTEIRE. (fr.), psalterium, psalter (al.), salterio (it.), psaltery (ing.). Antiguo instrumento de cuerdas fijas que se punteaban por medio de una especie de dedales en punta, con plectro ó directamente con las uñas de los dedos. Tenia  la forma de un triángulo truncado por la parte superior ó más bien de un rombo. En la tabla superior de la caja sonora tenia oidos para que saliera el sonido más libre, y fuerte. El número de cuerdas tendidas sobre esta caja era muy considerable pues cada nota solía estar duplicada, triplicada y, á veces, cuadruplicada, Había muchas variedades de salterios por lo que toca á la forma. 
El salterio es objeto de las mayores alabanzas por parte de los escritores antiguos y especialmente, por los de la Edad Media, que ponderan su incomparable dulzura. Los poetas y pintores lo ponen en manos de los ángeles en los celestiales conciertos: pero lo que, sobro todo, debe de hacer interesante su historia, es haber dado origen al clavicordio y más tarde al piano, que no es más que un salterio con teclado. Colgábase del cuello del ejecutante, cuando era pequeño y cuando no se apoyaba sobre las rodillas. Llamóse salterio, psalterium (lat.) á causa del origen común con el Santir ó el Pisantir de la India, de la Persia y del Egipto. 
Es curioso recordar lo que Rabanus Maurus decía de este instrumento en su obra De origine rerum: Psalterium quod hebraicae nablum, graece psalterium, latine autum laudatorium dicitur. De quo in quinquagesimo et quarto psalmo scribitur: Exurge in psalterium et citharam: non quod in modum citharae, sed quod in modum clypei quadrati conformetur, cum cordis decem, sicut scriptum est: In psalterio decem chordarum psallam tibi... Psalterium, quod á vulgo canticum dicitur, á psallendo est nominatum, quod ad ejus vocem chorus consonando respondeat... Sed psalterìi et citharae hac differentia est, quod psalterium lignum illud concavum, unde souus redditur superius, habet, et deorum feriuntur chordae , et desuper sonant; cithara vero concavitatem ligui inferius habet».

SANTIR, SANTUR o SANTYR. Pertenece este instrumento al grupo de los de cuerdas percutidas por varillas. El instrumento tipo de esta sección es el santir, derivación del psalterium que sólo difiere del santir en la manera de hacer vibrar las cuerdas, por esto toma alguna vez su nombre originario salterio, psalterium. Llámase también, tympanon. 
El santir tiene dos cuerdas por nota y en esto difiere del qanon que tiene tres. No parece que fuese de origen persa: créese que fué introducido en Persia por los árabes. Fué muy cultivado antiguamente y se cultiva aún en esta nación. El dibujo que presentamos aquí da idea del santir persa y de la manera de tocarlo.
VANN. Salterio árabe que tiene la forma de un trapezoide. El ejecutante lo coloca sobre las rodillas como la citara tirolesa y otros instrumentos. Se tañe con las puntas de los dedos ó con una especie de sortija que termina en punta redondeada".

En el tomo tercero del "Diccionario Histórico, Cronológico, Geográfico y Universal de la Santa Biblia" (Oficina de Blas Roman. Madrid, 1790), obra del fraile benedictino Joseph Armesto y Goyanes, definen así la voz psalterio:

"PSALTERIO, ó Salterio: Instrumento músico, de que se usaba en las ceremonias y culto de la Religión. Salomón mandó hacer Salterios de madera de cedro que habia trahido de Ophir. 2. Par. 9, II. De aquí se infiere, que este instrumento no es lo mismo que el Nablo, y que no puede sostenerse la opinion de Tyrano. Vid. Nablo. Calmet. verbo Psalterion, le hace muy semejante á nuestra harpa. En el Psalmo 91. 4. se vé que el Salterio era distinto del Decachordo".

Esta voz se encuentra en una cuaderna vía del "Libro de Alexandre":

1383   El pleyto de ioglares era fiera nota,
auye hy simfonia, arba, giga e rota,
albogues e salterio, çitola que mas trota,
çedra e uiola que las coytas enbota.

El Marqués de Santillana escribió en su residencia de Guadalajara, rayando los últimos años de su vida, un  proemio y carta dirigida  al condestable de Portugal con las obras suyas. La publicó, por primera vez, el Bibliotecario de S. M. don Thomás Antonio Sánchez en su "Colección de poesias castellanas anteriores al siglo XV" (Antonio de Sancha. Madrid, 1779). Poco después de empezarla dice:

"Quanta más sea la excellencia é prerrogativa de los rimos é metro que de la soluta prosa, si non solamente á aquellos que de las porfías injustas se cuidan adquirir soberbios honores, manifiesta cosa es. E así, faciendo la vía de los Stoycos, los quales con grant diligencia inquirieron el origine é causas de las cosas, me esfuerzo á decir el metro ser antes en tiempo, é de mayor perfección é de  más autoridat que la soluta prosa.
Isidoro Cartaginés, santo arzobispo hispalense, así lo aprueba y testifica, é quiere que el primero que fizo rimos, ó  cantó en metro haya seido Moysen; ca en metro cantó é profetizó la venida del Mesías; é, después dél, Josue en loor del vencimiento de Gabaon. David cantó en metro la victoria de los filisteos, é la restitución del arca del Testamento, é todos los cinco libros del Psalterio. E aun por tanto los Hebraycos osan afirmar que nosotros no así bien como ellos podemos sentir el gusto de la su dulceza. E Salomón metrificados fizo los sus Proverbios, é ciertas cosas de Job son escritas en rimo, en especial las palabras de conorte que sus amigos le respondían á sus vexaciones".
(Págs. L-LI)

A este proemio le puso notas don Thomás. Las que nos interesan son estas:

"56 E todos los cinco libros del Psalterio. Estas palabras aluden á que los Hebreos dividen el Salterio en cinco libros: división que hicieron probablemente mucho después de la muerte de Christo, acaso por asemejarle al Pentateuco que contiene otros tantos libros. Y viendo que varios salmos se terminaban con la palabra Amen,algunas veces repetida , creyeron ó quisieron que fuese, nota final de libro. 
57 Esta división conocida por San Gerónimo, San Agustín y San Ambrosio, no es igualmente recibida de estos Padres. San Gerónimo la reprueba como no conforme á la tradición  eclesiástica, ni á la autoridad del Nuevo Testamento. Las principales razones del Santo Doctor son: que los Apostóles llaman al Salterio un libro, diciendo: Scriptum est enim in libro psalmorum; y que si la palabra Amen denotara fin de libro, lo denotaría en otros muchos lugares del Viejo Testamento, en que se halla; lo qual ni lo hicieron los Hebreos, ni la Iglesia lo tiene recibido. Por tanto ( concluye el Santo Doctor) unum asserimus psalmorum volumen.
58 San Agustín aunque habló de esta división, no la aprobó, como le atribuye Bartorlocci con equivocación, ni la reprobó, como claramente se puede entender de sus palabras en las quales no hace mas que referirle á lo que se decia de ella, sin adoptarlo.
59 Pero San Ambrosio la aprueba, y como quien se ha hecho cargo de las razones de San Gerónimo, dice que el ser un Salterio no quita que sean cinco libros, asi como el ser un Evangelio, no estorva que sean quatro libros: por lo qual concluye que muy bien se puede llamar un Salperio y cinco libros.
60 En esta oposición de opiniones tenemos por mas probable la de San Gerónimo por las razones que el Santo alega, y por otras que se pueden alegar de nuevo, y son las siguientes. La I. porque el mismo Christo llama al Salterio un libro diciendo por San Lucas:  Et ipse David dicit in libro Psalmorum. La 2. ningún fin de libro de los del Viejo Testamento se nota con la palabra Amen fuera de los pretendidos; y quando se halla esta palabra, nunca denota fin, como advirtió San Gerónimo. Esta palabra Amen que en la Vulgata se lee fíat, siempre alude á la expresión que la precede, como en el fin del primer libro del Salterio donde se dice: Benedictus Dominus Deus Israel á saeculo  usque in saeculum amen  amen, según el original hebreo. La 3. Si dicha palabra denotara fin de libro, el ultimo libro la tendria, ó por razón particular de quinto libro de los salmos, ó por la de fin de libro llamado Salterio. Los Hebreos modernos comunmente han usado de la palabra  thom al fin de los libros, asi como nosotros de la palabra Fin, ó Finis; pero nunca de la palabra Amen, cuya significación no es alusiva á fin de libro.
61 L 4. Si el Salterio constara de cinco libros, resultaría del Viejo Testamento mayor numero  de libros que el que comunmente han conocido los Hebreos. Josepho conoció 22, que es el numero de letras que contiene el alfabeto hebreo. Si el Salterio constara de cinco libros, resultarían 26 libros del V. T. Los que cuentan 22 libros, de las Profecías y lamentaciones de Jeremías hacen un solo libro; y de los Jueces y Ruth hacen otro. Pero los que los dividen como comunmente se ve en las Biblias hebreas, admiten 24 libros en el V. T. Y para no faltar al numero de las letras del alfabeto, triplican la letra jod, que triplicada representa el nombre de Dios. En este caso si el Salterio constara de cinco libros, los del V. T. serian. 28. (...)"
(Págs. 34-37)

Alfonso Martínez de Toledo, más conocido como el Arcipreste de Talavera, puso esta voz en su "Corbacho, o reprobación del amor mundano" (1438). Cito de la edición publicada en Madrid por la Sociedad de Bibliófilos Españoles el año 1901.

"E avn desto fabló Juan Bocaçio, de los arreos de las mugeres e de sus tachas e cómo las encubren; avnque no tan largamente; e otros muchos han escripto y escriuieron, yo non digno de ser entre ellos nombrado. Pues non se maravillen de mí sy algo en pratica escreuí, pues Juan Bocaçio puso farto de esto, e otros, como dixe, dello escriuieron. Todas estas cosas fallareys en los cofres de las mugeres: Horas de Santa María, syete salmos, estorias de santos, salterio en romançe, nin verle del ojo; pero cançiones, dezires, coplas, cartas de enamorados e muchas otras locuras, esto sy; cuentas, corales, alfójar enfilado, collares de oro e de medio partido e de finas piedras acompañado, cabelleras, azerufes, rollos de cabellos para la cabeça; e demás avn azeytes de pepitas o de alfoluas, mezclando, symiente de niesplas para ablandar las manos, almisque  algalia para çejas e sobacos, alámbar confaçionado para los baños,  que suso dixe, para ablandar las carnes, çinamomo, clauos de girofre para en la boca. Destas e otras ynfinidas cosas fallarás sus arcas e cofres atestados, que seyendo byen desplegado, vna gruesa tienda se pararya syn vergüença".
(Segunda parte; cap. III: "De cómo las mugeres aman a dyestro e a  syniestro por la grand cobdiçia que tienen"; págs. 131-132)

El capellán toledano Joseph de Valdivieso incluyó en su "Romancero Espiritval en gracia de los Esclauos del Santissimo Sacramento..." (Juan Lorenço Cabrera. Valencia, 1680) una "Letra de Nauidad", que comienza de este modo

Al parto de la zagala
treinta zagales vinieron,
y baylaron, y tañeron,
pero Antón llevó la gala,
traxo vn Salterio Pascual,
vn caramillo Llorente,
vna Bandurria Clemente,
y vna flauta Fuencarral,
y en el portal
bayló Anton
el dongolondron,
y Blas gañan
la cebolla con el Pan,
y Gantueso
el rabanico con queso;
Gil en todo se señala,
pero Anton llevó la gala...

Salterio de Utrecht

Cristóbal de Castillejo puso esta voz en uno  de los versos de su "Historia de Piramo y Tisbe". En concreto en los dedicados al "Capítulo del amor":

El miserable vencido
aunque sospecha el engaño,
disimulando su daño, 
hace del favorecido,
deseando;
y tórnase suspirando
con ansia de tal tardanza,
entre temor y esperanza,
la respuesta examinando
que le dio;
lleva de lo que pasó
la memoria sospechosa,
aunque no se olvida cosa
de quantas ella habló
va el cuitado;
incrédulo y confiado
como si fuese el psalterio,
piensa que hay algun misterio
y que puede ser fundado
sobre cierto:
el sentido siempre alerto
por ver quando será hora.

De Luis de Góngora es esta letrilla al "Nacimiento de Nuestro Señor":

Nace el Niño, y belo a belo
dexa el cabello a su Madre,
que esto de dorar las cumbres
es muy del Sol quando sale.
Leues reparos al frio
son todos; pero mas graues,
que los alientos de vn buey,
que aunque calientan son aire.
De flacos remedios vsa,
que a valerse de eficazes
estufar pudiera el Norte
la menor pluma de vn Angel.
Tiembla, pues, y afecta el heno
quando pudiera prestalle
colcos de preciosa lana,
moscobia en pelo suaue.
Parte lo niegue la yerua
del rigor elado, y parte
engaña el sueño, negando
sus fauores celestiales.
Mas luego lo restituyen
ganaderos que los traen,
o resplandores que ignoran,
o conceptos que no saben.
Y viendo en tanto Diziembre
que los campos mas fragantes
haze vn Niño junto a vn buey,
que el Sol en el Toro haze.

Tañen en coro, tañen,
Salterios Pastorales,
instrumentos que sonoros
de los celestiales coros
son dulces competidores,
mereciendo sus temores
que Angeles los acompañen,
tañen en coros, etc.

Mas que no el tiempo templado
suenan dulces instrumentos,
cileos trasladan los vientos,
auroras pisan los prados,
queriendo en los mas neuados
que los Abriles se engañen.
tañen en coro, tañen,
salterios Pastorales, etc.

Miguel de Cervantes puso esta voz en varias de sus obras; por ejemplo en "La Galatea":

"Gran parte era ya pasada de la noche, cuando los pastores acordaron de reposar el poco tiempo que hasta el día quedaba, en el cual se habían de celebrar las bodas de Daranio y Silveria. Mas apenas había dejado la blanca aurora el enfadoso lecho del zeloso marido, cuando dejaron los suyos todos los mas pastores de la aldea, y cada cual como mejor pudo, comenzó por su parte á regocijar la fiesta. Cual trayendo verdes ramos para dornar la puerta de los desposados, y cual con su tamborino y flauta les daba la madrugada, acullá se oía la regocijada gaita, acá sonaba el acordado rabel, allí el antiguo salterio, aquí los cursados albogues, quien con coloradas cintas adornaba sus castañetas para  los esperados bailes, quien pulía y repulía sus rústicos aderezos para mostrarse galán á los ojos de alguna su querida pastorcilla, de modo que cualquier parte de la aldea que se fuese, todo sabía á contento, placer y fiesta".
(Libro Tercero; págs. 92-93)

En "La tía fingida" escribe:

"Llegóse en esto la noche, y en la hora acomodada para la solemne fiesta, juntáronse nueve matantes de la Mancha, que sacaron cualquiera de una taza malagan por sorda que fuese, y cuatro músicos de voz y guitarra, un salterio, una arpa, una bandurria, doce cencerros, y una gaita zamorana, treinta broqueles y otras tantas cotas, todo repartido entre una grande tropa de paniaguados, o por mejor decir, pan-y-vinagres".
(Pág. 74)

De José Zorrilla son estos versos, que forman parte de su composición "María, Corona Poética de la Virgen":

El día de la fiesta de las flores
celebra el pueblo de Judá; se escucha
el suave son del cántico sonoro
del templo y por los aires se levanta
el humo azul del incensario de oro,
que con el aura al elevarse lucha
fugaz lamiendo la techumbre santa.
MARÍA de las almas entre en coro,
acompañada del salterio canta
himnos de gracias al Señor, y el mundo,
en cuanto abarca su ámbito invisible
desde el zenit al báratro profundo
mudo y atento para oír se inclina
el eco dulce de su voz divina.
(Libro Tercero: "María en el templo"; II)

Don Benito Pérez Galdós escribió esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en  su novela "Gloria":

"Otras cosas santas y bellas dijo el prelado; mas no son del caso. D. Buenaventura corrió á casa del hebreo, á quien no encontró, ni tampoco á su madre, que habia ido con la señorita de compañia á visitar ¡cosa inaudita! al Sr. de Amarillo y su esposa. El único de la raza que estaba allí era Sanson, y por más señas que estaba preparándose con ayunos y mortificaciones, como muy devoto que era, para la. celebracion de la Pascua rabínica. Á ratos leia el Salterio en alta voz, con gestos que hacían reir á todos los de la casa, y como esto gastaba sus poderosas fuerzas, se confortaba al punto con cuatro ó seis chuletas como ruedas de carro y botellas de cerveza".
(Segunda parte; cap. XXV: "Todo marcha a pedir de boca"; pág. 260)

En "España trágica" (Librería y Casa Editorial Hernando. Madrid, 1934), uno de los Episodios Nacionales de la serie final,  la acepción que emplea es la del instrumento musical:

"Díjole Segismundo que el caso no había sido tan grave, y Halconero se asombró de que Donata y sus amigas, que en el momento de la pedrea se hallaban devotamente recogidas en San Ginés, conocieran con tales pormenores lo sucedido en Recoletos.
— En el recogimiento de la iglesia sabemos nosotras todo lo que ocurre — replicó la Ecuménica con vaga petulancia —, y no aletea en Madrid una mosca sin que el zumbidito llegue a la capilla, a la sacristía o al confesonario... Y digo más..., digo que aun de diabluras y francachelas masónicas sabemos más que ustedes, los que se pasan la vida ganduleando en calles y cafés... De seguro no saben que esta noche hay gran jolgorio y aquelarre solemne en esa casa donde está de cuerpo presente el pobre señor a quien dió muerte Montpensier, otro que tal... Pues en presencia del propio Infante difunto y condenado, habrá zarabanda con salterio, brindis con cítara o bandurria, y todas las escandalosas ceremonias que usan esos protervos para ofender a Dios".
(Cap. X; pág. 100)

De Rubén Darío es este soneto titulado "Creer", escrito en San Salvador en el mes de noviembre de 1882:

Del sacerdote el canto funerario,
los acentos del místico salterio,
y las cruces del triste cementerio
y el humo que despide el incensario;

y la esquila del alto campanario
y la oración envuelta en el misterio,
la quietud del oculto monasterio
y la lámpara que arde ante el santuario;

todo eso da consuelo, luz y vida:
las esperanzas del creyente escuda,
y levanta a la fe desfallecida,

con elocuencia que conmueve, muda;
y el bálsamo es del alma que está herida
por el hierro candente de la duda.
("Poesía completa")

Otro tono muy distinto tiene este soneto de Miguel de Unamuno dedicado "A una gazmoña":

Coqueteas, hipócrita gazmoña,
con Cristo, a quien llamándote su sierva,
le tienes como a novio de reserva
por si el otro marrase. Ya bisoña

no ores en estas lides, la ponzoña
sabes sacar de la embrujada hierba
del amor y ponértela en conserva,
por si a su toque mocedad retoña.

Con todo tu recato y tu misterio
no andas sino detrás de matrimonio,
pero no espiritual y de salterio;

mas por mucho que al pobre San Antonio
le sobes con ofrenda y sahumerio
te tendrás que cargar con el demonio.
("Rosario de sonetos líricos")


En su libro "Soledades" se encuentra esta poesía de Antonio Machado titulada "Cénit":

Me dijo el agua clara que reía,
bajo el sol, sobre el mármol de la fuente;
si te inquieta el enigma del presente
aprende el son de la salmodia mía.
Escucha bien en tu pensil de Oriente
mi alegre canturia,
que en los tristes jardines de Occidente
recordarás mi risa clara y fría.
Escucha bien que hoy dice mi salterio
su enigma de cristal a tu misterio
de sombra, caminante. Tu destino
será siempre vagar ¡oh peregrino
del laberinto que tu sueño encierra!
Mi destino es reír: sobre la tierra
yo soy la eterna risa del camino.

Camilo José Cela puso esta voz en su novela "Mazurca para dos muertos":

"Llueve sin dar respiro ni al cielo ni a la tierra desde hace más de doscientos días con sus noches y la raposa del Xeixo, que es ya vieja y reumática y dicen que está aburrida de vivir, tose sin entusiasmo a la entrada de su raposera. Si supiera tocar el salterio, como los antiguos, ahora ya ni hay salterios, me pasaría las tardes tocando el salterio, pero no sé. Si supiera tocar el banjo, como don Brégimo Faramiñás, me pasaría las horas muertas tocando el banjo, eso siempre acompaña, pero no sé. Lo que yo sé tocar es la gaita, lo propio es tocar la gaita al aire libre, al pie de un carballo, mientras los mozos aturuxan al mundo y las mozas esperan, con el respirar entrecortado, a que lleguen la noche y sus dulces y agotadoras complicidades. Como no sé tocar ni el salterio ni el banjo, y como la gaita no va bien en las casas, me paso las tardes en la cama haciendo las porquerías con quien puedo, a veces solo; lo que no consigo es doblarme por la mitad y alcanzármela con la boca, casi llego pero no, al final no llego, puede que no llegue nadie, he de preguntar. Benicia es muy alegre pero no se cansa jamás, y eso también aburre. Benicia hace muy bien filloas y tiene los pezones como castañas, es gracioso verla haciendo filloas con las tetas al aire".
(Pág. 45)

Chi Cercate colgó en Yotube este vídeo en el que  dos monjas cantan, acompañadas del salterio, el Salmo 21:



SALSERO-RA

$
0
0

Tanto Covarrubias como Autoridades relacionan esta voz con el vocablo tomillo. A saber:

"TOMILLO, mata pequeña, conocida de todos, es muy olorosa, y de su flor hazen las abejas dulcísima miel. Virg, eglog, 8.

Nerine Galatea, thymo mihi dulcior Hyblae.

Oler vna muger a tomillo, es ser limpia y esto se dixo por las villanas que en el arca donde tienen sus vestidos echan matas de tomillos. Tomillo salsero, se dixo por el menudo, y sino a causa que algunos le echan en las salsas".

Autoridades remite la voz salsero a tomillo pero no aparece en su definición. Academia hace lo mismo en las tres primeras ediciones. En la 4ª, la de 1803, dice:

"SALSERO. adj. que se aplica al tomillo fino y muy oloroso, que sirve para las salsas. Condimentarium thymun".

Se mantiene en ediciones sucesivas hasta la de  1884, que vuelve a remitir al tomillo salsero. En la edición de 1925 Academia ofrece tres acepciones de esta voz:

"SALSERO, RA. (De salsa) adj. V. Tomillo salsero. // 2. Murc. y Nav. Entremetido, 2ª acep. // 3. m. Gal. Salpicadura de agua de mar, roción ligero".

En la de 1970 dicen:

"SALSERO-RA. (De salsa.) adj. V. Tomillo salsero.// 2. Murc. y Nav. Entremetido, que se mete donde no le llaman.// 3. m. Gal. Salpicadura".

En la 23ª edición, última consultada, esta voz queda definida así:

"SALSERO-RA.

1. adj. Perteneciente o relativo a la música de salsa o a su baile.
2. adj. Compositor o intérprete de música de salsa. U. m. c. s.
3. adj. Aficionado a la música de salsa o a su baile. U. t. c. s.
4. adj. coloq. Murc. y Nav. Entremetido.
5. m. Gal. Salpicadura del agua del mar, especialmente cuando rompen las olas o hay temporal.
6. f. Recipiente en el que se lleva la salsa para servirla.
7. f. Taza pequeña para mezclar colores.
Tomillo salsero".

Aunque remite a él, como hemos dicho, Academia no recoge el tomillo salsero hasta la edición de 1803:

"TOMILLO SALSERO. Planta que tiene el tallo y vástagos mas delgados que el tomillo ordinario, y está poblado de flor blanca. Thymut".

En la de 1817 lo definen de este modo:

"TOMILLO SALSERO. s. m. Especie de tomillo que se distingue del llamado comun en ser las hojas mucho más estrechas, y por la base pestañosas; abunda en los cerros cercanos á Madrid y en toda la Mancha, y recibió el nombre por ser el que se emplea mas frecuentemente para adobar aceitunas. Thymus zygis".

En la edición de 1899 leemos:

"TOMILLO SALSERO. Planta de la misma familia que el tomillo común, del cual se distingue principalmente por los tallos menos leñosos, las hojas más estrechas, pestañosas en la base, y las flores en espiga. Tiene olor muy agradable y se emplea como condimento, sobre todo en el adobo ó salsa de las aceitunas".

No varía en las siguientes ediciones salvo que, en las últimas, sustituyen la voz "salsa" por "aliño".

El Esteban Terreros también nos remite a la voz tomillo, de la que dice:

"TOMILLO SALSERO. Fr. Marjolaine d´anglaterre. It. Marjorano d´inghitterra. La voz tomillo, dicen, se tomó del gr. thymos, que significa espíritu animal, porque el tomillo es á propósito para restablecer y vivificar los espíritus. Tambien hai tomillo á que llaman de creta".

 El resto de diccionarios consultados habitualmente se atienen a lo dicho por Academia en la edición de 1893. El Pagés recoge las tres acepciones de la edición de 1925.

El Manuel Secorecoge las siguientes acepciones de esta voz:

"SALSERO-RA. I. adj. De (la) salsa. Frec. referido a una variedad de tomillo".

Cita la obra de Camilo José Cela titulada "Judíos, moros y cristianos". El vagabundo pone esta voz en el capítulo VIII titulado "Donde, mejor o peor, se fundó España". En él, entre otras cosas, describe el pueblo de Piedralaves, del que dice:

"Piedralaves, entre pinos y jaras, y montecillo de roble, hiede a vetusta cochambre, en el caserío -moscas, puercos, gallinas, ¡y líbrenos Dios de los reumas del agua!- y aroma a las fragancias del tomillo salsero y al pasto del conejo montés, no más abiertas las narices a su misma orilla. Por Piedralaves los veraneantes han empezado a levantar sus chalets y a enseñar a las gentes las medianas costumbres de la clase media".
(Pág. 457)

Continúa el Manuel Seco:

"2. Aficionado a las salsas (1ª) Vega, Cocina, 59, Es (Álava) salsera hasta más abajo de Orduña, salsera y chacolinera.
II n. A f 3 Vasija para servir salsas. Ya. 3.1.74, 3 Batidora Minipimer...1308 ptas. Regalo más salsera acero Magefesa.
B m 4 (reg.) Salpicadura de agua de mar".

Cita un párrafo de la novela de Gonzalo Torrente Ballester titulada "Los gozos y las sombras". La dividió en tres partes. La segunda lleva por título "Donde da la vuelta el aire". En el capítulo III escribe:

"El padre Osorio corrió hacia la puerta, salió y cerró de golpe. El portazo resonó en los claustros vacíos; el viento apagó el ruido de las pisadas. Entró en su celda, recogió algunas cosas, las metió en un pañuelo, hizo un atadijo. Se movía deprisa, con furia, con miedo. levantaba la vista a cada paso y miraba la puerta.. Otra vez en el claustro, corrió hacia la salida, abrió el postigo y se halló en el atrio solitario, barrido del viento.Una racha le sacudió violentamente contra la pared. Caminó contra el vendaval, inclinado, hasta torcer la esquina; le empujó, entonces, por la espalda, hacia la carretera desnuda y solitaria. Sentía teclear en la capa las gruesas gotas de la lluvia, se sentía impelido, arrojado por el viento. El mar bramaba a su izquierda, rebasaba la playa: los salseros mojaban sus sandalias. Frente a él se alzaba el monte oscuro. Corrió hasta alejarse del mar, coronó un repecho".
(Pág. 113)

También escribió esta voz en el capítulo VI de la tercera parte, la titulada "La Pascua triste":

"Germaine miró la mar oscura, salpicada de salseros blancos".
(Pág. 165)

Continúa el Manuel Seco:

"SALSERO-RA adj. De (la) salsa. SPaís 2.7.78, "... de Dolores existen grupos como Vade Retro, funkies, alegres y medio salseros. Ya 10.7.86, 42: Música, unidos por el ritmo salsero y sabrosón...el festival "Llegó la salsa" acoge a toda la comunidad iberoamericana".

G. Adriano Garcia-Lomas y García-Lomas recoge esta voz en su "Estudio del Dialecto Popular Montañés"(Nueva Editorial. San Sebastián, 1922):

"SALSERO. Remolinos espumosos que forman las olas al azotar las rocas de la costa. Equivale a resalsero. (Laredo, Castro-Urdiales). Si pillaba alguna mojarra en el salsero que arman las aguas. («Marichu»)".

El "Diccionario de Americanismos" de la ACLE no recoge esta voz. Sí aparece, en cambio, en el "Diccionario de Hispanoamericanismos", de Renaud Richard, y la ilustra con la letra de una canción interpretada por Celia Cruz titulada "Dulce habanera":

"SALSERO. adj.; ú. t. c. m y f. Músico que toca salsa; cantante de salsa, aficionado a la salsa. (Cuba, Ant. y otros)".

Mejor que poner la letra, oigamos la canción en la inconfundible voz de la gran intérprete cubana:

La anotación que el doctor Laguna nos deja sobre el thymus sylvestris en la obra de Dioscórides  titulada "Acerca de la materia medicinal..." es esta:

"Persuadense algunos Varones doctos, y no sin grande ocasion, que la Satureia llamada en castilla Axedrea, sea el verdadero Thymo de los Antiguos, y no el Tomillo salsero, como lo tiene ya concebido la comun opinion; y entre las razones eficacissimas, que nos traen para probar su intento es esta la principal, que todos los Escritores, assi Griegos, como Latinos, exaltaron la miel del Thymo por la mas dulce, mas olorosa, y mas excelente de todas, y que vemos por toda España; la que del Axedrea se coge, hace muy gran ventaja á las otras, y la que del Tomillo salsero, ser tenida en muy poco; por donde juzgan que el Axedrea, y el Thymo no son una   misma cosa, visto tambien que las señales del Thymo exactamente quadran al Axedrea; pero para confirmarnos en el comun parecer, y juntamente satisfacer á esta duda, diremos que se hallan dos especies de Thymo; la una de las cuales tiene las hojas muy menudicas, blanquecinas, ó cenicientas, y muy amargas, al gusto; y este es el Thymo de España, que se dice Tomillo salsero. La otra especie produce las hojas mas anchas, y mas escuras, y mas duros y escabrosos los ramos; la qual se parece á la Axedrea, de tal suerte, que algunos la toman por ella. De esta segunda especie que crece por toda Apulia, y Calabria, entiende en el quarto libro Dioscorides, quando dice que el Epithimo es la flor de aquel Thymo mas duro, que se parece á la Tymbra. De esta, pues, antiguamente se hacia, y ordinariamente se hace aquella miel suavissima tan solemnizada en el mundo.
Mas como falte el tal Tomillo en España, y el salsero sea para la miel no á proposito, aunque para el uso de medicina mas eficaz de todos, la gloria de la miel se atribuye allí á la Axedrea.
Plinio, y Aecio, introducen dos especies de Thymo, conviene á saber, blanca y negra. Llaman a esta negra, porque hace negras las flores, y repruebanla en casos medicinales, pero ni el Tomillo salsero, ni el otro, del qual se coge el Epithymo, hace negra la flor, que retira al violado. Florece muy tarde el Thymo cerca del estivo solsticio, y siembrase con la flor, en la qual se encierra una imperceptible simiente. Calienta, y deseca toda suerte de Thymo en el grado tercero; por donde tiene fuerza de adelgazar, resolver, abrir y desopilar. Conforta admirablemente el celebro, y con solo su olor restituye assimismo los asidos de la gota coral; los quales debrian siempre dormir sobre Tomillos salseros".
(Vol. 2; pág. 45)

Don Joseph Quer nos instruye sobre el tomillo salsero en el tomo V de su obra "La Flora Española o Historia de las Plantas de España" (Joachin Ibarra. Madrid, 1784):

"THYMBRA Hispanica, Coridis folio. T. Inst. R. H. 197. 
Thymus ( Zygis) floribus verticillato-spicatis, caule suffruticoso erecto, foliis linearibus basi ciliatis. LINN. 
Sp. Plant. 826. 
Officin. Thymus sylvestris. Zygis. Castell. TOMILLO SALSERO.
Se cria entre el Cantueso, Espliego y otras yerbas aromáticas en los terrenos secos é incultos, especialmente en los cerros de las dos Castillas, en las inmediaciones de Madrid, en las del Monasterio de la Santa Espina, etc. Florece y sazona su semilla en los mismos tiempos que el Tomillo verdadero. Es Mata 6 yerba leñosa. 
DESCRIPCION. Echa la raíz semejante á la del Tomillo, y los tallos de la misma altura sobre poco mas ó menos, leñosos, delgados, derechos, ramosos, de color blanquecino, que tira á encarnado, y vestidos á trechos de hojas largas, estrechas, de olor que participa del de Abrótano y del Cantueso, encontradas, juntas como en hacecillos, y pestañosas por la base. Las flores nacen en rodajuelas, que en las extremidades de los ramos forman casi espiga, y son blancas ó casi tales con un viso encarnado. 
Apenas se encuentra esta planta fuera de España; y aunque el Caballero DE LAMARK en su Flora Francesa pretende que se halla tambien en las Provincias meridionales de Francia, no señala el parage determinado. 
Conviene en virtudes con el Tomillo verdadero, á quien se parece, y por el qual se substituye en las Boticas de Madrid; en cuyas inmediaciones no se cria este último, aunque en rigor no está universalmente admitido en el uso de la Medicina, siendo esta una de las plantas de que deberíamos explorar las virtudes, y promover el uso en España y fuera de ella. 
Es planta que mantiene la hoja todo el año, y sirve como el Tomillopara condimentar la comida y adobar las aceytunas; por lo qual se le daría sin duda el nombre de Tomillo salsero".

Fray Miguel Agustín, prior del Temple de la Fidelissima Villa de Perpiñan, escribió,  en lengua catalana, el  "Libro de los secretos de agricultura, casa de campo y pastoril" (1717). Cinco años más tarde publicó una edición ampliada en castellano, de la que hemos escogido el siguiente texto:

"Tomillo salsero, es una yerva que nace en tierras secas, y ásperas; cogense sus flores en el principio de Mayo , y las curiosas mugeres las hacen coger en esse tiempo, y las ponen á secar  á la sombra del Sol. Dichas flores sirven , assi secas, y esmenuzadas, por salsa en muchas comidas, y por esso se le añade en el nombre salsero; cómese con los fiambres de ensaladas de los miembros, ó menudencias de los capones, y gallinas; y se pone también con aceytunas, y con el salar de las anchovas, y en las carnes que se confitan, y ponen en adobo para conserva, que en todo dá muy buen gusto; y las mugeres lo usan por la enfermedad del dolor de la madre, haciéndola hervir con agua, y bebiendo después dicha agua colada; el tomillo salsero calienta, y deseca en el grado tercero".
(Libro primero; cap. octavo: "Secretos de las yervas olorosas y medicinales mas conocidas"; pág. 79)

Diego de Torres Villarroel  lo plagia en el tomo V de su obra "El Hermitaño, y Torres, aventura curiosa en que se trata de la Piedra Philosophal. Y las tres cartillas rústica, médica y eclesiastica". (Por Pedro Ortiz Gomez. Salamanca, 1752):

TOMILLO, SUS SECRETOS Y VIRTUDES

"TomilIo salsero es una hierba, que se cria en tierras secas, y asperas: cogense sus flores en el principio de Mayo  y las mugeres curiosas la hacen coger en este tiempo, y la hacen secar: dichas flores sirven assí secas, y esmenuzadas, por salsa en muchas comidas; y por esso se le añade el nombre salsero; comese con los fiambres de ensaladas, con los miembros, ó despojos de todo animal comestible, que anda en quatro pies, ó en dos; ponese en las aceitunas, y en qualesquier adobos de carnes, para que se mantenga sin corrupcion; tambien lo usan las mugeres, para el dolor de la madre, haciendola herbir en agua, y bebiendola despues colada; el Tomillo es caliente, y seco, en el tercer grado".
("Cartilla rustica". Leccion quarta: "De las hierbas olorosas, y medicinales mas conocidas";pág. 159)

Don Juan Vilanova y Piera es el director de una obra magna escrita por una Sociedad de Naturalistas, que lleva por título "La Creación. Historia Natural" (Montaner y Simón. Barcelona, 1872-1876). Consta de ocho volúmenes. En el séptimo  describen las variedades del tomillo:

THYMUS 

"CARACTERES . — Las especies correspondientes á este grupo son arbustillos de hojas pequeñas muy enteras, venosas, de flores por lo común purpurescentes y dispuestas en verticilos paucifloros, separados ó reunidos en espiguillas laxas, densas ó imbricadas. El cáliz es aovado, provisto de 10-13 nervios, bilabiado, con el labio superior tridentado y patente y el inferior bífido, y sus lacinias ciliadas y aleznadas. El tubo de la corola es interiormente desnudo, el limbo sub-bilabiado; los estambres son exsertos ó rara vez inclusos, rectos, distantes, casi iguales ó didinamos, siendo en este caso los inferiores mas largos. Las anteras son biloculares, y el estilo es casi igualmente bífido en el ápice y tiene sus divisiones aleznadas.

TH. VULGARIS Lin— TOMILLO COMÚN 

CARACTERES. — Hojas sentadas lineari-lanceoladas, y aovado-lanceoladas, agudas, revueltas en el margen, en fascículos axilares, las florales lanceoladas obtusas; falsos verticilos, laxos-sub-distantes; dientes del labio superior del cáliz lanceolados, lacinias de inferior aleznadas y ciliadas. Crece en Europa y abunda mucho en España. 
Es planta erguida ó procumbente en la base, y cano-pubescente. 
Contiene un principio bastante amargo y astringente, y muy notable cantidad de aceite llamado esencia de Tomillo. Este aceite contiene un principio sólido, llamado ácido timico, que goza de propiedades anti-pútridas, pudiendo reemplazar en este concepto al ácido fénico, ya que no tiene el olor desagradable de este. El Tomillo tiene propiedades tónicas y estimulantes y se usa en fumigaciones y sahumerios, en infusión, en baños, y como condimento. En la economía doméstica se emplea como desinfectante en grandes cantidades, y su aceite se usa además en perfumería.

T H . SERPYLLUM Lin— SERPOL 

CARACTERES. — Ramos floríferos cortamente ascendentes; hojas de corto peciolo, aovadas, estrechadas en la base, cuneadas ó redondeadas, venosas, mas ó menos ciliadas en el margen y en los peciolos, las florales sub-conformes; dientes del labio superior del cáliz cortos, lanceolados, aovados; lacinias del labio inferior, aleznadas y ciliadas. Se encuentra en Europa, Asia y África. Las sumidades floridas de esta planta son estimulantes, emenagogas y diaforéticas. Los romanos la empleaban como condimento. 

 T H. ANGUSTIFOLIUS Pers 

CARACTERES. — Florece en la región mediterránea de España durante todo el verano, y la conocen en el país con los nombres de Tomillo salseroó sanjuanero y Farigola salsera; así como Linneo la denominó Th. Zygis. Es planta tendida con ramos floríferos un poco ascendentes, pubescentes ó lampiños, hojas oblongo-lineares, angostadas en la base, cortamente pecioladas, venosas y pestañosas como los peciolos, las florales son casi iguales; cálices lampiños comunmente siendo cortos los dientes del labio superior lanceolados-aovados, y las lacinias del inferior pestañosas y aleznadas. Se usa generalmente como condimento, y tiene propiedades análogas á las de las especies descritas".
(Págs. 437-438)


Los siguientes versos pertenecen a una comedia incluida en la obra "Farsas y Églogas al modo  y estilo pastoril y castellano"(Lorenço de Liom dedei. Salamanca, 1514), de Lucas Fernández:

JUAN-BENITO
¡Dios, que estoy muy pracentero! 
Ello sea mucho en buen hora. 
Yo y ella gran conocencia 
Tenemos de lluengo tiempo. 

BRAS-GIL
¿Lluego en este casamiento 
No habrá yá más detenencia? 

JUAN-BENITO. 
Digo ya, pues su nacencia 
Fué tan buena y los sus hados, 
Para que sean desposados 
Yo de aquí les doy licencia. 

MIGUEL-TURRA. 
Oh Bras-Gil, di, compañero, 
¿Qué palabra hú aquesta? 
Allegram' acá   esa jesta 
Y aquellótrate de vero. 

BRAS-GIL
¡Mia fé! ya estoy pracentero. 

MIGUEL-TURRA. 
Tú, zagala, ¿cómo estás?

BERINGUELLA
Alegre, ansí como Bras, 
Porque más que á mí lo quiero. 

MIGUEL-TURRA
No es menester más habrar, 
Pues que dambos son contentos; 
Que por sus consentimientos 
Ya no se pueden quitar. 

JUAN-BENITO. 
Ni quitar, ni aun apartar, 
Según ley de matrimoño. 

MIGUEL-TURRA
Pues ¿no les dais patrimoño 
Con que se hayan de casar? 

JUAN-BENITO. 
Yo les mando un tomillar 
De buen tomillo salsero, 
Y un cortijo y chivitero, 
Y una casa y un paiar. 
Y un arado para arar; 
Dos vacas con añojales, 
Y dos yeguas cadañales, 
Y un burro muy singular. 
Tenme punto en lo pasado: 
Cuatro machorras y un perro, 
Y el manso con su cencerro
Y el cabrón barbillambrado, 
Y el morueco tresquilado.
 Y darl' he una res porcuna, 
Y aun otra alguna ovejuna, 
Y el buey bermejo bragado. 
Darl' he vasar y espetera, 
Y mortero y majadero, 
Y su rallo y tajadero, 
Y asadores y caldera, 
Y gamella y rolladera 
 Cuencas, barreñas, cuchares, 
Duernas, dornajos y llares, 
Encella, tarro y quesera. 
Y un recel todo llistado, 
Y un buen almadraque viejo, 
Y un alfamare bermejo, 
Y un arquibanco pintado, 
Cama y escaño llabrado. 
Y aun, si quieres más alhajas,
 También les daré las pajas.

Lope de Vega puso esta voz en algunas de sus comedias; por ejemplo, en "El acero de Madrid":

OCTAVIO
Yo, mi señor, no he dormido 
esta noche. 

BELTRÁN
¿Qué ha tenido? 

OCTAVIO 
Cierto enfadoso accidente. 

BELTRÁN 
El pulso... Por vida mia 
que no está muy sosegado;
 mas esto mas se ha causado 
de pura melancolía 
del alma y el pensamiento 
que de corporal pasión. 
Algo parece afición. 

OCTAVIO
Qué divino entendimiento! 


BELTRÁN
Este majadero muere 
por Belisa, y nos persigue
quien algún deseo sigue, 
mas poco á poco le espere: 
que del alma las pasiones 
se suelen comunicar, 
y de ellas causas tomar 
las exteriores acciones. 
Asi lo dijo Avicena: 
quando anima contristatur, 
corpus máxime gravatur, 
y importa dejar la pena. 

OCTAVIO
Tiene un ingenio divino. 

BELTRÁN 
Haga que cuezan romero, 
ruda y tomillo salsero
en medía azumbre de vino, 
y atárselo cn un tobillo: 
podrá así dormir mejor.
(Acto segundo; escena segunda)


En "Valor, lealtad y ventura de los Tellos de Meneses" escribe estos lindos versos:

MENDO
Bien pagas, laura, mi zelo;
yo tengo la culpa, yo,
porque alabo, estimo y quiero
aquel tomillo salsero
con que este monte os crió.
El olor á flor de espinos
por Abril en las orillas
de los ríos, no á pastillas
de sus ambares divinos,
que han dado á tantas mugeres
mal de madre, y á los hombres
tanto enfado y otros nombres,
que impidan vuestros placeres.
Quién vuestra limpia hermosura,
y vuestra tez encarnada,
tersa y firme como espada,
sin pelo ni quebradura;
aquel lavarse á dos manos,
un caldero por espejo,
el querer al tiempo viejo,
y el pedir sin pasamanos;
aquel blanco delantal,
con mil randas y labores,
en que puede coger flores
la misma Aurora oriental,
¿quién lo alaba y encarece
como yo?
(Primera Parte; Jornada Primera)


Ángel Arteaga (c)


Del capitán de fragata Fernando Villaamil es la obra titulada "Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus" (Est. Tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra". Madrid, 1895). Escribe en ella lo siguiente:

"La humedad es el peor enemigo de la salud á bordo. Un día, y aun dos, puede sufrilos y aguantarlos mojado de pies á cabeza cualquier ciudadano; pero cuatro, cinco y seis días, constituyen penalidad que no se resiste sino con gran detrimento de la salud.
Figurémonos un día entero con su noche correspondiente, lloviendo sin cesar, y como si esto no fuera bastante para calar la ropa, supongamos que se encargan de traspasar abrigos é impermeables los rociones ó salseros (como dicen los gallegos) que de vez en cuando mete la mar sobre cubierta, y desde luego se comprende que no hay nada á bordo, después de varios días de esta vida, que no esté empapado en agua, incluso los que tienen medios para mudarse, y renuncian á ello si su deber les obliga a volver luego sobre cubierta".
(Cap. VIII; pág. 102)

Doña Emilia Pardo-Bazán escribió esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en su novela corta"La serpe", publicada en "Blanco y Negro" en 1920:

"Atropelladamente izaron la vela, y como si el viento sólo esperase tal resolución para dar su siniestro brinco, una racha violenta medio hizo zozobrar la embarcación. Resistieron y corrieron como locos delante del huracán, impulsados por él, que hacía crujir violentamente la tablazón vieja de la lancha. Las olas se alzaban ingentes, reventando en montes de espuma, y los salseros inundaban a los atrevidos navegantes, que seguían rumbo al cabo, bajo la presión de la voluntad vigorosa del señor de Aponte".
(O. C.  VI; cap. I; pág. 867)

Azorín puso esta voz en su novela "Doña Inés":


"La cocina se halla en la parte posterior; tiene salida al huerto. Del huerto traen a la cocina en un instante las frescas hortalizas y las hierbas aromáticas -tomillo salsero u hortense, alcaravea, perejil, romero- con que se aliñan los manjares".
(Cap. X: "La casa de Segovia"; pág. 32)

En su libro "Madrid" dice:

"Vayamos con calma. Observémoslo todo con detención y orden. Lo primero son las alcamonías, es decir, el azafrán, la pimienta, el clavo, el tomillo salsero, los vivaces cominos, los ajos. Sin las alcamonías no se puede hacer nada. Tendremos tiernas carnes y frescas verduras. Pero no nos servirán de nada. Escribe prosa el literato, prosa correcta, prosa castiza, y no vale nada esa prosa sin las alcamonías de la gracia, la intuición feliz, la ironía, el desdén o el sarcasmo. Anejos a las especies aliñadoras están los elementales adminículos de la cocina. Puestecillos de tales artes hay también en los mercados. Tenemos aquí las trébedes, las espumaderas, las alcuzas, los aventadores, los fuelles".
("Los mercados"; pág. 210)

Ramón María del Valle-Inclán escribe esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en  "Sonata de Estío":

"Cuando el esquife tocó la escalera de la fragata ya estaba yo allí, en confusa espera de no sé qué gran ventura. Una mujer viene sentada al timón. El toldo solamente me deja ver el borde de la falda y los pies de reina calzados con chapines de raso blanco, pero mi alma la adivina. ¡Es ella, la musmé de los palacios de Tequil!... Sí, era ella, más gentil que nunca, velada apenas en el rebocillo de seda. Hela en pie sobre la banca, apoyada en los hercúleos hombros de un marinero negro. El labio abultado y rojo de la criolla sonríe con la gracia inquietante de una egipcia, de una turania. Sus ojos, envueltos en la sombra de las pestañas, tienen algo de misterioso, de quimérico y lejano, algo que hace recordar las antiguas y nobles razas que en remotas edades fundaron grandes imperios en los países del sol... El esquife cabecea al costado de la fragata. La criolla, entre asustada y divertida, se agarra a los crespos cabellos del gigante, que impensadamente la toma al vuelo y se lanza con ella a la escala. Los dos ríen envueltos en un salsero que les moja la cara. Ya sobre cubierta, el coloso negro la deja sola y se aparta secreteando con el contramaestre. 
Yo gano la cámara por donde necesariamente han de pasar. Nunca el corazón me ha latido con más violencia. Recuerdo perfectamente que estaba desierta y un poco oscura. Las luces del amanecer cabrilleaban en los cristales. Pasa un momento. Oigo voces y gorjeos: Un rayo de sol más juguetón, más vivo, más alegre, ilumina la cámara, y en el fondo de los espejos se refleja la imagen de la Niña Chole".
(Pág. 96)

En "Águila de blasón", una de sus Comedias Bárbaras, escribe esta acotación:

"El galeón navega en bolina: se oye el crujir marinero de las cuadernas, se ciernen las gaviotas sobre los mástiles, y quiebran el sibiloso y soturno espejo de las aguas, dando tumbos los delfines. Por la banda de babor entra un salsero de espuma, y la señora del hábito franciscano, reza. Un viejo mendicante, que pide para las ánimas, se levanta exhortando á dar para una misa".
(Escena sexta; pág. 94)


Enrique de Mesa recrea en una poesía titulada "Dime la copla, Jimena..." la conocida canción que comienza "Ya se van los pastores a la Extremadura....". Comienza así:


Dime la copla, Jimena.., 
Aroma la cantilena 
su voz armoniosa y pura: 
Ya se van los ganados 
á Extremadura

En silencio el majadal; 
desierto el agreste chozo, 
refugio del pastor mozo 
á orillas del pastizal. 
Tenue ventisca otoñal 
presagia invernada dura. 
Ya se queda la sierra 
triste y oscura.

Ya blanquean los borregos 
el verdor de la cañada; 
los zagales cañariegos 
dan al aire su tonada. 
Ya van marchando. 
Más de cuatro zagalas 
quedan llorando.

Hacia remoto confín, 
á un silbo el rebaño arranca: 
armado de su carlanca 
le escolta, fiero, el mastín.
Morena moza, fragante 
como tomillo salsero, 
ve partir el trashumante 
rebaño desde el sendero. 


Vamos a terminar esta entrada con un párrafo perteneciente a la novela "Marea escorada", de Luis Berenguer:

"Sujeta el chinchorro por el escudo, sobre el salsero, el agua a la cintura, no dice más: y echamos el techo. El rotido de la mar en el Corral, que se entabla al tiempo y no arría en la quincena. Si hoy está malo, mañana estará peor. La vaciante ayuda a la ida".
(Cap. I; pág. 19)


En este video, que Cassio Toledo colgó en Youtube, vemos las olas romper contra las rocas y los salseros que producen: 



SALGUERO-SALGUERA

$
0
0

Ni Covarrubias ni Autoridades recogen estas voces. Academia incluye salguero en su edición de 1803 y salguera en la de 1822, con estas definiciones:

"SALGUERO. s. m. ant. El parage, ó sitio donde se da sal al ganado. Locus, in quo datur sal pecoribus.

SALGUERA.- s. f. Mimbrera".

Mimbrera es voz que sí se encuentra en Autoridades, con este significado:

"MIMBRERA.- s. m. El lugar ó sitio en que están los mimbres, que regularmente es en los sitios húmedos y pantanosos. Lat. Viburnus. HERR. Agric. lib. 3. cap. 41. Las mimbreras se ponen de estaca, mas mejor es de mugrones".

La voz mugrón la define Autoridades del siguiente modo:

"MUGRON. s. m. El sarmiento largo de una vid, que sin dividirle de ella, se entierra, de modo que salga la punta en el sitio ó parage donde faltaba alguna cepa, para que llene aquel hueco. Covarr. dice que es voz arabiga, que significa Planta. Llámase en Aragon Morgon. Lat. Propago. Tradux. HERR. Agric. lib. 2. cap. 18. Un tiempo hará hoyos, pondrá sarmientos, en otro tumbará vides de cabeza, y echará mugrones".

Academia no varía lo dicho hasta la edición de 1884, en la que leemos:

"SALGUERO. m. ant. Salegar.

SALGUERO. m. Sauce.

SALGUERA. (Del lat, sálix, salicis, mimbre) f. Sauce blanco".

La voz salegar la define de este modo:

"SALEGAR. m. Sitio en que se da sal á los ganados en el campo".

En la de 1899 dicen:

"SALGUERA. (Del lat. salix, salicis). F. Sauce.

SALGUERO. m. Salguera.

SALGUERO. m. ant. Salegar".

En la 23ª ed. estas voces quedan definidas así:

"SALGUERA. (Del lat. salicaria, de salix, icis´sauce´.

1. f. Sauce.

SALGUERO. (Del lat. salicarius, de salix, -icis´sauce´.

1. m. Sauce.

SALGUERO 2. (De salgar y -ero)

1. m. p. us. Sitio en que se da sal a los ganados en el campo".

El Salvá recoge ambas voces. La segunda la define de esta manera:

"SALGUERO. m. (Arbusto parecido al sauce y una especie de él, que se cría á las orillas de los ríos y en parajes húmedos.) // ant. El paraje ó sitio donde se da sal al ganado".

El Pagés también recoge las dos voces pero ilustra con ejemplos literarios la femenina:

"SALGUERA (Del lat. salix, -icis): f. Sauce".

Los primeros se encuentran en las obras del escritor leonés Antonio de Valbuena tituladas "Novelas Menores" y "Agridulces (Políticos y Literarios)", ya citadas aquí,  en el estudio de la voz sebe:

"Los nocturnos viajeros á quienes venimos siguiendo pasaron el agua de Rebuscayó Rio de Buscay, y continuaron por el camino de la Vega Chica, cerca de la orilla del río, cuyo curso tortuoso marcan dos cordones de salgueras, que crecen con la humedad en ambas orillas".
("La Condesa de Palenzuela"; cap. II; pág. 100)

"Antes de llegar al soto nos entretuvimos efectivamente cogiendo violetas bajo los espinos de la cerradura de las Entimas, Al principio no me atrevía yo á meterme por entre la sebe, porque tenía miedo á las culebras; pero luego, al ver cómo se metían los otros sin cuidado alguno, y eso que Silvano y Simón iban descalzos de pie y pierna, me fui determinando y cogí violetas como ellos, hasta reunir una buena manada, que até con una monda de salguera gatuña, con ánimo de regalárselas á mi prima".
("Inconsecuencia"; cap. II; pág. 140)

"Desde este pueblo—y cuenta que aún no hemos andado más que dos leguas de las seis que echan de León á Villanófar—-tenemos que ir por un camino antiguo, de esos que llaman caminos muertos, y que mejor se llamarían caminos que matan... al que anda por ellos. 
Se sale de Villafañe, hacia el Este, por entre unos huertos cercados de seto vivo, y entra luego el camino por unos trigos que tienen muchas amapolas. Después de andar tres kilómetros y medio, se encuentra á la derecha una huerta, con salgueras en la sebe y con riego por un aguaducho que ahora está tapado con un césped y tres cantos rodados, de color gris perla los dos más pequeños y de color de manteca el tercero, que es un poco más grande".
("Santiago de Villanófar"; pág. 88)

La última cita está sacada de la novela de Armando Palacio Valdés titulada "La aldea perdida":

"Ningún placer más grande para la niña que salir con su padre antes que rayase el alba, pasar el día entero jugando sobre aquellas montañas y regresar a la noche cargada de zampoñas, jaulitas para grillos y huevos de buitre. Todas estas cosas y otras más le proporcionaba Nolo, que apacentaba las vacas de su padre cerca de las del tío Goro. El mancebo, de dieciséis años, y la niña, de diez, se trabaron con estrecha y cariñosa amistad. Ella gozaba siguiéndole cuando se metía por entre los zarzales en busca de nidos o cortaba ramas de saúco para hacer flautas o varitas finas de salguera para fabricar jaulas. El gozaba viéndola seguir con atención el trabajo de sus manos y aplaudiéndole con gritos de entusiasmo cuando se hallaba terminado. Sentados el uno al lado del otro sobre el menudo césped de las alturas a la sombra de alguna peña, dejaban pasar las horas en silencio, preocupados exclusivamente del artefacto que Nolo tenía entre manos".
(Cap. II "La lumbrada"; págs. 39-40)


Apolinar de Rato y Hévia recoge la voz salguera en su "Vocabulario de las palabras y frases bables que se hablaron antiguamente y de las que hoy se hablan en el Principado de Asturias" (Tipografía de Manuel Ginés Hernández. Madrid, 1891):

"SALGUERA. f. Especie arbórea que suelta con facilidad la corteza y se utiliza para silbatos".

Esta definición la encontramos muy ampliada en un texto del escritor asturiano Emilio Robles Muñiz (1877-1938), más conocido con el seudónimo de Pachín de Melás, que precede a su obra teatral "Al sonar de la salguera":

"¿Por qué al sonar de la salguera? Choca el título de Al sonar de la salguera. Lo explicaré; es mi deber. Salguera es palabra perfectamente castellana. Un arbusto de la familia del sauce. De este árbol o salguera en los tiempos de la vieja "Arcadia" y aún en los de hoy cortaban los chicos una caña, le sacaban la fibra interior dejando solo corteza libre. Una vez está algo seca, le hacían unos agujeros, le colocaban una lengüeta y quedaba convertida en una "xiblatina" que tañían por la "llende" adelante, según la habilidad del chico. Se alargaba esta "xiblatina" agregándole, preparada del mismo modo, caña de higuera o "figar" tierna.
Cuando los muchachos machacaban la caña para dejar suelta la corteza, decían a modo de conjuro:


Saligar, saliguera,
salí caña de salguera,
saliguera, saligar,
salí caña de figar.

El Manuel Seco recoge las voces salgueiro, salguero y salguera:

"SALGUEIRO. m. (reg.) Salguero o sauce.// Mayor Días Flora, 527: Salix caprea L. "Sauce cabruno", "Salgueiro".

SALGUERA. f (reg.) Sauce. // Delibes Inf. 20.8.75, 12: ¿Quién de vosotros, pescadores, no ha perdido una trucha de kilo por mostrarse demasiado condescendiente, por recrearse en la suerte y permitirle acceder a las leñas o salgueras de la ribera?

SALGUERO. m (reg.) Sauce.// MFVelasco Peña, 154: "No había muchos árboles para elegir... Me encaramé al primer salguero a mano".

En la "Colección de voces y frases gallegas de Fr. Martín Sarmiento"(Universidad de Salamanca, 1970), obra de José Luis Pensado, leemos:

"De Salcedo.  San Martiño de Salcedo al mediodía, y Santa María de Mourente, con su anexo Moldes, al oriente, son las dos (...) feligresías que abrazan los paseos de Pontevedra. De salis, icis, que es el puro latín del árbol sauce, y en gallego salgueiro y salgueira, se formó salicetum, que significa un sitio abundante de sauces, y de salicetum, Salcedo. La voz salgueira viene medianamente de salix, pero inmediatamente de salicaria. salcedo, Salcido, Salceda significan lo mismo".
(Pág. 378)

El Diccionario online de la Real Academia Galega dice:

"SALGUEIRO.  Árbore da familia das salicáceas, de folla caduca, propia de lugares húmidos, da que existen numerosas especies, case todas de ramas longas e flexibles e de follas lanceoladas e tomentosas.

A beira do río esta inzada de salgueiros".

Don Marcial Valladares Nuñez recoge la voz salgueiro en su "Diccionario Gallego-Castellano" (Imprenta del Seminario Conciliar Central. Santiago de Compostela, 1884)

"SALGUEIRO. (Salix) Sauce; voz genérica, comprensiva en Galicia de dos especies de Sauces, á saber: el Zargatillo (Salix caprea) y el verdadero Salgueiro, ó Sauce blanco, (Salix aurita); especies ambas de árboles comunísimos en el país y pertenecientes á la familia de las plantas salicíneas de Le Mont.Crecen en lugares húmedos, como las orillas de los ríos y arroyos, aunque la especie aurita suele verse en setos; florecen en marzo y abril.Salgueiro prende de pólaameneiro de raís;amores que fostes d´outropara min ja non servís.
Copiosa y muy precisa es la información que nos brinda don Primitivo Artigas y Teixidor en su obra "Selvicultura ó cría y cultivo de los montes" (Imprenta de Moreno y Rojas. Madrid, 1890):

XXV: SAUCES

"Al tratar en esta sección de los sauces, nos referiremos, de una manera general, á los más comunes de la Península y que se indican á continuación. 
Salix cinérea, L., vulgarmente Sauce, Bardoguera. —Gatell(Cataluña, según Costa).—Saula (Gerona).—Muy extendido en España, quizás sea el que ocupa mayor área en este país; se encuentra á orilla de las corrientes y en general en sitios húmedos. 
S. incana, Schrank, Vulgarmente Sargatillo, Sarga, Salciña.—Sarga(Cataluña, según C).—Muy extendida también en la Península y en sitios análogos á los que prefiere el S. cinérea, pero es más abundante en las provincias del N. y del E. que en las del Mediodía y Poniente. Se presenta como un arbusto ó arbolillo de 7 metros de altura, 
S. alba, L., vulgarmente Sauce, Sauce blanco, Salce, Salguera.—Salser, Saula (Cataluña).—Es frecuente en las provincias del Centro y Mediodía, y más bien cultivado que espontáneo. Puede alcanzar unos 25 metros de altura por un metro de circunferencia. 
S. Caproea, L.; vulgarmente Sauce, Sauce cabruno.—Salgueiro(Galicia).—Se encuentra en las provincias del N. de la Península, y sube hasta 1.500 metros de altitud, desarrollandose á veces en sitios muy secos. Puede alcanzar de 10 á 12 metros de altura por uno de circunferencia. 
S. triandra, L.; S. amigdalina, L., vulgarmente Sarga, Sargatílla borda ó negra (Rioja).-—Salsa (Cataluña).—Extendido por toda España en sitios húmedos y orillas de las corrientes. 
Dice el Sr. D. Máximo Laguna en su ya mencionado folleto Con. y Ament. esp., á propósito de esta especie: "Los dos nombres linneanos corresponden á las dos formas de esta especie: fª con color; S. triandra, L. ; fª discolor, S. amigdalina, L." 
S. fragilis, Linn., vulgarmente Sauce, Mimbrera, Bardaguera blanca.—Las ramillas se rompen fácilmente por su punto de inserción. Se desarrolla en condiciones análogas al S. albay se extiende casi por los mismos lugares. 
S. purpurea, L.; S. monandra, Hoffen.; S. helix, L.; vulgarmente Sarga, Sargatillo, Sargatilla fina.Sarga (Cataluña, según Colm.).—Sus brotes son largos, delgados y generalmente rojizos. Se presenta como arbusto de unos 3 metros de altura á lo más. Se cultiva generalmente para confeccionar objetos de cestería. 
S. viminalis, L. ; vulgarmente Mimbrera, Mimbre.— Vimeguera, Vimetera (Cataluña, según Costa).—Se encuentra cultivado en Cataluña, Aragón, Galicia, etc.; pero su existencia como espontáneo ó silvestre en España es dudosa. 
Las demás especies congéneres, pero en general de menos importancia que las expresadas, cuya existencia en España está plenamente comprobada, son: S. pentandra, L.; S. pedicellata,Daf.; S. oleaefolia, Vill. ; S. aurita, L.; S. repens, L.; S. Rossmassleri, Wk.; S. pyrenaica, Gossan; S. retusa, L.; S. herbácea, L.; S. reticulata, L. 
Localidad. —Por lo general se desarrollan los sauces en terrenos frescos y húmedos, en casi todas las exposiciones y á diferente altitud según la especie. 
Floración y fructificación.—Los sauces son diosios y las flores aparecen de mediados de primavera á principios del verano. Las del S. caproea aparecen antes que las hojas; las del S. alba al mismo tiempo que éstas. Los frutitos maduran pronto y duran de Mayo á Junio; son cápsulas análogas á las de los chopos, cuyas semillas son transportadas por el viento á gran distancia. El sauce da pronto fruto y en abundancia todos los años. 
Plantas nuevas.—Son muy robustas. 
Copa.—Da poca sombra. 
Raíces.—Son lateras, y por lo común bastante someras. Dan abundantes brotes de raiz. 
Crecimiento y longevidad.—Respecto al crecimiento, ya se ha indicado lo bastante al principio. Por lo que respecta á la longevidad conviene saber que á los 50 ó 60 años el tronco de los sauces se ahueca, si bien vive la planta algunos más años. 
Propiedades y aplicaciones.—La madera de sauce es blanda, fofa y de poca duración; por lo que, y atendiendo á las reducidas dimensiones de los troncos, tiene escasa aplicación en construcción civil; se usa más comúnmente para tablazón de embalaje, para construir ciertos muebles, y alguna vez en escultura: p. ej., el S. alba; el aprovechamiento más importante es quizás en cestería. La densidad de la madera desecada oscila entre 0,4 y 0,6. 
La leña y carbón de sauce valen poco; la primera suele emplearse para calentar los hornos de pan cocer, porque da mucha llama. El carbón se usa en la fabricación de la pólvora de cañón. 
No sabemos que en nuestro país se utilice la corteza de sauce en la industria de los curtidos, pero sí se emplea para dicho objeto en Rusia, Francia, Suecia y en otras naciones. 
De los ensayos hechos por nuestro compañero el Sr. Castel en cortezas de árboles jóvenes, ha obtenido los siguientes datos: S. cinérea, 16,53 por 100 de tanino; S. purpurea, 6,23 ídem; S. caproea, 11,55. 
El ganado lanar come bien las hojas. El S. caproea es de las especies, pertenecientes á este género, que proporciona más cantidad de forraje. Esta especie se da muy bien en terrenos secos, circunstancia que, unida á la anterior, conviene tener presente cuando se trate de repoblar ciertas vertientes muy secas. 
De las cenizas del sauce puede obtenerse gran cantidad de potasa del comercio".
(Págs. 71-74)

Don Diego Carballo y Sampayo nos da buenos consejos en su obra "Elementos de Agricultura..." (Imprenta Real. Madrid, 1795), libro escrito en portugués que tradujo al castellano don Joseph María Calderón de la Barca:

SECCION XI

De algunos arbustos y plantas pequeñas útiles en la Agricultura

"Además del cultivo de las plantas que sirven para el sustento, vestido y habitacion de los hombres, deben tambien cultivarse otras, que se emplean en la cultura y creacion de las mismas plantas. Los mimbres, las cañas y los sauces, son tan necesarios como las vides; sin la retama y las hojas mal  se podrían preparar los estiércoles de que necesitan las senaras;  y las bardas son casi tan útiles como el trigo, porque guardan los terrenos y los preservan de muchos daños. Así que, la cultura de estas plantas pequeñas es indispensable en el sistema general de la Agricultura.
586 Las salgadas se plantan de estaca á la orilla de los rios, ó en lugares húmedos y aqüosos; se crian como las matas, disponiéndose en cortes de cinco en cinco años. Las varas de los salgueros sirven para las parras y latas, y se hace tambien de ellas buena madera para las viñas.
587 Las cañas se plantan de raiz, y tambien de estaca; y aunque nacen en toda suerte de tierras, crecen mejor en los lugares húmedos que en los secos. Las cañas se cortan todos los años, y sirven para lo mismo que los salgueros, y para otras muchas curiosidades de jardinería.
588 Los mimbres se plantan de estaca, y de la misma suerte, y en la misma calidad de tierra que los salgueros; y quando no son de buena calidad, pueden inxertarse de mejor casta; dicen que los mejores mimbres son los que se inxertan en salgueros. Los mimbres han de tener dos palmos de alto, y podaranse todos los años. Para que los mimbres sean mas derechos y lisos, se cortarán por el medio todos los renuevos de la primavera á fines de Junio. Así brotan nuevamente, y salen los mimbres lisos, derechos y sin nudos; como se quiere para abrirlos facilmente, y que no se quiebren al atar".
(Págs. 185-186)

Quien esté interesado en la relación entre el salguero y la aspirina le enlazo con este artículo escrito  por Pablo Pascual Villoria, Licenciado en Farmacia.


Rosalía de Castro puso la voz salgueiro en estos hermosos versos, pertenecientes a su libro "Cantares Gallegos(Librería de D. Leocadio López. Madrid, 1872) :


Roxiña cal sol dourado,
garrida cal fresca rosa,
iba polo monte hermosa
co branco pe descalzo...
Copo de neve pousado,
deslumbrando á luz do día,
tan branco pe parecía
.

As longas trenzas caídas,
con quen os ventos xogaban,
ondiñas de ouro formaban
na branca espalda tendidas;
apertadas e bruñidas,
que espigas eran coidara
o que de lonxe as mirara.


Tiñan os cores do mare
os seus olliños dormentes;
máis doces, máis transparentes
naide os poidera encontrare;
naide velos, sin amare
os corasón sin falsía
que por antre eles se vía
.

Levaba na frente a ialma,
nos doces labios a risa;
auguiña que o vento enrisa,
pousaba no fondo en calma.
Tal como gallarda palma,
cimbréase con folgura
a deladiña cintura.


Ó par da brisa temprada
que antre os salgueiros corría,
ela correndo seguía
unha beiriña encantada;
que alí mansa e sosegada
manaba unha fresca fonte
cabo da falda do monte
.

En el prólogo de este poemario escribe:

"Grande atrevemento é sin duda pra un probe inxenio com'ó que me cadrou en sorte, dar á luz un libro, cuyas páxinas debian estar cheyas de sol, d' armonia, e d' aquela naturalidade que unida á unha fonda ternura, á un arrulo incesante de palabriñas mimosas e sentidas, forman á mayor belleza d' os nosos cantos populares. A poesia gallega, toda música e vaguedade, toda queixas, sospiros, e doces sonrisiñas, mormuxando un-has veces c' os ventos misteriosos d' os bosques, briland' outras c'ó rayo de sol que cai sereniño por enriba d' as auguas d' un rio farto e grave, que corre baixo as ramas d' os salgueiros en frol, compriálle para ser cantada, un sprito subrime e cristaiño si asi ó podemos decir, un-ha inspiracion fecunda, com'á vexetacion que hermosea esta nosa privilexiada terra e sobre todo un sentimento delicado e penetrante prá dar á conocer tantas bellezas de pirmeiro orden, tanto fuxitivo rayo d' hermosura, como se desprende de cada costume, de cada pensamento escapado á este pobo á quen moitos chaman estúpido, e á quen quisais xuzguen insensibre, estraño a devina poesia".
(Págs. III-IV)

Más adelante dice:

"Lagos, cascadas, torrentes, veigas froridas, valles, montañas, ceos azues e serenos com' os d' Italia, horizontes nubrados e malenconicos anque sempre hermosos com' os tan alabados da Suiza, ribeiras apacibres e sereniñas, cabos tempestuosos qu' aterran e adimiran po-la sua xigantesca e xorda cólera... mares imensos... que direi mais? non hay pruma que poida enumerar tanto encanto reunido. A terra cuberta en tóda-las estacions de herviñas e de frores, os montes cheyos de pinos, de robres e salgueiros, os lixeiros ventos que pasan, as fontes y os torrentes derramándose fervedores e cristaiños, bran e inverno, xa po-los risoños campos, xa en profundas e sombrisas ondanadas...".
(Pág. VIII)

A Gabriel Miró debían de gustarle estas voces porque aparecen en algunas de sus obras; por ejemplo, en su libro de relatos "El ángel, el molino, el caracol del faro":

"Ávido de saber, callado y sutil, traspasaba lamiéndose la carne tierna de las márgenes, calando las raíces de los álamos, de troncos de cortezas harinosas con nnudos que parecen ojos egipcios y follaje sensitivo de plata; atendía el fresco temblor de los chopos, que remedaban el ruido suyo; subía para tocar las puntas de los cabellos lisos, desmayados, inmóviles, de virgen primitiva, de las salgueras y lianas, y los cabellos impetuosos y trágicos de los zarzales".
(Estampas del agua, del río y del mar: "El río y él"; pág. 123)

En su novela "Las cerezas del cementerio" escribe:

"Transpuesto el collado de Almudeles, ofreciase todo el valle de Posuna, ancho, gozoso de abundancia y de luz; en lo más hondo y llano, por tierras pradeñas y almarjales, pasaba un amplio río, de aguas lentas, calladas y resplandecientes, espejo de chopos y salgueros que, en el confín, se desvanecían entre nieblas azules".
(Cap. VIII: "Camino de "La Olmeda"; pág. 73)

En "El obispo leproso" leemos:

"Pablo acostose al lado de su madre. Desde allí miraba los álamos y salgueros del río, la planicie hortelana con las coordinaciones de los verdes jugosos; los campos de siega en un vaho azul traspasado por una palmera, por un ciprés, y en la cerámica rosada de una colina florecía el lirio de un santuario".
(Parte V: "Corpus Christi"; cap. IV: "Pablo, Elvira, don Álvaro"; pág. 107)

Miguel Delibes pone el plural de la voz salguera en boca de Pacífico Pérez, el protagonista de su novela "Las guerras de nuestros antepasados":

"Dr.- ¿Y cómo apareció? ¿No sentisteis ruido?
P. P.- Ruido, no señor. Él entró en la braña a lo zorro, o sea, apartando con el palo unas salgueras. Y, entonces, le vimos".
("Cuarta noche"; pág. 164)

En "El disputado voto del señor Cayo" lo escribe en singular:

"Le vio buscar una horquilla entre los zarzales, coger un cordel enredado en la salguera, pasarle por aquélla y extraer del remanso un gran retel de tela metálica donde bullían dos docenas de cangrejos".
(Pág. 112)

Camilo José Cela utiliza la voz gallega  en su novela "Mazurca para dos muertos"; al fin y al cabo, está ambientada en el país:

"Llueve sobre las aguas del Bermún, el arroyo que gime como un chiquillo que no se acaba de ahogar, llueve sobre las aguas de los cinco ríos, el Viñao que se escurre desde la llanada de Valdo Varneiro, el Asneiros que brota en la peña dos Cregos, el Oseira que refresca la calentura de los cueros de los frailes, el Comezo que escapa para el norte por el camino de la Raposa Rangada y el Bural en el que lavan sus pañuelos las mozas de Agrosantiño, llueve sobre los carballos y los castaños, las cerdeiras y los salgueiros, los hombres y las mujeres, los tojos y los helechos y la edra solemne, los vivos y los muertos, llueve sobre el país".
(Págs. 219-220)

Pacalli colgó este vídeo en Youtube en el que nos habla de las virtudes del salguero:


SALEDIZO-ZA

$
0
0


Ángel Arteaga (c): "León"

Sebastián de Covarrubias escribe la voz saledizo en la definición de salida:

"SALIDA, la que se haze de alguna parte; salida,  el campo que está cerca de las puertas del lugar do se salen a recrear. Dar salida a vna cosa, dar escusa; salida, toda aquella parte por do se da lugar a que salga alguna cosa; salida, la perra que está cachonda; salir del cascaron, salir de madre; salir de seso, enloquecer; saledizo, el edificio que sale fuera de la pared maestra de los cimientos".

Autoridades ofrece una definición semejante a la de Covarrubias:

"SALEDIZO, ZA. adj. que se aplica á la parte del edificio que sale fuera de la pared maestra en la fábrica. Algunos dicen salidizo. Lat. Prominens. Procinens".

Cita dos ejemplos. El primero pertenece al capítulo 26 del libro 6º de  la segunda parte de la  obra del abad Gonzalo de Illescas titulada "Historia Pontifical y Catholica...." (Melchor Sanchez. Madrid, 1652). Cuenta en este pasaje la entrada de las tropas de Pompeo Colonna en Roma para echar del Pontificado al Papa Clemente VII:

"El Cardenal Pompeyo llegó á Roma, y entró en ella sin hallar resistencia ninguna; porque el Papa Clemente no tenia gente de guerra ninguna, y la ciudad se holgaua de todo el mal que le viniesse al Sumo Pontifice, por su escasseza, y por sus desabridas condiciones. Y si como venia Pompeyo Colona á mas andar, caminara para el Palacio sacro, sin esperar (como esperó) á que llegassen ciertas pieças de artilleria, que las traían Bufalos, pudiera tomar el Papa tan descuidado como vn buen placer, y prenderle a su sabor. En llegando el artilleria, passó a Ponte Sixto, y dio consigo en el Vaticano. Entonces el Papa Clemente (como quien despierta despauorido) lleno de temor y confusion, pasosse huyendo al castillo de Santangel, dando vozes, y llamando al pueblo en su fauor; pero no auia quien se mouiesse á darsele, auque derramaua dineros, y prometia (como dizen) los montes de oro. Habia en la ciudad muy pocos que fuessen para tomar armas, y los que auia no querian seruirle; porque generalmente era malquisto, y a sus oídos le dezian, que no tenia de Clemente mas que solamente el nombre. Fue cosa de admiracion, que entraron las compañias del Cardenal Pompeyo por las calles de Roma, con tanta seguridad del pueblo, que ni se cerraron las tiendas, ni huuo hombre que se alterase. No hauia tampoco soldado que se osasse desmandar contra ningun vezino; porque Pompeyo les auia mandado muy de veras, que entrassen pacificamente, sin injuriar de nadie, pues la guerra no se hazia á la ciudad, sino solo al Papa; y ellos entrauan diziendo á todos: Estaos quedos hermanos, que no venimos contra vosotros, ni pretendemos hazeros ningun daño. Es cierto cosa muy de notar, que auiendo sido Clemente toda su vida liberalissimo y gastador, y juntamente con esso afable, y bien hablado, y sobremanera discreto, y gran negociador, en viendose Papa (no sé por qué) se mudo de todo punto en condiciones, y se hizo escasissimo y remisso. Tanta es la mudança que á las vezes hazen en los hombres las dignidades y honras. Faltaronle en sus necesidades todos los que solian ser amigos; porque a toda suerte de gentes tenia desabrida. A los Clerigos auia echado decimas y tributos pesadissimos; á los oficiales auiales quitado gran parte de sus derechos, y hasta los professores de las ciencias que leian en las escuelas, les auia acortado los salarios. La gente comun no le podian ver, porque con ser los años fertiles, no se hallaua en Roma que comer, y los precios de todas las cosas auia crecido escessiuamente. Por otra parte, ciertos oficiales que auia puesto el Pontifice para traçar las calles, por hermosear la ciudad, procedian con tanto rigor en cortar salidizos, en derribar esquinas, en ensangostar casas y abrir calles, que apenas auia hombre en toda la ciudad que no huuiesse recibido dellos algun notable agrauio".
("Clemente  VII. Pontifice CCXXVII"; pág. 440)

El segundo ejemplo se encuentra en el tratado primero de la novela picaresca "Vida de Lazarillo de Tormes":

"Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí , determiné de todo en todo dejalle, y como lo traia pensado y lo tenia en voluntad, con este postrer juego que me hizo, afirmelo mas. Y fue ansí, que luego otro dia salimos por la villa á pedir limosna, y habia llovido mucho la noche antes, y porque el dia tambien llovia, andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo habia, donde no nos mojábamos; mas como la noche se venia y el llover no cesaba, díjome el ciego: 
-Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche mas cierra, mas recia: acojámonos á la posada con tiempo. 
Para ir allá habíamos de pasar un arroyo que con la mucha agua iba grande.
Yo le dije: 
-Tio, el arroyo va muy ancho; mas si quereis, yo veo por donde travesemos mas ahina sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos á pie enjuto. 
Parescióle buen consejo, y dijo: 
-Discreto eres, por esto te quiero bien: llévame á ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que ahora es invierno y sabe mal el agua, y mas llevar los pies mojados. 
Yo, que vi el aparejo á mi deseo, saquéle de bajo de los portales y llevélo derecho de un pilar ó poste de piedra que en la plaza estaba, sobre el cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas casas, y dígole: 
-Tio, este es el paso mas angosto que en el arroyo hay. 
Como llovia recio y el triste se mojaba, y con la priesa que llevábamos  de salir del agua, que encima de nos caía, y, lo mas principal, porque Dios le cegó  aquella hora el entendimiento (fue por darme dél venganza) creyóse de mí, y dijo: 
-Ponme bien derecho y salta tú el arroyo. 
Yo le puse bien derecho en frente del pilar, y doy un salto, y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro, y díjele: 
-¡Sus!. Saltá todo lo que podáis, porque deis de este cabo del agua. 
Aun apenas lo habia acabado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabron, y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para atrás medio muerto y hendido la cabeza".
(Págs. 31-32)

Academia se atiene a lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1803, que lo varía un poco:

"SALEDIZO. s. m. La parte del edificio, que sobresale fuera de la pared maestra en la fábrica. Prominens, procidens".

En la edición de 1884 remiten a la voz salidizo; se mantiene hasta la edición de 1936, en la que dicen:

"SALEDIZO, ZA. adj. Saliente, que sobresale. // 2. m. Arq. Salidizo".

En la 23ª edición, última consultada,  definen esta voz del siguiente modo:

"SALEDIZO, ZA. (Der. de salir.) 1. adj. Saliente o que sobresale. // 2. m. Arq. Parte que sobresale de la pared maestra".

Desde la edición de 1884 hasta hoy en día la definición de salidizo es la misma:

"SALIDIZO. m. Arq. Parte del edificio, que sobresale fuera de la pared maestra en la fábrica".

El Esteban Terreros se alarga algo más en la definición de esta voz:

"SALEDIZO, llaman en la Arquitectura á la parte que se avanza hácia fuera mas que el resto del edificio, sin caer á plomo sobre los cimientos, sino como la ceja, ó alero. Tambien le llaman volado. Fr. Saillie, projecture. Lat. Eminentia, projectura, otros summi parietis corona, lorica, supercilium. It. Sporto, risalto, eminenza. Esp. t. 14. p. 77. V. Socarren. Tambien le llaman los facultativos proyectura en cast. y así sin razon la quieren anticuar otros.

HACER SALEDIZO, salir fuera de la linea con la obra de Arquitectura. Fr. Forjetter. Lat. Projicere".

La voz socarrén ya la recogen Nebrija, Alcalá, Rosaly Covarrubias. El Diccionario de Autoridades la define así:

"SOCARREN. s. m. El ala del tejado, que sobresale á la pared. Trahelo Covarr. en su Thesoro y Nebrixa en su Vocabulario. Lat. Subgrunda".

Proyectura se encuentra en Academia a partir de la edición de 1780, en la que dice que es lo mismo que "vuelo".

Vuelo, en su quinta acepción, es "en las fábricas- nos dice Autoridades- la parte de ellas, que sale al aire: como el vuelo del tejado, ú del balcón". Volado de una cornisa, proyección, es para fray Esteban Terreros"la parte que sobresale á la linea perpendicular desde que la cornisa empieza a redondearse".

El Pagés remite a la voz salidizo y pone como ejemplo el de Gonzalo de Illescas.

Ángel Arteaga (c): "León"

El Manuel Seco recoge esta voz con los siguientes significados:

"SALEDIZO, ZA. I adg. 1. saliente o sobresaliente.// Ortega Roig País, 39: Un pueblo gallego, Lage, con cielo nublado, calles mojadas... y casas con aleros muy saledizos. Torrente DJuan,164: Nuestro común tatarabuelo tenía la cabeza grande, el mentón breve, los arcos superciliares saledizos como tejados de sus ojos.
II m. 2. Elemento arquitectónico que sobresale de la pared maestra".

Cita un párrafo de la novela de José Manuel Caballero Bonald titulada "Ágata ojo de gato", que ampliamos para su mejor comprensión:

"Entreviendo espadas de fuego y tridentes por los baluartes de la contrición, anduvo Pedro hasta el opaco saledizo del balconcillo, turbado por la ambigua cualidad de su culpa pero nutrido también del engreimiento de una hazaña que lo unía con más vehementes vínculos a su cómplice".
(Cap. 25; pág. 215)

Don Mariano Matallana incluye esta voz en su "Diccionario de Arquitectura Civil":

"SALEDIZO. Se aplica al cuerpo ó miembro que sale fuera de la linea principal de un edificio. Se sustantiva á veces esta palabra".

Don Francisco Martínez, presbítero pamplonica, recoge los vocablos saledizo y proyectura en su "Prontuario Artístico, ó Diccionario Manual de las Bellas Artes..."(Por la Viuda de Escribano. Madrid, 1788) copiando descaradamente a  fray Esteban Terreros:

"SALEDIZO: Llaman en la Arquitectura á la parte que se abanza ácia fuera mas que el resto del edificio, sin caer á plomo sobre los cimientos, sino como la ceja ó alero. Llamanla tambien volado, y los facultativos proyectura.

"PROYECTURA: En la Arquitectura el perfil que descubre la salida ó buelo de la cornisa ú otra qualquier moldura fuera de la linea perpendicular ó del bastidor que se pinta. Llaman tambien proyectura al sobrante, saledizo, tejadillo, zeja ó alero de alguna obra".

Don Manuel Berganzo, conde de la Cortina y de Castro, escribió un "Diccionario Manual de Voces Técnicas Castellanas de Bellas Artes" (Imprenta de Vicente García Torres. México, 1848). En él leemos:

"PROYECTURA. Arq. El perfil que hace la salida ó el vuelo de toda moldura fuera de la perpendicular del cuerpo principal de donde sale.

SALEDIZO.  Arq. La parte del edificio que sobresale fuera de la pared maestra en la fábrica, y viene á ser como un abrigo ó cobertizo para resguardo de las lluvias.

SOCARREN. Arq. El ala del tejado que sobresale á la pared.

VOLADIZO, ZA. Arq. Lo que vuela ó sale de lo macizo de las paredes ó edificios, esto es, lo que formando parte de un cuerpo, sale fuera de la superficie de él.

VOLADO, DA. Arq. Lo mismo que voladizo".

Martín Fernández de Navarrete recoge el adjetivo saledizo, za en su "Diccionario Marítimo Español":

"SALEDIZO, ZA. adj. Pil. V. Saliente.

SALIENTE. p. a. de salir. Pil. Dícese en acepcion comun de la punta, cabo arrecife etc., que sale notablemente fuera de la costa; y tambien de la marea, cuando sale ó baja. En el primer sentido se dice igualmente saledizo ó salediza".


En "Los Códigos españoles, concordados y anotados" (Imprenta de la Publicidad a cargo de D. M. Rivadeneyra. Madrid, entre 1847 y 1851)  encontramos esta curiosa Ley de D. Carlos I, que remite a la de Dª Juana, promulgada en Madrid el 28 de Junio de 1530:

LEY I.- Prohibicion de balcones, pasadizos y otros edificios que salen de la pared de las casas a las calles.

"Mandamos, que agora ni de aquí adelante ninguna ni algunas personas, de qualquier estado ó condición, preeminencia ó dignidad que sean, no hagan ni labren, ni edifiquen en las calles públicas de las ciudades, villas ni en alguna dellas pasadizos ni saledizos, corredores ni balcones, ni otros edificios algunos que salgan á las calles fuera de la pared en que se hiciere el tal edificio: y de aquí adelante si alguno ó algunos de los pasadizos y balcones, y saledizos y corredores y otros edificios de los suso dichos, que en las calles desas dichas ciudades y villas están hechos y edificados, se cayeren ó derribaren, ó desbarataren por qualquier manera; mandamos, que los dueños de las casas donde estuvieren hechos, ni los que en ellas moraren, ni otras personas algunas los non puedan tornar á hacer ni reedificar, ni renueven ni adoben ni reparen; y quando fueren caídos todos ó qualquier parte dellos, que no lo tornen á hacer, ni reedificar ni reparar cosa alguna ni parte dellos, salvo que quede raso é igual con las dichas paredes, que salen á las dichas calles donde estuvieren los tales edificios; por manera que las dichas calles públicas queden exentas sin embargo de ningún pasadizo ni saledizo, ni otro edificio alguno de los sobredichos, y estén alegres y limpias y claras, y puedan entrar y entren por ellas sol y claridad, y no cesen los dichos provechos; so pena que los que hicieren los sobredichos edificios, y los reedificaren y adobaren, que luego les sean derribados, y por el mismo hecho no los puedan tener ni hacer mas; y demás allende incurran y cayan en pena de diez mil maravedís, la mitad para la nuestra Cámara, y la otra mitad para el acusador. (Ley 8. tit. 7. lib. 7. R.)"
(Vol. 8. Libro 7º. Título XXXII. "De la Policía de los Pueblos"; pág. 634)

La Ley de la reina Doña Juana, como hemos dicho,  es anterior. Se refiere a la ciudad de Toledo y fue promulgada en Valladolid el 15 de noviembre de 1509. Se encuentra en las "Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble, muy leal e imperial ciudad de Toledo" (Imprenta de José de Cea. Toledo, 1858):

TITULO CIENTO y VEYNTE y OCHO,  DE LOS SALEDIZOS Y PUERTAS

"Los muy magnificos señores Corregidor y Toledo, hazen saber a todos los oficiales aluañires, yeseros, carpinteros e otros oficiales desta dicha ciudad, que entienden en hazer casas, y en las adouar y reparar, que a su noticia es venido que algunos de los dichos oficiales, sin licenzia ni mandado desta dicha ciudad, e contra las ordenanzas della, abren puertas, e reparan e hazen saledizos de nueuo, y chimeneas voladas, y echan aluañares a la calle, e otras cosas contra las dichas ordenanzas, lo qual queriendo proueer y remediar para que de aquí adelante se faga todo conforme ellas mandan; que ninguno ni algunos de los dichos oficiales sean osados de abrir las dichas puertas, ni. adouar ni reparar saledizos, ni los fazer de nueuo, ni saquen aluañares a la calle, ni calzadas, ni otra cosa contra las dichas ordenanzas. So las penas en ellas contenidas, y mas de priuacion de los oficios, y treynta dias en la carcel a cada vno que lo contrario hiziere: e porque venga a noticia de todos se manda pregonar publicamente: e la mesma pena al dueño que lo tal mandare: es la pena dos mil marauedis para la camara, e obras publicas, e juez, e denunciador.

DOÑA JUANA, por la, gracia de Dios Reyna de Castilla, de Leon, de Granada, de Toledo, de Galicia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jaen, de los Algarues, de Algezira, de Gibraltar, de las yslas de Canaria, y de las Yndias, yslas e tierra firme del mar Oceano, Princesa de Aragon e de las dos Sicilias, de Jerusalem, Archiduquesa de Austria, Duquesa de Borgoña y de Brauante, y Condesa de Flandes y de Tirol, y Señora de Vizcaya e de Molina etc.
A vos el que es o fuere mi Corregidor o juez de residencia de 1a muy noble ciudad de Toledo, o a vuestro Alcalde en el dicho oficio, o qualesquier de vos, salud e gracia. 
Sepades que yo soy informada que en muchas de las calles publicas dessa dicha ciudad estan edificados muchos edificios saledizos e corredores, e balcones, por las delanteras de· las cassas que salen por gran trecho a las dichas calles, e toman, e ocupan toda o la mayor parte dellas, de manera que las dichas calles estan muy tristes y sombrías, de manera que en ellas no puede entrar ni entra claridad, ni sol, e de contino estan muy humedas y lodosas e suzias, en lo qual diz que toda la comunidad de la dicha ciudad recibe mucho daño, e que como quier que la dicha ciudad tiene ordenanza sobre esto, que no es guardada, ni ejecutada, segun e como deue, e porque lo de sussodicho es en mi desseruicio, e a mi como a Reyna e Señora, en ello pertenece proueer y remediar, en el mi Consejo fue acordado que deuia mandar proueer en ello, en la forma siguiente: e que deuia mandar dar esta mi carta para vosotros en la dicha razon, yo tuuelo por bien, por la qual yos mando que agora, ni de aqui adelante, ninguna ni algunas personas de qualquier estado o condicion, preeminencia o dignidad que sean, no fagan, ni labren, ni edifiquen en las calles publicas de la dicha ciudad, ni en alguna dellas, passadizos, ni saledizos, corredores, ni balcones, ni otros edificios algunos que salgan a la dicha calle fuera de la pared en que estuuiere el tal edificio; e si de aqui adelante, alguno o algunos de los passadizos, e corredores, e balcones, e otros edificios de los susodichos que en las calles de la dicha ciudad estan fechos y edificados se cayeren, o derriuaren, o desbarataren por qualquier manera, mando que los dueños de las cassas donde fueren y estuuieren fechos, ni los que en ellos moraren, ni otras personas algunas, lo non puedan tornar a hazer, ni los reedifiquen, ni renueuen, ni reparen; e quando fueren caydos todos o qualesquier parte dellos, que no los tornen a fazer, ni a reedificar, ni reparar cosa alguna, ni parte dellos, saluo que quede raso, e ygual con las dichas paredes que salen a las dichas calles donde estuuieren los tales edificios; por manera que las dichas calles publicas exentas y sin embarazo de ningun pasadizo, ni saledizo, ni otro edificio alguno de los sobredichos, y esten alegres y limpias e claras, y puedan entrar y entre por ellas sol y claridad, e cessen todos los daños sobredichos. Sopena que los que hiziessen los sobredichos edificios e los reedificaren o adouaren  que luego les sean derribados e por el mesmo fecho  no los puedan tener ni fazer mas, e demas e allende, cayga e incurra en pena de diez mil marauedis: la mitad de los quales sean para la mi camara e fisco, e la otra mitad para el acusador: e porque lo susodicho sea notorio, e ninguno dello pueda pretender ignorancia, mando que esta mi carta, e lo en ella contenido, sea pregonado publicamente por las plazas e mercados, e otros lugares acostumbrados de la dicha ciudad, e fecho el dicho pregon, si alguna o algunas personas fueren o passaren contra lo contenido en esta mi carta, mando a vos los dichos mi Corregidor o juez de residencia, o a vuestros Alcaldes en el dicho oficio, como dicho es, que executeys e fagays executar en ellos la dicha pena, e los vnos ni los otros no fagades ni fagan ende al por alguna manera. Sopena de la mi merzed e de diez mil marauedis para la mi camara a cada vno que lo contrario hiziere, e demas mando al home que vos esta mi carta mostrare, que vos emplaze, que parezcades ante mi en la mi corte do quier que yo sea, del dia que vos emplazare fasta quinze días primeros siguientes, so la dicha pena; so la qual mando a qualquier escriuano publico que para esto fuere llamado, que de ende al que vos la mostrare testimonio signado con su signo porque yo sepa en como se cumple mi mandado. 
Dada en la noble villa de Valladolid, a quinze dias del mes de Nouiembre del Nacimiento de nuestro Saluador Jesu Christo, de mil e quinientos y nueue años. Conde Alferez.Licenciatus Muxica. Licenciatus Polanco. Licenciatus Aguirre. Doctor Cabrero.
Yo Luys del Castillo, escriuano de camara de la Reyna nuestra señora, la fize escreuir por su mandado con acuerdo de los del su Consejo. Registrada. El Licenciatus Ximenez Castañeda, chanciller.
Dcsta prouision ay sobrecarta dada en Valladolid por la Reyna doña Juana, a veynte y siete dias del mes de de mil e quinientos y treze años".
(Págs. 194-196)

En las "Ordenanzas de la Ciudad de Murcia de 1536" (Edición y estudio de José Damián González Arce. Universidad de Murcia,2000), la IX dice así:

"Por quanto algunos saledizos de madera que se an puesto en algunas tiendas e casas desta çibdad perjudican las calles y los que pasan por ellas, y avn algunos traperos los ponen a fin del bien de sus tiendas y porque sus paños e sedas no se vean, por hende mandaron que hasta el dia de pascua de Navidad primera que viene los ayan quitado y no los tornen mas a poner, y si asi no lo hizieren quel señor teniente los haga quitar; e mandaronlo pregonar, e pregonose".
(Pág. 91)

En el "Bando de buen gobierno para la ciudad de La Havana" (Imprenta de la Capitanía General. La Havana, 1792) dictado por el Gobernador don Luis de las Casas y de Aragorri, leemos el siguiente artículo:

"Mando que se observe lo ordenado por mi antecesor sobre que no se pongan ventanas baxas voladas, sino embutidas, guardando la linea de la calle, y que no se hagan, ni tengan pretiles, poyos, piedras, ó guarda esquinas, ni otra especie de saledizo, baxo de la pena de diez ducados al amo de la casa, la mitad para la Cámara, y la otra mitad para el acusador, haciéndose quitar el saledizo á su costa, y de dos meses de trabajo en obras públicas al Maestro de la fábrica".
(Ord. 52; pág. 28)

Ángel Arteaga (c): "Santiago de Compostela"

Sebastián de Horozco  cita el  alcaná de Toledo en un entremés incluido en su "Cancionero", y se anota en el manuscrito que el Licenciado Calderón, Alcalde Mayor de esta ciudad, le quitó los saledizos y convirtió este lugar de mercaderes en calle abierta. Leamos sus sabrosos versos:

PREGONERO
Quien vido una rapazeja
bien vestida
dene ayer acá perdida,
de poco mas de veinte años?
quien la tuviere escondida
avise que anda fuida,
y que pagará los daños;
con muchas joyas y paños
ha huido,
sus, quítate de ruido,
dá la moça, échala fuera,
que qualquier que la ha acogido
le será despues pedido
por hurto, de otra manera.

VILLANO
Pardios, si yo la tuviera
yo la echara
dó el diabro la llevara,
no mirais que negra alhaja
que por el comer es cara.

PREGONERO
Quien es este que aquí para,
es algun costal de paja?

VILLANO
Es quien no os dará ventaja
en pregonar,
juro á diez qu´en mi lugar
tambien he yo pregonado,
y en començando á sonar
yo hazia rebuznar
todos los asnos del prado.

PREGONERO
Y si se te abrá olvidado.

VILLANO
Creo que no

PREGONERO
Pues alto, d´como yo

VILLANO
Sí haré y aun remejor.

PREGONERO
Dí, quien halló...

VILLANO
Quien halló...

PREGONERO
Un virgo que se perdió...

VILLANO
Un virgo que se perdió...

PREGONERO
Cabo la iglesia mayor...

VILLANO
Cabo la igreja mayor

PREGONERO
Qué gentil rebuznador
me he hallado!
Dí, quieres ser mi criado?

VILLANO
Pardios, dezislo de vero,
bien abría negociado;
un zagal tan estirado,
ser moço de un pregonero!
Antes sería racionero,
ó cantor
d´aquesta igreja mayor,
ó calónigo á lo menos,
que mal por mal es mejor
que no ser pregonador.

PREGONERO
Harr´acá, no tomes menos.

VILLANO
Pardios, otros no tan buenos
como yó,
en el llugar donde estó
son alcaldes regidores,
y aun quien a mí me parió
para obispo me crió,
son que no tengo favores,
aunque soy de los mejores
del llugar.

PREGONERO
Déxate ya de asnear,
á qué vienes por acá?

VILLANO
Pardios, véngome a holgar
y de camino á llevar
cosillas dell alcaná.

PREGONERO
Que no se llama ansí ya;
confirmado
le han el nombre, y mudado.

VILLANO
Ó cuerpo de sant Antón,
y donde le han traspasado?

PREGONERO
Que no; mas hanle llamdo
la calle de Calderón.

VILLANO
Luego de ese modo son
caldereros,
los que eran especieros;
do al diabro los mestizos.

PREGONERO
Todavía son tenderos,
mas mudaron los tableros
cortando los saledizos,
tejados y cobertizos.

VILLANO
De manera
que se está donde antes era.

PREGONERO
En ese mismo lugar
mas ya es calle pasajera,
que cabalgando qualquiera
puede por ella pasar,
y aun llevándote á açotar
lo podrás
ver bien presto si querrás.

Doña Emilia Pardo Bazán puso esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo, en su cuento "La Noche Buena en el Cielo" y en un pasaje de "Por la España pintoresca" (A. López Robert. Barcelona, 1895): 

"Salían, en efecto, por la parte oriental de Belén, y seguían un sendero que orillaban derruidos paredones, y fosos, ya cegados, de fortificaciones que se desmoronan. A poco camino que anduvieron, un grupo de arbustos les indicó la gruta, cavada en la roca. Su entrada tenía un saledizo de bálago, abrigo de los pastores. La puerta era de ramas entretejidas: José la movió y'desencajó no sin esfuerzo. En la estancia formada por la excavación y donde entraron los esposos, vi el pesebre, que no era sino pilón ó abrevadero abierto en la piedra".
("Cuentos Nuevos"; pág. 35)

Este cuento lo publicó en "Los Lunes de El Imparcial" el 8 de febrero de 1892. En su libro de viajes encontramos dos menciones:

"Santa María, que no es quizá la más suntuosa de Rioseco, aun siéndolo tanto, fué la primera á donde nos dirigimos. Hacía un calor sofocante en la plaza que á la iglesia antecede, y cuyas casas son del más puro tipo castellano, el cuerpo superior saledizo, el de abajo formando soportal, sostenido en columnas y zapatas muy características. Los soportales sirven para precaver el ardor del sol en estos países calientes, y en el mío húmedo y lluvioso, para pasear y esparcirse al abrigo de la intemperie invernal".
("Medina de Rioseco"; pág. 123)

"Los ojos no se cansan de escudriñar tanta caprichosa filigrana como enriquece este caserío rancio. No me encantan solamente los palacios señoriales que valieron á Brigantium ser equiparada á Avila y llamada Betanzos de los Caballeros, no; las callejas donde habita la gente artesana, lucen en sus casuchas la misma graciosa diversidad, la misma profusión de arcos apuntados, ventanas góticas, saledizos sostenidos en postes que parecen columnas de claustro, solanas atrevidas llenas de arbustos en flor, recodos que son jardines colgantes, soportaladas curiosas, escalinatas exteriores de desgastados peldaños, y puertas venerables de arco rebajado y elegantísima traza. La serie de casas que bañan sus pies en el río y las hiladas de hórreos al ingreso del puente evocan por su forma el recuerdo de las primitivas ciudades lacustres que aquí debieron de existir y que sobre los pilotes tradicionales se alzan aún en ciertas islas oceánicas".
("El ´Mediado´en Betanzos"; págs. 185-186)

Francisco Navarro Ledesma describe de este modo a Esquivias en su obra "El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes":

"Pero no es menester llegar á Illescas, villa noble y grave, donde reposó el espíritu enjuto del gran político Cisneros, galga envuelta en manta de jerga, como le llamaba con exactitud admirable D. Francesillo, el bufón del Emperador. Antes de Illescas tropezamos con una loma, coronada por cierta ermita donde se venera, no se sabe por qué, á la virgen Santa Bárbara. Recostadas en la halda del morro, unas cuantas casas de labor se agrupan al lado de una vieja iglesia. Todas ellas son casas anchurosas, redundantes, envueltos los cuerpos en muchos refajos de tapias y zagalejos de bardazos, como envuelven las aldeanas de aquella tierra en sobrepuestas y cebollientas capas de bayetas de colores sus flacos cuerpecillos. Casi todas las casas tienen una gran puerta falsa cubierta con un tejaroz para entrada de carros, y una portada principal con entablamento de piedra más ó menos lujoso, y escudo encaramado orgullosamente entre el arco y el balcón saledizo. En los pisos principales alternan con los balcones, grandes rejas voladas de monástico aspecto, que engendran la sospecha maliciosa de escalamientos posibles".
(Cap. XXIX; pág. 263)

Luis Astrana Marín nos cuenta, en otra biografía posterior, titulada  "Vida ejemplar y heróica de Miguel de Cervantes Saavedra"(Instituto Editorial Reus. Madrid, 1949) cómo era la Villa y Corte madrileña en el año 1567:

"No existían aceras, ni había alumbrado propiamente dicho. Apenas rodaba coche alguno. La villa, a las diez de la noche, dormía ya, envuelta en sombras. Nadie transitaba por las calles, como no fuese caso de urgencia, ni se encontraba sino la ronda de alguaciles y corchetes. La noche, pues, desde las diez, quedaba entregada únicamente a las gentes de mal vivir, a los ladrones, a las rameras, a los vagabundos y a los espadachines y asesinos. Reinaba gran silencio, como quiera que desde la puesta del sol todo pregón y grito prohibíase rigurosamente. Poco después cerraban las tiendas, de pobre aspecto exterior. A las ocho venía la cena, y el vecindario recogíase. Tal cual farol de aceite empotrado en alguna esquina o saledizo estratégico, tal cual lámpara alumbrando la imagen de una hornacina, eran el solo alivio de la obscuridad en la noche matritense. Algún trasnochador solitario en busca de la aventura galante; algún médico presuroso, para asistir a algún enfermo de peligro; algún muerto, en fin, en alguna encrucijada. Raro era el reloj de torre en esta época, aunque los había; de suerte que al toque de queda sólo respondiese, ya de madrugada, las alegres campanas de maitines".
(Vol. 2º; pág. 36)
Ángel Arteaga (c): "Madrid"

"Horas en León" se titula un capítulo de "España (Hombres y paisajes)", de Azorín. Comienza así:

"León es una ciudad vetusta y gloriosa.
Otras ciudades seculares -como Toledo, como Villanueva de los Infantes- ofrecen la impresión de un museo frío, desierto; las callejuelas han dejado de vivir hace siglos; los nobles e inmensos caserones están cerrados; acaso sólo de tarde en tarde un recio portón gira sobre sus goznes enmohecidos y una vieja silenciosa aparece en la monumental portalada; no cruza nadie por las plazas; quizá un estrepitoso palacio de ladrillos rojizos -la Diputación Provincial o un Banco- rompe la armonía del conjunto y pone hálitos de frivolidad moderna sobre las viejas piedras; no alienta, en fin, la ciudad; su espíritu ha pasado hace ya muchos años; sólo los palacios, las torres, los tejadillos, las veletas, los escudos, los anchos aleros, las rejas y los balcones saledizos, los ábsides, perduran en un ambiente que no es el suyo..."
(Págs. 35-36)

Ramón María del Valle-Inclán comienza así su poesía titulada "La Infanzona de Medinica":

Doña Estefaldina teje su calceta,
puesta de mitones, cofia y pañoleta,
en el saledizo de su gran balcón.
Doña Estefaldina nunca fue casada,
así que en la falda, de cintas picada
tres gatos malteses hacen el ron-ron.

Pío Baroja escribió esta voz en su novela "El árbol de la ciencia":

"Para llegar al nuevo cuarto de Andrés había que subir unas escaleras, lo que le dejaba completamente independiente. 
El cuartucho tenía un aspecto de celda; Andrés pidió a Margarita le cediera un armario y lo llenó de libros y papeles, colgó en las paredes los huesos del esqueleto que le dio su tío el doctor Iturrioz y dejó el cuarto con cierto aire de antro de mago o de nigromántico. 
Allá se encontraba a su gusto, solo; decía que estudiaba mejor con aquel silencio; pero muchas veces se pasaba el tiempo leyendo novelas o mirando sencillamente por la ventana. 
Esta ventana caía sobre la parte de atrás de varias casas de las calles de Santa Isabel y de la Esperancilla, y sobre unos patios y tejavanas. 
Andrés había dado nombres novelescos a lo que se veía desde allí: la casa misteriosa, la casa de la escalera, la torre de la cruz, el puente del gato negro, el tejado del depósito de agua... 
Los gatos de casa de Andrés salían por la ventana y hacían largas excursiones por estas tejavanas y saledizos, robaban de las cocinas, y un día uno de ellos se presentó con una perdiz en la boca".
(Primera parte; cap. V: "El rincón de Andrés"; págs. 33-34)

Dos obras traemos de Gabriel Miró  a esta entrada: "Del vivir. Apuntes de parajes leprosos"y  su novela "Las cerezas del cementerio". En la primera escribe:

"Se hacen junto al camino los cementerios; cercadillos de piedras viejas; sus cruces oxidadas, algunas  puestas en aspa por el viento, linean sobre el azul. En un camposanto se arrinconaban tres cipreses enhiestos y uno torcido, ralo, cayente, rota la cima angulosa de negral verdor. Fuera, junto a las tapias y entre un herbazal crespo, florecía en diminutos cálices colorados, flavos y albirrojos una muy viciosa v aromante espesura de dondiegos. 
Los almiares, panzudos o largos, como muros de oro, reposan cerca de las masías de rudos remiendos y saledizos. Sigue el sequero de uvas que muestra el fondo negro de sus pórticos. Todo lo ha torrado el sol".
(Cap. I; págs. 6-7)

En la segunda leemos: 

"Subió por una calle amplia y orillada de palmeras. Allí estaba su mansión, blanca, señorial, de saledizo balconaje y torre-miramar en la azotea, que resaltaba sobre las elevadas frondas del huerto".
(Cap. IV: "Hogar de Félix. Estrado de amor"; pág. 44)

Camilo José Cela puso esta voz en su primera y prestigiosa novela, titulada "La familia de Pascual Duarte":

"En la cuadra teníamos un burrillo matalón y escurrido de carnes que nos ayudaba en la faena y, cuando las cosas venían bien dadas, que dicho sea pensando en la verdad no siempre ocurría, teníamos también un par de guarros (con perdón) o tres. En la parte de atrás de la casa teníamos un corral o saledizo, no muy grande, pero que nos hacía su servicio, y en él un pozo que andando el tiempo hube de cegar porque dejaba manar un agua muy enfermiza".
(Cap. I; pág. 30)

Paco Canosa Leira colgó este vídeo en Youtube donde pueden verse las famosas casas colgadas o colgantes de Cuenca con sus impresionantes balcones volados o salidizos:




SALAZ-SALACIDAD

$
0
0
Pieter Brueghel el Viejo: "Los siete pecados capitales: la luxuria" (1556-1557)

Covarrubias no define la voz salaz pero la escribe cuando habla del gallo y de una hierba llamada ruqueta, que hoy conocemos como rúcula:

"GALLO. (...) El gallo blanco es consagrado a Iupiter, segun lo escriuen Laercio, y Suidas, y assi el gallo como la gallina blancos fueron de buen aguero, qual lo tuuo Liuia madre de Tiberio, como tenemos dicho, no embargante que aunque el pollo, que salio del gueuo, le pronostico hijo, y venturoso; en quanto gallo le anuncio salaz y luxurioso, y perdido como lo fue. Y para dar a entender la buena dicha de algunos dezimos ser hijos dela gallina blanca. (...)".

RVQVETA, yerua conocida, que se echa en las ensaladas. Lat. eruca, de donde tomó el nombre de eruqueta es salaz, y venerea; y por esso dixo Virgilio. Et venerem revocans eruca morantem. Ouid. De rem, amoris, nec minus erucas iuueo vitare salaces".

A esta hierba también se le solía llamar oruga. Dice Covarrubias:

"ORVGA, yerua conocida que se suele echar en las ensaladas; dixose del nombre Latino eruca. De sus propiedades veras a Dioscorides. lib. 2. c. 129. y alli a Laguna. El Italiano la llama rucheta, y el Catalan ruca".

En el tomo primero de su edición del libro de Pedacio Dioscorides  (Domingo Fernández de Arrojo. Madrid, 1733) el doctor don Francisco Suárez de Ribera anota:

"La yerva Oruga, que es especie de mostaza, se llama por los Latinos Rucula. Por los Arabes Ergir. Por los Portugueses, y Castellanos Eruga, y tambien Aruga. Por los Italianos Rucheta, y tambien Rucola. Por los Franceses Roquet. Por los Barbaros RaKet. Por los Ingleses RaKent. Por los Alemanes Rauchete,Ro Ketee, RoKelen, y tambien RaKetenKraut. Previniendo, que ambas especies de esta planta son calientes, y secas en tercer grado, y que constan de sal aromatico oleoso penetrantissimo con cierto acido volatil, passo á decir, que dando á beber su cocimiento preserva de la apoplegia, y tambien liberta de ella insuflando su polvo por las narices, y aplicando en toda la cabeza la yerba bien machacada, y caliente. Tambien con su sal volatil acerrimo estimula á la venus, segun este verso, y por esso Ovidio á los Salaces los llama Orugas.(...)".
(Pág. 146)

Autoridades no recoge ninguna de ambas voces. En Academia  aparecen a partir de la edición de 1803, con esta definiciones, que se mantienen hasta hoy en día:

"SALAZ. adj. El que es muy inclinado á la luxuria. Salax, in libidinem pruriens.

SALACIDAD. s. f. Inclinacion vehemente á la lascivia. Salacitas".

El Esteban Terreros define de este modo el adjetivo salaz:

"SALAZ, lo que tiene mucha sal, mui salado. Fr. Salace. Lat. Persalsus. It. Salso. El Cast.  de halla en Herrero Dicc. que tambien lo toma por lujurioso. Fr. Salace. Lat. Salax, luxuriosus. It. Lussurioso.

SALAZ, tierra, ó laguna que sala. V. Saladar".

El Domínguez se ocupa de las dos voces. A saber:

"SALACIDAD. s. f. Disposicion ó inclinacion violenta á la lascivia y lubricidad.

SALAZ. adj. Lúbrico, lascivo, impúdico escesivamente".

El Pagés también las recoge y las ilustra con varios ejemplos literarios:

"SALACIDAD (Del lat. salacitas, -atis) f. Inclinación vehemente á la lascivia.

...terminado el receso, revezaba (el amante) mole víctima de su salacidad; etc. 
A. ROJO y SOJO.

La segunda obra que cita es la titulada "Medicina Española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua..." (Martín Fernández Zambrano. Madrid, 1616) del médico y familiar del Santo Oficio Juan Sorapan de Rieros. Es probable que don Aniceto consultara la edición de Gómez Fuentenebro, publicada en Madrid en el año 1876, en la que leemos:

"Los paxarillos machos (nos dize Aristoteles) y nosotros lo vemos, que son de mas breue vida, por su salacidad, que las hembras".
(Pág. 202)

A mí me parece errata, pues en la primera edición, la de 1616, el ilustre doctor escribe:

"Los paxarillos machos (nos dize Aristoleles) y nosotros lo vemos, que son de mas breue vida, por su calidad, que las hembras".
(Pág. 415)

La tercera es la conocida obra de Pedro Felipe Monlau titulada "Higiene del matrimonio ó el Libro de los Casados". Dice en él:

"La salacidad (de salax, formado de salio, saltar, como sagax de sagio, husmear, tener buen olfato), ó propension á la lascivia, mas que dependiente del temperamento individual, lo es de la educacion descuidada, del ocio, de la falta de reflexion, de las lecturas y conversaciones lúbricas, etc.".
(Cap. V: "De la copulacion"; pág. 202)

Continúa el Pagés:

"SALAZ (Del lat. salax, -acis): adj. Muy inclinado á la lujuria.
.....fuí con sucesivo engace, salaz con los enamorados, furo con los crueles y lene con los virtuosos que me asesaron; etc. 
A. ROJO Y SOJO.

Cita también la obra de Monlau:

"La sal marina y comun ha disfrutado, y sigue disfrutando, de gran nombradía. Ya de muy antiguo se llamaron, por esta razon, salaces las personas muy lascivas; y sigue en el dia la creencia de que la carne y pesca salada incitan al erotismo físico (cuando no engendran el escorbuto)".
(Capítulo VI: "De la impotencia"; pág. 236)

El tercer ejemplo es un artículo de  Alfonso Hernández Catá publicado el 25 de enero de 1929 en la revista Nuevo Mundo. Se titula "La moneda ideal". Recoge en él las palabras que el escritor norteamericano Henry  Louis  Mencken le dedicó  al actor Rodolfo Valentino:

"Ante el féretro de Valentino, los eternos homilistas alzaron sus voces, lamentando que el actor cinematográfico hubiese recibido retribución tan pingüe, en tanto hombres píos y trabajadores apenas si podían vegetar. Su ganancia diaria superaba en cien veces, por lo menos, á la de un obispo; en doscientas, á la de un profesor; y no hay que decir que en más de mil á la de un poeta. Para ganar tanto no hacia otra cosa que realizar ademanes grotescos en películas sin sentido común, y llenar las vacías cabezas de miles y miles de mujeres, de sueños estúpidos, cuando no salaces, destruyendo así el respeto debido á los hombres grises, afanados en la dolorosa tarea de ganar un pedazo de pan".

Martin Van Maele (1911)

Sobre su etimología, Santiago Segura Munguía, autor de un "Lexicón (incompleto) etimológico y semántico del Latín" (Universidad de Deusto. Bilbao, 2014), nos dice lo siguiente:

"SALAX, -ACIS (salio, en la acepción ´cubrir a la hembra´) adj., que está en celo, lascivo, lúbrico, salaz.// Afrodisíaco: s. herba, el jaramago.
ESP. salaz, ´obsceno´, s. XIX. CULT.;  adj. Muy propenso a la lujuria. // Lujurioso, lascivo.
SALACIDAD (< salacitas, -atis) f. Cualidad de salar. // Inclinación vehemente a la lujuria. // Hecho o dicho salaz".

El  Manuel Seco recoge ambas voces con sus respectivos ejemplos:

"SALACIDAD. f. (lit.) Cualidad de salaz".

Cita un párrafo de "Oficio de tinieblas 5", la purga del corazón de Camilo José Cela. Corresponde a la mónada 282. Dice así:

"el cuerpo habitado por la salacidad satisfecha vive lozano y en sosiego y aloja un alma abierta a la convivencia misericorde huye de los cuerpos que se fingen distantes de todos los demás cuerpos o de todos los demás cuerpos menos uno amparado por la ley soberbia el celibato la monogamia del hombre la monoandria de la mujer son frutos en cuyo cuesco se guarece la culebrilla que desimanta la brújula no hay animales célibes ni monosexuales, la discriminación entre heterosexuales y homosexuales no pasa de ser un arbitrio policiaco no válido sino en los usos de los países atenazados por la crueldad administrativa".
(Pág. 43)

Continúa el Manuel Seco:

"2 (lit.) Hecho o dicho salaz. // Lázaro Gac. 29. 4. 79, 76: escritores y oradores rivalizaban en salacidades.

SALAZ. adj. (lit.) Lujurioso o lascivo. // Moncada, Juegos, 315:  No los soporto. Principalmente a ella. Es salaz, insidiosa, impertinente. Zunzunegui Camino, 13: cuando cruzaba por las minas..., los hombres la miraban ya con venatorios ojos salaces".

El médico don Manuel Hurtado de Mendoza escribió un suplemento al "Diccionario de Medicina y Cirugía" de don Antonio Ballano, en el que recoge la voz salacidad con esta definición:

"SALACIDAD. s. f. (patol.) Salacitas. Palabra usada por algunos autores latinos como sinónimo de satiriasis o apetito estraordinario de los placeres venéreos".

A la satiriasis y a la ninfomanía el doctor Ballano le dedica un detallado estudio en el séptimo volumen de su Diccionario, con curiosas indicaciones:

GÉNERO 13. Satiriasis.

"El principal síntoma de esta enfermedad es un deseo impudente y desordenado del coito acompañado de erección del miembro, y de una sensación voluptuosa , en la qual se diferencia del priapismo. Puede ofrecer el curso de una enfermedad aguda, y depender de un estado inflamatorio de las partes genitales; pero siempre es menester atender al estado morboso que ocasiona la satiriasis para entablar su curación: en todo caso son útiles los antiespasmódicos, particularmente el alcanfor, los baños frios etc.
ESPECIE 1. Satiriasis aguda. Areteo describió esta especie, y Sauvages, como dice Pinel, nos ha dado la traducción, sin imitar su estilo conciso y lacónico. En ella se advierte rostro encendido, con sudor, disposición á estar encorvado apretándose el vientre, tristeza, abatimiento: quando el mal es sumo, conversaciones obscenas, agitaciones, inquietudes, sed ardiente, y espuma en la boca como los ciervos quando están en brama. En esta satiriasis caen alguna vez los hombres debilitados por la sensualidad; la templanza, la continencia, los tónicos y calmantes son los remedios mas seguros.
2. Satiriasis crónica. Esta especie es mas bien la del hombre casto, el qual dotado á veces de un temperamento fogoso, y deseando por todos los medios oponerse á sus pasiones, no puede hallar el descanso necesario en la cama, sin experimentar los estímulos de la carne, y que por fin le sobreviene una eyaculacion involuntaria del licor seminal: dura á veces meses y años enteros, y aun ataca á los viejos faltos ya de estímulos y de deseos. El uso moderado del matrimonio suele corregir este vicio; pero en las personas consagradas á la castidad, es necesario un buen régimen de alimentos nada estimulantes, y de medicamentos antiespasmódicos y atemperantes.
3. Satiriasis venérea. Sauvages llama así á la erección freqüente que sobreviene en la gonorrea, la qual cesa en disipándose la enfermedad.
4. Satiriasis hidrofóbica. Es á veces síntoma de la hidrofobia, por la qual su curación está comprehendida en la de esta enfermedad. (Véase el Género xvI de esta misma clase.)
5. Satiriasis de los recien casados. Es conseqüencia de una pasión amorosa desenfrenada, en que no tiene parte ningún vicio orgánico, aunque puede producir males secundarios, y principalmente la especie xvI del lumbago. {Véase este artículo.)


GÉNERO 14. Ninfomanía: furor uterino.

"El carácter de esta enfermedad , propia de las mugeres, consiste en un deseo desenfrenado del coito, y una irritación nerviosa de las partes de la generación: de suerte que es lo que la satiriasis en los hombres. Pinel considera en ella tres períodos: en el primero dice está la imaginación continuamente ocupada en objetos lascivos y obscenos; á estos acompañan tristeza, inquietud, taciturnidad, amor á la soledad, falta de apetito, y lucha interior entre el recato y los impulsos de una pasión desenfrenada. En el segundo período las pacientes se abandonan casi del todo á sus inclinaciones sensuales; no hacen ningún esfuerzo para reprimirlas, y olvidan todas las reglas del recato y decencia: miradas, conversaciones halagüeñas, sugestiones, instancias al que primero llega, gestos llenos de indecencia, esfuerzos para arrojarse en sus brazos, amenazas, furor si el hombre se resiste ó intenta; tal es el fin del segundo período. En el tercero se completa la enagenacion del alma con obscenidad fastidiosa, ó asquerosa, una especie de furor ciego, deseo de golpear y rasgar, calor ardiente sin calentura; finalmente, todos los diferentes síntomas de un estado maniaco violento: se hallan casos numerosos de este género en las reclusiones de las mugeres dementes, con especialidad en los paises meridionales.
Sin duda es mas útil y seguro precaver esta enfermedad que curarla: á los padres de familia, y á las personas encargadas de la educación del bello sexo, toca el apartar de sus sentidos quanto pueda excitar prematuramente las sensaciones de un amor voluptuoso: el aseo, el exercicio activo, y el uso de alimentos suaves nada excitantes, contribuyen en gran parte á precaver este mal vergonzoso , y á veces funesto. Por lo que hace al método curativo debe arreglarse al estado y período de la enfermedad, y á la causa física que le haya excitado, ó la fomente en general; son útiles los baños fríos, el alcanfor y el opio en largas dosis; cuidando al mismo tiempo de remover quantos objetos sean capaces de excitar la imaginación de las pacientes. Quando no existe una causa orgánica, y la enfermedad se halla en su primer período, es un remedio eficacísimo el matrimonio.
Sauvages ha formado de cada período una especie diferente, por lo que no nos detendremos mucho en su explicación.
ESPECIE I.  Ninfomanía luxuria. Es propia de las doncellas al llegar á la edad de la pubertad, de un temperamento ardiente, entregadas á la lectura de novelas amorosas, y á las canciones lascivas, obsequiadas por jóvenes libertinos, principalmente quando han vivido largo tiempo sujetas al cuidado de una madre severa , ó en una reclusión, y han excitado su pasión por medio de una mastrupacion vergonzosa. No están exentas de esta enfermedad las que aun conservan pudor, virtud y religión, pues muchas veces la ocasiona en ellas la excesiva sensibilidad é irritabilidad de los órganos de la generación, y la acrimonia de los humores que segregan. De este modo va haciendo el mal progresos hasta pasar al segundo período.
2. Ninfomanía furibunda. Este es el segundo período que hemos descrito en el género, quando abandonando el pudor se prostituyen al primero que llega, retirándose del combate mas de cansadas que de satisfechas. Se observa que en ellas se engruesa el clítoris extraordinariamente, efecto de la continua frotación. Termina por lo común en la melancolía; y se ha equivocado muchas veces con la demonomanía en las mugeres consagradas á la castidad. Algunos aconsejan en este período el uso de la cicuta á mas de los remedios antiafrodisiacos.
3. Ninfomanía ferviente. En esta especie sienten en el acto un dolor que les impide satisfacer sus deseos, y así se considera como una afección inflamatoria de la matriz. Su curación exige un plan antiflogístico y refrescante: acompaña á esta especie un prurito del clítoris , que á veces excita por sí solo el apetito venéreo, y regularmente proviene de un virus herpético, que ataca las partes de la generación: por consiguiente es necesario usar un método curativo acomodado á la naturaleza de este virus".
(Págs. 381-383)

El murciano Diego de Funes y Mendoza tradujo del latín al castellano la "Historia General de Aves y Animales" (Pedro Patricio Mey. Valencia, 1621), de Aristóteles, y añadió otros escritos de muchos autores griegos y latinos "que trataron deste mesmo argumento".  En esta obra leemos lo siguiente:

"Quiere tanto a sus hijos  que se quita la pluma de su cuerpo para que ellos esten blandos, como tambicn queda dicho que lo haze la casera. Es el Torcaz tan casto,como la Tórtola, y muriendose la compañera no se junta con otra. Beue como la Paloma, sin leuantar la cabeca, y se sustenta de lo mismo que ella, y algunas vezes de  bellotas y hauas. Es aue salaz, y fe junta a menudo el  macho con la hembra, dando primero vna buelta en vn pie, y estendiendo el ala como el Gallo. Pone dos gueuos, macho, y hembra, y dos vezes en el Verano. Pare los hijos ciegos e  imperfectos. Haze su nido en los arboles,y siempre en vn lugar, y  en el suele poner el Cuclillo sus gueuos, comiendose los del Torcaz. Suele viuir veynte y cinco años, y algunas vezes se ha visto llegar a quarenta.  Y aunque el texto de Aristotelcs  dize  quinze años; el mismo, en otro lugar dize, que viue trcynta".
(Libro I; cap. XXX: "De la paloma, y torcaz"; pág. 173)

Del gorrión dice:

"Es tan calido y salaz como la Perdiz, y aun dizen que mas; porque en vna hora suele cubrir la hembra veynte vezes; y Vrsino dize, que trescientas al dia; aunque esto no esta muy bien recebido; y con solo ver la hembra, v oyr su voz suele derramar la simiente. Y de aqui nazio el modo de dezir en España al que es luxurioso, llamalle Gorrion. Pare dos vezes, y tres al año, y cada vez cinco gueuos, y á lo mas siete; aunque Alberto dize que ocho, y los hijos ciegos. Viue poco; porque nunca passa de vn año, por su mucha luxuria; aunque la hembra, por no  ser tan salaz, viue mas tiempo".
(Libro I; cap. XXXVIII "Del gorrion, cvrrvca, pardal, y verderol"; págs. 206-207)

Geronimo de Huerta, médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición, tradujo y anotó la "Historia Natural de Cayo Plinio Segundo" (Luis Sanchez, Impresor. Madrid, 1624). He aquí lo que comenta sobre los cabrones:

"Los cabrones son entre todos los animales los mas luxuriosos, y incontinentes, y por esta causa fueron hieroglifico de la luxuria; y queriendo los Egypcios notar a vno de deshonesto y de carnal, pintauan vn cabron, porque aunque aay otros animales muy salaces y actiuos para la Venus, empieçan a exercitarla mas tarde; pero el cabron (segun escriue Eliano) empieça solo siete dias despues de auer salido del vientre, aunque no es suficiente para la generacion, hasta tener vn año, ni para ser padre hasta que passa de dos, porque entonces es muy poderoso y fecundo, tanto que algunos de los ciegos gentiles, por esta fecundidad le contauan entre sus dioses, como a los Panes y Satiros, y por la misma causa pintauan a Venus cauallera sobre vn cabron".
(Libro VIII; cap. L: "De las cabras y su generacion"; pág. 490)

Sobre los gorriones y las palomas anota:

"Avnque el Gorrion es tan pequeño, como vemos en proporcion de las palomas, por ser aue que pulueriza y se laua como ellas, juntó Aristoteles su relacion y memoria, y lo mismo hizo Plinio, por serles semejantes en la salacidad, aunque diferente en la vida; pues este la tiene corta y breue, y las palomas muy larga; los Latinos le llamaron Passer, aunque este nombre  le suelen dar a todas las aues pequeñas, como los Hebreos el nombre Zipor, que siendo comun a todas las aues, se le dan en especial a esta aue. (...) Algunos versados en lenguas, deriuan este nombre, Zipor, de Zipori, que significa levantarse de mañana, como lo haze esta auecilla, despertando a todos con su chillido. Los Griegos le llaman Strutos, de Strous doot, que significa entre los Belgas, mortal casamiento; y cierto la etimología es aguda, porque a los que dandose demasiadamente a la Venus imitan a este pajarillo, llaman los Griegos Strutoy, y en Castilla Gorriones, por ser simbolo de lasciuia, conque presto pierden la vida (...)
Todos los historiadores naturales afirman ser la vida destos pajaros cortissima, tanto que, afirman algunos, no passar los machos de vn año. Alberto cuenta el año de su vida, desde el tiempo que empieça a exercitar la Venus, la qual es causa de su temprana muerte, como en todos los animales salaces, principalmente en los machos. Pero aunque esto es assi, yo no tengo por cierto el tener tan corta vida, viendo que en todos tiempos ay tan gran numero dellos, assi machos como hembras, con ser perseguidos de todos, por el daño comun que causan en las semillas y frutas. (...)
Son estos pajaros por su salacidad simbolo o hieroglifico de los hombres lasciuos, y deshonestos, y assi fueron dedicados a Venus, fingiendo que tirauan su carro, o como otros dizen, que acompañauan a las palomas que le lleuauan".
(Libro X; cap. XXXVII: "De los cernícalos"; págs. 786-788)

Hasta bien entrado el siglo XIX se mantuvo que el gorrión vivía poco y perjudicaba mucho. En la obra de Pedro Serrate Munteis titulada "Amor a los árboles y a las aves" (Luis Gili. Barcelona, 1916) leemos lo siguiente:

"Los labradores deben convencerse de que el mejor insecticida que tienen y el más económico, ya que no cuesta dinero, son los pájaros. Copiaré unos datos que en Vida Rural publicó el Dr. Smith, y por cierto que se refieren al menos simpático de ellos, cual es el gorrión. 
«El más calumniado de los pájaros—dice el señor Smith—es el gorrión, cuya glotonería se ha hecho típica, y al que han dado y continúan dando en los pueblos terrible caza. Una pareja de gorriones suele hacer tres crías, cuando más, al año, resultando en suma que la familia, dentro de ese tiempo, llega a quince individuos adultos por término medio. Ningún gorrión, aun gozando de toda la seguridad para él apetecible, llega, en libertad, a más larga vida de cinco años. Por consiguiente, en ese tiempo la familia, continuando la progresión ascendente, habrá dado 95.000 individuos, los cuales, manteniéndose exclusivamente de trigo, podrán comerse 1.878 fanegas, o sea que habrá costado el sostenimiento de esos pájaros 18.780 pesetas, en los cinco años, a razón de 3.756 pesetas anuales. Pero esto es suponiendo que haya trigo en el campo, que los pájaros se multipliquen en la proporción indicada y que no se muera ninguno, ni los maten, ni haya aves de rapiña. Como no hay trigo en el campo a disposición de los gorriones más que en dos épocas, cuando se siembra y cuando se recoge; como la siembra, aun lloviendo, sólo ofrece grano comestible quince días, y como apenas pasa de otros quince lo que tarda en segarse, pondremos mes y medio, por término anual, para la refacción de estos animalitos, y tendremos que sólo se habrán comido, en la misma proporción de individuos, unas 352 fanegas a lo sumo, cuyo coste es de 3.520 pesetas, o sea, 704 pesetas por año para 95.000 gorriones.
Veamos ahora los beneficios. 
Por término medio cada gorrión necesita una cantidad de insectos, larvas y demás animaluchos enemigos de las cosechas igual a quince gramos diarios, y teniendo en cuenta que de algunas larvas e insectos más perjudiciales se necesitan mil doscientos ejemplares para formar un gramo, hallaremos que cada gorrión se come al día 18.000 insectos dañinos, y el total de los 95.000 gorriones se zamparán, en los cinco años, nada menos que la fabulosa cifra de 1.710.000.000: ¡¡¡mil setecientos diez millones de insectos!!!
La mayoría de estos insectos son bastantes a destruir por sí solos una espiga; o, calculando a 60 gramos cada una, tendremos ciento dos mil seiscientos millones de granos de trigo, los cuales suponen 120.705 fanegas o 1.207.050 pesetas. Si los gorriones se hubieran mantenido de trigo todo el año hubieran gastado 18.780 pesetas. ¡No llega al 2 por 100 de la cifra anterior! Pero como les gustan más los insectos y sólo comen trigo a lo sumo mes y medio, haciéndonos un gasto de 3.520 pesetas, tenemos que nos ahorran 1.203.530, que valdría el trigo comido por los insectos, los cuales, multiplicándose en una proporción enormemente mayor que los pájaros, son, en cinco años, tan incontables como las estrellas del cielo. Según un sabio entomólogo, el insecto menos prolífico da mil quinientas larvas (referímonos únicamente a los dañinos a la Agricultura), de modo que a razón de este cálculo, el progreso de aquellos mil setecientos diez millones de insectos sería: 12,908.825.500.000.000.000.000.000: doce cuatrillones, novecientos ocho mil ochocientos veinticinco trillones y quinientos mil billones. Después de esto renunciamos a decir cuántas fanegas podrían comerse todos esos animalitos, porque nos tememos que no habría trigo en el mundo para ellos. Conque hay que devolver fama a los gorriones".
(Págs. 69-71)

Khajuraho (India): "El Templo del Amor"


Del ya citado Francisco Suárez de Ribera es la obra titulada "Tesoro Medico o Observaciones medicinales reflexionadas"  ( Francisco del Hierro. Madrid, 1724) Comienza diciendo al estimado lector que tiene prometido no gastar el tiempo en escribirle prólogos que no puedan servirle de utilidad, y el que antecede a esta obra lo divide en cuatro partes para que sea doctrinal. Estas cuatro partes son cuatro consultas  que le hacen. La tercera es de don Antonio de Cordoba, médico de la villa de N, que le pregunta, por carta del 12 de septiembre de 1723, si un eunuco puede contraer el Santo Sacramento del matrimonio. Dice que al capón le faltan ambos testículos desde la infancia y que otros facultativos le dicen que, aunque así sea, le hallan capaz para la generación. Añade:

"Salvan su opinion, con dezir, que dicho Capon es muy salaz; que el miembro viril facilmente se erige á la mas leve fricacion, que tiene poluciones nocturnas; que pudo quedarse escondido á dentro algun testiculo, á imitacion de el sexo femenino; y vltimamente, que el semen tiene su viscosidad, indicio de ser prolifico.
Motiva á los de mi profesion para salvar, que dicho Eunucho es capáz para la generacion, el que dizen, que quando le caparon, no le sacaron los testiculos, y que solo le rompieron vna tunica, bolviendoselos á reducir; mas su madre vozea lo contrario, y lo mismo dizen sus tias, que no se puede casar. Esto proprio me ha servido de fundamento para dezir, que no puede contarer el Santo Matrimonio, porque se desvarató la natural conformacion, que los testes han de tener para la proliferacion".
(Pág. 81)

Don Francisco le dice, entre otras cosas, lo siguiente:

"No ay Capon, que por costumbre no quiera ser gallo; pero no lo será por mas que madrugue á llamar con su tiple á la Aurora; como, segun Lucrecio, lo haze el gallo por costumbre: Auroram clara consuetum uoce uocare. Porque quando pollo perdió el baxo, y tenor; Luego aunque le lleven á beber de aquella fuente, que haze fecundos á los que beben su agua, que se halla en el Estanco Gelonio, como lo refiere Solino, nunca le pondrán capáz de contraer el Matrimonio, por consistir su impedimento in privativo, y no in positivo. Esto me estimula á preguntar: Para qué le quiere essa muger, si es impotente? Ya me responden algunos de entendimiento mas perspicáz, que el mio, diziendo: Sin duda será para ostentarse con su sombra; pues vn Capon solo puede hazer ostentacion de marido con la sombra; y por esso algunos comparan vn Capon al arbol llamado Platano, que no dá mas fruto, que sombra; y por esso Virgilio llamó esteril á este arbol.


Iamque ministratem platanum
potantibus umbras.

El que tenga vn Capon grande apetito á la Venus, no prueba capacidad para el Matrimonio, pues no sirve aquel consejo de el Santo Apostol: Melius est nubere, quam vri, por ser incapáz para la generacion; Prueba solo, el que si no tuviera inclinacion á los actos venereos, hallandose en la juventud, fuera vna de dos entidades, que refiere este versiculo:


Aut Deus, aut lapis est, qui non
inveniliter ardet.

Como assimismo prueba, el que si no le huviessen capado, fuera muy saláz, y capacissimo para la generacion; y assi los Capones salaces necessitan fomentaciones repetidas en aquellas partes, para sossegarles la furia titilante, de vinagre aguado frio de nieve; Y assimismo, que se abstengan de todos alimentos salados; siendo cierto, que estos estimulan á la Venus; y assi el termino saláz dicitur á sale, porque la sal estimula á la Venus, excitando calor en los liquidos, siendo promovida mayor fermentacion; Omne acre, amarum, et salsum, calorem in succis nostris concitant, dixo no sin mysterio Stephano Blancardo, que aun por esso los Egypcios excitaban á los perros á la Venus, dandoles á comer carnes mojadas en sal.
No  prueba que dicho Capon sea capáz para la generacion, el que con promptitud se excite á la Venus, en viendo alguna muger hermosa, ó en oyendola nombrar; pues por medio de la castracion, no pierden el que su imaginacion sea movida á la Venus, viendo, ó oyendo nombrar alguna muger hermosa".
(Págs. 84-87)

El Profesor en la Escuela de Medicina de Montpeller, don Joseph Marie Joachim Vigarous, escribió un "Curso Elemental de las Enfermedades de las mugeres..." (Imprenta de don Juan de Brugada. Madrid, 1807), traducida al castellano por D. F. D. . En el tomo primero leemos:

"El furor uterino se ha equivocado, y confundido con aquello, que en entrambos sexos se llama apetito venereo, ó salacidad, y dimana en las mugeres de la prominencia de las ninfas, y clitoris, del temperamento, ó de una muy exaltada y ardiente imaginacion; pero tambien se halla en muchas mugeres tan sumamente propensas á los deleytes venereos, que nunca pueden verse saciadas de estos, las quales, sin embargo, no padecen de furor uterino, á ménos de que llegue el delirio á complicar su propension. 
El furor uterino se debe igualmente distinguir del prurito ó comezon de las partes genitales, con el qual algunos lo confunden, supuesto que puede el prurito existir sin apetito venereo, y que tambien acomete mas bien á las mugeres de edad madura, que á las jóvenes y doncellas. Fuera de que sin embargo de ser el prurito una disposicion á la metromania, no siempre se halla seguido de ésta: el prurito uterino excita y obliga á las pacientes, á que lleven sus manos acia las partes de la generacion, frieguen éstas para procurarse alivio; lo mismo que sucede en el prurito ó comezon de qualquiera otra parte afecta en el cuerpo, la qual se rasca con el mismo fin; esto es, en ademan de quitar ó arrancar las partículas que las molestan é irritan; pero en este último caso, las mugeres lo executan á solas y sin cometer indecencia, lo que difiere muchísimo de aquello que ocasiona el furor uterino, y si se rascan ó friegan sin recato con afectacion, y usan de medios opuestos á la decencia y honestidad debida, entonces se debe esto considerar como efecto de la mala crianza, que habrán tenido, ó producto de la corrupcion de costumbres , pero de ningun modo se tendrá por delirio. 
Aunque la salacidad, o suma propension. á la venus, y el prurito uterino no sean furor uterino y pueden no obstante llegarlo á ser: y aquellas mujeres salaces, que segun se dice vulgarmente, tienen mucho temperamento, son las que por lo general estan mas expuestas á la metromania; nos ceñirémos, pues, á reconocer dos grados en esta enfermedad, aunque contra la opinion de Astruc, que admite tres, y confunde la salacidad con el furor uterino. Es preciso confesar, que son tal vez otras tantas las graduaciones de este afecto, quantas las mugeres que la llegan á padecer; pero me persuado, de que tirando ó poniendo una linea de demarcacion entre la melancolía erótica, que con Cullen hemos nombrado histeria libidinosa, y el afecto maniaco, que única y totalmente se refiere á las cosas venereas, y se manifiesta con furor, al qual hemos dexado ó conservado el nombre de furor uterino ó metromania; me persuado, vuelvo á decir, que á estas dos únicas diferentes especies, se podrán referir todos los grados, y todas las variedades de dicha enfermedad.
Creo, pues, que la histeria libidinosa se puede definir un delirio melancólico, con sumo apetito de los deleytes venereos; y la metromania, ó furor uterino, un delirio maniaco y violento, en que el apetito venereo está exaltado hasta el punto de furor y rabia.
La primera especie se refiere al afecto histérico, á que se asemeja mucho, excepto que en el apetito venereo no se nota lo que en el histerismo, y la segunda tiene mas relacion con la mania; pero no obstante, domina siempre en ella la propension y apetito furioso de la venus: entrambas tienen su sitio ú origen en el útero, y demas órganos internos, igualmente que externos de la generacion; de modo, que el útero, las tubas, los ovarios, la vagina, las ninfas, y el clitoris, son el sitio de dicho afecto: y tan ridículo seria el querer indicar por dicho sitio al solo clitoris ó ninfas, segun lo han executado algunos autores, como el creer que la boca era el lugar ó sitio donde reside la hambre".
("De la ninfomanía o furor uterino"; págs. 397-398)

Del furor uterino y de la satiriasis  nos ofrece variados ejemplos el doctor don Pedro Mata en el tomo segundo de su  "Tratado de Medicina y Cirugía Legal Teórica y Práctica...." (4ª ed. Carlos Bailly-Bailliere. Madrid, 1866).  He aquí algunos de ellos:

"Una tal Sofía, hija de una familia de obreros de la mas severa moral, mucho antes de la pubertad, se le notó cierta precocidad en punto á amoríos, que obligó á los padres á vigilarla y hasta castigarla. Menstruó antes de los quince años y sintió deseos mas vivos. Por mas que vigilaron sus padres, aprovechó la primera ocasion para gustar de su placer, que, segun ella confesó, fué mas lejos de lo que esperaba. Desde ese momento su deseo fué mas exigente, y enojándola la presencia y vigilancia de sus padres, porque no podia satisfacerse cuanto quería, se fugó y fué á instalarse en otra poblacion donde pudo llenar su insaciable concupiscencia. Todas las noches pasaba de los brazos de uno á los de otro, y siempre con mayor voluptuosidad. Descubierto su paradero por sus padres, se trasladó á Lyon, donde siguió la propia vida, asociándose á dos parientes, que hacían lo mismo; pero separándose de ellas pronto, porque le disgustaba el sentimentalismo que estas mostraban.
Se hizo embarazada y se fijó en un jóven, amándose tanto, que se casaron. Por de pronto pareció calmarse su furor uterino. Por espacio de tres años vivieron bien y parecia curada. Más, al fin, volvió á las andadas. Se fugó, se dió á vida desordenada, provocando á los hombres y maltratando á sus hijos, que le estorbaban, corriendo peligro su existencia, y se lo gastaba todo para andar errante de un punto á otro. Acabó por ser encerrada en un asilo, habiendo durado esa vida licenciosa seis años. (...)
Otra jóven, perteneciente á una familia honrada y distinguida, experimentó vivos deseos voluptuosos, que al principio pudo reprimir, y que satisfizo luego por medio del onanismo. No satisfecha con esto, empezó á revelar su fuego interno con propósitos y pláticas muy libres, rasgando el velo del pudor, y despues de provocaciones, gestos y palabras lascivas dirigidas á los hombres que estaban con ella, acabó por fugarse de la casa paterna y hacerse inscribir en los libros de las prostitutas. Descendida al rango mas abyecto de esas desdichadas criaturas, apenas pudo templar el fuego cada vez mas ardiente de su devoradora lubricidad, en su infame y altamente activa industria. En pocos años cayó en el último grado de embrutecimiento, sin que se le alterase la razon, ni tuviera el menor síntoma de otra clase de locura, ni la menor alucinacion.
Una señora de setenta años estaba dominada del mas repugnante furor uterino. Casta y discreta hasta los sesenta años, de repente se volvió ninfomaníaca con horrible impudencia. Empleaba todos los medios posibles para hallar quien la satisfaciera, siendo la oferta de su fortuna, que derrochaba con ese objeto, el medio menos ridículo. Para aplacar la ferocidad de sus necesidades, no habia práctica obscena que no empleara. (...)
Buffon habla de un sacerdote vigoroso, muy casto, que á su pesar se sentia impulsado por la tentacion de sus órganos genitales al ayuntamiento sexual. No bastando sus esfuerzos para reprimir su fuego, que, si no en la vigilia, en los sueños le dominaba, produciéndole ensueños voluptuosos con eyaculaciones, se condenó á una dieta severa, hasta el punto de quedarse como un esqueleto. Tampoco consiguió nada; ilusiones y alucinaciones lascivas le sumergian en el placer. Acudió á un medio extremo, á la castracion, y se quedó libre de su mortal enemigo. (...)
Legrand habla tambien de otros dos casos; uno de ellos era un anciano de sesenta años, que se entregó, en un wagon de un tren, á atentados contra el pudor, y otro de sesenta y cuatro años, paralítico general, que por espacio de tres dias seguidos no cesó de masturbarse con una salacidad horrible.
Sandras dice, que asistió á un satiríaco que cohabitaba con su mujer doce y catorce veces todas las noches, y cuando su mujer ya no podia resistir tantas acometidas, seguia masturbándose al lado de ella. Era una satiriasis crónica. Este autor indica que hay casos de satiriasis aguda en que el cóito se ha ejercido por espacio de catorce horas cincuenta, sesenta y hasta setenta veces. (...)
Entre otros casos de satiriasis podríamos comprender muchos de los que dan lugar á ciertos actos que atacan de un modo repugnante la decencia pública, cometidos por individuos, que á sus desvíos mentales añaden los excesos ó desafueros lúbricos, y aquellos que, sin mas alteracion de su razon que sus aberraciones sexuales, no sienten el freno del pudor que detiene hasta á los hombres mas viciosos. A esta clase pertenece el que refiere Legrand du Saulle de un tal Cárlos D. , de treinta años de edad, pintor de edificios, que, sobre ejercer el cóito con su mujer con feroz salacidad, se colocaba en cierto paraje público, provocando á las mujeres que pasaban y masturblndose con asqueroso cinismo. En el acto de prenderle, se estaba tragando el producto de sus eyaculaciones. ¡Hasta ese punto de depravacion llegó ese infeliz á impulsos de su monomanía satiríaca!".
(Págs. 302-304)

Hermanos Becquer (Sem): "Los Borbones en pelota"

Azorín describe muy bien la "tolvanera" que se levantó en Segovia después del beso que el poeta Diego de Garcillán dio a doña Inés en la mismísima puerta catedralicia:

"Si se pudiera materializar la huella de los rumores se vería toda la ciudad cruzada, enredada, enmarañada por hilos luminosos que serpean de una a otra casa, entre las calles, salvando los tejados, saliendo y entrando por puertas y ventanas. Barbulla en hornos y lavaderos. Titiritaina en talleres y obradores. Trulla en saragüetes y tripudios. Cantaleta en ejidos y eras. Tochuras de villanos en taberna. El gesto de condenación encubre la codicia de lo parejo. Confidencias salaces de viejos y pirujas. Melindres incitativos de fembras placenteras".
(Cap. XXXVIII: "Tolvanera"; pág. 122)

Rubén Darío nos describe, en su libro "Peregrinaciones" (O. C. Vol. XII. Editorial Mundo Latino. Madrid, 1919) la  Génova de principios del siglo XX como una ciudad poco grata. Visita la catedral, el puerto y dice:

"Las genovesas que he visto, son esbeltas, garbosas, gentiles, de grandes ojos que se han embriagado de mar y de cielo.
Paseo por la rada. El agua está serena y el horizonte está "histórico", como diría Roberto Montesquiou. Amarrados a los muelles, los barcos descansan, esperando sus cargas. Un acorazado italiano, el Garibaldi, está de estación. Al lado, están remendando la cáscara de hierro de un buque de guerra turco. Advierto que en una de las planchas de popa, un salaz obrero sin duda, ha pintado, con tiza, con visible irrespeto por la media luna, una figura obscena que cualquiera puede notar de lejos".
(Diario de Italia: "Génova"; págs. 163-164)

Ramiro de Meztu publicó en las páginas de la revista "Nuevo Mundo" un artículo titulado "La censura en los teatros". Comienza de este modo:

"No pasará mucho tiempo sin que nos veamos obligados en España á plantearnos el problema de restablecer la previa censura como heroico remedio para curar á nuestros teatros chicos de la "sicalipsis" que los degrada. Pues ese problema es en estos días objeto de acaloradas discusiones en Inglaterra. 
En Londres hay un censor, Mr. Redford, y este censor acaba de prohibir la representación de una obra de talento, The Breaking Point, de Mr. Edward Garnet. El asunto de la obra, ya publicada en libro, es ciertamente escabroso. Grau Elwood, la protagonista, llega á enfermarse de histerismo por la angustia que le produce la duda de no saber si se halla ó no en camino de ser madre. Pero en la obra hay verdadero talento y el propósito del autor es evidentemente moralizador, puesto que trata su asunto con seriedad fundamenlal y alteza de miras. 
No hay escritor de nota que no discuta la medida del censor. Y hay un punto de vista en que casi todos están conformes: en calificar de absurdo el criterio moral del censor Mr. Redford. Se trata de un hombre que ha prohibido la representación de Monna Vanna, de Maeterlinck, y que ha permitido la de The Spring Chicken, una comedia musical cuya salacidad no es mucho menor que la de nuestras obras sicalípticas; que ha prohibido Mrs. Warren's Professíon, de Bernard Shaw, y tolera TheChristian, de Hall Caine, obra en que se trata superficial  y efectistamenle un tema que sólo debiera ponerse en escena con la reticencia de un gran autor dramático".
(24 de octubre de 1907)

Otra reflexión sobre el teatro la encontramos en las páginas de "Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo", de nuestro querido poeta Antonio Machado. Escribe en el capítulo XXI:

"-¿Por qué he llamado a mi tragicomedia -decía Mairena a sus alumnos- El gran climatérico? En primer lugar, porque me suena bien, algo así como a título de drama trágico, que fuese para comedia de figurón o viceversa. En segundo, porque como ya he dicho, alude al sexagesimotercer año de la existencia humana, que los médicos y los astrólogos consideran como el más crítico y peligroso de la vida, su escalón o klimakter más difícil de salvar, y después del cual estamos en plena ancianidad y, con ella, más allá de la vida preponderantemente sexual, al fin de la tragicomedia erótica, cuando ya podemos hacer algunas reflexiones sobre su totalidad. Tal es la razón del título, que no pretende, por lo demás, contener una definición de la obra.
La elección del tema -la libídine o apetito lascivo a través del tiempo y de las edades del hombre- no obedece a un deseo de llevar a la escena asuntos escabrosos que despierten un interés insano, alusiones salaces que halaguen el gusto estragado y pervertido de nuestras ciudades. Nada de eso. El tema es original, quiero decir que es viejo como el mundo, y no aspira tampoco a ser del agrado de los snobs. En el teatro de nuestro gran siglo ha aparecido muchas veces, bajo múltiples formas. Por muy nuestro y trillado de plumas  castellanas lo elijo, para tema de comedia integral, a la española".
(Págs. 95-96)

Así presenta la escena cuarta del esperpento "La hija del capitán" don Ramón María, el de las "barbas de chivo":

"Una rinconada en el Café del Universo. Espejos, mesas, mármol, rojos divanes, mampara clandestina, parejas amarteladas. En torno de un velador, rancho y bullanga, sombrerotes y zamarras:— Tiazos meleros, cereros, tratantes en granos. Una señora pensionista y un capellán castrense se saludan de mesa a mesa. Un señorito y un pirante maricuela se recriminan bajo la mirada comprensiva del mozo, prócer, calvo, gran nariz, noble empaque eclesiástico. La Sinibalda, con mantón de flecos y rasgados andares, penetra en el humo, entre alegres y salaces requiebros de la parroquia. Se acoge al rincón más oscuro, y llama al mozo, con palmas".
(Pág. 29)

Valle-Inclán escribe también esta voz en su novela "La Corte de los Milagros":

"Sucédense los años, y todavía, cuando se pondera el ingenio tradicional de las grandes damas, se recuerda en las tertulias aristocráticas a la Duquesa de Santa Fe de Tierra Firme. En la Corte Isabelina se hizo famoso su desgarro, y cuchicheaban sus salaces donaires, todos aquellos palaciegos gazmoños, que tenían, otras veces, llorado de risa, con las gracias de fray Gerundio y Tirabeque. ¡El lego y el frailuco droláticos, habían sido los maestros humanistas, en aquella Corte de Licencias y Milagros".
Libro Segundo: "La rosa de oro"; cap. IX; págs. 80-81)

En las "Glosas de Sigüenza" (2ª ed. Espasa-Calpe. Buenos Aires-México, 1952) nos dice Gabriel Miró:

"De los claustros salen trovadores que iluminan con sus serventesios los estrados más rígidos y regocijan las mesas cuaresmales. El monje de Montandon pide a su abad que lo deje marcharse a la corte de Alfonso III. Corre a España. Su presencia se agradece en todos los festines. En algunas canciones se pinta a sí mismo con desenfado. Dice lo que ama: los convites de gente principal, la compañía de mujer a la vera de un arroyo límpido, el coloquio y el beso, los gordos salmones a la hora de nona... Dice lo que aborrece: el favor escaso, el poco vino, el caballero sin donaire, la mocedad parlera, el gran señor que trae mucho tiempo su escudo intacto, fraile salaz, marido muy enamorado de su mujer, galán que se casa con su barragana, ruin que medra, clérigo que miente. («Hist. litt. des troubadours».)".
("Cruzados, trovadores y sabores"; págs. 103-104)


Manuel Azaña hace esta reflexión de sus años de estudiante en su obra "El jardín de los frailes":

"Los frailes concienzudos trabajaban al revés de su cometido recto: ponderar la dificultad del arte; no descorazonar ningún esfuerzo; provocarlo; ensanchar las cuestiones por la misma escala de las capacidades habría estado en su punto. Lo contrario hacíamos: el esfuerzo, suprimido; el arte, ingerido en píldoras o abreviaturas. Éramos inútiles para otros empeños. Tentar la curiosidad debía de parecer un despropósito; nunca nos soltaron entre colecciones de libros por observar siquiera nuestra conducta en ese paso; si los destrozábamos, o los robábamos (bibliomanía precoz), o no nos poníamos a leer. En tres lugares de El Escorial pudo hacerse la prueba: la Biblioteca Real o como se llama el almacén de códices preciosos, de libros raros; la librería de los frailes, dotada de teólogos y canonistas, baluarte contra maniqueos, y la sala de lectura del colegio. Principal ornamento de la sala era una mesa guarnecida de hule, donde solía haber números de "L´Univers", "La Croix" y "La Época"; atrasados, por añadidura. En la gran Biblioteca, qué podíamos hacer nosotros, si entraba únicamente en ella de siglo en siglo algún estudioso extranjero; harto era mostrarnos el Códice Áureo y calcular por sospechas fabulosas su precio vanal. Ni en la librería del convento, atiborrada de ciencia eclesiástica, libros prohibidos y tratados espinosos sobre moral casuística "non cumplideros de leer", como el salaz jesuita de Córdoba a quien mentaban los frailes diciendo: "Si quieres saber más que el demonio, lee a Sánchez, de Matrimonio."
(Cap. XII; págs.  92-93)

Así describe Max Aub  el modo en que perdió su virginidad Rafael Serrador, el protagonista de su novela "Campo cerrado":

"Rafael se caía de sueño y se fue a la cama. El casal, como sus lindantes, tenía en su planta baja la sala abierta a todos los vientos y dos alcobas. La guardiana dormía en el sobrado. frente a la azotea, donde sólo se sube a tender: el paisaje les importa a todos un comino, aunque, quiéranlo o no, sobre los naranjales, hay al fondo una rayita de mar para alegría del corazón.
Dormía Rafael, por una condescendencia sólo explicable por la imposibilidad de volver aquella noche a la capital, en uno de los dormitorios de abajo. La cama era nueva, de madera marqueteada con nácares irisados, (...) Rafael se desnudó; extrañó las sábanas limpias. Hacía calor y no se dormía. Se destapó y, por distraerse y buscar el sueño, empezó a masturbarse. En aquel momento, sin otra razón que el acecho, entreabrió la puerta la morena salaz y sin decir ni pío subióse a la cama  arremangándose las faldas e introdujo ella misma la razón de ser del atónito muchacho en su muy arrastrado cauce.
-Así no, bobo, así no -barbullía la mole.
Rafael estaba callado y quieto.
-¿No lo has hecho nunca?
Y como asintiera negando con sólo menear la cabeza, convirtióse la quillotra en devanadera loca, con gran susto del primerizo que no sabía a qué santo encomendarse."
(Cap. 2: "Castellón de la Plana"; pág. 37)

Ramón Gómez de la Serna comienza de este modo su artículo "Cafés Cantantes", publicado en el semanario "España" el 2 de octubre de 1919:

"Los Cafés Cantantes alumbraban la noche de Madrid con su bomba de luz indecisa, celestinesca y un poco rojiza como las de las Casas de Socorro. Hoy tienen una luz más viva que les ha quitado aquella cosa solapada y entornada que tenían. 
No quedan muchos tampoco porque ha venido a sustituirles el Café de Camareras, silenciosa prostitución que llena Madrid, sitio en que ni se canta, ni se llora, ni se baila, ni hay artistas, cosas que eran las que doraban y depuraban el pecado de los Cafés Cantantes. Detrás de los cristales esmerilados de los Cafés de Camareras no hay más que salacidad seca; señoritos y carreteros que no sienten aquel apretado retortijón del alma que el cante flamenco esparcía por la sala de los Cafés Cantantes".

A Gabriel García Márquez debían de gustarle estas voces y lo que significan porque las escribió en varias de sus obras; por ejemplo, en su extraordinaria novela "Cien años de soledad":

"No habría tenido ningún inconveniente en regresar al amor insípido de Fernanda, cuya belleza se había reposado con la madurez, pero la lluvia lo había puesto a salvo de toda emergencia pasional, y le había infundido la serenidad esponjosa de la inapetencia. Se divirtió pensando en las cosas que hubiera podido hacer en otro tiempo con aquella lluvia que ya iba para un año. Había sido uno de los primeros que llevaron láminas de cinc a Macondo, mucho antes de que la compañía bananera las pusiera de moda, sólo por techar con ellas el dormitorio de Petra Cates y solazarse con la impresión de intimidad profunda que en aquella época le producía la crepitación de la lluvia, Pero hasta esos recuerdos locos de su juventud estrafalaria lo dejaban impávido, como si en la última parranda hubiera agotado sus cuotas de salacidad, y sólo le hubiera quedado el premio maravilloso de poder evocarías sin amargura ni arrepentimientos".
(Cap. XVI; págs. 290-291) )

"El rencor se le agravó seis meses después, cuando Gastón volvió a escribirle desde Leopoldville, donde por fin había recibido el aeroplano, sólo para pedir que le mandaran el velocípedo, que de todo lo que había dejado en Macondo era lo único que tenía para él un valor sentimental. Aureliano sobrellevó con paciencia el despecho de Amaranta Úrsula, se esforzó por demostrarle que podía ser tan buen marido en la bonanza como en la adversidad, y las urgencias cotidianas que los asediaban cuando se les acabaron los últimos dineros de Gastón crearon entre ellos un vínculo de solidaridad que no era tan deslumbrante y capitoso como la pasión, pero que les sirvió para amarse tanto y ser tan felices como en los tiempos alborotados de la salacidad. Cuando murió Pilar Ternera estaban esperando un hijo".
(Cap. XX; págs. 374-375)

En su novela "El amor en los tiempos del cólera" escribe:

"No había un lugar donde Florentino Ariza estuviera mejor desde que conoció a Fermina Daza, porque era el único donde no se sentía solo. Más aún: terminó por ser el único donde se sentía con ella. Tal vez era por los mismos motivos que vivía allí una mujer mayor, elegante, de una hermosa cabeza plateada, que no participaba de la vida natural de las desnudas, y a quien éstas profesaban un respeto sacramental. Un novio prematuro la había llevado allí cuando era joven, y después de disfrutarla por un tiempo la abandonó a su suerte. Sin embargo, a pesar de su estigma, logró casarse bien. Ya muy mayor, cuando se quedó sola, dos hijos y tres hijas se disputaron el gusto de llevarla a vivir con ellos, pero a ella no se le ocurrió un lugar más digno para vivir que aquel hotel de perdularias tiernas. Su cuarto permanente era su única casa, y esto la identificó de inmediato con Florentino Ariza, del cual decía que llegaría a ser un sabio conocido en el mundo entero, porque era capaz de enriquecer su alma con la lectura en el paraíso de la salacidad".
(Pág. 46)

El 24 de enero de 1999 publicó en el diario "El País" un artículo titulado "La fatiga del metal", en el que dice, entre otras cosas, lo siguiente:

"Perfecto: una cosa es mentir para engañar y otra bien distinta es ocultar verdades para preservar esa instancia mítica del ser humano que es su vida privada. Con todo derecho: nadie está obligado a declarar contra sí mismo. De haber persistido en la negativa inicial, a Clinton lo habrían procesado de todos modos -pues de eso se trataba- pero es mucho más digno ser perjuro en defensa del fuero interno que ser absuelto contra el amor. Por desgracia, con la misma determinación con que negó la culpa la admitió más tarde, y siguió admitiéndola por todos los medios impresos, visuales y hablados hasta la humillación. Error mortal de un amante inconcluso cuya vida secreta no pasará a la historia por haber hecho mal el amor sino por haberlo vuelto todavía menos eterno de lo que suele ser. Llegó hasta el escarnio de someterse al sexo oral mientras hablaba por teléfono con un senador. Se suplantó a sí mismo con un cigarro frígido. Apeló a toda clase de artificios elusivos para burlar a natura, pero cuanto más lo intentaba más motivos contra él encontraban sus inquisidores, pues el puritanismo es un vicio insaciable que se alimenta de su propia mierda. Ha sido una vasta y siniestra confabulación de fanáticos para la destrucción personal de un adversario político cuya grandeza no podían soportar. Y el método fue la utilización criminal de la justicia por un fiscal fundamentalista llamado Kenneth Starr, cuyos interrogatorios encarnizados y salaces parecían excitarlos hasta el orgasmo."

Miguel Delibes puso la voz salacidad en su novela "El hereje":

"Él corría torpemente, tropezando con los muebles y, aunque ganado por un deseo ardiente, no dejaba de pensar en la volubilidad de la chica. ¿Había llorado de veras o se había limitado a provocar su encandilamiento? Volvía a asaltarle la duda sobre la manera de ser de Petra Gregorio. ¿La conocía a fondo o únicamente sabía de ella que era indescifrable? Tornaban a jugar al escondite y cuando él, finalmente, la atrapó en el cuarto oscuro y la derribó sobre el suelo entarimado, entre los cachivaches, ella se entregó sin resistencia. 
La salacidad que Petra despertaba en él distrajo a Salcedo de su anterior devoción por Minervina. La veía poco. Menos aún a su hijo Cipriano que había cumplido ya los tres años. Pero el 15 de mayo de 1521 ocurrió en el número 5 de la Corredera de San Pablo un hecho inesperado que, de forma fortuita, le puso de nuevo en relación con la muchacha. A la joven Minervina, la eficaz nodriza de los pechos pequeños, se le retiró repentinamente la leche. ¿Motivos?".
(Cap. IV; pág. 110)

Camilo José Cela, junto con Francisco Umbral, fueron de los escritores más salaces que hubo sobre la piel de toro en los últimos años, si hacemos caso de sus escritos o lo que escribieron de ellos sus biógrafos, autorizados o no. Las tres letras iniciales de su nombre -C. J. C.- llegaron a significar Comer, Joder, Caminar para el ilustre gallego. Las dos  voces que estamos estudiando tienen poco recorrido en su "Enciclopedia del erotismo", pues se limita a transcribir lo dicho por Academia, pero las podemos encontrar  en otras de sus obras.  Ya citamos "Oficio de tinieblas 5". En "Cachondeos, escarceos y otros meneos" se incluye un cuento titulado "El coleccionista de polvos casuales". Allí leemos:

"Sobre la buganvilla del protectorado, una libélula salaz se esforzaba por poseer a la remanguillé serpenteante a la hembra del estornino. 
-¡Jo, qué descaro! ¿Y no le venía grande el entresijo o ranura?  
-Ya lo creo. ¡La mar de grande! 
 Cuando en la naturaleza se desata la lujuria, ¡Jesús, qué ansias!, hay que salir huyendo antes de que le hagan a uno padre".
(Pág. 71)

Para terminar esta entrada nada mejor que los versos de José Zacarías Tallet de su poesía "La rumba", magníficamente interpretada por  Luis Carbonell:


SAÍN

$
0
0

Covarrubias escribe sayn, y nos ofrece esta definición:

"SAYN, la grosura de qualquier animal del nombre Latino sagina saginae; y porque los caçadores de bolateria, o halconeros, quando cobran el pajaro le dan, o los tuetanitos del aue, o los sesos, o otra cosita regalada (lo qual ellos llaman sainete) vino a estenderse este nombre a los bocaditos de gusto quales suele traer el cocinero al señor, para que le mande dar a beuer de su frasco. (...)".

El Diccionario de Autoridades se ocupa de esta voz y de otras afines. A saber:

"SAIN. s. m. La grossúra de qualquier animál. Dixose del Latino Sagina, que significa lo mismo.

SAINAR. v. a. Engordar á los animales. Trahelo Nebrixa en su Vocabulario. Lat. Saginare.

SAINETE. s. m. dim. de Sain. El pedacito de gordúra de tuétano, ó sesos, que los Halconéros, ó cazadóres de volatería dán al halcón, ó páxaro, quando lo cobran. Trahelo Covarr, en su Thesoro, en la voz Sain. Lat. Sagina fructum".

SAINETE. Por extensión vale tambien qualquier bocadito delicado y gustoso al paladar. Dicese tambien del suave y delicado sabor de algun manjar. Lat. Gula irritamentum. Sapor".

Academia, en sus primeras ediciones, se atiene a lo dicho por Autoridades. En la de 1803 añade una nueva acepción:

"SAIN. La grasa que con el uso suelen descubrir los paños, sombreros y otras cosas. Sordes".

En la edición de 1884 la voz saín queda definida así:

"SAÍN. (Del lat. sagina, crasitud.) m. Grosura de un animal.// Grasa de la sardina, que se usa como aceite, sobre todo para el alumbrado, en muchas partes del litoral de España.// Grasa que con el uso suelen descubrir los paños, sombreros y otras cosas".

En la edición de 1925 añaden una nueva acepción del verbo sainar:

"SAINAR. (Del lat. saginare.) tr. Engordar a los animales.// 2. intr. Pal. y Sal. Sangrar, 6ª acep.".

En el suplemento a la edición de 1970 los señores académicos dicen:

"SAÍN,...// 2. (Enmienda) Aceite extraído de la gordura de algunos peces y cetáceos".

En la 23ª edición, última consultada, la voz que estamos estudiando queda definida de este modo:

"SAÍN.- (Del lat. vulg. saginum, y este del lat. sagina; cf. fr. ant. sain y occit. sa (g) in.) 1. m. Grosura de un animal.// 2. m. Aceite extraído de la gordura de algunos peces y cetáceos.// 3. m. Grasa que con el uso suele mostrarse en los paños, sombreros y otras cosas".

Nebrija recoge "Sain grossura. Sagina, Aruina", "Sainete para ceuar. Saginula" y "Sainar por engordar a otra cosa. Sagino, ae".

Rosal dice:

"SAÍN. B. Sainete.

SAINETE. A la gordura llamaban saín, y a la grosura y sustancia de Sagina. Latino; de donde Desainado al desustanciado; y de aquí se dixo sainete al caldillo ó guisadillo de sustancia".

El Esteban Terreros incluye una nueva acepción:

"SAÍN. V. Chaouri, moneda.

SAÍN, grosura de animal. Fr. Graisse de quelque animal, que ce soit. Lat. Adeps, sagina, pinguedo. It. Grassezza.

SAINAR, engordar, engruesar á los animales. Fr. Engraisser. Lat. Saginare, pinguefacere. It. Ingrassare.

SAINETE, tuétano, ó sesos que se da á los perros y aves de rapiña de aquello que cazaron. Lat. Saginae, frustulum. V. Cebo.

SAINETE, sabor, gusto, condimento. V. Lat. Sapor, condimentum. Sejourn. le da el Lat. Edule; pero esto, y edulium, significan cuanto se pone en la mesa para comer y cenar, excepto el pan. It. Intingolo":

Chaouri es voz que sólo recoge fray Esteban, y la define de la siguiente manera:

"CHAOURI, moneda de plata que corre en Teflis, Capital de la Jeorjia, y vale poco mas de un real de vellon; también se llama Sain".

El Pagés recoge las definiciones, que da Academia en su edición de 1925, del sustantivo saín y del verbo sainar y las ilustra con dos citas de A. Rojo y Sojo. A saber:

"Vestía (el hombre) de márfaga á lo sacrismoche con mangajarros y muchas fonas, lleno de saín y mostrando el salvohonor"

"Murió (mi antecesor) sacio y después de sainado hasta tal punto que llegó á sahornarse".


Corominas dedica casi una página al estudio de esta voz. Entre otras cosas, dice:

"SAÍN, del lat. vg. SAGINUM, lat. SAGINA ´engorde de animales´, ´gordura, calidad de gordo ´. 1ª doc.: siglo XIII, Aranceles Santanderinos (RFE VIII, 12.12)
APal. : "sagina.... es grossura o saín; ... saginatur: fázere gordo o lleno de saín (428d); Nebr.: "sain, grossura: sagina, arvina". Voz conocida en todas las épocas. Cej. IX, 199. Ast. y gall. saín"aceite de pescado que se empleaba para alumbrar", tener que sudar saín,"tener que vencer muchas dificultades para lograr alguna cosa". (V. R.) Todas las formas romances de Iberia, Galia y Retia suponen una forma vulgar SAGINUM (cat. sagí, oc. sa(g)in, fr. ant. saín, hoy  saindous etc.) En cuanto a la española, la pérdida de la -u hace dudar de que sea castiza, y así M-L. (REW 7506) la supone tomada de la lengua de Oc. y A. Castro (RFE X, 128), del francés antiguo. Apoya este punto de vista el hecho de figurar el vocablo en el S. XIII en un arancel de artículos importados, y en vista del sentido de sainete podría sospecharse también que entrara como término de halconeros franceses; de todos modos hay que reconocer que la índole del significado no es de las más propias para dar lugar a préstamos lingüísticos, y no debemos olvidar que en la mayor parte del territorio dialectal leonés -INU se reduce a -in por vía fonética, con lo que coincidía la tendencia de varios dialectos aragoneses ha eliminar toda -U tras -N; es posible que se trate de una forma leonesa generalizada gracias a la explotación del saín de pescado en la Costa Cantábrica. La cuestión permanece dudosa".

Roque Barcia recoge las voces saín, sainable, sainar y sainete, en el tomo cuarto de su "Diccionario General Etimológico". A saber:

"SAÍN.  Masculino. La grosura de cualquier animal. // La grasa que con el uso suelen descubrir los paños, sombreros y otras cosas. 
Etimología. Sahina: latín, sagina, cebo para engordar; bajo latín, sagimen; italiano, saime; francés antiguo, sain, de donde viene saindoux, manteca (sain doux, saín dulce); provenzal, sagin; walon, seyen, sayen; catalan, sagí, sagin.Saína. 

SAINABLE. Adjetivo. Que puede ser engordado. 

SAINAR. Activo. Engordar á los animales. 
Etimología. Sain: latin, saginare, cebar; catalan, saginar; italiano, sagginare

SAINETE. Masculino diminutivo de saín. || El pedacito de gordura de tuétano ó sesos que los halconeros ó cazadores de volatería, dan al halcón ú otro pájaro de cetrería cuando los cobran. |// Metáfora. Cualquier bocadito delicado y gustoso al paladar. Dícese también del suave y delicado sabor de algún manjar. // Lo que aviva ó realza el mérito de alguna cosa, de suyo agradable. // Salsa que se usa para dar buen sabor á las cosas. // Especial adorno en los vestidos ú otras cosas. // Composición dramática, breve y jocosa, en que se reprenden los vicios y se satirizan las malas costumbres del pueblo, la cual se representa comunmente después de concluida la comedia. Etimología. Saín
Sentido etimológico . —El sainete es el manjar delicado del teatro, el gusto sabroso de la comedia, el sagina dicendi de la latinidad, «abundancia y chiste en el decir.» Nuestro sainete equivale á una inmensa literatura, de que no hay ejemplo en ningún pueblo, ni en ningún siglo. Es el Quijote de otro Cervantes".

El Manuel Seco recoge esta voz y la ilustra con dos ejemplos literarios:

"SAÍN m (reg) Grasa animal, esp. de cerdo o de pescado. Grasa de - , designando la del cerdo.// Capmany, ABC 8.8.92, 19: Este país es una olla gigante donde nos sacan la sustancia y el saín a los contribuyentes. Cunqueiro,  Pontevedra: Este ganó privilegios para ella (la villa) Pero ya los tenía para curar pescado, hacer grasa de saín".

Juan Cuveiro Piñol recoge esta voz en su "Diccionario Gallego" (Establecimiento Tipográfico de N. Ramírez. Barcelona, 1876):

"SAÍN.- Grasa de las sardinas y otros peces, que sirve para alumbrarse la gente pobre, en equivalencia del aceite y para otros usos de las artes. (...)".

El "Diccionario Galego-Castelán" (Editorial Galaxia. Vigo, 1968), de X. Luis Franco Grande, recoge esta voz y otras afines:

"SAÍN. s. m. Aceite de pescado que se usa por nuestros campesinos y gentes de nuestro litoral para el alumbrado doméstico.// Grasa del cerdo.// Grasa de la sardina.

XINGROZ. s. m. Grasa del cerdo.// En Lugo se llama SAIN únicamente a la grasa del pescado (sardinas, etc.)

DESAINAR. v. Quitar el saín a un animal, o la crasitud a una cosa.

MAGUEIRO. s. m. Montón o conjunto de MAGA (tripas del pescado) de sardinas o de otros pescados, dispuesto para hacer la grasa de saín."

Apolinar de Rato y Hevia se ocupa de esta voz en su "Vocabulario de las palabras y frases bables que se hablaron antiguamente, y de las que hoy se hablan en el Principado de Asturias...":

"SAÍN. m. Aceite de sardina ó de ballena, del que se hacía uso para amechar los candiles".

La voz sayn la recogen José María Iribarren  y Ricardo Ollaquindia en su "Vocabulario navarro":

"Aparece en un documento de 1352, publicado por Fernando González Ollé: "Costo sayn pora las bestias, 6 dineros".

Se trata del "Viaje de Estella a Sevilla", publicado también por M. D. Sánchez Villar, en Valencia, en el año 1962.

En la web "Vocabulario de Comercio Medieval. Legado Gual Camarena", de la Universidad de Murcia, se ocupan de esta voz:

"(...)Sayn (XXIII, 5); sayno (XIX, 129); sayno de puerco (XIX, 46).- Cast. "Sain o grosura", "grasa" y también "manteca de cerdo", empleado masivamente en el Medioevo hispano en el curtido de cueros y en la industria textil, a más de sus aspectos alimenticio y medicinal. (...)"

Don Antonio Sañez Reguart, Comisario Real de Guerra de Marina,  dedica muchas páginas de su "Diccionario Histórico de las Artes de la Pesca Nacional" (5 vols. Imprenta de la Vda. de Don Joaquin Ibarra. Madrid, 1791-1795) al saín de los animales marinos. En el volumen tercero nos ilustra sobre el "Método para extraer el saín":

"Sábese que el saín que se saca de la grosura de las Ballenas, es la utilidad mas considerable, que logran los pescadores en recompensa de sus fatigas: por lo mismo conviene cortarla ó extraerla con las precauciones conducentes, y á esto se llama el descarne. (...)
He dicho ya que los pescadores siguen en esta  parte prácticas diferentes. El método de los pescadores del Norte después de haber puesto el lardo en menudos pedazos, como he explicado, y puesto en barriles, es llevarle de este modo á su pais para derretirle, y extraer el saín allí con mayor comodidad. Los Bascongados acostumbraron executar esta operación á bordo de sus bastimentos que substancialmente, con muy poca diferencia, viene á ser lo mismo que quando se descarna una Ballena en tierra. Los que llevan el lardo á su respectivo pais, tienen delante de la mesa, sobre que le cortan, cierta especie de tina, donde echan los trozos pequeños, que en el valde recibe un grumete, donde escurren la grasa, que se liquida cayendo en una barrica ó vasija de madera puesta á un lado. Los Holandeses en otro tiempo llevaban en barricas casi todos los lardos á Spitzberg, donde se derretían; pero al presente se verifica en diferentes parages.
Los que derriten cerca del lugar de la pesca, echan los trozos pequeños de lardo en una caldera puesta en un horno de ladrillo cerca de la mesa, donde aquel se corta, ó si esta operación se executa en el navio se coloca el horno sobre la cubierta baxo el castillo de proa entre el palo mayor y el trinquete.
Como la primera fritura es con leña, siempre que fuere en la embarcación, conviene encender la lumbre con muchísimo cuidado, regando con agua todos los alrededores del horno. (...)
Á medida que el lardo va soltando el sain se echa en una tina, que le conduce á unos cubos de madera que están puestos cerca de la caldera. Como preventivamente en estas vasijas se echa un poco de agua, sucede que el saín sobrenada, y las heces caen al fondo. En este estado se le dexa enfriar por algunas horas, y para el efecto, de quando en quando hay que rociarle con agua fresca, la qual precipitándose, contribuye á clarificarle, y después se va echando en barriles,  pasándole por un cedazo fino. Si estas faenas se executan á bordo, parte de la tripulación se queda en el navio para desempeñarlas, con particularidad para vigilar continuamente no se prenda fuego: lo restante de la gente se embarca en las chalupas, y va á la pesca. Para la extracción de todo el saín se vierte quanto hay dentro del reservatorio en unas calderas anchas y chatas que contienen de doscientas á trescientas azumbres puestas sobre hornos de ladrillo: y luego que está bien cocido, se saca y pasa por una especie de criba de madera de agujeros pequeños, desde donde cae en un cubo, y en que hay también agua para que se enfrie, y se precipiten al fondo las heces, de modo que no sobrenade mas que el sain líquido y depurado. Concluido esto, se cuida de transferirle á otro nuevo cubo del mismo tamaño, haciendo que caiga en él, y sucesivamente á otro tercero también á medio llenar de agua, á fin de procurar se enfrie mas pronto, y con mejor clarificación. Algunas veces se suele añadir al agua una lexía no muy cargada; después que ya está bien frio y clarificado, hágase esta operación en el navio ó bien en tierra, se echa en barriles, y por el desguadero que corresponde al fondo del cubo, se ex- traen las heces, que estando secas, sirven de materia combustible para freir el lardo. Si no hubiere cubos de madera ó calderas chatas para estas varias clarificaciones, que consisten en labar el sain en muchas aguas, se executan en grandes valdes.
Cada método de los que acabo de describir, tiene sus inconvenientes pero también sus ventajas. Haciendo la fritura á bordo, se evita el transporte del lardo, y el infestar de un olor muy desagradable el parage donde se prepara el sain el qual es tanto mejor , quanto se ha extraído con mas prontitud. Hay asimismo la ventaja de que mientras algunos de la tripulación se ocupan en freir, los otros pueden continuar pescando pero debe considerarse el grande inconveniente de derretir á bordo en el peligro de un incendio porque á pesar de todo el cuidado en evitarle, suele acontecer algunas veces, que aquellos individuos son lastimosas víctimas de las llamas. Es verdad que quando el lardo ha estado algún tiempo embarricado, suelta con menos dificultad el sain y se saca una cantidad mucho mayor  mas no es tan perfecto como el que se extrae inmediatamente que se cortó del pez".
(Págs. 432-435)

Don Oriol Ronquillo, autor del "Diccionario de Materia Mercantil, Industrial y Agrícola" nos ilustra sobre los cerdos en el tomo segundo de su obra:

"Si el cerdo no es útil sino para la carne que suministra después de muerto, es menester reconocer que tiene para este destino una aptitud superior: así, mientras se necesitan 20 á 25 kilóg. de heno para producir un aumento de 1 kilóg. en el buey, bastan 20 kilóg. de patatas, equivalentes, en la facultad nutritiva, á 10 kilóg. de heno solamente, para obtener un aumento de 1 kilóg. en el cerdo. Su cebamiento es mas rápido que el del buey, y su aumento de peso es relativamente mas considerable: asi, mientras que el peso del primero puede doblar durante el cebamiento, el del segundo solo aumenta de una tercera parte.
En fin, de todos los animales que entran en el consumo alimenticio, el cerdo es el que presenta menos desperdicio después de muerto. El buey de carnicería da 35 á 60 % de carne neta, y el cerdo llega á dar el 82 %. Conviene observar que el peso neto de este animal se obtiene quitando del peso bruto la cabeza, los pies y los intestinos; la piel y la grasa interior, llamada saín, con la cual se hace la manteca fresca, forman parte del peso neto; al contrario, en los bueyes y los carneros, las partes correspondientes,' cuero y sebo, pertenecen á los despojos. El cerdo es también el animal que produce la mayor proporción de grasa, lardo y saín, relativamente á la carne magra, en términos que con frecuencia el peso de la grasa iguala al peso de la carne. Un cerdo gordo puede producir hasta 100 kilóg. de lardo. (...)
La Cabeza, la Lengua, las Orejas y los Pies del cerdo, muy usados también, ofrecen iguales in- convenientes, y lo mismo sucede con su Hígado,con sus Riñones, etc., con su Sangre, con la cual se hace la mejor morcilla, y con sus Intestinos, empleados los mas pequeños y medio picados para hacer salchichas, los mas grandes para envolver otras preparaciones de este animal. Su Lardo, Enjundia, capa grasienta, gruesa y compacta, situada entre la piel y los músculos, es todavia mas contraria á la acción de los órganos digestivos; su Grasa, llamada Saín,Manteca, reunida en torno de los ríñones ó en el omentoó redaño, solo sirve de condimento á guisa de manteca de vaca, ó como fritada , etc. Su Piel ó corteza, bien hervida, es muy delicada como alimento. (...)
Usos medicinales. Antiguamente la Carne de cerdo servia, según Lémery, para preparar un caldo, calificado de anti-emético, y las Pudendasde la marrana, tomadas como alimento, pasaban como especifico en los casos mas rebeldes de flujo involuntario de las orinas. 
La Grasa de cerdo es aun generalmente usada. Separada, por repetidas lociones, la fusión y la filtración , de las membranas, de las fibras y de la sangre con las cuales está asociada en el sain, sirve de excipiente, bajo el nombre de Enjundia ó Manteca, á los ceratos, pomadas, ungüentos y emplastos; se añade con frecuencia á las lavativas emolientes, se aplica como linimiento á las partes dolorosas, los infartos de las articulaciones, y también, entre el vulgo, á las encías de los niños para facilitar la erupción de los dientes, á la piel para calmar la irritación que acompaña á ciertas erupciones cutáneas crónicas, ó también agudas (...)"
(Págs. 43- 46)


Uno de los documentos más antiguos en el que aparece esta voz probablemente sea un privilegio que el rey Fernando III concedió el 7 de noviembre de 1238 en Valladolid. El geógrafo, escritor y periodista español Fernando Fulgosio lo cuenta en su "Crónica de la provincia de Pontevedra" Rubio y Cía. Madrid, 1867):

"Por entonces comienza la época de mayor ventura y prosperidad debidas, á no dudarlo, á los fundamentos puestos por Gelmirez. En 1238 mando Fernando III el Santo, que solo se pudiese sacar el sain ó grasa de sardina de la cabeza é intestinos, y esto solo se concedió á los vasallos del arzobispo de Santiago, notable prueba de cuanto interesaba al gobierno la pesca de la costa de Galicia".
(Págs. 40-41)

En los "Actos de Cortes del Reino de Aragón" (En casa de Domingo Portonariis y  Ursino. Caragoça, 1579), hay varias menciones relacionadas con esta voz:

"Sayno de puerco, por cada roua pague vn dinero. (...) carga de sayno, vn sueldo. (...) Por carga de seuo, o de sayno, pague dos sueldos. O dos dineros por roua. (...) Item, carga de sayno de puerco, quatro sueldos. (...)"

Terrible es lo que cuenta Francisco López de Gomara  en el capítulo CXXX de la "Historia de México, con el descvbrimiento dela nueua España..." (En casa de Iuan Steelfio. Anvers, 1554) titulado "De la zanja que Cortés hizo para echar los bergantines al agua":

"Apressuraua Cortés el cerco, forneciendose de lo necessario para él, haziendo pertrechos para escalar y combatir, y acarreando vituallas; dio muy gran prissa en clauar y acabar los vergantines, y vna çanja para los echar a la laguna. Era la çanja larga quanto media legua, ancha doze pies y más, y dos estados honda, donde menos, que tanto fundo era menester para igualar con el peso del agua de la laguna, y tanto ancho para caber los vergantines. Iua toda ella chapada de estacas, y encima su valladar. Guiose por vna acequia de regadío que los Indios tenían. Tardose en hazer cinquenta días. Hiciéronla quatro cientos mil hombres, que cada día de estos cinquenta, trabajauan en ella ocho mil indios de Tezcuco, y su tierra; obra digna de memoria. Los vergantines se calafatearon con estopa y algodón, y a falta de seuo y azeite, que pez ya dixe cómo la hizieron, los brearon (según algunos) ,con saín de hombre. No que para esto los matassen, sino de los que en tiempo de guerra mataran. Inhumana cosa y ajena de Españoles. Indios, que acostumbrados de sus sacrificios son crueles, abrían el cuerpo muerto y le sacaban el saín".
(Pág. 190-191)

Esta historia la puso en verso Antonio de Saavedra Guzmán en su largo poema titulado "El peregrino indiano" (En casa de Pedro Madrigal. Madrid, 1599) Escribe en el Canto XVIII:

Hizo abrir vna çanja incomprehensible,
por do los vergantines se arrojassen
por el agua, que casi era imposible,
y duda que los hombres la ahondassen:
vna legua señor  ay infalible,
seguida a la laguna donde entrassen,
quarenta pies de ancho contenia,
y dos braças de fondo que tenia.

Quatrocientos mil Indios se ocuparon
cinquenta dias solo en acabarla,
ocho mil cada dia la ahondaron,
que fue cosa muy dina de loarla;
todos los barcos se calafatearon,
con brea, que mando Cortes sacarla
del monte, y por estopa que faltaua,
les suplio el algodon que se juntaua.

El sebo les falto para ensebarlos,
de que se vso de vn caso milagroso,
que siruio, Sain, de hombre para vntarlos,
que fue harto notable y lastimoso;
no trataron entonces de matarlos,
que era del sacrificio riguroso
que en gran tiempo se auia recogido,
que estaua ya este daño reduzido.


En el segundo volumen de la "Historia Natural y de todo tipo de erudición. Obra de los 660 pliegos", del padre Martín Sarmiento,  leemos:

"(1999) El saín es género de muchísimo consumo en Galicia y por los mismo sirve para que cuatro pobres mujeres infelices de la marina hagan su comercio, saliendo a vender el saín tierra adentro. Suele venderse el cuartillo de saín al mismo precio del cuartillo de aceite; al que preguntare que siendo eso así por qué no se compra aceite y se echa a pasear el saín, respondo que el saín, en igual de otro tanto aceite, dura muchísimo más tiempo ardiendo en el candil de garabato. También se echa en esos candiles manteca de vaca y manteca de lechón por no comprar el aceite -supongo que cuando los pobres gallegos lo hacen y prosiguen les tendrá más en cuenta. Lo que conviene, pues, es que las gallegas -de quienes es privativa la manipulación del saín- no pierdan ocasión de extraerle de las sardinas -aparte de otros pescados mayores como delfines, etc.- cuando logran la fortuna de pescarlos.
(2000) No hay cosa más fácil que el extraer el saín de las sardinas. Acabadas de sacar de las redes, las descabezan las mujeres y echan las cabezas en unos calderones. A esto llaman escochar. Después les quitan todas las entrañas y las amontonan con las cabezas. A esto llaman esmagar o quitar la maga, porque lo interior de la sardina se llama maga. Después las cabezas y la maga se ponen a cocer y la superficie es el saín, que se recoge en vasijas. Sucede que, por desidia de las mujeres o por mucha abundancia de sardinas, hacen montones de cabezas y las dejan sin utilizarlas y solo sirven de apestar el barrio. Eso quieren los cerdos, pues se alampan por cabezas de sardinas y por su maga, pero la carne de esos cerdos no puede ser peor. Otras veces se suele estercolar una heredad con cabezas de sardinas, cuyo benigno salitre fertiliza sumamente la tierra".
("Historia Natural. Economía y Comercio. Cría de ganado. Ganado porcuno"; pág. 134)

Un buen ejemplo del uso del saín y otros productos en el alumbrado de las casas lo encontramos en la Memoria de Felipe Portolás Puyós titulada "Topografía Médica del Concejo de Ponga" (Establecimiento Tipográfico de los Hijos de Tello. Madrid, 1915). El capítulo III lo dedica a las características urbanas. Dice allí:

"ALUMBRADO.- Si echamos una mirada retrospectiva, á mediados del siglo pasado aún se empleaba en estas aldeas la mortecina luz de la manteca de vacas, fundida en un candil, y si se solidificaba, tenían que poner el candil al calor de la lumbre para derretirla; se alumbraban también con la epidermis enroscada de los abedules, muy abundantes en estos montes; posteriormente sustituyeron la manteca por el saín, aceite de pescado, que olía mal, y ahora el petróleo, velas y las lámparas de acetileno, que se va extendiendo mucho. Hay en proyecto una fábrica de luz eléctrica para dar luz á San Juan y otros pueblos limítrofes, aprovechando como fuerza motora un salto de agua de los varios que hay por estos contornos. A las clases modestas les basta casi siempre con la débil iluminación de una candileja de hoja de lata con petróleo, que da más humo que luz".
(Pág. 62)


"La hija del mar" (Imprenta de J. Compañel. Vigo, 1859), escrita en castellano,  fue la primera novela de Rosalía de Castro. Frisaba los veintidós  años. Se la dedicó a su esposo, Manuel Murguía, con el que se casó un año antes de su publicación.
En el prólogo escribe una reivindicación feminista de la mujer, que conviene recordar:

"Antes de escribir la primera página de mi libro, permítase a la mujer disculparse de lo que para muchos será un pecado inmenso e indigno de perdón, una falta de que es preciso que se sincere.
Bien pudiera, en verdad, citar aquí algunos textos de hombres célebres que, como el profundo Malebranche y nuestro sabio y venerado Feijoo, sostuvieron que la mujer era apta para el estudio de las ciencias, de las artes y de la literatura.
Posible me sería añadir que mujeres como madame Roland, cuyo genio fomentó y dirigió la Revolución francesa en sus días de gloria; madame Staël, tan gran política como filósofa y poeta; Rosa Bonheur, la pintora de paisajes sin rival hasta ahora; Jorge Sand, la novelista profunda, la que está llamada a compartir la gloria de Balzac y Walter Scott; Santa Teresa de Jesús ese espíritu ardiente cuya mirada penetró en los más intrincados laberintos de la teología mística; Safo, Catalina de Rusia, Juana de Arco, María Teresa, y tantas otras, cuyos nombres la historia, no mucho más imparcial que los hombres, registra en sus páginas, protestaron eternamente contra la vulgar idea de que la mujer sólo sirve para las labores domésticas y que aquella que, obedeciendo tal vez a una fuerza irresistible, se aparta de esa vida pacífica y se lanza a las revueltas ondas de los tumultos del mundo, es una mujer digna de la execración general.
No quiero decir que no, porque quizá la que esto escribe es de la misma opinión.
Pasados aquellos tiempos en que se discutía formalmente si la mujer tenía alma y si podía pensar -¿se escribieron acaso páginas más bellas y profundas, al frente de las obras de Rousseau que las de la autora de Lelia?- se nos permite ya optar a la corona de la inmortalidad, y se nos hace el regalo de creer que podemos escribir algunos libros, porque hoy, nuevos Lázaros, hemos recogido estas migajas de libertad al pie de la mesa del rico, que se llama siglo XIX. (...)"
(Pág. 5)

En el capítulo XII escribe:

"Lorenzo, el buen marinero, el caritativo hijo de tan desoladas playas, velaba silencioso al pie del lecho en que se agitaba su hijo moribundo. Gruesas lágrimas caían de sus ojos, empañando la compasiva mirada que lanzaba sobre el pobre niño, y se levantaba en medio de las inciertas sombras de aquella estancia como pálida figura de los cuadros de Rembrandt.
Efectivamente, digno del pincel de este artista era el lugar de la escena y la escena misma; aquel viento que azotaba las olas y las montañas, entrando a bocanadas, aquel gran candil negro, lanzando pálidos resplandores sobre el hogar frío y desierto, aquel niño de mirada febril y de locas palabras, aquel anciano cuyo triste semblante saliendo de entre la sombra era iluminado por el furtivo rayo de una opaca y nublosa luz de saín, todo podía inspirar al sombrío artista una de sus mejores obras.
La pobreza y el hambre habían visitado aquella morada en donde vivía ya la desgracia; muchas veces levantáronse aquel padre y aquel hijo con sus hermanos hambrientos, igual que amenazadores espectros, caminando hacia el palacio del rico para lanzarse en medio de su opulencia. Pero en el palacio no se oían sus voces lastimeras y en vano, como dice el profeta, «clamó la piedra de la pared y respondió la viga del maderaje», y pudieron como él decir aquellos infelices: «pisóme, cuidó más de sus puercos que de mí, infeliz que moría de hambre». El rico era frío como las olas que se estrellan en aquellas costas y sordo como el viento que lleva nuestra voz. Había entrado en aquella cabaña la pobreza, el hambre, la desgracia, la muerte debía entrar también muy pronto".
(Págs. 86-87)

Doña Emilia Pardo-Bazán puso esta voz en algunas de sus obras; por ejemplo en la titulada "Por Francia y por Alemania. Crónicas de la Exposición" (La España Editorial. Madrid, 1890). Cuenta en ella, entre otras cosas, las impresiones que le produjo la Exposición Universal de París de 1889, y su fe incondicional en el progreso:

"Cerquita de Edison expone cosas muy raras un profesor, Elihu Thomson, el cual realiza lo que se cuenta del zancarrón de Mahoma, sosteniendo en el aire sin apoyo alguno, mediante efectos de repulsión eléctrica, un anillo de cobre macizo de quince centímetros de diámetro. Pues no digo nada de las máquinas soplonas de la Sociedad Cockerill, de Bélgica, destinadas á insuflar aire puro contra los gases deletéreos de las minas. Y ¿cómo encarecer las máquinas magnético y dinámico eléctricas, de donde brota á chorros la, luz que alumbra la galería toda? 
Yo creo que esto de la  luz eléctrica no tarda veinte años en destronar al aceite, las bujías, el petróleo, el gas corriente, alumbrados que ya non parecen mortecinos, amarillentos, feos y tristes. Cuando pienso en los adelantos de la electrícídad de diez años acá; cuando recuerdo que hace tres lustros una lamparita eléctrica era una curiosidad y casi un milagro; cuando evoco la figura del hombre prehistórico -sepultado en la obscuridad de las cavernas, en compañía del reno y del bos primigenius- ó la del señor feudal -que iluminaba sus banquetes con humeantes y pestíferas antorchas de resina ó de saín- me entran impulsos de creer á puño cerrado en el Progreso endémico y crónico..." 
(Carta I: "El Palacio de las Máquinas. Edison. Esplín"; págs. 8-9)

Las opiniones que tenía la condesa sobre los escritores franceses de su tiempo no eran del todo amables. En su obra "Al pie de la Torre Eiffel" ( La España Editorial. Imprenta de Enrique Rubiños. Madrid, 1889) escribe:

"Así, mientras ellos creen que los admiro, yo les analizo, no siempre con benevolencia. 
Mi rincón en el sofá de Goncourt es un observatorio. Desfila ante mis ojos Zola, vestido como artesano en día de domingo, con una ropa del corte más cursi que imaginarse pueda, rechoncho, barbudo, descolorido, mal engestado y peor humorado, paseando de arriba abajo por la habitación, con las manos metidas en los bolsillos, sin que se vea de sus ojos más que el brillo de los cristales de sus lentes. Zola era antes de los tertulianos más asiduos de Goncourt; hoy se han producido entre los dos no sé qué rozamientos, y la amistad se ha enfriado un poco. El que anda por allí muy prodigado es Alfonso Daudet: se le encuentra por todos los rincones, recostado con indolencia, pálido también y como deshecho, la faz contraída por un tic convulsivo, la luenga melena toda revuelta y aceitosa. No falta Guy de Maupassant, ni Pablo Alexis, ni Karl Huysmanns, el original y pesimista autor de A rebours. Todos estos caballeros justifican la teoría de Goncourt: tienen unas caras fatales, un aspecto que da ganas de enviarles á tomar baños de mar, ó de recetarles jarabe de hierro; su conversación no descuella por lo discreta ni por lo docta; sea para alardear de espíritus fuertes, ó sea que en realidad sienten de ese modo, lo que más parece preocuparles son los intereses materiales cuotidianos; á- Huysmanns le he oído deplorar amargamente la marcha de una cocinera: y la tertulia de Goncourt, que debiera ser la flor y nata de la cultura francesa, consagró más de un cuarto de hora á la cocinera de Huysmanns. 
Rara vez se establece una de esas conversaciones eléctricas en que chispea el ingenio: rara vez sale Daudet de su concha para referir con gracia meridional cosillas que tienen el corte de las páginas de sus libros: las inyecciones de morfina y los alifafes nerviosos le traen tan abatido, que parece, según, decía malévolamente uno de los tertulianos, una rata muerta en el cesto de un trapero. En cuanto á Zola, suele hablar por monosílabos, pasea que te pasearás, dejando caer las palabras como si soltase pedruscos. Diríase que allí va todo el mundo con el propósito de reservarse, de economizar cerebro para que no falte cuando lo pida el editor, de no pronunciar frase ni derrochar idea que el día de mañana utilice un compañero plagiario. He notado además una gran deficiencia de cordialidad: aquella gente, si se quiere bien, lo disimula. 
El cigarro ayuda á entretener los largos silencios de la tertulia melancólica. A veces, Edmundo de Goncourt abre una alacena incrustada en la pared, saca una botella de Kioto de pescuezo largo como el de una cigüeña, y nos convida á un horrible aguardiente japonés, que sabe á sain, á ajenjo y a demonios".
(Carta VII: "Los Goncourt"; págs. 127-128)

Ramón María del Valle-Inclán presenta de este modo la escena séptima de la Jornada Segunda de su obra "Cara de plata", una de sus tres "Comedias bárbaras":

"Nocturnos cantos ruanos, lejanas risas de foliadas, panderos, brincos y aturujos repenicados, tienen alertada en la cama a Pichona la Bisbisera. Los ojos brillantes y grandes, el fulvo cabello esparcido por la almohada, atenta al concierto, se desvela la moza andariega. Colgado en el rincón del horno alumbra un sainero candilejo, se agarima debajo una clueca, y en el círculo de la penumbra el gato abre el sacrilegio de sus ojos verdes. Resuena el paso de un caballo, suspira la moza, rebulle la clueca, se enarca el gato y se desvanece. Por la sombra del muro, lo anuncia la lumbre de los ojos verdes. Un golpe en la puerta". 
(Pág. 16)

Andrés Trapiello hace referencia a Valle-Inclán en su obra "El arca de las palabras", el curioso diccionario que comenzó a publicar en "La Vanguardia", a partir del 23 de abril de 2004, antes de convertirse en libro :

"Al sabor suave y agradable de un manjar se le llama también sainete, de saín, grasa del cerdo, de modo que no deberían molestarse los secuaces de Valle-Inclán cuando se dice que sus “Luces de bohemia” son un sainete con moraleja".





"Campo de sangre" es la segunda novela de "El laberinto mágico", el gran friso sobre la guerra incivil de 1936 escrito por Max Aub. Recrea en ella algunos de los acontecimientos que tuvieron lugar en Barcelona y Teruel durante los años 1937 y 1938. En el capítulo 6, titulado "La cena" leemos:

"Tienen el colodrillo par de los tabiques, y a esa altura una franja de saín. Dales luz una perilla, desnuda de perifollos".

(Pág. 104)

Álvaro Cunqueiro puso la voz saín en su extraordinaria novela "Las mocedades de Ulises":


"Ulises acompañó a Bleontes al puerto. Éste iba a entregarle el pandero a un ciego que tenía posada con los atuneros, en el arrabal que llaman de las Redes. Se ponía el sol de abril en un cielo cerúleo y limpio. El mar llegaba una y otra vez , perezosamente, con sus belfos a la tierra ítaca. Las redondas cumbres oscuras de las islas vecinas se veían en el cristalino horizonte, y aquí y allá, en demanda de ellas y de la noche en seguro, velas helénicas abiertas al plácido sudeste. Poliades lo esperaba junto a la columna de la linterna antigua, un grave torso dórico manchado de saín y roído por el salitre".

(Cap. V; pág. 70)

Otro saín distinto es el que Miguel Delibes escribe  en su magnífica novela "El hereje":


"Salcedo encontró, en efecto, a don Segundo, con un rebaño grande, en la línea del monte. Era un hombre desaseado, de pelo corto y barbas de muchos días. En la cabeza llevaba una carmeñola, una mancha de saín en la frente y caída y derrocada en la parte posterior. Era un tocado anticuado que hacía juego con un coleto sin mangas, corto, las calzas abotonadas y las abarcas para los pies".

(Libro II: "La herejía"; cap. VII; pág. 220)

En este vídeo vemos cómo se prepara la manteca de cerdo:



SAHORNARSE

$
0
0

Covarrubias no recoge ni este verbo ni su participio pasado ni el sustantivo; sí aparecen, en cambio, en Autoridades, con estos significados:

"SAHORNARSE. v. r. Escocerse, ó escoriarse alguna parte del cuerpo. Lat. Excoriari. Cutem aduri. Subluviem pati.

SAHORNADO, DA. part. pass. del verbo Sahornarse. Lo assi escocido, ó escoriado. Lat. Excoriatus, Sublividus". SORAP. Nin. pl. 408. Toma de polvos de arrayán, y echa de ellos sobre lo escoriado, escaldado, o sahornado".

Aquí Autoridades se equivoca de autor y la obra que cita, "Methodo, y Orden de Curar las Enfermedades de los Niños" (Angelo Tauano. Çaragoça, 1600), no pertenece al eminente doctor Juan Sorapán de Rieros sino a Gerónimo Soriano, médico pediatra de la ciudad de Teruel.  Cito de la edición de Don Jesús Sarabia Pardo, realizada en Madrid, el año 1929, en la Imprenta y Encuadernación de Julio Cosano.
Escribe en el capítulo XXIX, titulado "De la excoriacion, escaldadura, y sohorno á causa de la vrina":

"Contra la escaldadura, sohorno, ó excoriación, que por la mordacidad, y acrimonia de la vrina se les haze á los niños, toma de polvos de arrayan, y echa dellos sobre lo excoriado, escaldado, ó sahornado".
(Pág. 414)

Más adelante añade:

"De otros remedios vsan algunas mugeres, con los quales se hallan bien.
Vnas echan sobre lo sohornado gleba (que otros dizen tierra de pelayres) hecha polvo á solas, ó la mezclan con azeyte rosado, y es bueno.
Otros echan harina de cevada, mezclada con harina de lentejas, y es acertado. (...)
Con todo lo dicho advierto, que se tenga cuydado con que la nodriza coma cosas que rcfresquen, y quiten la mordacidad, y acrimonia à la leehe, que desta manera se le quitará à la vrina, y excrementos del niño: coma, para hazer buena leche, buen carnero, pollo,ò polla, palomino, capon, o ternera: no coma saladura queso,ni pescado, ni azeytunas, ni cosas empimentadas. El vino que bebiere sea bueno, y bien aguado: con todo ello tenga cuydado de tener muy limpio el niño. para que ni la vrina, ni hiezes lo escalden, ò excorien. Quando los niños padecieren sahorno,y escaldadura, denles por la boca algunas cucharadillas de quando en quando. de xarave violado, y de rosas coloradas mezclados".
(Pág. 415-416)

Continúa Autoridades:

"SAHORNO. s. m. Daño, ó escoriacion que padece alguna parte del cuerpo por rozarse, o ludir con otra. Lat. Intertrigo. Subluvies, ei."

Cita un párrafo de  la obra "Acerca de la materia medicinal", de Pedacio  Dioscórides. Pertenece a un curioso capítulo, el XLII, del Segundo Libro. Tiende uno a pensar que lo leyó, alguna vez, Charles Chaplin, porque se titula "De las suelas de los zapatos viejos". Escribe el sabio griego:

"Las suelas de los zapatos viejos quemadas, molidas, y aplicadas, sanan las quemaduras del fuego, el sahorno, y los escocimientos que se hacen en los pies, por razón del calzado".

El doctor segoviano Andrés Laguna anota:

"No solamente la ceniza de los zapatos viejos es util para las cosas dichas, pero tambien su humo dado por las narices hace baxar la madre luego á su proprio lugar, quando subiendose arriba, pone en peligro de sofocacion las mugeres. Tiene otra virtud el tal humo, que hace huir las serpientes de la casa adonde, y salir del cuerpo del hombre siempre que en él huvieren entrado".
(Págs. 33-34)

En el capítulo XXXIIII del Libro Primero, titulado "Del oleo Mirthino" leemos:

"La manera de hacer el oleo Mirthino es esta: Las hojas mas tiernas del Arrayan negro, salvage, o domestico, despues de majadas se exprimen, y el zumo, con igual cantidad de azeyte Omphacino, se pone sobre las brasas, hasta que juntamente con él se cueza. Entonces conviene coger el azeyte, que nada encima; empero mas fácilmente se hace en esta manera: Cuecense en azeyte, y agua las hojas mas tiernas del Arrayan bien majadas, y cogese el oleo, que nada encima. Algunos particularmente echan las hojas del Arrayan en azeyte, y las dexan al Sol. Otros engruessan primero el azeyte con cascara de Granada, con el Cyprés, con el Cypero, y con el Esquinanto. Aquel se tiene por mas eficaz, que es amargo al gusto, grasso, verde, traslucido, y que da de si un olor de Arrayan. El oleo Mirthino aprieta, y endurece las partes, por donde se mezclan con medicinas que encaran. Es útil a las llagas manantías de la cabeza, á las partes abrasadas del fuego, á las postillas que nacen por todo el cuerpo, á la caspa, al sahorno, y escocimiento, á las esquebrajaduras , é hinchazones del siesso, y a las coyunturas muy relaxadas. Tiene mas, que reprime el sudor, y todas las cosas que quieren ser constreñidas , y condensadas".
(Pág. 37)

Academia no varía lo dicho por Autoridades hasta la edición de 1899, en que modifica un poco la definición:

"SAHORNARSE. (De sub y ahornar.) r. Escocerse ó excoriarse una parte del cuerpo, comúnmente por rozarse ó ludir con otra.

SAHORNO. m. Efecto de sahornarse".

En la 23ª edición, última consultada, definen este verbo del siguiente modo:

"SAHORNARSE. (De so y ahornar.) 1. prnl. Dicho de una parte del cuerpo: Escocerse o excoriarse, comúnmente por rozarse con otra. // 2. prnl. Cuba. Dicho de la hoja de tabaco: Pudrirse a causa de una fuerte fermentación".

El Esteban Terreros dice:

"SAHORNARSE, requemarse, escocerse alguna parte del cuerpo. Fr. S´ecorcher, s´effleurer. Lat. Cutem aduri. It. Scorticarsi.

SAHORNO, ardor, fuego que sale en manchas rojas sobre el pellejo. Fr. Echauffure, ecorchure. Lat. Intertrigo. It. Cosso, riscaldamento. Algunos dicen en Cast. Sahornamiento, pero no se debe imitar".

El Pagés se atiene a lo dicho por Academia. El verbo lo ilustra con una cita de A. Rojo y Sojo y la que Autoridades atribuye a Sorapán de Rieros. A saber:

...murió (mi antecesor) sacio y después de saciado hasta tal punto que llegó a sahornarse.
A. ROJO Y SOJO.

Para la voz sahorno escoge el párrafo del Dioscórides sobre el uso de las suelas de los zapatos viejos.

Pedro Felipe Monlau, autor del "Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana",  cita el sustantivo en su estudio de la voz horno:

"HORNO. De Furno latino; así lo llama el arábigo; todos del hebreo, que el fuego llama hur, y al horno thanuun (tahona), que es el que contiene el fuego, da ó vierte fuego.- De aquí el griego al Cielo llamó Uranos, por el celestial fuego que contiene; y así á las estrellas, á los dioses  y almas justas llamaron los antiguos ignes (fuegos).- De aquí Hornagarseó Ahornagarse la tierra, Sahornoó Sahornado, y Alhorre de niños, que es fuego y escocimiento. Aunque este último pudo salir de Huruq, que en arábigo es el culito ó trasero.- De aquí Uro, que en l. es quemar; y el castellano Engurriado, como Enhurriado, que es quemado.- De aquí Forma y Formun, Fornum, Forn, cosa caliente; de donde Forcipes, las tenazas, como Formicapes, instrumento para coger cosas ardientes ó albas. (Rosal)".

En el volumen séptimo de su "Tesoro de la Lengua Castellana", don Julio Cejador y Frauca sigue con su idea de emparentar el castellano con el euskera, y escribe:

"La voz zan es variante de zain, como za lo es de zai, y vale la vena, lo mismo que zain; zanak emon recelar ó sospechar, literalmente dar la vena; zanak emon eutsala que receló, zanak io nau he sospechado, me ha golpeado la vena, zanak eutsi agarrar la vena , dícese para indicar los efectos del atavismo en la familia, porque la vena se llamó así como la raíz del hombre y su fundamento: por ejemplo, si el hijo es aficionado á pájaros como lo fué su padre ó algún antepasado, se dice zanak deutso le agarra la vena, esto es, las raíces de su ser le tienen cogido; zan-bide, on-bide camino de venas, camino de buenas, zan-tcharra mala vena, mala suerte ó mal sino. Es por lo mismo zan el verbo ser histórico, el fué, tuvo, había, solía, en su forma más general, que es la tercera persona, y por consiguiente vale difunto, que fué, como dan que es, zan-a el que fué, dan-a el que es, donde se confirma que -n es la posesivo-relativa ó participial, pues davale es. De aquí se dijo zan-di-aó san-di-a por mengano, en urlia ta sandia fulano y mengano: -di abundancial se añade al zan fué, é indica el muy mencionado, pero lejano, que ya fué, en contraste con urlia prójimo, cercano. Sahorno y quemadura que la ortiga hace en la piel san-broó san-bero, de bero calor, zanbro-tu escoriarse así las carnes".
(Págs. 194-195)

Corominas también incluye este verbo en su estudio de la voz horno. Entre otras cosas dice:

"HORNO.   1129. Del lat. FURNUS íd.
DERIV. Hornada, 1495. Hornazo, 1490. Hornear, 1495. Hornero, 1170. Hornija, 1234. Hornillo, 1570. Sahornarse´escocerse una parte del cuerpo´, propte. ´escaldarse´, de so-hornarse. (...)".

El profesor de Instrucción Primaria, don  Félix Ramos y Duarte. incluyó el participio pasado del verbo sajornarse en su "Diccionario de Mejicanismos..." Imprenta de Eduardo Dublan. Mejico, 1895), con esta definición:

"SAJORNADO (Guerr.) adj. Sahornado, escoriado".

Cita, y lo hace también erróneamente, el supuesto párrafo escrito por don Juan de Sorapán.

Don Carlos Risueño incluyó la voz sahorno en el tomo V de su "Diccionario de Veterinaria y sus Ciencias Auxiliares":

"SAHORNO. Los antiguos dieron este nombre ó el de ardor ó fuego á unas manchas rojas que segun ellos se presentaban en la superficie de la piel. Es sin duda la erisipela".


Juan de Gorter, Maestro en Artes Liberales, Doctor y Catedrático de Medicina, y Proto-Médico de la República de Harderwick, escribió una obra titulada "Cirugía expurgada" (Imprenta de Pedro Marín. Madrid, 1780), que tradujo del latín al castellano el Profesor de Medicina Don Juan Galisteo y Xiorro. Esto es lo que dice del sahorno:

"1400. Sudamina, Sudorum papulae, ó Hidroa (Sahorno ó Alhorre en Castellano) son unas pústulas del tamaño de un grano de mijo, freqüentes en Estío, y á las personas de temperamento cálido, principalmente si sudan; son coloradas alrededor, y tienen en la punta una ampolla transparente. Su curación es la misma que la de los Barros; porque se curan con sangrías, y manteniendo el vientre corriente y suelto con Purgantes laxantes, lavando y untando con astringentes y refrigerantes; y guardándose del mucho calor.
1401. Las pústulas que salen en las plantas de los pies y palmas de las manos, é incomodan tanto en Verano, pican mucho, y abriéndose sale de ellas un gusanillo, se llaman Sirones; aunque también se da este nombre al Sahorno ó Alhorre. Para curar estas, lo mejor es depurar la parte con un lixiviosoantiseptico, para destruir el nido y quitar la mocosidad pegada ó detenida en las criptas".
(Libro IX; cap. V: "De las pústulas"; pág. 433)

Leopoldo Lugones escribió el participio pasado de este verbo en uno de sus relatos incluidos en "La guerra gaucha" (Arnoldo Moeh y Hermano. Buenos Aires, 1905), su primer libro en prosa.  Se titula "Vado":

"Pero junto con el ocaso, salió un tiro de los matorrales; y como si una mazorca de balas se desgranase, brotaron éstas del suelo y de los gajos, tan cercanas algunas, que al hervir, la pólvora tatuaba como un beso vampiro. Sin atinar con la defensa, fugaban al azar del contraste. Trabados por la raigambre algunos caían y un proyectil los clavaba contra el suelo; otros, despedidos por un tropezón de la cabalgadura o abofeteados por una rama, mordían el polvo. Las mulas, a través de la arboleda, despatarraban galopes. En la penumbra conmovida de estruendos, ascendían como garzas los copos de humo. Y ni una carabina goda respondió.
Los salvos, desde sus escondites, escucharon el degüello con que se despenaba a los caídos. Todavía sucumbieron tres o cuatro bajo la garra de la montonera.
El resto salía por fin del monte, sahornado ferozmente en la marcha y plagado de cadillos hasta las cejas, junto a un río sobre cuya barranca un hombre acurrucado se aparecía".
(Pág. 404)

Juan José Domenchina publicó su relato "El desorientado" en el número XII  de "Hora de España" (Valencia, diciembre de 1937) Está fechado en Madrid, año de 1929. En él leemos:

"Manos de enamorada ilícita (con la sombra de un él—¡ ay !— legítimo) en la cita primera, al sereno: toda de dedos huéspedes. Lilas de abril, primicias del rocío. Caricia etérea del mármol en el interior de las catedrales. Agua espiritual con burbujas de anhídrido carbónico: seltz, soda, Vichy, etc... Estanques con estrellas y remojón promiscuo. Axila de sportwoman. Acuarios. Piscinas con sirenas en remojo. Higos en la higuera, chorreando madrugada. Madrugón en el huerto. Pulpa de chirimoya. Hule y meaditas trasnochadas en el hule de la cuna infantil. Niño muerto: sienes de niño muerto. Fécula de patata o polvitos de talco en las ingles sahornadas del nene. Techumbre llovediza. Relejes anegados, con seroja lacia".

A Max Aub  debía de gustarle este verbo porque aparece en algunas de sus obras; por ejemplo en "Campo cerrado":

"Morir como un conejo, como un conejo. Y de pronto vio una enorme cabeza de conejo que le guiñaba el ojo. Y me estoy meando. El gato por la algorfa. Le parece que se le sahorna todo el cuerpo".
(Segunda parte. Cap. 3: "Prat de Llobregat"; pág. 178)

"Amanecer en Cuernavaca" comienza así:

"En la huerta ni las adelfas ni las buganvillas dan aún la medida de su color. Todo el sol está prendido en redes de musaraña. Todo duerme, todavía, un poco. Los colores sobrellevan la pátina del amanecer. Verdes ligan con plata, el aire es fino, los ruidos mansos. La soledad y el silencio a punto de perderse. Los enjalbegados se tiñen de amarillo en espera del blanco restallante que el sol en añil les deparará sin remedio. El cielo es azulenco, celeste claro. Todo despierta, hasta los colores. Nadie es todavía exactamente el que ha de ser. El despertar tiene algo de nacer, todo es tierno, más lento, más débil, más puro, mejor. Es la hora de los buenos propósitos: hoy haré esto y lo otro. Luego picará el sol y los hombres se dejarán ir por la corriente, los rojos serán más violentos, los blancos inmirables, el polvo corruscante; sahornado el día de gritos, hormigas, pulgas, mosquitos, niños, gasolina, ganas de no hacer nada. Pero ahora, al amanecer, todo es esperanza, fuerza y milagro".
("La uña y otros relatos"; págs. 133-134)

En "Campo de sangre" escribe la voz sahorno en sentido figurado:

"...¡Qué tiene que ver que aquí nos hayamos cargado cien curas, si representan para el humilde la llaga más podrida, el sahorno más escociente, el prurigo más violento de un dolor de diez generaciones!"
(Cap. 2: "Julián Templado"; pág. 40)

En este vídeo, colgado por elrincondemavi en Youtube, nos aconsejan cómo cuidar la piel sahornada:

Viewing all 320 articles
Browse latest View live